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II. El regreso del Forastero

-          Aquí no tendrás problemas... espero – dijo Hitomi, abriendo la ventana de su recámara. Merle entró por ahí.

-          Pero qué lugar tan extraño – dijo Merle, moviendo la nariz, olfateando el ambiente – pero huele bien, al menos.

-          Si no es de tu agrado, entonces vete...

-          ¡No, no lo dije en serio, me encanta tu pocilga, de verdad! – una pequeña gota de sudor rodó por la sien de Merle cuando sintió que tendría que volver a vivir lo mismo.

Unos golpes en la puerta de la recámara anunciaron a la madre de Hitomi.

-          ¡Hitomi! – su madre abrió la puerta. Hitomi no supo que hacer; tan sólo volteó hacia donde estaba Merle, pero ésta había desaparecido. - ¿Por qué saliste sin avisarme a ésta hora? ¡Me preocupaste mucho!

-          Perdón, mamá... es que... olvidé recoger el regalo de Yukari y... si cerraban la tienda no me harían valido el apartado...

-          ¿Regalo para Yukari? ¿Es que no cumple años en 8 meses, Hitomi? – le preguntó su madre, incrédula.

-          Aaahhh, pero... es que ella y el superior Amano festejan su noviazgo mañana, je, je...

-          Mmmhhh... bueno, pero no vuelvas a hacer eso... y mucho menos salir en pijama al centro comercial... – su madre se retiró.

Merle se asomó por debajo de la cama.

-          ¿Quién es esa fea mujer?

-          ¡Es mi mamá!

-          ¡Miau!... S

Hitomi se recostó; Merle miraba por la ventana, algo extrañada.

-          ¿Cómo dices que se llama ese gusano hueco que nos trajo hasta acá?

-          Tren urbano...

-          No sé por qué la gente de éste planeta se sorprende y se asusta al ver a alguien como yo...

-          Será porque no están acostumbrados a ver niñas con pelo en la cara y cola esponjada tratando de morderlos en el tren urbano...

-          Ellos tuvieron la culpa... me veían como un fenómeno...

-          S... Pero pudiste meterme en un problema... lo mejor será que no te dejes ver hasta que regresemos a Gaea...

-          ¿Queeeé? ¿De verdad, volveremos a Gaea? -  Merle comenzó a saltar en la cama, entusiasmada.

-          Por supuesto... pero deja de molestar y duérmete ya, si no quieres pasar la noche en el suelo.

-          El suelo de éste cuarto está helado (mosaico) – pensó Merle – no se compara con el tapete del salón en el castillo... – no le quedó más remedio que acurrucarse a un lado de Hitomi, quien se quedó pensativa...

Fanelia. El salón principal del castillo se encuentra abierto. Una gran roca levita por encima del centro de la habitación. Van tiene en sus manos un Energist rosado (aquel que retiró de Escaflowne después de la batalla). A cierta distancia de él están sus 4 soldados: Megnon, Sutton, Amenfis y Zircon.

-          ¿Está seguro que necesita despertarlo de nuevo, Maestro Van?

-          No hay alternativa, tengo que ir por ellas a la Luna Fantasma...

-          ¿A la... Luna Fantasma? – dijeron los 4 soldados, asombrados.

-          Pero... ¿Porqué a la Luna Fantasma? Es un lugar maldito... – le dijo Amenfis.

-          ¡No te atrevas a decir eso! – le contestó Van, algo indignado.

-          Lo... lo siento.

-          No hay tiempo que perder, debo traerlas pronto.

-          ¿Traerlas? – pensó Megnon - ¿Qué no es únicamente la niña gato?

-          Le prometí a Hitomi no volver a hacer un pacto de sangre con Escaflowne, pero... – Pensó Van, mirando el Energist. De pronto, el mecanismo giratorio en el salón comenzó a funcionar, sin razón aparente, liberando la energía necesaria para disgregar la roca levitante.

-          ¿Pero... qué sucede? – Van no entendía por qué pasaba esto; los 4 jóvenes que lo acompañaban ni siquiera conocían el rito, así que estaban impresionados. Las ráfagas de energía quebrantaron la roca, y Escaflowne fue liberado de nuevo. El imponente Guymelf se posó justo frente a Van, y su corazón brillaba con un extraño resplandor verde.

-          No entiendo... ¿Porqué funciona sin el Energist?

La cabina de Escaflowne se abrió por sí sola. Van saltó a la pierna del Guymelf, asomándose con extrañeza a la cabina, que se veía sin cambio alguno.

-          ¡Maestro Van! Piénselo bien antes de viajar a la Luna Fantasma.

-          No tengo opción... – dijo Van, introduciéndose en la cabina, que se cerró de nuevo.

-          ¡Maestro Van!

Escaflowne comenzó a moverse, y salió del salón, donde se convirtió en Dragón volador, volando en dirección a  la Luna Fantasma.

