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XXII. Secretos de un Hombre

  -          ¡He venido a poner las cosas en claro!

-          No tengo nada que hablar... – dijo Estillon, al cual pudieron distinguir frente a ellos, oculto entre la penumbra; su rostro no podía verse por la oscuridad, pero era la primera vez que hablaba con Cehris de frente – Soy el Supremo Señor de ésta nación, y gobierno de la forma que me parece más conveniente...

Eso no le pareció a Cehris.

-          ¿La forma más conveniente? – le recriminó - ¡No sé que entiendas por conveniente, pero difiere mucho de lo que significa para mí y todo Basram!

-          No sé cuál es tu problema... – le contestó su padre – Basram es la nación más próspera de Gaea, y eso no lo hiciste tú, ¿o sí?

-          No te alteres, Cehris – le dijo Eries – escucha sus razones primero...

-          ¡Tienes razón, no lo hice, pero al menos no he puesto en peligro el equilibrio del planeta, utilizando el poder de Poseidópolis para enriquecer a mi nación!

Estillon se quedó callado, aunque en realidad estaba perplejo; jamás imaginó que Cehris estuviera enterado de la existencia de Poseidópolis.

-          ¿Qué sucede, porqué no me contestas?

-          No tengo por que darte razón de mis actos... soy el Gobernante de Basram, y tengo el poder ahora...

-          ¡Pues no permitiré que sigas dañando a toda Gaea con tu sucia ambición! ¡No me importa si eres o no mi padre, mi deber es proteger a mi nación, como tú no has sabido hacerlo!

-          ¡Cehris, espera! – Eries no pudo evitarlo; Cehris empuñó su espada, y caminó hacia su padre, el cual le advirtió:

-          No des un paso más... – un extraño sonido salió del costado de su silla; una pequeña flecha de metal apuntó a Cehris (era el mismo mecanismo que atacó a Merle en aquella ocasión).

Cehris no lo escuchó; su odio lo cegó. La flecha fue disparada.

-          ¡!!!Cehris!!!! – gritó Eries.

-          ¡Arrgh! – Cehris recibió el impacto en una de sus piernas, cayendo de inmediato; una flecha metálica penetraba buena parte de su muslo derecho.

-          ¡Cehris! – Eries corrió a socorrerlo.

-          ¡No puedo creerlo! – dijo Van - ¡Fue capaz de lastimar a su propio hijo!

-          ¡No puede ser! – dijo Hitomi, asustada.

Eries sostenía a Cehris, quien se quejaba del dolor que esa flecha le causaba.

-          ¡Resiste un poco, Cehris, tenemos que salir de aquí!

-          No, no... me iré sin terminar... con esto... – y tomando la flecha, comenzó a tirar de ella, extrayéndola poco a poco de su muslo, gritando de dolor; Eries estaba impresionada, además de sentirse incapaz de ayudarle.

-          Gusto en conocerte, hermosa dama... – dijo Estillon, al ver a Eries junto a su marido – parece que las desgracias te acompañan una tras otra, ¿No es así?

-          ¿Qué? – Eries miró a Estillon, cubierto por las sombras.

-          Sí... primero Aston, después Palas, y ahora tu esposo... – una discreta pero irónica risa se dejó escuchar.

Eries no pudo resistirlo; se levantó, furiosa.

-          ¡Mi padre y mi país natal no son motivo de risa! – dijo Eries.

-          Eries, aghh, no te muevas... – dijo Cehris, dando el último tirón logrando extraer la flecha de su cuerpo.

Van se interpuso entre Eries y Estillon.

-          No dejaré que los lastimes, maldito maniático...

-          ¿Y quién, quién eres tú para venir aquí sin mi autorización?

-          ¡Van Fanel, Rey de Fanelia, y estoy aquí para vengar a mi nación por las calamidades que has causado!

Cathera despertó, la luz del sol calentaba su cama; se levantó, extrañada.

-          ¿Qué pasa?

-          Me alegra que haya despertado, Dama Cathera...

Cathera escuchó a Pertén, viéndolo en su habitación.

