LA LEYENDA
CAPITULO XIV
LA TÉCNICA MALIGNA DE LILITH
Planeta Noat.
El poder liberado por las auras de Sepultura y Lilith arrojó continuas ráfagas de viento lo bastante intensas como para derribar a todos los que estaban cerca en caso de que perdieran el equilibrio. A pesar de que en tanto Astrea como Asiont había visto a Caballeros Celestiales realmente poderosos, el aura de aquellos dos guerreros los había dejado completamente impresionados. Ambos habían escuchado sobre lo fuertes que eran los guerreros de Abbadón en varias ocasiones, pero lo cierto era que aquellos relatos se habían quedado relativamente cortos.
— ¿Qué les parece, tontos? —inquirió el Khan de la Muerte, dirigiéndose al par de guerreros Celestiales que aguardaban frente a él—. Y eso que no estoy usando ni la mitad de mi máximo poder.
Astrea cruzó los brazos frente a su rostro para protegerse. Una sutil sonrisa se insinuó en sus labios.
— Creo que sólo eres un fanfarrón —murmuró lo suficientemente alto como para que sus enemigos pudieran escucharla—. Ahora será mi turno —hizo una pausa, alzó ambos brazos, los separó y enseguida los bajó violentamente desplegando una poderosa aura de energía color fuego—. ¿Qué te parece esto, Sepultura?.
Asiont alzó las cejas con sorpresa, pero no fue el único. Ni siquiera él podía imaginar que Astrea fuera a ser tan poderosa. Sus poderes sobrepasaban los suyos con bastante facilidad.
— Impresionante —masculló Sepultura sin perder la compostura—. Tu nivel de batalla llegó hasta las 170,000 unidades de fuerza, es realmente impresionante.
Lilith se llevó la mano al escáner para apagarlo y al cabo de un instante sonrió maliciosamente.
— Sin duda —convino—. Astrea, has mejorado bastante desde la última vez que nos vimos.
Un rictus de desconcierto se apoderó del rostro de la Celestial. ¿Acaso Lilith la conocía?.
— ¿Quién rayos eres tú? —preguntó dirigiéndose a la Khan de Selket—. ¿Te conozco?.
Lilith soltó una risita burlona en un susurro apenas audible, luego bajó la cabeza y cerró los ojos.
— Vaya, puedo ver que aunque te has convertido en toda una guerrera, en el fondo sigues siendo la misma estúpida. No puedo creer que no me recuerdes.
Los ojos de Astrea se abrieron enormemente.
— Lian... —murmuró lentamente—. Eres tú, no puedo creerlo.
Totalmente intrigados Sigma y José se miraron entre sí. Sepultura, por su parte, cruzó los brazos e hizo desaparecer su aura.
— ¡Hey! ¿acaso se conocen? —inquirió el emperador de Endoria de repente sin conseguir que ninguna de las dos guerreras que se enfrentaban le prestara la menor atención—. Exijo una explicación.
Asiont, por su parte, alzó los ojos hacia un costado intentando recordar el nombre de Lian. Por alguna extraña razón aquel nombre le era familiar.
Lilith sonrió nuevamente.
— Hasta que al fin te das cuenta, imbécil, pero ahora mi nombre es Lilith y soy una guerrera Khan.
Astrea seguía sorprendida.
— Entonces, los rumores acerca de que algunos antiguos aspirantes a convertirse en Celestiales se habían convertidos en Khans eran ciertos —dijo en tono de reproche—. Pero hay algo raro —añadió frunciendo el ceño—. Tu aura, tu aura está mezclada con un tipo de energía maligna.
La Khan de Selket la miró burlonamente y comenzó a ascender en el aire lentamente.
— Ahora voy a vengarme de todo lo que me hicieron —sentenció mientras colocaba las manos abiertas una tras otra y las colocaba delante de su frente—. Yo misma he matado a varios Celestiales y lo encontré muy placentero. —Un brillo apareció en la palma que mostraba—. Ahora tendré el honor de acabar a los discípulos más amados de Aristeo.