-          No pudimos detenerlo... – dijo Zircón.

-          Me parece que lo hicimos bien... – dijo Amenfis.

-          ¿Pero... por qué dices eso?

-          Hay algo que impulsa al Rey a viajar allá... y no es la niña gato, eso puedo asegurarlo...

-          ¡Merle! – Hitomi movió a Merle para despertarla – tenemos que irnos ahora...

-          Miaauuu... deja de molestar...

-          ¿Es que no quieres regresar a Gaea? – le replicó Hitomi, que tomaba su bolsa deportiva.

-          Sí... ¿Pero a ésta hora? – Merle estaba adormilada, pero tuvo que levantarse.

Por una amplia y oscura avenida, las 2 jovencitas corrían a gran velocidad.

-          ¿A dónde vamos? – gritó Merle, harta mientras corría tras Hitomi.

-          Van vendrá pronto... tenemos que llegar con él...

-          ¿Van sama?

-          Sí... yo quiero verlo de nuevo...

En ese momento, el pendiente brilló con gran intensidad. Un pilar luminoso las cubrió.

-          ¡No otra vez! – chilló Merle, afianzándose del cuerpo de Hitomi, antes de desaparecer.

Un resplandor cubrió la bóveda celeste sobre Fanelia. Escaflowne desapareció.

-          Buena suerte... Rey de Fanelia... – dijo Sutton, junto a los 3 soldados que le acompañaban, mirando al cielo.

Una extraña atmósfera se extendía por todo el panorama; ráfagas parecidas a las auroras boreales se movían rápidamente en una extensión infinita, obscura.

-          ¿En donde estoy? – Van, montado en Escaflowne volaba por ese extraño sitio. – esto no es la Luna Fantasma... ¿Qué haré ahora? – cerrando sus ojos, trató de concentrarse – Hitomi, ¿En dónde te encuentras? La figura del pendiente se dibujó en su mente, oscilando, tratando de localizar el camino que le llevaría hasta la Luna Fantasma. El pendiente se desplazó hacia adelante. - ¡Hacia allá!

A pesar de avanzar siempre, el entorno no cambiaba.

-          Esto no se acabará...

Delante suyo, algo comenzaba a tomar forma; algo grande, todavía lejano.

-          ¿Qué...?

Una nave gigantesca se veía frente a él; una nave extraña, pero familiar. El corazón de Escaflowne brillaba cada vez más, a medida que se acercaban al navío, en medio de la nada. De la cabeza del dragón volador, se proyectó de repente, un rayo verdoso, pero muy brillante, hacia un panel en la superficie de la nave, que se volvió líquido al contacto con el rayo. Escaflowne pudo así, penetrar en la magna construcción. Van se dio cuenta que Escaflowne se sentía más ligero. Van soltó los controles, pero el Dragón seguía moviéndose, atraído por una extraña fuerza hacia el interior.

Por un largo conducto, recubierto con relieves antiguos, el Dragón se dirigió hasta una cámara gigantesca, pero que más bien parecería un hangar. Pequeños focos se observaban a lo largo de la cámara, con una potencia muy baja, manteniéndolo todo en penumbras. Escaflowne aterrizó suavemente, y ya en el suelo, se transformó de nuevo en Guymelf.

-          ¿En dónde estoy? – Van salió de Escaflowne, y desenfundó su espada real. Saltó del Guymelf, cayendo al suelo en guardia. En ese momento, un extraño y ensordecedor sonido se dejó escuchar, y las luces del hangar aumentaron su potencia al máximo, dejando al descubierto numerosos Guymelfs en construcción.

-          Alto... – una voz se escuchó en lo más alto del hangar, amplificada varias veces, Van volteó hacia donde la voz provenía; una ventanilla en lo alto, iluminada, y con pequeñas cabezas encapuchadas, lo observaban. – Un solo movimiento y morirás.

-          ¿Quiénes son ustedes?

-          Dinos, forastero... ¿Cómo pudiste entrar hasta aquí?- algunos reflectores iluminaron a Van y a Escaflowne. – Pero si es... ¡Un Guymelf Ispano!

De inmediato, frente a Van, a lo lejos, se abrieron las compuertas del hangar. Numerosos seres, de baja estatura, ocultos en las sombras, entraron al hangar.

-          ¿Acaso ese es el Guymelf Ispano, Escaflowne?

-          Así es, es el dios protector de mi país, Fanelia, del cual yo soy su nuevo rey...

-          Bienvenido, Fanelia...

Las figuras se encaminaron hacia Van, y las luces del hangar los desenmascararon; se trataba del Clan Ispano, y la nave en la que se encontraban era la nave matriz de Ispano. Van bajó su guardia frente a los cíclopes seres.

-          ¿Cuál es el problema, Fanelia? – preguntó el comandante.

-          En realidad me dirigía hacia la Luna Fantasma, pero no me explico porqué llegué aquí.

