EDITORIAL

Si hay crisis, bienvenida sea

Es muy poco lo que hay que agregar a lo dicho sobre el desastre del balance nacional en este año, donde el gobierno y la bancada parlamentaria que lo acompaña en sus afanes de permanencia, descuidaron –por decir lo menos– la necesaria atención a la grave crisis fiscal, y a problemas fundamentales que, como la cuestión pensional, puede inducir a la república a una coyuntura desestabilizadora, similar a las que han padecido naciones hermanas. Por ello nos hemos ocupado con amplitud sobre este tema, que no es de pequeña monta, porque todo lo que afecte a la nación nos afecta a los chocoanos.

El introito es para regresar a lo nuestro y a nuestra circunstancia. Con el sentimiento de solidaridad que profesamos al gobernador del departamento, encontramos que existe un clamor ciudadano, del cual nos hacemos intérpretes, para que él en su sabiduría y con ocasión del año nuevo recomponga el equipo de su gobierno. Sobre algunas de sus más altas personalidades se han cimentado reservas en la opinión general. Otras simplemente no identifican el proyecto político del gobernante, por lo que es recomendable su sustitución.

El gobernador Julio Ibargüen y el alcalde de Quibdó Jhon Jairo Mosquera, para quienes son válidas las anteriores consideraciones, tienen contraído un compromiso regional y local, imprescriptible con nuestras gentes.

Que es infinitamente superior al que asumieron políticamente con los grupos o movimientos que apoyaron sus aspiraciones.

Sin perjuicio de sus vínculos políticos, lo que esperamos en este nuevo año es una acción manifiesta en favor de la comunidad, con resultados tangibles y positivos del gobernador y el alcalde de Quibdó, y de todos los otros alcaldes municipales y agencias gubernamentales en el 2005.

En una palabra, un gobierno homogéneamente estructurado en el servicio del Chocó.

Insistimos, si para ello hay que hacer crisis, bienvenida sea.

La imagen, la aceptación, el respaldo ciudadano a un gobernante no puede feriarse en manos de un subalterno que no le hace honor ni a la confianza, ni a la responsabilidad delegada.

Ojalá y estas, nuestras previsiones y premoniciones para el 2005, no caigan en oídos sordos.