-
No tengo nada que hablar... – dijo
Estillon, al cual pudieron distinguir frente a ellos, oculto entre la
penumbra; su rostro no podía verse por la oscuridad, pero era la primera
vez que hablaba con Cehris de frente – Soy el Supremo Señor de ésta
nación, y gobierno de la forma que me parece más conveniente... Eso no le pareció a Cehris. -
¿La forma más conveniente? – le
recriminó - ¡No sé que entiendas por conveniente, pero difiere mucho de
lo que significa para mí y todo Basram! -
No sé cuál es tu problema... –
le contestó su padre – Basram es la nación más próspera de Gaea, y
eso no lo hiciste tú, ¿o sí? -
No te alteres, Cehris – le dijo
Eries – escucha sus razones primero... -
¡Tienes razón, no lo hice, pero al
menos no he puesto en peligro el equilibrio del planeta, utilizando el
poder de Poseidópolis para enriquecer a mi nación! Estillon se quedó callado, aunque
en realidad estaba perplejo; jamás imaginó que Cehris estuviera enterado
de la existencia de Poseidópolis. -
¿Qué sucede, porqué no me
contestas? -
No tengo por que darte razón de mis
actos... soy el Gobernante de Basram, y tengo el poder ahora... -
¡Pues no permitiré que sigas dañando
a toda Gaea con tu sucia ambición! ¡No me importa si eres o no mi padre,
mi deber es proteger a mi nación, como tú no has sabido hacerlo! -
¡Cehris, espera! – Eries no pudo
evitarlo; Cehris empuñó su espada, y caminó hacia su padre, el cual le
advirtió: -
No des un paso más... – un extraño
sonido salió del costado de su silla; una pequeña flecha de metal apuntó
a Cehris (era el mismo mecanismo que atacó a Merle en aquella ocasión). Cehris no lo escuchó; su odio lo
cegó. La flecha fue disparada. -
¡!!!Cehris!!!! – gritó Eries. -
¡Arrgh! – Cehris recibió el
impacto en una de sus piernas, cayendo de inmediato; una flecha metálica
penetraba buena parte de su muslo derecho. -
¡Cehris! – Eries corrió a
socorrerlo. -
¡No puedo creerlo! – dijo Van -
¡Fue capaz de lastimar a su propio hijo! -
¡No puede ser! – dijo Hitomi,
asustada. Eries sostenía a Cehris, quien se
quejaba del dolor que esa flecha le causaba. -
¡Resiste un poco, Cehris, tenemos
que salir de aquí! -
No, no... me iré sin terminar...
con esto... – y tomando la flecha, comenzó a tirar de ella, extrayéndola
poco a poco de su muslo, gritando de dolor; Eries estaba impresionada,
además de sentirse incapaz de ayudarle. -
Gusto en conocerte, hermosa dama...
– dijo Estillon, al ver a Eries junto a su marido – parece que las
desgracias te acompañan una tras otra, ¿No es así? -
¿Qué? – Eries miró a Estillon,
cubierto por las sombras. -
Sí... primero Aston, después
Palas, y ahora tu esposo... – una discreta pero irónica risa se dejó
escuchar. Eries no pudo resistirlo; se levantó,
furiosa. -
¡Mi padre y mi país natal no son
motivo de risa! – dijo Eries. -
Eries, aghh, no te muevas... –
dijo Cehris, dando el último tirón logrando extraer la flecha de su
cuerpo. Van se interpuso entre Eries y
Estillon. -
No dejaré que los lastimes, maldito
maniático... -
¿Y quién, quién eres tú para
venir aquí sin mi autorización? -
¡Van Fanel, Rey de Fanelia, y estoy
aquí para vengar a mi nación por las calamidades que has causado! Cathera despertó, la luz del sol
calentaba su cama; se levantó, extrañada. -
¿Qué pasa? -
Me alegra que haya despertado, Dama
Cathera... Cathera escuchó a Pertén, viéndolo
en su habitación. -
¿Cómo te atreves a estar aquí,
maldito traidor? – de inmediato se levantó, y buscó la forma de salir
