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ARMADURA

Un paro contra Dispac

Amilcar Cuesta Torres

Ya está visto y comprobado: a los chocoanos sólo nos paran bolas cuando airados emprendemos una protesta. Las obras importantes que hemos logrado en los últimos cincuenta años se deben al impulso de este pueblo adormecido que, cuando esporádicamente despierta, se hace oír. Ese mismo empuje mostrado en históricas justas cívicas tendrá que utilizarlo, tarde o temprano, la gente del Chocó contra las abusivas tarifas en el servicio de energía y la gula administrativa de la empresa Dispac.

Los amigos de la privatización a ultranza rechazaban a la antigua Electrificadora del Chocó por ineficiente y corrupta, aspectos que eran por demás evidentes en esa empresa.

Cuando el sindicato y algunos ciudadanos propusimos un correctivo distinto al de la privatización, no fuimos escuchados.

En ese momento apareció Dispac como una novia nueva. Al principio no se iba la luz, y ante cualquier corte, por pequeño que fuera, ofrecían disculpas públicas. Era un servicio eficiente y relativamente barato que se pagaba a un promedio de 110 pesos el kilovatio.

Sin embargo el romance no duraría mucho porque las tarifas empezaron a crecer exageradamente y las inconsistencias en la facturación fueron creando un clima de descontento general.

Luego instalaron los medidores y ahí sí se rompió el amor porque la gente asegura que el problema está en la velocidad de estos aparatos.

La ciudadanía ha aprendido a ahorrar energía, a apagar las luces innecesarias, a planchar una vez a la semana, a mantener cerrada la nevera y no colgarle trapos húmedos atrás. Otros cambiaron la estufa eléctrica por una a gas y sustituyeron las bombillas incandescentes por luces blancas fluorescentes. Pero ni así. El recibo de la energía llega cada vez más caro: actualmente estamos pagando 232 pesos por unidad de kilovatio en el sector residencial.

Todo esto sin mencionar el abuso que implica que a un usuario le corten el servicio al día siguiente de vencido el plazo de pago, lo que conlleva a un sobrecosto por reconexión. Se nota la avaricia empresarial.

El tema de los medidores lo dejamos a los expertos, ellos dirán si están mal calibrados o no. Lo que creemos que hay que atacar es el alza exagerada y mensual de unas tarifas que no se compadecen con nuestra realidad económica.

Un levantamiento popular contra Dispac se ve venir y allí estaremos acompañando a nuestro pueblo, porque como dice nuestra consigna de batalla: "El problema no es de uno, el problema es de todos".

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