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Capitulo 2

Carta de Lagos a los Chilenos......

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UNA PROPUESTA BASADA EN VALORES

 

Hemos visto por años el despliegue de una ideología conservadora según la cual, la principal libertad que hay que respetar es la de consumir, donde la solidaridad es ahogada por el individualismo. Nada más natural, según eso, que el respeto a los individuos dependa de¡ dinero que tengan para gastar, de¡ tamaño del auto y la marca de la ropa. Falta consideración hacia las personas y la diversidad de sus intereses; la profundidad de sus anhelos y la delicada complejidad de los lazos que las unen.

Esta es una visión simplista y degradante, que consolida la inequidad. Se nos quiere convencer de que nuestra participación en la vida social debe limitarse al consumo financiado por el crédito, que nuestros sueños se reduzcan a la posesión de bienes materiales.

Afortunadamente, el crudo individualismo de los años ochenta no está ya de moda en el mundo. Y al caminar por Chile he sentido que nuestros compatriotas no rechazan la política, sino la falta de principios y el oportunismo, o el afán de figuración. Ellos saben que el país necesita una política orientada por valores y que sirva para hacerlos realidad.

El malestar moral tiene su principal fuente en las desigualdades que dividen al mundo y a las sociedades. Las desigualdades económicas, sociales, educacionales y políticas a nivel nacional debilitan la solidaridad, generan discriminaciones y privilegios, dan lugar a tratos preferentes y erosionan la moral pública.

Es más difícil exigir responsabilidades en medio de las injusticias y cultivar valores compartidos, allí donde reina la desigualdad. Además, las sociedades con mayores desigualdades son más inestables, más débiles para competir en el mundo y tienen una menor cohesión; su vida comunitaria se empobrece, sus asociaciones civiles son escasas, su cohesión interna es menor, su capacidad para crecer y aprender se halla disminuida. En un mundo global y competitivo, sólo las sociedades bien cohesionadas en lo social, son las que triunfan. Las tensiones sociales llevan al conflicto interno y así no se tiene éxito en el mundo.

¿Y cuáles son los valores en los que podemos y debemos afirmarnos? Creo que lo más importante es apoyarnos en nuestra propia experiencia como personas y como sociedad.

Los chilenos y chilenas compartimos un amplio espectro de valores básicos que hemos adquirido a lo largo de nuestra historia como comunidad y que se han encarnado en leyes y normas, en una manera de ser y de relacionarnos entre nosotros. Tenemos allí un capital como sociedad, una riqueza que a veces no apreciamos.

Creemos en la libertad, en el respeto a la diversidad de opiniones, a la pluralidad de ideas, como chilenos sabemos que nadie es dueño de la verdad y que ésta se construye y se busca día a día entre todos. Esta ha sido la base de nuestra convivencia, por eso fuimos capaces de construir a Chile entre todos. Como señala Benjamín Subercaseaux, Todos somos chilenos y todos somos diferentes.

Por una parte, sabemos que para alcanzar la prosperidad personal y familiar el esfuerzo de cada uno es insustituible. Así se construye el hogar, el espacio de la familia; mediante el trabajo de sus miembros, con ahorro y disciplina, invirtiendo en la educación de los hijos, mejorando la vivienda y cuidando su entorno. Respetando la diversidad y la pluralidad de ideas: mi verdad termina donde comienza tu verdad. Es en nuestra casa donde aprendemos los valores con los que vivimos. La solidaridad, el respeto por los demás, están - incorporados como formas de vida en muchos de los hogares de Chile.

Entre nosotros existe una necesidad de respeto, de vivir en una sociedad decente. De que todas las personas sean respetadas por el hecho de ser tales, no por sus bienes o su jerarquía. De que la enorme dignidad de la persona humana sea reconocida y valorada, así como sus derechos y obligaciones.

Por otra parte, la conciencia de cada uno nos habla de una ley moral que nos señala nuestros deberes hacia los demás, no sólo como individuos con quienes nos cruzamos en nuestro camino, sino como vecinos y compañeros de la empresa de vivir; o de sobrevivir, en esta existencia que puede ser difícil, opresiva o injusta para muchos. Todos sabemos que actuamos mal si utilizamos a los demás como si fueran instrumentos, porque la dignidad de las personas debe respetarse por encima de todo. En cambio, sabemos que actuamos bien cuando lo que hacemos o decimos podría ser la regla general, ya que no está basado en el engaño o la injusticia.

De allí se desprende que debemos hacer lo mismo en nuestra vida en sociedad. Todos tenemos derecho a ser tratados como personas, todos tenemos derecho a que las oportunidades y los deberes sean iguales para todos. Una sociedad basada en la desigual distribución de oportunidades parte de una falla ética intolerable. Para superar las situaciones de discriminación y exclusión, que son las peores manifestaciones de lo antiguo y de lo injusto, estamos obligados a diseñar políticas más eficientes y eficaces en aquellos temas decisivos para que la vida de una comunidad sea justa para todos junto con crear oportunidades para el desarrollo individual y de¡ hogar privado, el de cada familia, nuestra sociedad debe hacerse cargo de construir el hogar público; el de todos sin distinción. La buena convivencia surge de la cohesión social que se fortalece superando las desigualdades y los privilegios y estimula el buen comportamiento individual y voluntario.

El respeto al ser humano está en el origen de la Concertación. El camino de la modernidad parte de la lucha por los derechos humanos, la exigencia de la democracia y el rechazo de¡ individualismo corrosivo y la cultura de la agresión, el desprecio y la dominación. Ese es el camino de la modernidad que los chilenos y chilenas queremos.

Desarrollar estos principios y perfeccionarlos es tarea de seres humanos adultos, capaces de dialogar, de emitir juicios de valor fundados en las propias creencias y valores, y de aceptar la diversidad de éstos. Nadie es dueño de la verdad, ni puede atribuirse el derecho a imponer su propia concepción universal y globalizante a través del Estado o el Gobierno.

Vivimos hoy en Chile ' en una sociedad injusta. Estas líneas se proponen, precisamente, invitarte a ti, amigo lector, a cambiar esta sociedad y hacerla más justa. De eso se trata, en último término, la política. Debemos, entonces, plantearnos derechamente los temas que nos preocupan a los chilenos y que se refieren a nuestras familias, nuestras comunidades y al país como una sociedad que busca su desarrollo.