de ahí, pero Pertén la tomó por los brazos, reteniéndola junto a él. -
¡Escuche! Tiene que descansar, por
su bien... – Cathera le dio una dolorosa cachetada. -
¡Suéltame! – gritó - ¡Tengo
que ir a detener a Cehris, sé que está con mi padre! -
¡Cálmese, ahora! – gritó Pertén
– He pensado que será conveniente que usted vaya también con Cehris,
para enfrentar a su padre... pero tiene que estar relajada... -
¡No me digas qué es lo que tengo
que hacer! – dijo Cathera, rabiosa. -
Yo la llevaré, pero por favor,
guarde la calma... – y tomándola sorpresivamente, la cargó. -
¡Qué haces, bájame ahora mismo! -
Dama Cathera, el espía regresó... -
¡Qué? -
Sí, el hombre que se infiltró con
Sisnos, en ese viaje... Cathera se tranquilizó; ya no le
reprochó por cargarla sin su consentimiento. -
Descubrió una construcción que se
encargaba de extraer energía sagrada del mar, para alimentar la Roca
Incandescente; al robar esa energía sagrada, se produjeron los
cataclismos... Cathera lo miró, con duda. -
¿Porqué, porqué me dices eso, si
eres un traidor? Debiste ocultar la verdad... ¿Eso significa que... -
No soy traidor ante nadie, ni con
usted ni con su hermano... -
Pero, ¿Qué te pasó? – dijo
Cathera, al ver su uniforme rasgado en una de sus hombreras. -
Trataron de matarla, ¿no lo
recuerda? -
¿Sa... salvaste... mi vida? -
Era mi deber, como Guerrero de
Ofir... y como hombre... -
Per, Pertén... – Cathera no supo
qué contestar; ella sabía que Pertén estaba enamorado de ella; de
hecho, lo manipulaba con ello, pero ahora, estando totalmente indefensa y
derrotada, era la persona que le brindaba confianza, lealtad, y amor –
Está bien... vamos con mi padre. -
Como usted lo ordene, Dama... -
Escucha, Rey de Fanelia... – dijo
Estillon – lo que haya ocurrido en Gaea es solo una pequeña reacción
de mi proyecto; pero el resultado, aún más magno, será benéfico para
Gaea, incluso para... -
¿La Luna Fantasma? – dijo Hitomi,
interrumpiéndolo. -
¿Eh? – Estillon puso su atención
en Hitomi. -
¿No es ese el magno proyecto en el
que ha trabajado toda su vida? Estillon no sabía por qué esa
chica sabía acerca de su proyecto. -
¿Quién es esa chica? – pensó;
recordó cuando Cathera le había informado sobre cierta chica de la Corte
de Eries, que tenía extrañas características – ese peinado... ese
uniforme... Hitomi se acercó a Van, para quedar
los 2 juntos frente a Estillon, a varias costas de ahí. -
¿Tú... tú eres esa chica? ¿La
chica de Tokio? -
Hitomi Kanzaki, la chica de la Luna
Fantasma... – dijo Hitomi. -
Ya veo... así que sabes de mí... -
Así es, y creo que lo que quiere
lograr es algo aberrante... -
Pon mucha atención, Hitomi – dijo
Yukari, sentándose ambas en la cama; se dieron cuenta que podían
atravesar el cuerpo de la Yukari dormida, pues se encontraban en otro
plano – lo que Kappei encontró en ese CD, fue un detallado proceso de
algo que llaman “Aceleración de partículas de antimateria”. -
¿Aceleración de partículas... de
antimateria? -
A Kappei sempai también le pareció
extraño, pero una vez que leyó todo el contenido, quedó fascinado...
aunque dijo que eso era imposible, pero que era una idea revolucionaria... -
Dime más, Yukari, necesito saberlo
todo... -
Pues, a ver, déjame recordar... –
dijo Yukari – de acuerdo a ese proceso, se requiere de una fuente de
energía inagotable para poder echar a andar un artefacto que se llama
“Reactor de partículas”... -
Ese debe de ser el Reactor de Partículas...