-          ¿Cómo te atreves a estar aquí, maldito traidor? – de inmediato se levantó, y buscó la forma de salir de ahí, pero Pertén la tomó por los brazos, reteniéndola junto a él.

-          ¡Escuche! Tiene que descansar, por su bien... – Cathera le dio una dolorosa cachetada.

-          ¡Suéltame! – gritó - ¡Tengo que ir a detener a Cehris, sé que está con mi padre!

-          ¡Cálmese, ahora! – gritó Pertén – He pensado que será conveniente que usted vaya también con Cehris, para enfrentar a su padre... pero tiene que estar relajada...

-          ¡No me digas qué es lo que tengo que hacer! – dijo Cathera, rabiosa.

-          Yo la llevaré, pero por favor, guarde la calma... – y tomándola sorpresivamente, la cargó.

-          ¡Qué haces, bájame ahora mismo!

-          Dama Cathera, el espía regresó...

-          ¡Qué?

-          Sí, el hombre que se infiltró con Sisnos, en ese viaje...

Cathera se tranquilizó; ya no le reprochó por cargarla sin su consentimiento.

-          Descubrió una construcción que se encargaba de extraer energía sagrada del mar, para alimentar la Roca Incandescente; al robar esa energía sagrada, se produjeron los cataclismos...

Cathera lo miró, con duda.

-          ¿Porqué, porqué me dices eso, si eres un traidor? Debiste ocultar la verdad... ¿Eso significa que...

-          No soy traidor ante nadie, ni con usted ni con su hermano...

-          Pero, ¿Qué te pasó? – dijo Cathera, al ver su uniforme rasgado en una de sus hombreras.

-          Trataron de matarla, ¿no lo recuerda?

-          ¿Sa... salvaste... mi vida?

-          Era mi deber, como Guerrero de Ofir... y como hombre...

-          Per, Pertén... – Cathera no supo qué contestar; ella sabía que Pertén estaba enamorado de ella; de hecho, lo manipulaba con ello, pero ahora, estando totalmente indefensa y derrotada, era la persona que le brindaba confianza, lealtad, y amor – Está bien... vamos con mi padre.

-          Como usted lo ordene, Dama...

-          Escucha, Rey de Fanelia... – dijo Estillon – lo que haya ocurrido en Gaea es solo una pequeña reacción de mi proyecto; pero el resultado, aún más magno, será benéfico para Gaea, incluso para...

-          ¿La Luna Fantasma? – dijo Hitomi, interrumpiéndolo.

-          ¿Eh? – Estillon puso su atención en Hitomi.

-          ¿No es ese el magno proyecto en el que ha trabajado toda su vida?

Estillon no sabía por qué esa chica sabía acerca de su proyecto.

-          ¿Quién es esa chica? – pensó; recordó cuando Cathera le había informado sobre cierta chica de la Corte de Eries, que tenía extrañas características – ese peinado... ese uniforme...

Hitomi se acercó a Van, para quedar los 2 juntos frente a Estillon, a varias costas de ahí.

-          ¿Tú... tú eres esa chica? ¿La chica de Tokio?

-          Hitomi Kanzaki, la chica de la Luna Fantasma... – dijo Hitomi.

-          Ya veo... así que sabes de mí...

-          Así es, y creo que lo que quiere lograr es algo aberrante...

-          Pon mucha atención, Hitomi – dijo Yukari, sentándose ambas en la cama; se dieron cuenta que podían atravesar el cuerpo de la Yukari dormida, pues se encontraban en otro plano – lo que Kappei encontró en ese CD, fue un detallado proceso de algo que llaman “Aceleración de partículas de antimateria”.

-          ¿Aceleración de partículas... de antimateria?

-          A Kappei sempai también le pareció extraño, pero una vez que leyó todo el contenido, quedó fascinado... aunque dijo que eso era imposible, pero que era una idea revolucionaria...

-          Dime más, Yukari, necesito saberlo todo...

-          Pues, a ver, déjame recordar... – dijo Yukari – de acuerdo a ese proceso, se requiere de una fuente de energía inagotable para poder echar a andar un artefacto que se llama “Reactor de partículas”...

