Chocó 7 días

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LA COLUMNA DE MENA MENA

El despertar de los quibdoseños

Y la clase dirigente:¿Dónde está?

De lo parroquial salió la protesta por la falta del servicio de agua que va para los 70 días. La Superintendencia de servicios públicos interviene para una solución al asunto. Ya el "ejecutivo" municipal se había declarado impotente, que también quiere decir incapaz, dos palabras hermanas en contenido y forma.

El periodista José Lorenzo Bejarano, venido de Bogotá, con micrófono en mano logra despertar a los quibdoseños del letargo habitual y la siesta tropical para que marchen y se incorporen al reclamo de sus derechos. De pie los quibdoseños marchan por su circuito vial céntrico, no en la proporción que se esperaba, pero sí en el que se necesitaba. La noticia sale del ámbito lugareño y toca las puertas de la Nación.

Dos factores atentan en la sensibilización popular de este servicio esencial. Primero, que solo el 30% de la comunidad se beneficia de acueducto y alcantarillado y la dura situación económica de los desempleados que son el 80%, que ha deshumanizado a nuestras gentes otrora cívicos por el de una conciencia interesada y mercantilista, lo que requiere que para cualquier acto público o patriótico haya que invertir

capital. Si a cualquiera de nuestros prohombres fallecidos les dijeran hoy que para elegir a un gobernador se necesita dos mil millones de pesos, se volverían a morir.

Habrá verificado también hoy la ciudadanía expectante, a quienes aún nos queda alguna capacidad de raciocinio en estas luchas ciudadanas, la ausencia total de los elegidos por el pueblo. Ahí si habría que retomar las palabras del maestro, incorporándolas a nuestra problemática: ¿Representantes, diputados y concejales, para qué? Cada quien distraído en su propia empresa. ¡Qué lástima!.

Grandes contrastes los de mi tierra: agonizamos de sed, nacidos en las orillas del tercer río más caudaloso del mundo. Bendecidos por la lluvia que nos salva y cae del cielo todos los días, cruzados por doquier de la más fluida y nutrida red de afluentes y quebradas. ¡Quién lo creyera! Y un 22 de agosto en 1967 las balas oficiales mataron a tres chocoanos que clamaban al cielo por "agua y luz". D’Yamil, ¿No dan ganas de llorar?

Siga adelante José Lorenzo. Con su ejemplo está usted convocando a los profesionales chocoanos para que pongan al servicio de los intereses comunes de sus conciudadanos lo que aprendieron en la universidad. Nunca crea, como nuestros gobernantes y políticos, que usted divide en dos la historia del Chocó. Después de 1930 hemos sido inferiores al destino que recibimos de nuestros mayores. El Chocó se deshace en nuestras manos. En el cuarenta del siglo pasado Dionisio Echeverry le dio a nuestra ciudad acueducto y alcantarillado para 30 mil habitantes. Hoy con 200 mil solo se hacen remiendos. ¡Qué improvidencia! Desde entonces ni una obra fundamental para los quibdoseños en servicios públicos. Todas esas improvisaciones, desgreños e incurias, es lo que nos da a los chocoanos imagen de grotescos, incapaces y corruptos.

Si nuestros connacionales se asomaran hoy a la bocatoma donde se recolecta el agua para el consumo de los quibdoseños el horror sería mayor. A cien metros vierten sus excretas cinco asentamiento humanos. Autoridades municipales y de salud nunca han dicho nada. Solo el Grupo Beteguma interpuso el año pasado una acción popular para que subsane el crimen. La Superintendente de servicios públicos le dijo al país que los chocoanos no tienen preparación técnica ni moral para el manejo de sus instituciones. Vendrán los interioranos a administrarnos. ¡Qué vergüenza! Vendrá pues en breve la privatización, al estilo de Dispac.

Cuántos alcaldes han soñado con la autorización del concejo para "privatizar", el gran negocio de su vida. Uno de ellos daba por seguro el negocio y hablaba de sus planes y nueva vida en Canadá. ¿Cómo le parece?

Ayer, el periodista Ernesto Macauslan tocó lo que ha sido un profundo silencio para la prensa y la jusiticia local, lo del barrio del Estado. Otros, más expresivos, lo llaman "La Ciudadela del peculado". Mientras, la galerìa gritaba ¡Dele por ahí!

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