– dijo Hitomi a Estillon, dejándolo sorprendido, al dirigir la mirada
hacia la extraña e inmensa máquina en ese lugar. -
¡Cómo sabes eso, responde! -
Parece que ya se había encontrado
esa dichosa fuente inagotable de energía, según lo decía ese reporte,
por cierto, en inglés; ¡fue una fortuna que Kappei sempai dominara el
idioma! – dijo Yukari. -
¿Una fuente? ¡A qué se referirían
con eso? -
La verdad no sé, porque no
especificaban muy a fondo acerca de eso; pero Kappei logró traducir que
ésta fuente debería almacenarse a través de un Contenedor, que ionizaría
las partículas atómicas. -
Y la Roca Incandescente... –
continuó Hitomi – debe tratarse de aquel contenedor... -
Me sorprende que conozcas acerca de
esto, chica de la Luna Fantasma... – dijo Estillon, cuya sorpresa había
disminuido gradualmente – Así es: es un contenedor, que mantiene en
movimiento todas las partículas atómicas... -
¿Sabes algo? Kappei opina que eso
es absurdo, puesto que la energía no es materia, y por lo tanto, no está
constituida por átomos... aún así, le pareció interesante seguir...
– continuó Yukari, en ese sueño – el contenedor, una vez cumplida su
función, se encarga de transmitir la energía ionizada, a paneles que
captan la energía y la canalizan a través de una extensa red, hasta un
punto central, denominado “Receptáculo principal”... -
Y me imagino que has averiguado
acerca del Templo de Knar... – dijo Estillon. -
Sí, el lugar donde la energía
robada de Poseidópolis se concentraba después de alimentar a la ciudad,
a través de esos extraños frisos... -
¿Y por qué estás tan interesada
por una cosa como esa? – preguntó Yukari. -
Es... es algo que después te contaré... -
Bueno, el punto principal es: -
En vista de que sabes cosas que
estaban en secreto, deberás estar de acuerdo con el proyecto... es algo
que revolucionará la concepción de la vida en Gaea y en la Luna
Fantasma... -
¿De qué está hablando? – se
preguntó Van; Cehris y Eries habían escuchado todo. -
¡Has mantenido todo eso, en
secreto, sabiendo que perjudicarías a Gaea con ello! – dijo Cehris,
tratando de incorporarse, inútilmente. -
Gaea no estará perjudicada; por el
contrario, se beneficiará con ello... -
¡Es una idea descabellada, que podría
salirse de los límites, y provocar algo irreversible, que alteraría al
universo entero! – dijo Hitomi; Van y los otros ignoraban de qué plan
hablaba. -
¡Claro que no, y te lo demostraré!
– Estillon se movió, sentado en su artefacto, a través de los rieles,
acercándose a la máquina, o Reactor de Partículas. -
¡Espera, no te muevas! – dijo
Van, apuntándole con su espada. -
Déjalo, Van... quiero ver qué es
lo pasará... – dijo Hitomi, con un mal presentimiento. Después de accionar una serie de
manivelas, el Reactor de Partículas comenzó a girar, a miles de
revoluciones por segundo; el zumbido que ocasionaba su movimiento cimbraba
el lugar; de repente, Hitomi se vio horrorizada. Los depósitos que
almacenaban Energist brillaron con una suprema intensidad. -
¡Hitomi! -
¡Hitomi, qué es lo que te sucede?
– dijo Van. -
¡Es... es esa mujer...! – dijo
Hitomi, al ver que varias sirenas comenzaban a nadar a su alrededor,
visibles sólo para ella; el cuerpo de la habitante de Atlantis se
materializó frente a ella. -
No quedará mucho tiempo... el Poder
de los Hombres, debes utilizarlo para regresar la tranquilidad a Gaea. El Reactor de partículas se detuvo,
después de extraños sonidos. Varios focos se encendieron en el cuerpo de
la máquina. -
¿Se trataba de la visión de la
mujer alada, Hitomi? – preguntó Van, alarmado. -
Sí... ¡Van, el pendiente brilla!