La Khan bajó los brazos violentamente y disparó una poderosa ráfaga de energía en contra de la Celestial. El rayo de luz atravesó la distancia entre Lilith y Astrea en un parpadeó y golpeó a esta última, produciendo una violenta explosión que anunciaba el comienzo de una batalla
— ¡Astrea! —exclamó Asiont con todas sus fuerzas mientras algunos escombros volaban por los aires—. ¡Astrea!.
Lilith sonrió confiadamente desde las alturas. Estaba segura de haber ganado cuando de pronto la voz de la joven Celestial resonó por encima de su cabeza.
— ¿Dices que quieres vengarte? Nosotros no te hicimos nada.
Desconcertada, la Khan alzó el rostro y la fulminó con la mirada. Su enemiga había logrado esquivar el ataque en el último momento.
— Claro que sí, por culpa de todos ustedes ese maldito de Aristeo jamás pudo apreciar mis verdaderas habilidades y por ello me relegó a un segundo plano. Me robaron el lugar que me correspondía por derecho.
Astrea la miró desconcertada y descendió unos cuantos metros hasta quedar frente a frente con la Khan de Selket. Su aura color fuego rielaba.
— Eso es todo, ¿verdad? —preguntó—. No soportas que nadie sea mejor que tú y es por ello que constantemente menosprecias a todo mundo. Sigues siendo la misma vanidosa de siempre.
La guerrera de Abbadón apretó los dientes y crispó los puños con verdadera furia asesina, extendió ambos brazos a los costados con las manos abiertas. Sus palmas se iluminaron.
— ¡Cállate, maldita! —le ordenó desplegando su aura—. Voy a hacer que cierres la boca ahora mismo. —Juntó las muñecas y liberó un intenso y cegador rayo de luz, pero Astrea lo esquivó a tiempo haciendo una pirueta en el aire.
Sepultura alzó la vista y sonrió divertido.
— Esa chica es buena —murmuró— No esperaba que pudiera pelear de esa manera. —Bajó la mirada y observó detenidamente a Asiont—. Creo que tú serás mi oponente, muchacho.
El joven Ben-Al apartó su mirada de la batalla y encaró a Sepultura.
— Será todo un honor... .
— ¡Alto! —gritó José Zeiva atrayendo la atención de ambos—. Yo pelearé con ese miserable gusano.
Sepultura no parecía dispuesto.
— ¡Claro que no! —rugió ferozmente, volviéndose hacia el emperador—. Él es mi víctima y... .
José bajó el oscuro visor de su casco de batalla.
— Es una orden —le interrumpió—. El emperador N´astarith me dio toda la autoridad en esta misión, desobedéceme y estarás retando sus ordenes.
El Khan de la Muerte lo fulminó con la mirada. Por unos breves instantes el deseo vehemente de matar a José cruzó por su mente y le produjo un agradable placer, sin embargo no podía hacer eso. Las ordenes de N´astarith eran muy claras al respecto, José tenía completa la autoridad en aquella misión y no acatar sus mandatos era lo mismo que desobedecer al emperador de Abbadón.
Asqueado con su propia suerte, el Khan de la Muerte bajó los brazos a ambos costados de su cuerpo y finalmente aceptó el mandato.
— De acuerdo —comenzó a decir—. Pero solamente lo hago por el emperador N´astarith y no por ti.
José aparentó no escucharlo y se encaminó hacia Asiont.
— Insecto estúpido —le espetó—. Voy a gozar matándote como no tienes idea... .
El Celestial asintió con la cabeza a manera de reto y se preparó para la batalla.
— Aunque no soy tan fuerte como
Astrea, no por eso me vencerás fácilmente.
Mariana fijó la retícula en uno de los cazas imperiales y disparó un par de ráfagas de energía. La nave tocada se incendió y estalló en mil pedazos.
— Buen tiro, Amarillo-1 —dijo el piloto del Amarillo-7 situando su nave a un costado de la de Mariana—. Debemos hacer algo ya que el tráfico es muy denso en está dirección.
La joven princesa de Lerasi, siguiendo la batalla desde su posición, coincidió en esa observación. Su escuadrón de treinta naves había sido reducido a la mitad. Los cazas enemigos habían derribado a unos cuantos de ellos en los primeros momentos del contraataque mientras que algunos otros se habían quedado separados del grupo principal.