-          Ese debe de ser el Reactor de Partículas... – dijo Hitomi a Estillon, dejándolo sorprendido, al dirigir la mirada hacia la extraña e inmensa máquina en ese lugar.

-          ¡Cómo sabes eso, responde!

-          Parece que ya se había encontrado esa dichosa fuente inagotable de energía, según lo decía ese reporte, por cierto, en inglés; ¡fue una fortuna que Kappei sempai dominara el idioma! – dijo Yukari.

-          ¿Una fuente? ¡A qué se referirían con eso?

-          La verdad no sé, porque no especificaban muy a fondo acerca de eso; pero Kappei logró traducir que ésta fuente debería almacenarse a través de un Contenedor, que ionizaría las partículas atómicas.

-          Y la Roca Incandescente... – continuó Hitomi – debe tratarse de aquel contenedor...

-          Me sorprende que conozcas acerca de esto, chica de la Luna Fantasma... – dijo Estillon, cuya sorpresa había disminuido gradualmente – Así es: es un contenedor, que mantiene en movimiento todas las partículas atómicas...

-          ¿Sabes algo? Kappei opina que eso es absurdo, puesto que la energía no es materia, y por lo tanto, no está constituida por átomos... aún así, le pareció interesante seguir... – continuó Yukari, en ese sueño – el contenedor, una vez cumplida su función, se encarga de transmitir la energía ionizada, a paneles que captan la energía y la canalizan a través de una extensa red, hasta un punto central, denominado “Receptáculo principal”...

-          Y me imagino que has averiguado acerca del Templo de Knar... – dijo Estillon.

-          Sí, el lugar donde la energía robada de Poseidópolis se concentraba después de alimentar a la ciudad, a través de esos extraños frisos...

-          ¿Y por qué estás tan interesada por una cosa como esa? – preguntó Yukari.

-          Es... es algo que después te contaré...

-          Bueno, el punto principal es:

-          En vista de que sabes cosas que estaban en secreto, deberás estar de acuerdo con el proyecto... es algo que revolucionará la concepción de la vida en Gaea y en la Luna Fantasma...

-          ¿De qué está hablando? – se preguntó Van; Cehris y Eries habían escuchado todo.

-          ¡Has mantenido todo eso, en secreto, sabiendo que perjudicarías a Gaea con ello! – dijo Cehris, tratando de incorporarse, inútilmente.

-          Gaea no estará perjudicada; por el contrario, se beneficiará con ello...

-          ¡Es una idea descabellada, que podría salirse de los límites, y provocar algo irreversible, que alteraría al universo entero! – dijo Hitomi; Van y los otros ignoraban de qué plan hablaba.

-          ¡Claro que no, y te lo demostraré! – Estillon se movió, sentado en su artefacto, a través de los rieles, acercándose a la máquina, o Reactor de Partículas.

-          ¡Espera, no te muevas! – dijo Van, apuntándole con su espada.

-          Déjalo, Van... quiero ver qué es lo pasará... – dijo Hitomi, con un mal presentimiento.

Después de accionar una serie de manivelas, el Reactor de Partículas comenzó a girar, a miles de revoluciones por segundo; el zumbido que ocasionaba su movimiento cimbraba el lugar; de repente, Hitomi se vio horrorizada. Los depósitos que almacenaban Energist brillaron con una suprema intensidad.

-          ¡Hitomi!

-          ¡Hitomi, qué es lo que te sucede? – dijo Van.

-          ¡Es... es esa mujer...! – dijo Hitomi, al ver que varias sirenas comenzaban a nadar a su alrededor, visibles sólo para ella; el cuerpo de la habitante de Atlantis se materializó frente a ella.

-          No quedará mucho tiempo... el Poder de los Hombres, debes utilizarlo para regresar la tranquilidad a Gaea.

El Reactor de partículas se detuvo, después de extraños sonidos. Varios focos se encendieron en el cuerpo de la máquina.

-          ¿Se trataba de la visión de la mujer alada, Hitomi? – preguntó Van, alarmado.