– dijo Hitomi, con horror - ¡Un quinto cataclismo se aproxima! -
¿Qué? – dijo Cehris, asustado. -
¡Así es, se trata de una reacción
secundaria, lo que me comprueba que mi proyecto funciona! – dijo
Estillon. El pendiente se mantuvo brillando,
tenuemente, como sucedía cada vez que la visión era recurrente. Villa de Arzas, en las proximidades
de Fanelia. La comunidad de hombres lobo se encontraba instalada en la
orilla de un lago. El sol se mantenía en el cielo, pero el atardecer
estaba próximo. -
¡Ruhm, apresúrate! – le dice uno
de los hombres al líder de la manada, Ruhm, el mejor amigo del fallecido
Folken, y allegado del Rey de Fanelia (en realidad, la comunidad de
hombres lobo forma parte de la población de Fanelia, por su carácter
sedentario). Ruhm se dispone a salir del lago, de donde ha pescado algunos
animales; se encuentra lejos de la orilla, así que se apresura a remar
para alcanzar al resto, que se había adelantado. El sol comienza a
ocultarse; el cielo se ve rojizo, debido a la incidente luz del sol en las
nubes; la Luna fantasma comienza a tomar terreno en la bóveda celeste. -
¡Ah, la Lunas de Gaea, espero que
velen por la tribu esta noche! – dijo Ruhm, mientras acomodaba su pesca
en su pequeña canoa. Los ojos de Ruhm están cansados por la jornada,
pero está satisfecho. Hay todavía un tramo de agua para llegar a la
orilla. -
¿Qué es eso? – se pregunta, al
distinguir un tenue brillo verdoso, al fondo del lago, justo en el tramo
que cruzará. Se detiene, extrañado, mirando al fondo. El resplandor
aumenta, y pareciera como si subiera a la superficie. Los hombres, en la orilla, también
se han dado cuenta del suceso, y están congregados a lo largo del lago,
extrañados. Por fin, emerge algo del lago, que los deja a todos pasmados:
es una fantasmagórica mujer, de largo y negro cabello, que al instante de
abandonar las aguas, extiende sus majestuosas alas blancas, frente a Ruhm,
para después, emprender el vuelo, hacia un lugar desconocido, donde se
desvanece en el aire. -
Pero si es... ¡La Madre del Rey de
Fanelia! – dijo Ruhm, que la siguió con la vista hasta que se desvaneció,
frente a la Luna Fantasma. Pronto comenzó a escuchar los aullidos de su
tribu, mientras él quedaba consternado: la Luna Fantasma comenzaba a
desvanecerse del cielo de Gaea. - ¡No puede ser! -
¡Dryden, mira, la Luna Fantasma está...!
– gritó Millerna, ambos salieron al balcón. -
¡Increíble! – dijo Dryden, al
ver las Lunas de Gaea, difuminarse poco a poco en el cielo. -
¡Hey, Garo, amigo! – gritó Remo,
el hombre zorro, despertándose inquieto. -
¿Qué quieres? -
¡Mira al cielo, la Luna fantasma se
va! -
¿Qué? -
¡Miren, la Luna Fantasma! – los
gritos entre los aldeanos y ciudadanos de Fanelia brotaban por toca la
semidestruida ciudad. El castillo Fanel, que logró resistir la furia de
la tormenta y estuvo fuera del alcance de las avalanchas posteriores, se
mantenía en pie; el gigantesco árbol sobre él lo cubría del viento. -
El planeta de la Señorita Hitomi...
– dijo Megnon, parado junto con sus 3 compañeros, Zircon, Amenfis, y
Sutton, en uno de los balcones de la construcción. -
Es algo inexplicable... -
Me pregunto cómo volverá allá... El fenómeno causó extrañeza en
todas las poblaciones, por su carácter sobrenatural; en algunos sitios
causó pánico (como en Egzardia). Van sostenía a Hitomi consigo, pues
estaba muy alterada. La bóveda, de cristal opaco, hacía difícil ver lo
que sucedía en el exterior, pero la imagen de la cada vez más
desvanecida Luna Fantasma alcanzaba a visualizarse entre los surcos.