Mientras Mariana se preparaba para disparar nuevamente, el Amarillo-7 que volaba a unos centenares de metros a su derecha explotó inesperadamente en mil pedazos. La explosión sacudió su nave brevemente y entonces se dio cuenta que tenía tres cazas enemigos justo atrás. Mariana aceleró rápidamente e hizo un rizo lateral a tiempo para esquivar un bombardeó de rayos. Las naves enemigas estaban acercándose cada vez más. Una nueva ráfaga láser pasó de largo, fallando el blanco por muy poco.
La princesa de Lerasi sabía que debía pensar con rapidez, las naves enemigas parecían estar acostumbrándose a su manera de maniobrar y no tardarían en afinar la puntería.
Uno de los pilotos enemigos finalmente situó la retícula sobre la nave de Mariana, sonrió maliciosamente y se preparó para disparar. Nada salvaría a su víctima.
De pronto, una pequeña abertura dimensional apareció de la nada en medio del campo de batalla. Algunos pilotos contemplaron aquel extraño suceso sin entender qué era lo que sucedía. Un diminuto platillo de color plateado salió del orificio de luz a toda velocidad internándose en la batalla.
— ¿Ya ve? —preguntó Eclipse a manera de orgullo—. Le dije que lo lograríamos.
Los cazas estallaban aquí y allá, algunos tan cerca que Lance podía ver los restos metálicos claramente frente a ellos.
— ¡Idiota! —gritó, sujetándose del asiento con fuerza—. ¡Fíjate por donde vamos!.
El problema es que el espacio que se abría delante de ellos era el mismo por donde pasaban los cazas imperiales que perseguían a la princesa de Lerasi.
— ¡¡Ah!! —exclamó Lance pálido—. ¡Cuidado con esas naves!... .
El primer caza imperial logró eludir el peligro, pero el segundo, el que estaba a punto de abatir a Mariana, falló. La nave de Eclipse lo golpeó por un costado en el momento exacto en que ésta abría fuego. El piloto imperial erró el disparo y accidentalmente derribó a su compañero que volaba frente a él, luego dio un capirotazo en el aire y finalmente se estrelló contra la tercera nave perseguidora.
— ¡Por el Creador! —exclamó la princesa de Lerasi, que apenas podía creer en su fortuna—. ¿Qué demonios fue eso?.
Como consecuencia del impacto con la nave imperial, el pequeño platillo de Eclipse comenzó a describir una trayectoria errática.
— ¿Qué rayos sucede? —gritó Poppu con todas sus fuerzas mientras la nave se balanceaba de un extremo a otro—. ¡Vamos a morir!.
En la cabina de control, Eclipse sujetó fuertemente los mando tratando de estabilizar su nave, pero era inútil. Completamente sin control, el pequeño platillo voló directamente hacia uno de los destructores imperiales.
— ¡Estabiliza la maldita nave! —gritó Lance desesperado—. ¡Estabiliza la maldita nave!.
— ¡Eso intento! —replicó el Espía Estelar del mismo modo—. ¿Qué rayos sucede aquí? Se supone que las naves de la Alianza estarían en Noat y en vez de eso nos metimos en una maldita batalla —jaló fuertemente de los mandos, sí no lograba darle la vuelta a tiempo acabarían estrellándose contra uno de los destructores imperiales y ahí terminaría todo.
— No me falles ahora, cariño —musitó mientras tiraba de los mandos—. No me falles.
Apenas a tiempo, Eclipse alcanzó a recuperar el control y paso volando por encima de una nave imperial Endoriana en medio de una lluvia de haces láser que intentaba derribarlos. Lance, que todavía no podía creer en su buena suerte, volvió la vista hacia una ventana que tenía a la derecha y pudo distinguir a las naves aliadas flotando sobre Noat.
— ¡Ahí está la nave de la reina! —anunció señalándola con el dedo—. ¡Lleva la nave hacia allá!.
— Eso quisiera —fue la respuesta del Espía mientras seguía luchando con los controles—. No puedo controlarla... nos dirigimos directamente hacia el planeta Noat.
En ese momento, Lance se quedó
totalmente sin aliento y no pudo hacer otra cosa que sujetarse fuertemente
del asiento y rezar para que todo saliera bien.