-          Sí... ¡Van, el pendiente brilla! – dijo Hitomi, con horror - ¡Un quinto cataclismo se aproxima!

-          ¿Qué? – dijo Cehris, asustado.

-          ¡Así es, se trata de una reacción secundaria, lo que me comprueba que mi proyecto funciona! – dijo Estillon.

El pendiente se mantuvo brillando, tenuemente, como sucedía cada vez que la visión era recurrente.

Villa de Arzas, en las proximidades de Fanelia. La comunidad de hombres lobo se encontraba instalada en la orilla de un lago. El sol se mantenía en el cielo, pero el atardecer estaba próximo.

-          ¡Ruhm, apresúrate! – le dice uno de los hombres al líder de la manada, Ruhm, el mejor amigo del fallecido Folken, y allegado del Rey de Fanelia (en realidad, la comunidad de hombres lobo forma parte de la población de Fanelia, por su carácter sedentario). Ruhm se dispone a salir del lago, de donde ha pescado algunos animales; se encuentra lejos de la orilla, así que se apresura a remar para alcanzar al resto, que se había adelantado. El sol comienza a ocultarse; el cielo se ve rojizo, debido a la incidente luz del sol en las nubes; la Luna fantasma comienza a tomar terreno en la bóveda celeste.

-          ¡Ah, la Lunas de Gaea, espero que velen por la tribu esta noche! – dijo Ruhm, mientras acomodaba su pesca en su pequeña canoa. Los ojos de Ruhm están cansados por la jornada, pero está satisfecho. Hay todavía un tramo de agua para llegar a la orilla.

-          ¿Qué es eso? – se pregunta, al distinguir un tenue brillo verdoso, al fondo del lago, justo en el tramo que cruzará. Se detiene, extrañado, mirando al fondo. El resplandor aumenta, y pareciera como si subiera a la superficie.

Los hombres, en la orilla, también se han dado cuenta del suceso, y están congregados a lo largo del lago, extrañados. Por fin, emerge algo del lago, que los deja a todos pasmados: es una fantasmagórica mujer, de largo y negro cabello, que al instante de abandonar las aguas, extiende sus majestuosas alas blancas, frente a Ruhm, para después, emprender el vuelo, hacia un lugar desconocido, donde se desvanece en el aire.

-          Pero si es... ¡La Madre del Rey de Fanelia! – dijo Ruhm, que la siguió con la vista hasta que se desvaneció, frente a la Luna Fantasma. Pronto comenzó a escuchar los aullidos de su tribu, mientras él quedaba consternado: la Luna Fantasma comenzaba a desvanecerse del cielo de Gaea. - ¡No puede ser!

-          ¡Dryden, mira, la Luna Fantasma está...! – gritó Millerna, ambos salieron al balcón.

-          ¡Increíble! – dijo Dryden, al ver las Lunas de Gaea, difuminarse poco a poco en el cielo.

-          ¡Hey, Garo, amigo! – gritó Remo, el hombre zorro, despertándose inquieto.

-          ¿Qué quieres?

-          ¡Mira al cielo, la Luna fantasma se va!

-          ¿Qué?

-          ¡Miren, la Luna Fantasma! – los gritos entre los aldeanos y ciudadanos de Fanelia brotaban por toca la semidestruida ciudad. El castillo Fanel, que logró resistir la furia de la tormenta y estuvo fuera del alcance de las avalanchas posteriores, se mantenía en pie; el gigantesco árbol sobre él lo cubría del viento.

-          El planeta de la Señorita Hitomi... – dijo Megnon, parado junto con sus 3 compañeros, Zircon, Amenfis, y Sutton, en uno de los balcones de la construcción.

-          Es algo inexplicable...

-          Me pregunto cómo volverá allá...

El fenómeno causó extrañeza en todas las poblaciones, por su carácter sobrenatural; en algunos sitios causó pánico (como en Egzardia).

