FOLKLORE
El folklore del Estado, fiel reflejo de lo autóctono de su pueblo, nos
abre sus puertas para presentarnos su ingenuidad, tradición, gentilicio
y sencillez. Existen variadas fiestas celebradas a lo largo y ancho de
la geografía regional, donde Ud. podrá
ser testigo del calor humano y la alegría de este sencillo y acogedor
pueblo yaracuyano. Es así
como en las poblaciones de Farriar, Palmarejo, El Chino y Agua Negra el
Baile de San Juan Bautista el 21 y 24 de Junio, en el cual, al compás
del cadencioso y rítmico golpe de tambor, se baila al santo con el típico
“sangueo”, conservando la primitiva pureza de su origen africano. Otro
aspecto fascinante son los toros coleados, siendo una de las principales
atracciones de las Ferias y
Fiestas Patronales de los pueblos. El Velorio de la Cruz de Mayo,
celebrado en toda la geografía del estado todos los 3 de Mayo como una
tradición que permanece arraigada en el pueblo yaracuyano para dar
gracias por las cosechas, a través de ofrendas y cantos de “décimas”
a la cruz. En
San Felipe son muy concurridas las famosas peleas de Gallo
y el popular Baile de Cinta, comparsa de origen español que se
dejaba ver durante los días de Carnaval, en el que hombres y mujeres
lucen trajes vistosos para bailar alrededor de un magüey. El Culto a
María Lionza y el Baile en Candela, rituales celebrados en el Monumento
Natural María Lionza, son comúnmente observados en los sectores Sorte
y Quibayo en Semana Santa y 12 de Octubre. En
las poblaciones de Albarico y San Javier se realiza todos los años el
Velorio del Niño de los Cachitos el día 2 de Diciembre. El Velorio al
Niño, conocido con ese nombre desde hace más de un siglo, es
organizado por un grupo de familia que de generación en generación se
han ocupado de estos menesteres. El pueblo se organiza en procesión:
adelante van los tocadores de cachitos convocando a los fieles para
acompañar a la santa imagen, después de recorrer algunas calles, es
recibido en una casa donde se hace la ceremonia de recibimiento y
colocación, se les prenden velas, se le cantan décimas, se reza, se
besa la imagen y terminando la parte religiosa, se comienza la parranda
de aguinaldo hasta el amanecer o “hasta cuando el cuerpo aguante”.
Se dice que esa imagen era de la Iglesia de la Presentación en San
Felipe y que, posiblemente, los negros de la costa la dejaron abandonada
después del terremoto de 1812 en la huida hacia sus cumbres.
Costumbres:
La población yaracuyana posee costumbres muy sencillas e
ingeniosas, desde su pintoresco dialecto en la vida diaria hasta los
juegos populares. En cuanto dialecto podemos destacar palabras características
de la región como: "soco" y/o “socobo”, "maruza",
"basie"; y el
característico "na’guara" típico de los Estados Lara y
Yaracuy. Leyenda
del Yurubi
Yaracuy, río que le dio nombre a una región donde se conjugan
naturaleza, historia, cultura, magia... Pocos
ambientes ofrecen la variedad y la dulzura de su espontáneo escenario
natural. Valle fértil, de voluptuosa vegetación “...Era
la edad de la espesura en la virginidad de la montaña. En los declives
verdes no alzaba aún sus chozas. Cocorale y el Cocorote no ofrecían al
sol su entraña de oro. Desconocida
del café y su jazmín, la flor del bucare caía solitariamente,
envidiada del coral y envidiosa del rojo tentador en los labios de Yurú.
Yurú era la novia de Yarac. El
amor, que es lo primo y lo sumo entre las bellezas de la creación,
prendía en el alma aborigen su divina esencia: del pecho, efluvio,
embalsama el ambiente; del ambiente se expandía en la pradera y de la
pradera germinaba en ondas de fecunda irradiación sobre la nubilidad
hermosa de América; América es un tiempo del verbo amar, pasado rico. Yurú
fue a bañarse en la lejana fuente, despojó su cuerpo grácil del
gracioso vestido indígena, se dio toda ella a la onda y a la brisa, y
sobre la superficie límpida tembló el pudor como un suspiro. Yarac
vagaba por el valle predilecto, presta la flecha del arco para el ave y
para su amada el corazón. Sintió la dulce atracción de Eva y el
travieso guía de los amantes lo llevó al paraíso. Sorprendidos ambos
de hallarse solos en el bosque... ¡Yarac UY!, gritó ella, y se
escondió presurosa entre los peñascales del río. Enfático él,
murmuró con ternura ¡Yurú VI!... y corrió a contemplar un
claro del cielo para ver si era comparable con su belleza... ...Cuentan las viejas crónicas que en noches silenciosas, cuando el Yurubí cae en los brazos del Yaracuy, se oye un rumor como armonía de besos en alcoba nupcial; las aguas, ya unidas, reciben las flores de la ribera, retratan con más brillo las estrellas y corren precipitadamente al fondo del mar para dormir sobre las perlas.” |