Distrito Nerima.
Belcer miró detenidamente a Soun, Genma y Ryoga y, al cabo de unos instantes, sonrió despectivamente.
— Me dan lástima, insectos. No tienen idea de quienes somos —se mofó.
Soun y Genma se colocaron en guardia, dejando un espacio entre ellos.
— Por muy fuerte que seas no podrás contra los tres, ¿no es así, Saotome?.
Genma asintió sin perder de vista al Khan.
— Así es, Tendo. Se arrepentirá de estar fanfarroneando.
Belcer, por su parte, permaneció completamente tranquilo. Sus brazos colgaban inmóviles a los costados de su cuerpo como sí no le importara en lo más mínimo el número de sus adversarios.
— No me hagan reír, escorias —comenzó a decirles mientras cruzaba ambos brazos frente a su rostro—. Ahora verán lo que es bueno.
En ese instante, el cuerpo del Khan comenzó a despedir una extraña aura de color verde esmeralda de la cual emanaron varios rayos de luz. Parecidas en cierto modo a brillantes cuerdas líquidas, aquellos rayos de energía verde abandonaron la figura de Belcer y se reunieron frente a él formando una esfera luminosa. Poco a poco la energía comenzó a adquirir forma humanoide conforme se hacía más y más grande.
— ¿Qué rayos es eso? —preguntó Ryoga contrariado—. Parece una persona... .
Belcer soltó una risita malévola en un susurro apenas audible.
Un enorme ser humanoide como de dos metros de altura sin ninguna facción en el rostro a excepción de dos largos ojos color rojo finalmente apareció frente a Ryoga, Genma y Soun. Aquel monstruoso coloso no aparentaba estar vivo, sino que más bien parecía existir gracias a los poderes del Khan.
— Les presentó a mi Golem —dijo Belcer confiadamente, cruzándose de brazos—. Él se va a encargar de partirles la crisma, babosos.
— Eso lo veremos —declaró Soun—. Ni creas que nos asusta tu, tu... como se llame.
Casi simultáneamente, Genma y Soun saltaron encima del monstruoso Golem para atacarlo. Sin embargo, antes de que pudieran tocarlo, el gigante los apartó con un violento manotazo con el que los dejó fuera de combate.
— Señor, Satome —murmuró Ryoga preocupado—. ¿Se encuentra bien?.
Completamente aturdido, el padre de Ranma no pudo ni levantar la cabeza del suelo. Estaba completamente noqueado y con la mirada perdida en los cielos.
— Ah, anoten la matrícula del camión —alcanzó a balbucear antes de desmayarse.
Ryoga se volvió contra el gigante de color esmeralda y su creador; frunció el entrecejo y les lanzó una mirada feroz.
— Miserables —murmuró, crispando los puños—. Está vez será mi turno.
El Khan del Golem rió despectivamente como sí acabara de escuchar una broma.
— No me digas, ¿qué es lo que piensas hacer, musaraña?.
Como respuesta, una aura de energía rodeó el cuerpo de Ryoga alzando la pañoleta de su cabeza y una parte de su cabello hacia arriba de manera oscilante.
— ¿Cómo me dijiste? —le inquirió Ryoga con voz lúgubre—. Me las pagarás, esta es una de mis mejores técnicas.
El joven Hibiki alzó sus manos frente a él y empezó a reunir una gran cantidad de energía entre sus palmas. Al ver aquello, el imperial no pudo evitar mofarse de sus esfuerzos.
— ¿Quieres que te espere un momento más?.
Ryoga le miró con furia. Una esfera de energía terminó de formarse entre sus manos.
— ¡Shishi Hokoudan! (Rugido de León).
Una ráfaga de energía abandonó las manos de Ryoga y se abalanzó violentamente sobre el Golem de color esmeralda. Sin embargo, el gigante únicamente levantó su brazo deteniendo el disparo con una sola mano. Ryoga abrió los ojos de par en par sin dar crédito a lo sucedido. Aquello era imposible.
— No, no puede ser —masculló lentamente—. Mi Shishi Hokoudan no le hizo nada.
Belcer soltó una sonora carcajada.