Van sostenía a Hitomi consigo, pues estaba muy alterada. La bóveda, de cristal opaco, hacía difícil ver lo que sucedía en el exterior, pero la imagen de la cada vez más desvanecida Luna Fantasma alcanzaba a visualizarse entre los surcos. Hitomi gritó ante una nueva visión: la Luna Fantasma desaparecía del cielo.

-          ¡La Tierra, está desapareciendo!

-          ¡Eso no puede ser verdad! – dijo Van, furioso; Eries y Cehris estaban perplejos por lo escuchado.

-          ¡Van, ese es... el quinto cataclismo!

-          ¿Qué?

-          ¡Tenemos que detenerlo! – Hitomi extendió su pendiente, el cual seguía emitiendo ese tenue destello - ¡Abuela, por favor, ayúdame a parar este fenómeno! – el pendiente brilló con fuerza, pero se apagó al poco tiempo - ¿Qué sucede?

-          ¡No te des por vencida, Hitomi! – dijo Van, tomando también el pendiente; juntos, lograron que su fulgor se mantuviera vivo. Estillon vio que el proceso se estaba deteniendo, y la Luna Fantasma volvía a dibujarse en la bóveda celeste.

-          ¡NO puede ser! – dijo Estillon - ¿Qué clase de poder tienen, que son capaces de contrarrestar el efecto del Reactor de Partículas?

El pendiente comenzó a disminuir su brillo; Hitomi cayó al suelo, sin fuerzas para seguir; Van quedó en pie, pero no podría resistir mucho.

-          ¡Tengo que... resistir...! ¡Aahhhhhhhhh! – su camisa roja se rasgó, frente a los ojos de Estillon, Eries y Cehris; un par de majestuosas alas blancas salieron de sus espaldas. El pendiente, sin embargo, no pudo recuperar su poder, y se apagó; Van cayó al suelo, rendido.

-          ¡Es él, el descendiente de los hombres dragón! – dijo Estillon, asombrado - ¡Sisnos, vé por él!

Escondido tras la oscuridad del reactor, Sisnos se apresuró a llegar hasta Van y Hitomi. Cehris lo reconoció de inmediato.

-          ¡Sisnos! – dijo, sosteniendo su muslo herido, para apaciguar el dolor - ¡Así que eras un cómplice de mi padre!

-          No entenderías jamás la ambición de Estillon... por eso fue mejor dejarte al margen... – respondió Sisnos, mientras recogía a Van, cuyas alas habían desaparecido, no sin antes dejar un buen número de sus plumas en ese lugar.

Fuera del Castillo de Basram, los 3 Caballeros del Cielo observaban el extraño comportamiento de las Lunas de Gaea.

-          ¿Han visto? – dijo Cerena – parecía que volvería a la normalidad, pero...

-          Sigue desvaneciéndose... – dijo Gaddes.

-          Hitomi... qué será de ella cuando su planeta haya desaparecido por completo...

-          ¡Suelta a Van, inmediatamente! – gritó Cehris, levantándose difícilmente, y sacando su pesada espada, trató de golpear a Sisnos, pero cayó antes de hacerlo, por su herida en la pierna.

-          ¡Cehris! – gritó Eries, llorando.

-          ¡Eries, no podemos dejarlos salirse con la suya! – dijo Cehris a su esposa, quien comprendió el deseo de su marido.

-          No dejaré que se vayan... – dijo Eries, y tomando la espada de su esposo, se abalanzó contra Sisnos, quien distraído por tomar el cuerpo de Van, recibió una estocada en el costado.

-          ¡Agggh! – Sisnos escupió sangre, rodando en el suelo, dramáticamente. Eries soltó la espada, llorando de la impresión; sus manos temblaban, al ver que fueron capaces de lastimar a un hombre.

-          ¡Sisnos! – dijo Estillon, reprimente - ¡Levántate, tienes que llevártelo para observación!

Sisnos se levantó, con gran dificultad; su herida era muy profunda y dolorosa; Eries, por su inexperiencia, no había atacado con los filos de la espada, sino con la punta, enterrando toda la espada en el costado de Sisnos. Eries seguía llorando, temblando.

-          ¡Eries, tienes que acabar con él! – gritó Cehris.

