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Para que puedas curarte, es necesario primero que entiendas la ilusión de la enfermedad. Si no comprendes, no puedes sanarte.
Si Dios es amor y lo único que quiere es tu felicidad, ¿por qué existe la enfermedad? ¿Por qué hay tanta gente que sufre con enfermedades tan graves?
¿Conocen alguien enfermo en el cielo? O algún santo que se enfermera. María Teresa de Calcuta estuvo en medio de leproso y nunca se enfermó. Y sabes porqué. Es simple: porque en su mente no existía la concepción de la enfermedad. Nunca permitió que esta energía negativa entrara a ella. ¿Y como lo hizo? Con fe.
Cuando dejes de atribuirle a la enfermedad el valor que actualmente le das, dejará de existir en tu conciencia y no tendrá forma, así no estará. Tienes fe en la enfermedad por eso ella se materializa en ti.
Desvía esa fe a otras cosas más importante: al trabajo, a la oración, a la humildad, a intentar cambiar a los que tienes a tu alrededor y en tantas otras cosas positivas que con solo pensar pueden venirse a tu mente.
Empieza por no darle a la enfermedad la importancia que le brindas. Y si eres cristiano, invoca a la Virgen María y al Arcángel Rafael que te envuelvan con su poder curativo. Y si eres seguidor de la Metafísica, invoca la salud acompañándola con visualizaciones de una luz de color verde alrededor de tu cuerpo o de la persona que tenga la ilusión de enfermedad.
Si no bajas tus defensas mentales reforzándola con pensamientos de salud, no bajarán tus defensas corpóreas. La verdad demuestra que las ilusiones no tienen ningún valor.
Tu eres el único responsable de lo que te sucede. Decidiste tenerla cuando le diste el valor que no le corresponde. No le tengas miedo. Crees tanto en ella que esta presente constantemente en tu mente y la dejas creer. ¿Porqué no haces lo mismo con Dios? Déjalo crecer dentro de ti.
Si te curas, sos responsable de tus pensamientos porque la enfermedad solo vive en tu mente y tu mente maneja tu cuerpo. Cuando comiences a ver la realidad, serás libre. Libera tu mente de aquello que te enseñaron que era enfermedad.
Desde que nacemos nos enseñan a ser egoístas, envidiosos, mentirosos, rencorosos y mezquinos, muchas veces sin querer, por cuidarnos que nada malo nos pase en esta vida; y otras veces porque lo formaron parte de su vida y como todo buen maestro, nos enseñan a vivir con estos sentimientos.
Así crecemos y comenzamos a volvernos negativos en todos los aspectos, con quejas constantes, mentiras, engaños, egoísmos, rencores, venganza, .... Terminamos enfermos de tanta negatividad y todo nos molesta, cualquier cosa o personas que están a nuestro alrededor. Estamos buscando sus defectos para tener ideas negativas contra ellos.
¿Vale la pena estar constantemente molesto, tener tanta envidia y egoísmo? ¿Pisar al que tengo al lado para beneficio propio? ¿Dios nos mandó para esto?
Cuando nos despidamos de este mundo, no llevaremos nada, solo nuestras vivencias, pensamientos y emociones. Ni siquiera llevamos lo que tenemos puesto.
Un curandero lo único que hace es sacarte esa energía negativa. No hace milagros y no hace algo que tu puedes hacer, solamente que puede ver con más claridad que vos. Entonces, comienza por cambiar tu manera de pensar a positivo y poco a poco te darás cuenta que eres el curandero de ti mismo. Recién allí podrás ayudar a curar a los demás. Despójate de ese cáncer negativo que enferma tu cuerpo y tu espíritu. Destruye ese resentimiento que al único que daña es a ti mismo. Si no das el primer paso, nunca aprenderás a caminar. ¿Te acompaño?