Hitomi gritó ante una nueva visión: la Luna Fantasma desaparecía del
cielo. -
¡La Tierra, está desapareciendo! -
¡Eso no puede ser verdad! – dijo
Van, furioso; Eries y Cehris estaban perplejos por lo escuchado. -
¡Van, ese es... el quinto
cataclismo! -
¿Qué? -
¡Tenemos que detenerlo! – Hitomi
extendió su pendiente, el cual seguía emitiendo ese tenue destello - ¡Abuela,
por favor, ayúdame a parar este fenómeno! – el pendiente brilló con
fuerza, pero se apagó al poco tiempo - ¿Qué sucede? -
¡No te des por vencida, Hitomi! –
dijo Van, tomando también el pendiente; juntos, lograron que su fulgor se
mantuviera vivo. Estillon vio que el proceso se estaba deteniendo, y la
Luna Fantasma volvía a dibujarse en la bóveda celeste. -
¡NO puede ser! – dijo Estillon -
¿Qué clase de poder tienen, que son capaces de contrarrestar el efecto
del Reactor de Partículas? El pendiente comenzó a disminuir su
brillo; Hitomi cayó al suelo, sin fuerzas para seguir; Van quedó en pie,
pero no podría resistir mucho. -
¡Tengo que... resistir...! ¡Aahhhhhhhhh!
– su camisa roja se rasgó, frente a los ojos de Estillon, Eries y
Cehris; un par de majestuosas alas blancas salieron de sus espaldas. El
pendiente, sin embargo, no pudo recuperar su poder, y se apagó; Van cayó
al suelo, rendido. -
¡Es él, el descendiente de los
hombres dragón! – dijo Estillon, asombrado - ¡Sisnos, vé por él! Escondido tras la oscuridad del
reactor, Sisnos se apresuró a llegar hasta Van y Hitomi. Cehris lo
reconoció de inmediato. -
¡Sisnos! – dijo, sosteniendo su
muslo herido, para apaciguar el dolor - ¡Así que eras un cómplice de mi
padre! -
No entenderías jamás la ambición
de Estillon... por eso fue mejor dejarte al margen... – respondió
Sisnos, mientras recogía a Van, cuyas alas habían desaparecido, no sin
antes dejar un buen número de sus plumas en ese lugar. Fuera del Castillo de Basram, los 3
Caballeros del Cielo observaban el extraño comportamiento de las Lunas de
Gaea. -
¿Han visto? – dijo Cerena –
parecía que volvería a la normalidad, pero... -
Sigue desvaneciéndose... – dijo
Gaddes. - Hitomi... qué será de ella cuando su planeta haya desaparecido por completo...
-
¡Suelta a Van, inmediatamente! –
gritó Cehris, levantándose difícilmente, y sacando su pesada espada,
trató de golpear a Sisnos, pero cayó antes de hacerlo, por su herida en
la pierna. -
¡Cehris! – gritó Eries,
llorando. -
¡Eries, no podemos dejarlos salirse
con la suya! – dijo Cehris a su esposa, quien comprendió el deseo de su
marido. -
No dejaré que se vayan... – dijo
Eries, y tomando la espada de su esposo, se abalanzó contra Sisnos, quien
distraído por tomar el cuerpo de Van, recibió una estocada en el
costado. -
¡Agggh! – Sisnos escupió sangre,
rodando en el suelo, dramáticamente. Eries soltó la espada, llorando de
la impresión; sus manos temblaban, al ver que fueron capaces de lastimar
a un hombre. -
¡Sisnos! – dijo Estillon,
reprimente - ¡Levántate, tienes que llevártelo para observación! Sisnos se levantó, con gran
dificultad; su herida era muy profunda y dolorosa; Eries, por su
inexperiencia, no había atacado con los filos de la espada, sino con la
punta, enterrando toda la espada en el costado de Sisnos. Eries seguía
llorando, temblando. -
¡Eries, tienes que acabar con él!