-          ¡NO puedo, no puedo! – sollozó Eries.

Sisnos caminó, arrastrando a Van, pero no pudo resistir más, sus pupilas se volvieron blancas.

-          Ste... phen, lo... siento... – la vida abandonó su cuerpo, cayendo inerte.

-          Sisnos – dijo Estillon – al final no cumpliste mi orden... sabía que me traicionarías tarde o temprano...

Cehris se levantó, después de arrastrarse por su espada, y utilizarla para apoyarse con ella.

-          ¿Stephen? – dijo Cehris, cuyos ojos llenos de odio y sorpresa se clavaron en la figura de su padre - ¿porqué te llamó Stephen?

Alguien subía las escaleras de la habitación de Estillon, acercándose a la cúspide, el escenario de ésta discusión.

-          Espera, Pertén – dijo Cathera, al escuchar las últimas palabras de su hermano – bájame...

-          Pero...

-          Guarda silencio... Cehris está hablando con él...

-          ¡Responde, porqué no me contestas? ¡Dime porqué ese hombre te llamó Stephen! – se escuchó la voz de Cehris. Cathera se quedó también extrañada por ese nombre.

-          ¿Stephen? ¿Así lo llamó el sacerdote Sisnos? – se preguntó Cathera, mientras subía cautelosa, junto a Pertén.

Cehris miraba con odio a su padre; éste nunca salió de la sombra del Reactor de Partículas, ocultando su rostro. Los pasos de Cathera anunciaron su llegada al lugar. Pertén decidió esperar en las escaleras, alerta a cualquier situación.

-          ¡Hermano! – dijo Cathera.

-          ¡No te acerques, Cathera! – le advirtió Cehris - ¡Podría lastimarte como a mí!

-          ¿Qué? – Cathera se dio cuenta que la pierna de su hermano estaba herida, y su ropa, manchada con sangre. Eries, junto a él, trataba de calmarse. - ¡Hermano, qué pasó aquí? – Se asombró al ver a Sisnos muerto, y a Hitomi y Van, desfallecientes en el suelo.

-          Nuestro padre ha decidido acabar con nosotros... parece ser que le estorbamos en su ambición... si es que es nuestro Padre...

-          ¿Porqué dudas eso, hermano?

-          Sisnos le llamó Stephen, antes de morir...

Cathera se paralizó; miles de imágenes de su padre pasaron por su cabeza; siempre oculto, distante, desde aquella extraña enfermedad.

-          Dime... ¿Quién eres tú? – preguntó Cehris. Estillon accionó su extraña silla, moviéndose de ahí, hacia la luz.

-          Stephen... Ese es mi nombre... en la Luna Fantasma...

-          ¿Qué?

-          Un hombre como yo, no puede vivir en la Luna Fantasma... es un martirio permanecer ahí, al cuidado de cientos de personas, que únicamente te tienen compasión y lástima...

Hitomi despertó; levantó su rostro, al escucharlo.

-          Uno de los más importantes hombres de la Luna Fantasma, y al cual su gran capacidad intelectual se vio mellada por su apariencia... esa es mi historia – dijo el sujeto – Aporté grandes conocimientos a los hombres, pero mi vida era una desgracia; completamente inutilizado, mi cuerpo estaba condenado a una máquina, que haría todo lo que quisiera... todos pensaron que yo era afortunado: poseer un robot que hiciera todo lo que le mandaras, era un sueño hecho realidad para ellos... pero para mí, el verme cada día, sobre esa máquina, me hacía ver lo inútil que era mi vida, y lo poco agradecidos que eran los hombres conmigo...

Hitomi veía al hombre, con compasión; Eries estaba confundida, pero Cathera y Cehris no podían ocultar su rabia.

-          Y busqué huir de esa vida miserable, donde mi cuerpo era más importante que mis conocimientos... soñé con desaparecer de ese lugar, y volver a empezar una vida nueva... y así sucedió: Gaea me acogió, un día, sin saber cómo y cuando llegué; lo único que supe, fue que un hombre me extendió su mano, y ese hombre, fue su Padre...