-          Mmmhhh – contestó el comandante, inexpresivo.

Un extraño temblor, de fracciones de segundo, sacudió la nave. La alarma sonó de nuevo.

-          2 intrusos se encuentran en la nave...

Los miembros del Clan Ispano se movilizaron de inmediato. 2 de ellos amenazaron a Van con 2 lanzas de extraño modelo. El comandante le dijo:

-          Lo siento, Rey de Fanelia, pero es la primera vez que esto ocurre, y no podemos desechar la idea de que usted esté planeando una conspiración en nuestra contra.

-          Pero... yo...

-          Escóltenlo.

Van fue dirigido por los Ispano hasta donde el resto del Clan se encontraba, rodeando algo.

-          Miauuu... – un maullido miedoso salió del centro de la multitud.

-          ¿Me... Merle? – Van preguntó, al escuchar eso.

La cabeza de Merle se asomó por encima del Clan Ispano; Hitomi hizo lo mismo.

-          ¡Van!

-          ¡Van sama!

-          ¡Hitomi, Merle! – preguntó Van, asombrado, - ¿Cómo llegaron aquí?

-          ¿Las conoce, Fanelia?

-          Sí... me dirigía a la Luna Fantasma para regresarlas a Gaea...

-          Sabía que irías por nosotras – dijo Hitomi, tomando su pendiente – el pendiente me lo dijo.

Entre el Clan se escucharon algunos murmullos.

-          Parecen inofensivas... bajen armas – los Ispano dejaron de apuntar a Merle y a Hitomi con las lanzas.

-          Fanelia, puede tomarlas...

-          ¡Van sama! – Merle corrió a abrazarlo. Hitomi se acercó lentamente. Van se despegó de Merle, a quien no le pareció que Hitomi lo abrazara con tanta emoción.

-          Pensé que no volvería a verte jamás... – dijo Hitomi; unas pequeñas lágrimas rodaron por sus mejillas.

-          Todo está bien... no pienses en eso.

-          ¿Qué es esto, dónde estamos? – Merle comenzó a olfatear.

-          No deberían de estar aquí... – dijo uno de ellos – debe de haber algún desequilibrio entre Gaea y la Luna Fantasma, que haya provocado esta distorsión en el espacio...

-          ¿Eh? – dijo Merle, con cara de total incomprensión.

-          En fin... – dijo Van, - tenemos que regresar a Gaea... los 3 caminaron hacia el hangar, seguidos por el Clan.

Una vez ahí, Van trepó a la cabina de Escaflowne, y lo transformó en Dragón Volador. Hitomi y Merle subieron al lomo del dragón.

-          Fanelia...

-          ¿Eh?

-          Hay algo extraño en el Guymelf... – dijo el comandante. – Ese brillo no es común.

-          Traté de repetir el rito del pacto de sangre con un Energist, pero Escaflowne se despertó por sí solo...

-          Pero el Guymelf no debería funcionar sin un Energist... – el comandante mandó traer una especie de telescopio, que implantaron en el corazón de Escaflowne. El comandante enfocó su único ojo biónico y lo instaló en la abertura del telescopio.

-          ¿Qué está haciendo? – preguntó Merle.

-          Haces muchas preguntas... – le reprochó Hitomi, ganándose una cara de pocos amigos.

El comandante desinstaló su ojo del telescopio.

-          El Guymelf está trabajando con un Energist de naturaleza única.

-          ¿Un Energist... distinto? – preguntó Van. El comandante proyectó su visión a una de la paredes del hangar. Se podía observar una esfera de color verde azulado, con algunas franjas brillantes, brillando a intervalos regulares.

-          ¿Qué es eso? – preguntó Van.

Hitomi miraba con extrañeza la proyección visual del comandante sobre la pared. Le parecía conocida. En ese momento, una visión pasó por su mente: era el rostro de la madre de Van, Varie.

-          ¿Que sucede, Hitomi? – Van la observó algo confundida.

-          Ehh, no, no es nada... – posteriormente pensó: - ¿Qué tiene que ver la madre de Van en esto?

-          No hay anomalías en el funcionamiento del Guymelf – prosiguió el comandante – pero debes tener cuidado, Fanelia; no nos haremos responsables por cualquier daño.

-          Está bien...

Por debajo de la gran nave se abrió un gigantesco portal; las nubes de Gaea se veían desde ahí.

-          El portal se ha abierto, Fanelia... puedes retirarte...

-          Gracias por todo – Van, Hitomi y Merle salieron de la nave; Escaflowne voló en dirección al portal, el cual brilló con una gran intensidad después de haber sido atravesado por el Dragón, y desapareció.

En los cielos, la Luna Fantasma, majestuosa, acompañada de la Luna, mostraron a Hitomi de nuevo a Gaea, el lugar que tanto extrañaba.

He vuelto...  Gaea...

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