– gritó Cehris. -
¡NO puedo, no puedo! – sollozó
Eries. Sisnos caminó, arrastrando a Van,
pero no pudo resistir más, sus pupilas se volvieron blancas. -
Ste... phen, lo... siento... – la
vida abandonó su cuerpo, cayendo inerte. -
Sisnos – dijo Estillon – al
final no cumpliste mi orden... sabía que me traicionarías tarde o
temprano... Cehris se levantó, después de
arrastrarse por su espada, y utilizarla para apoyarse con ella. -
¿Stephen? – dijo Cehris, cuyos
ojos llenos de odio y sorpresa se clavaron en la figura de su padre - ¿porqué
te llamó Stephen? Alguien subía las escaleras de la
habitación de Estillon, acercándose a la cúspide, el escenario de ésta
discusión. -
Espera, Pertén – dijo Cathera, al
escuchar las últimas palabras de su hermano – bájame... -
Pero... -
Guarda silencio... Cehris está
hablando con él... -
¡Responde, porqué no me contestas?
¡Dime porqué ese hombre te llamó Stephen! – se escuchó la voz de
Cehris. Cathera se quedó también extrañada por ese nombre. -
¿Stephen? ¿Así lo llamó el
sacerdote Sisnos? – se preguntó Cathera, mientras subía cautelosa,
junto a Pertén. Cehris miraba con odio a su padre;
éste nunca salió de la sombra del Reactor de Partículas, ocultando su
rostro. Los pasos de Cathera anunciaron su llegada al lugar. Pertén
decidió esperar en las escaleras, alerta a cualquier situación. -
¡Hermano! – dijo Cathera. -
¡No te acerques, Cathera! – le
advirtió Cehris - ¡Podría lastimarte como a mí! -
¿Qué? – Cathera se dio cuenta
que la pierna de su hermano estaba herida, y su ropa, manchada con sangre.
Eries, junto a él, trataba de calmarse. - ¡Hermano, qué pasó aquí?
– Se asombró al ver a Sisnos muerto, y a Hitomi y Van, desfallecientes
en el suelo. -
Nuestro padre ha decidido acabar con
nosotros... parece ser que le estorbamos en su ambición... si es que es
nuestro Padre... -
¿Porqué dudas eso, hermano? -
Sisnos le llamó Stephen, antes de
morir... Cathera se paralizó; miles de imágenes
de su padre pasaron por su cabeza; siempre oculto, distante, desde aquella
extraña enfermedad. -
Dime... ¿Quién eres tú? –
preguntó Cehris. Estillon accionó su extraña silla, moviéndose de ahí,
hacia la luz. -
Stephen... Ese es mi nombre... en la
Luna Fantasma... -
¿Qué? -
Un hombre como yo, no puede vivir en
la Luna Fantasma... es un martirio permanecer ahí, al cuidado de cientos
de personas, que únicamente te tienen compasión y lástima... Hitomi despertó; levantó su
rostro, al escucharlo. -
Uno de los más importantes hombres
de la Luna Fantasma, y al cual su gran capacidad intelectual se vio
mellada por su apariencia... esa es mi historia – dijo el sujeto –
Aporté grandes conocimientos a los hombres, pero mi vida era una
desgracia; completamente inutilizado, mi cuerpo estaba condenado a una máquina,
que haría todo lo que quisiera... todos pensaron que yo era afortunado:
poseer un robot que hiciera todo lo que le mandaras, era un sueño hecho
realidad para ellos... pero para mí, el verme cada día, sobre esa máquina,
me hacía ver lo inútil que era mi vida, y lo poco agradecidos que eran
los hombres conmigo... Hitomi veía al hombre, con compasión;
Eries estaba confundida, pero Cathera y Cehris no podían ocultar su
rabia. -
Y busqué huir de esa vida
miserable, donde mi cuerpo era más importante que mis conocimientos... soñé
con desaparecer de ese lugar, y volver a empezar una vida nueva... y así
sucedió: Gaea me acogió, un día, sin saber cómo y cuando llegué; lo
único que supe, fue que un hombre me extendió su mano, y ese hombre, fue
su Padre... Los 2 hermanos Escia estaban
asombrados con esa historia. -
Estillon fue un buen hombre, pero
cometió el error de ser el Soberano de Basram... al principio solícito y