Los 2 hermanos Escia estaban asombrados con esa historia.

-          Estillon fue un buen hombre, pero cometió el error de ser el Soberano de Basram... al principio solícito y servil, me di cuenta que me trataba como los hombres de la Luna Fantasma... me mantenía lejos de las personas, y me trataba como el inválido que era... ese fue su error... ¿Cómo podía hacerle entender que odiaba los cuidados, y que solo quería que me trataran como un ser humano normal?

-          Señor Stephen... – dijo Hitomi.

-          Comprendí que Gaea era esa oportunidad de volver a comenzar; permanecer oculto en la Biblioteca del Castillo me dio los conocimientos suficientes para conocer el planeta y sus leyendas: un mundo donde las leyes universales no se cumplen, sin afectar el todo: un lugar donde las rocas desafían a la gravedad; donde los dragones guardan dentro de sí un mineral que nunca agota su energía; un lugar donde existen seres marinos, que no se ven afectados por la presión en las profundidades, porque simplemente no existe aquí, en Gaea...

Hitomi se incorporó, sosteniendo su pendiente.

-          Gaea, un lugar de ensueño, creado con el poder de los últimos hombres de Atlantis... comprendí que esa era la clave: conseguir ese poder, con el cual podría cumplir mi deseo, como ellos lo hicieron en su época: modificar mi cuerpo, y demostrarles a todos que era superior a ellos... pero ese poder fue arrebatado por Zaiback, la nación obscura... así que tuve que buscar algo distinto, y lo conseguí: aquel escrito que indicaba la posición de una legendaria ciudad, sumergida, que guardaba el Supremo Poder, el Poder de los Dioses, Poseidópolis...

-          ¿Poseidópolis?

-          Ese poder me haría cumplir mi ambición; logré conseguir hombres de confianza, traídos de la Luna Fantasma, cuando averigüé como viajar allá... esos hombres, que se encargaron de matar a Estillon, y darme el poder a mí: Arrus, y Sisnos, quienes consiguieron ese poder, oculto debajo de las aguas...

-          ¿Porqué querías ese poder? – preguntó Hitomi - ¿Cual fue tu objetivo, entonces?

-          Reunir la energía que cumpliría mi sueño: modificar mi cuerpo... lo he conseguido, paulatinamente, venciendo las parálisis y los trastornos en mi organismo, lentamente, gracias a ese poder... ahora mi deseo es regresar a la Tierra, triunfante, y enseñarles lo que he descubierto: por eso planeo hacer de Gaea y la Tierra, un único planeta!

-          ¡Esa es una locura! – dijo Hitomi - ¡Si lo haces, destruirás a Gaea!

-          Puede ser, pero es una realidad: el poder de los Dioses me ha concedido la salud, a cambio de la destrucción de Gaea, pero sabía que éste planeta no moriría tan fácil: el primer cataclismo, con el que mi cuerpo comenzó a sanar, en el que el puente dimensional de la Tierra y Gaea se alteró...

Hitomi recordó ese cataclismo; ella no sabía que se tratara de eso, pero lo vivió, cuando ella y Merle viajaron a Gaea, quedando atrapadas en la dimensión del Clan Ispano, algo que no debió ocurrir.

-          El segundo cataclismo, el gran maremoto, que ocurrió cuando el Poder en el Santuario de Poseidópolis se vio severamente disminuido... el día de tu boda, Cehris...

Cehris contuvo su odio.

-          La tercer catástrofe, esa tormenta, que nació en las aguas de la ciudad sumergida, como un reclamo a la violación de la que fue objeto... la cuarta, el gran sismo, que se detuvo gracias al poder de la Chica de la Luna Fantasma; y el quinto desastre, el cambio de dimensión de Gaea; ahora, Gaea está en el mismo campo dimensional que la Tierra... solo falta la última alteración, donde la Tierra y Gaea se fundirán y completarán un mundo ideal, donde yo demostraré mi superioridad... han ocurrido 6 desastres, y Gaea sigue en pie, contrario a las leyendas...

