La utilización de drogas con fines terapéuticas o religiosos es una conducta primaria común en muy diversas culturas, y constituye un elemento básico, prácticamente universal, del comportamiento social del hombre. La hechicería, una de las profesiones mas antiguas del mundo, ha utilizado en su larga historia una variada gama de enervantes y estimulantes. La acción dañina de las drogas se debe a sus propiedades farmacológicas y toxicas. Tales propiedades son distintas en cada tipo de droga, y su efecto depende de la dosis, la regularidad y la frecuencia de su administración. Así, los agentes de tipo morfinico, es decir, todas aquellas sustancias químicas que poseen propiedades analgésicas, se caracterizan por una depresión respiratoria y un estado de estupor o de coma. Algunos sedantes pueden ocasionar confusión mental, perdida de la coordinación e incluso hacer caer en estado de coma. Los derivados del cañamo, como la marihuana y el hachís; las anfetaminas y la cocaína pueden llegar a producir distintos tipos de alteraciones en la personalidad. Los fines que se persiguen con el consumo de drogas son muy variados: mitigar el dolor, la fatiga o la ansiedad; celebrar la solidaridad social, lograr un placer intenso, olvidar los problemas o favorecer una experiencia mística.