servil, me di cuenta que me trataba como los hombres de la Luna
Fantasma... me mantenía lejos de las personas, y me trataba como el inválido
que era... ese fue su error... ¿Cómo podía hacerle entender que odiaba
los cuidados, y que solo quería que me trataran como un ser humano
normal? -
Señor Stephen... – dijo Hitomi. -
Comprendí que Gaea era esa
oportunidad de volver a comenzar; permanecer oculto en la Biblioteca del
Castillo me dio los conocimientos suficientes para conocer el planeta y
sus leyendas: un mundo donde las leyes universales no se cumplen, sin
afectar el todo: un lugar donde las rocas desafían a la gravedad; donde
los dragones guardan dentro de sí un mineral que nunca agota su energía;
un lugar donde existen seres marinos, que no se ven afectados por la presión
en las profundidades, porque simplemente no existe aquí, en Gaea... Hitomi se incorporó, sosteniendo su
pendiente. -
Gaea, un lugar de ensueño, creado
con el poder de los últimos hombres de Atlantis... comprendí que esa era
la clave: conseguir ese poder, con el cual podría cumplir mi deseo, como
ellos lo hicieron en su época: modificar mi cuerpo, y demostrarles a
todos que era superior a ellos... pero ese poder fue arrebatado por
Zaiback, la nación obscura... así que tuve que buscar algo distinto, y
lo conseguí: aquel escrito que indicaba la posición de una legendaria
ciudad, sumergida, que guardaba el Supremo Poder, el Poder de los Dioses,
Poseidópolis... -
¿Poseidópolis? -
Ese poder me haría cumplir mi
ambición; logré conseguir hombres de confianza, traídos de la Luna
Fantasma, cuando averigüé como viajar allá... esos hombres, que se
encargaron de matar a Estillon, y darme el poder a mí: Arrus, y Sisnos,
quienes consiguieron ese poder, oculto debajo de las aguas... -
¿Porqué querías ese poder? –
preguntó Hitomi - ¿Cual fue tu objetivo, entonces? -
Reunir la energía que cumpliría mi
sueño: modificar mi cuerpo... lo he conseguido, paulatinamente, venciendo
las parálisis y los trastornos en mi organismo, lentamente, gracias a ese
poder... ahora mi deseo es regresar a la Tierra, triunfante, y enseñarles
lo que he descubierto: por eso planeo hacer de Gaea y la Tierra, un único
planeta! -
¡Esa es una locura! – dijo Hitomi
- ¡Si lo haces, destruirás a Gaea! -
Puede ser, pero es una realidad: el
poder de los Dioses me ha concedido la salud, a cambio de la destrucción
de Gaea, pero sabía que éste planeta no moriría tan fácil: el primer
cataclismo, con el que mi cuerpo comenzó a sanar, en el que el puente
dimensional de la Tierra y Gaea se alteró... Hitomi recordó ese cataclismo; ella
no sabía que se tratara de eso, pero lo vivió, cuando ella y Merle
viajaron a Gaea, quedando atrapadas en la dimensión del Clan Ispano, algo
que no debió ocurrir. -
El segundo cataclismo, el gran
maremoto, que ocurrió cuando el Poder en el Santuario de Poseidópolis se
vio severamente disminuido... el día de tu boda, Cehris... Cehris contuvo su odio. -
La tercer catástrofe, esa tormenta,
que nació en las aguas de la ciudad sumergida, como un reclamo a la
violación de la que fue objeto... la cuarta, el gran sismo, que se detuvo
gracias al poder de la Chica de la Luna Fantasma; y el quinto desastre, el
cambio de dimensión de Gaea; ahora, Gaea está en el mismo campo
dimensional que la Tierra... solo falta la última alteración, donde la
Tierra y Gaea se fundirán y completarán un mundo ideal, donde yo
demostraré mi superioridad... han ocurrido 6 desastres, y Gaea sigue en
pie, contrario a las leyendas... -
¡No puedes hacer eso! – dijo
Hitomi - ¡Sería un grave error! ¿Qué sucedería si ambas