-          ¡No puedes hacer eso! – dijo Hitomi - ¡Sería un grave error! ¿Qué sucedería si ambas civilizaciones no pudieran asimilarse entre sí? ¡Causarías el caos! ¡Además, las leyes naturales en Gaea son distintas a las de la Tierra, provocarías una confusión mundial!

-          Eso no sucederá... todo tiende al equilibrio, y esta también se mantendrá estable... será el suceso más importante en la historia del universo: conseguir que materia y antimateria convivan en paz...

-          ¡Antimateria?

-          Así es: Gaea pertenece a la antimateria, junto con todo su antiuniverso: por eso las leyes universales no rigen al mundo de la misma manera que en La Tierra; es por eso, que Gaea no puede verse desde la Tierra; pertenecen a naturalezas distintas; pero ahora que el Reactor de partículas ha comenzado a funcionar, las partículas de antimateria en éste universo cambiarán a materia, para poder mezclarse con el universo y formar un todo; a la par que mi salud se mejora con el tiempo, llegando a ser un ser superior... Por fin he podido comprobar con mis propios ojos, el Principio de la Incertidumbre, y la Relatividad del Tiempo...

Los ojos de Cathera se abrieron de asombro al escuchar eso; Cehris estaba también fuera de sí.

-          Su padre los amó siempre; pero, una posición como la suya en el país, podría ayudarme a cumplir mis propósitos... tuvo que ofrecerme su vida...

-          Entonces tú...

-          ¡Mataste a nuestro padre! – dijo Cathera. Eries había recuperado la calma, pero la impresión de las palabras de ese hombre desconocido la mantenía paralizada, también.

-          Esa enfermedad que te aquejaba, nunca existió... – dijo Cehris, sintiéndose engañado – fue el pretexto para mantenernos alejados, y que no sospecháramos de esa suplantación... ¡Maldito bastardo, mi Padre nunca se atrevería a agredirme! – dijo refiriéndose a la herida en su pierna.

Ese hombre enjuto, descubrió su rostro, al fin, dejando atrás las sombras:  ocultos tras unas gafas, por vez primera se pudieron distinguir sus ojos, lastimeros, de color verde; su cabello, totalmente lacio, era castaño; su boca, desviada hacia un lado, tenía una quijada deforme, y sus dientes estaban totalmente chuecos; su cuerpo estaba totalmente deformado; sus dedos eran largos y huesudos. Lo que más impresionó a los hermanos Escia, fue esa expresión lastimera, que mantenía siempre en su rostro.

-          ¡Eres un fenómeno, un aborto de la naturaleza! – dijo Cathera, totalmente histérica, mientras lloraba la muerte de su Padre - ¿Cómo fuiste capaz de matar a mi padre y hacerte pasar por él? ¡Nos engañaste, a mí, a Cehris, y a todos!

-          Lo hice porque era la mejor opción para llevar a cabo mi plan, mi proyecto supremo...

-          No permitiremos que eso se lleve a cabo – dijo Hitomi - ¡No podemos permitirlo!

El hombre miró a Hitomi, para después sonreírle con su tétrica sonrisa.

-          Tú serías beneficiada con ello, Hitomi Kanzaki...

-          ¿Qué?

-          Una chica de la Tierra, enamorada de un hombre de Gaea... es patético que su relación esté destinada a morir por la distancia...

Hitomi no contestó; lo que él le decía era una gran verdad.

-          Piensa lo que podría suceder: tú y el descendiente de los hombres dragón, juntos, sin que nada interfiera entre ustedes...

-          Pero...

-          Imagina ambos mundos, conviviendo armónicamente, compartiendo sus conocimientos para evolucionar... crear un mundo único, en el que mis teorías sean comprobables, palpables incluso para el más ignorante... ¡Donde materia y antimateria se complementen mutuamente!

Los deseos de ese hombre la habían desconcertado; de realizarse aquel proyecto, ella viviría feliz, y su amor no tendría obstáculos.

Sé que me darás la razón, Chica de la Luna Fantasma... porque eres una escogida, igual que yo: seres humanos que llegaron a Gaea, gracias a su talento...

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