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RELIGIÓN
Para los aztecas la religión fue considerada fundamento y explicación de todo lo existente; no había fenómenos naturales como lluvias, truenos, inundaciones, veranos o inviernos, si los dioses no lo deseaban. Según la religión azteca, dioses y naturaleza permanecían en estrecha relación. Más de 1.600 deidades formaban el panteón azteca, entre ellas, dioses y diosas de la agricultura, fertilidad, bien, mal, fuego, lluvia, mundo, creación, espacio y todas las actividades realizadas por el hombre.
Religión politeísta y sanguinaria. Los sacrificios humanos eran un ritual, en donde los esclavos o prisioneros de guerra servían de víctimas para congratular a los dioses. La practicaban en los teocalis (teo: los, cali: casa) o templos, donde, sobre una piedra, los sacerdotes hacían el sacrificio de corazones.
Los aztecas aceptaban dioses de los pueblos dominados, como Quetzalcoati, la serpiente emplumada, y Tezcatlipoca, dios tolteca de la guerra. El principal dios de origen azteca era Huitzilopochtli, protector y guía de los aztecas en su migración.
Innumerables templos, en lo alto de gigantescas pirámides de piedra, dominan la ciudad. Los más importantes son los de Huitzilopochtli, dios del Sol, y de Tláloc, dios de la lluvia. Son divinidades exigentes y crueles que sólo consienten mostrarse benévolas a cambio de sacrificios humanos reiterados. Otro dios, en extremo misterioso, desempeña un papel principal en la historia de los aztecas: Quetzalcoatl, la "Serpiente emplumada".
Según la tradición, había sido desterrado por el dios de la guerra y había de reaparecer para reconquistar su reino. Y lo más curioso es que, a diferencia de los indígenas, que eran de piel morena y sin barba, Quetzalcoatl era descrito como "hombre blanco y barbado".
HUEHUETÉOTL-XIUHTECUHTLI
 
Escultura que representa al dios Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli, dios viejo y del fuego, Señor del año. Se le ve en forma de un anciano desdentado y barbado en posición sedente. En la parte posterior tiene un caparazón de tortuga.
Esta escultura fue encontrada en el antiguo convento de Betlemitas del Centro Histórico de la Ciudad de México y es similar, aunque de mayor tamaño, a otro que se encuentra en Basilea, Suiza.
Este dios ocupa el centro del universo y representa la dualidad Ometéotl, el dios Dos. Habita en la parte más alta del nivel celeste, el Omeyocan, pero ocupa el centro del universo.
En diversas ofrendas del Templo Mayor de los Mexicas se encontraron esculturas de esta deidad presidiendo las ofrendas, ya que este templo se consideraba el centro de la cosmovisión de este pueblo.
Hay un antiguo canto nahua que nos da las características de Huehuetéotl- Xiuhtecuhtli como madre y padre de los dioses que habita los diversos niveles de la estructura universal. Dice así: Madre de los dioses, padre de los dioses, el dios viejo tendido en el ombligo de la tierra, metido en un encierro de turquesas. El que está en las aguas color de pájaro azul, el que está encerrado en nubes. El dios viejo, el que habita en las sombras de la región de los muertos el señor del fuego y del año.
Huizilopochtl
 
 Dios nacional Azteca. Sus orígenes se encuentran en un antiguo caudillo tribal de los tiempos nómadas, divinizado tras su muerte. Es el dios que confirió a los aztecas su peculiar mesianismo, al tomarlos como el pueblo elegido, en manos del cual pone el destino de mantener al universo en funcionamiento: alimentando con sangre a Tonatiu, el disco solar, divinidad que el propio Huitzilopochtli irá absorbiendo progresivamente. Guió a los aztecas en su peregrinación desde el lago Aztlán hasta México- Tecnochticlán.
Tezcatlipoca: Dios azteca del cielo nocturno. Dios a la vez creador y a la vez destructor. Dios de la pureza y el pecado. Inventor del fuego, patrón de los príncipes.
TEZCATLIPOCA

Tezcatlipoca es "El espejo humeante", dios común y contrario a otras deidades del panteón prehispánico. Es patrono de guerreros, príncipes y hechiceros; dios del frío que representa el cielo nocturno; dios de la providencia - que era invocado en los momentos de más peligro - y que tenía el don de la ubicuidad. Su atributo principal es el espejo que humea; su disfraz es el tigre y su emblema un cuchillo de obsidiana, que representa el viento negro.
Tezcatlipoca, junto con Quetzalcóatl, son los creadores del mundo y en ese mundo dual que todo lo regía, representaban la oscuridad y la luz, la maldad y la bondad. Consustancial y a la vez contrario a Quetzalcóatl, Tezcatlipoca es junto con éste quien levantó el cielo cuando se cayó al término del Cuarto Sol y ambos trazaron el camino que se ve en el cielo, la Vía Láctea. Comúnmente el espejo que lo caracteriza puede encontrarse en la sien o en lugar de uno de sus tobillos, lo que tiene su explicación: cuando en ciertas latitudes la constelación de la Osa Mayor (que los antiguos nahuas veían como un tigre) desaparece del cielo por el horizonte, la faltante estelar se traspola al propio cuerpo de Tezcatlipoca, a su propia esencia, como una suerte de mutilación.
La obsidiana es uno de los símbolos sustantivos de Tezcatlipoca, y no es de extrañar que la materia prima de esta escultura sea precisamente esta piedra. En ella se ve a la deidad sentada con las rodillas flexionadas, llevando los adornos característicos, como son las orejeras, el pectoral, las ajorcas y muñequeras, y el tocado, elaborado por una banda decorada con círculos en todo el derredor.
 
Tláloc

Dios azteca de la lluvia. Le ayudan unos genios llamados Tlaloque, que provocan los distintos tipos de lluvia. Su compañera es Chalchiuhtlique, dios de las aguas marinas.
Dios de la lluvia y de la fertilidad, Tláloc es, sin lugar a dudas, una de las deidades más representadas en el mundo prehispánico. Sin embargo, también tenía su lado negativo: enviaba las heladas que podían matar a las plantas. Es por eso que el hombre tenía que mantener el equilibrio del poder creador del dios por medio de ofrendas y oblaciones.
En la cultura maya se le conocía como Chac y entre los zapotecas de Oaxaca como Cocijo. Su antigüedad dentro del panteón mesoamericano se remonta al preclásico, lo que no es de extrañar dado que eran pueblos cuya econonía dependía en buena medida de la agricultura. Recordemos que para los mayas el hombre provenía del maíz y en los mitos del centro de México se habla de cómo los granos de maíz eran celosamente guardados por los tlaloques, ayudantes del dios, en el "cerro de los mantenimientos", el Tonalcatépetl.

 xipetotec
 

Tlacaxipehualiztli, o fiesta del "Desollamiento de Hombres", en la segunda veintena del año, era una de las ceremonias más importantes. En ella los ritos de desollamiento estaban dedicados al dios Xipe-Tótec. Este ritual, de cuyo desarrollo dan cuenta Sahagún, Durán y otros testigos del siglo XVI, iba más allá del simple horror y crueldad que en él vislumbraron. Recordemos que Xipe-Tótec es el dios de la primavera; la tierra debe cambiar su piel muerta por una nueva y fresca que permita el surgimiento de nueva vegetación.