civilizaciones no pudieran asimilarse entre sí? ¡Causarías el caos! ¡Además,
las leyes naturales en Gaea son distintas a las de la Tierra, provocarías
una confusión mundial! -
Eso no sucederá... todo tiende al
equilibrio, y esta también se mantendrá estable... será el suceso más
importante en la historia del universo: conseguir que materia y
antimateria convivan en paz... -
¡Antimateria? -
Así es: Gaea pertenece a la
antimateria, junto con todo su antiuniverso: por eso las leyes universales
no rigen al mundo de la misma manera que en La Tierra; es por eso, que
Gaea no puede verse desde la Tierra; pertenecen a naturalezas distintas;
pero ahora que el Reactor de partículas ha comenzado a funcionar, las
partículas de antimateria en éste universo cambiarán a materia, para
poder mezclarse con el universo y formar un todo; a la par que mi salud se
mejora con el tiempo, llegando a ser un ser superior... Por fin he podido
comprobar con mis propios ojos, el Principio de la Incertidumbre, y la
Relatividad del Tiempo... Los ojos de Cathera se abrieron de
asombro al escuchar eso; Cehris estaba también fuera de sí. -
Su padre los amó siempre; pero, una
posición como la suya en el país, podría ayudarme a cumplir mis propósitos...
tuvo que ofrecerme su vida... -
Entonces tú... -
¡Mataste a nuestro padre! – dijo
Cathera. Eries había recuperado la calma, pero la impresión de las
palabras de ese hombre desconocido la mantenía paralizada, también. -
Esa enfermedad que te aquejaba,
nunca existió... – dijo Cehris, sintiéndose engañado – fue el
pretexto para mantenernos alejados, y que no sospecháramos de esa
suplantación... ¡Maldito bastardo, mi Padre nunca se atrevería a
agredirme! – dijo refiriéndose a la herida en su pierna. Ese hombre enjuto, descubrió su
rostro, al fin, dejando atrás las sombras:
ocultos tras unas gafas, por vez primera se pudieron distinguir sus
ojos, lastimeros, de color verde; su cabello, totalmente lacio, era castaño;
su boca, desviada hacia un lado, tenía una quijada deforme, y sus dientes
estaban totalmente chuecos; su cuerpo estaba totalmente deformado; sus
dedos eran largos y huesudos. Lo que más impresionó a los hermanos
Escia, fue esa expresión lastimera, que mantenía siempre en su rostro. -
¡Eres un fenómeno, un aborto de la
naturaleza! – dijo Cathera, totalmente histérica, mientras lloraba la
muerte de su Padre - ¿Cómo fuiste capaz de matar a mi padre y hacerte
pasar por él? ¡Nos engañaste, a mí, a Cehris, y a todos! -
Lo hice porque era la mejor opción
para llevar a cabo mi plan, mi proyecto supremo... -
No permitiremos que eso se lleve a
cabo – dijo Hitomi - ¡No podemos permitirlo! El hombre miró a Hitomi, para después
sonreírle con su tétrica sonrisa. -
Tú serías beneficiada con ello,
Hitomi Kanzaki... -
¿Qué? -
Una chica de la Tierra, enamorada de
un hombre de Gaea... es patético que su relación esté destinada a morir
por la distancia... Hitomi no contestó; lo que él le
decía era una gran verdad. -
Piensa lo que podría suceder: tú y
el descendiente de los hombres dragón, juntos, sin que nada interfiera
entre ustedes... -
Pero... -
Imagina ambos mundos, conviviendo
armónicamente, compartiendo sus conocimientos para evolucionar... crear
un mundo único, en el que mis teorías sean comprobables, palpables
incluso para el más ignorante... ¡Donde materia y antimateria se
complementen mutuamente! Los deseos de ese hombre la habían
desconcertado; de realizarse aquel proyecto, ella viviría feliz, y su
amor no tendría obstáculos. | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | 11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 | 18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 | 25 | 26 | |