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 EDITORIAL

Marco Tobías, en vos confiamos

Cuando hace algunos meses revelamos el contenido del acta de conclusiones de la visita que realizó la Superintendencia de Salud a la lotería del Chocó, pusimos de presente, en concordancia con lo allí expuesto, que su situación financiera y administrativa no solo no había mejorado, sino que presentaba alarmantes signos de empeoramiento.

Tales revelaciones del órgano de vigilancia y control fueron complementadas por citas textuales de documentos de la Asociación de Pensionados dirigidos a la gerencia y al gobernador, en donde se desnudaba no solo el ostensible atraso en el pago de sus pensiones sino la criminal práctica de escamotear las retenciones de salud, judiciales y de obligaciones bancarias por libranzas, con el consiguiente perjuicio para los afectados en materia de servicios médicos y en el incremento de intereses de mora, sin justificación alguna, en ejercicio de una irresponsabilidad tramposa que inexplicablemente no ha sido judicializada.

La gerente de entonces, Ilma Zabala de Córdoba, como suele suceder, con sobregiros bancarios financió una piñata propagandística en los medios locales para desvirtuar nuestras aseveraciones, con mentirosa confitería que se la tragaron entera.

La de Córdoba hasta se permitió insinuar que sus servicios eran mejor calificados que los de algunos chocoanos de origen, envalentonada por el respaldo oficial y político de que gozaba.

Para entonces el MLP, cuyo directorio estaba presidido por el actual gerente Marco Tobías Cuesta, cerró filas en lo que se consideró una conspiración de este periódico dirigida a cobrar la cabeza de la gerente. Tal vez de ese sector, y en privado, receptamos la opinión de Higinio Mosquera que encontró juiciosa y atinada nuestra aseveración, que en manera alguna estaba atada a la cuestión política sino inspirada en la necesidad de buscar un cambio para procurarle a la lotería la posibilidad de salir de su crisis en otras manos más idóneas.

Desde luego, no vamos a cometer el despropósito de decir que solo desde entonces provienen nuestras angustias sobre su suerte. Sin necesidad de espejo retrovisor, la justicia se ha encargado de castigar los manejos de algunos gerentes que antepusieron intereses personales o políticos a su prosperidad e integridad como empresa.

Al oído del gobernador Julio Ibargüen le recomendamos antes de la conformación del gabinete y del equipo de colaboradores, que sacara del reparto político la provisión del cargo de la lotería, para que en conciencia, con fervor chocoanista y patriótica intención, se escogiera un ciudadano de las mejores excelencias, capaz de lograr el rescate de nuestra última empresa supérstite de las garras de la ruina. No fue así. Por ello hay que rezar parodiando la letanía: Marco Tobías, en vos confiamos.

A nosotros no nos impresionan sus primeras revelaciones: "Nómina paralela. Herida de muerte (la lotería), en razón al maltrato y los malos manejos a que ha sido sometida en los últimos años".

Sí nos preocupa el nivel de ventas de un 6.25 por ciento, muy por debajo del punto de equilibrio, tal vez el más bajo jamás registrado en la vida institucional de la empresa. Producto de la acumulación de errores y chambonadas en un mercado tan duramente competido, donde no se pueden cometer equivocaciones tan ostensibles contrarias y desventajosas para la supervivencia de nuestra lotería. Aun cuando seguimos expectantes y esperanzados en el sentido de que la salida es la vinculación a una gran lotería nacional que nos libere de reincidir en los pecados que han condicionado nuestra actual postración, confiamos al mismo tiempo que los propósitos del nuevo gerente se cumplan.

No es fácil. El mercado del Valle del Cauca y del Pacífico está casi perdido en manos de la competencia, pese a los esfuerzos de los distribuidores, que no encuentran argumentos para restaurar la credibilidad, basada en la buena fe y la confianza.

En cuanto a la apertura de nuevos mercados, es tarea de titanes, frente al posicionamiento de que gozan otras loterías, el lotto y los sorteos extraordinarios que juegan los sábados. Pero algo hay que hacer. Urge hacerlo ya. Lo primero es rescatar el mercado del Valle, con una campaña publicitaria nueva e imaginativa y con responsabilidades recíprocas claras.

Y sobre todo, Marco Tobías, olvidarse del micrófono. Donde está de por medio la fe pública, no es menester dejarse seducir por quienes, más que primicias, buscan contraprestaciones.

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