— ¿Ese es todo el poder que tienes, insecto? —preguntó burlonamente—. He visto a niñas de diez años hacer cosas mejores que esa.
— ¡Cierra la boca! —estalló Ryoga—. Aún no muestro mis mejores técnicas.
El Golem emitió una especie de gruñido y avanzó unos pasos hacia Ryoga. Iba a atacarlo cuando una voz resonó en el lugar, llamando su atención e interrumpiendo la batalla.
— Espera, Ryoga.
Una oscura silueta saltó desde la rama de un árbol cercano y aterrizó a un costado del joven Hibiki.
— Moose... —murmuró Ryoga, reconociendo al recién llegado—. ¿Qué haces aquí?.
El joven de larga cabellera negra y enormes anteojos se irguió rápidamente y después se volvió hacia el Golem para hablarle.
— Ah, Ryoga... has crecido un poco —comenzó a decir mientras se sujetaba los anteojos para mejorar su ya deteriorara visión—. Bueno, escuche que mi amada Shampoo estaba en peligro y... .
— ¡Oye, yo estoy aquí! —le gritó Hibiki a sus espaldas.
Moose se giró sobre sus talones y se acercó a Ryoga para examinarlo con la mirada.
— Ah, sí. Ya lo sabía.
Belcer y su Golem se miraron entre sí un momento completamente desconcertados. ¿Quién era ese despistado?.
— Mátalo a él también —le ordenó el Khan a su creación—. Acaba con los dos de una buena vez.
El Golem emitió un gruñido a manera de respuesta y avanzó hacia Moose y Ryoga.
Ryoga se colocó en guardia.
— Vamos, Moose, acabemos con ese monstruo.
El chico de enormes anteojos imitó a su amigo y adoptó una pose de pelea.
— Sí, no importa que ellos sean cuatro, nosotros les ganaremos.
¿Cuatro?. Ryoga lo miró de reojo experimentando pena ajena.
— Creo que yo iré primero.
Mientras tanto, en un extremo diferente, Shampoo arremetió contra Sarah una y otra vez, pero por más esfuerzos que hacía era incapaz sí quiera de tocar a la Khan, quien se movía de lado a lado esquivando todos sus golpes.
— Eres buena, jovencita —masculló Sarah divertida—. Pero ya me canse de estar jugando contigo.
Shampoo frunció el entrecejo con enfado y lanzó un rápido puñetazo al rostro de su adversaria. Sarah sólo sonrió y atrapó el puño con la mano.
— ¿Eso es todo? —le preguntó a manera de burla—. Me temo que ya es suficiente.
Una sonrisa malévola se asomó por los labios de la Khan del Basilisco. Shampoo abrió los ojos enormemente temiendo lo peor así que volvió a atacarla con una rápida patada, pero antes de que pudiera tocarla, su enemiga desapareció.
Intrigada, Shampoo miró en todas las direcciones posibles buscando a su enemiga De pronto alguien la golpeó por detrás. En esos momentos borrosos y líquidos que preceden al desmayo, Shampoo tuvo tiempo de volverse y descubrir el rostro de Sarah. Demasiado tarde para darse cuenta de que estaba detrás de ella.
— Eso fue muy fácil —murmuró la Khan mientras llevaba una de sus manos hasta el escáner visual—. Ahora iré por la gema estelar.
Ranma Saotome se abalanzó sobre Sombrío para caerle con una lluvia de golpes y patadas que caían sobre él desde todos los ángulos posibles. Pero aunque Ranma llevaba la iniciativa en el combate, el Khan del Lobo sonreía divertido como sí no le costara ningún trabajo repeler todos aquellos ataques.
En un momento determinado, Sombrío contraatacó con una poderosa patada al abdomen de Ranma lanzándolo de espaldas contra la casa. El cuerpo del joven atravesó la pared del comedor en un violento estruendo y cayó pesadamente sobre la mesa rompiéndola con su peso.
— Rayos —masculló Ranma mientras se quitaba algunos escombros de encima—. No entiendo, por más que me esfuerzo no puedo hacerle nada a ese tipo.
Sombrío lo miró despectivamente desde su posición.
— ¿Ya te cansaste, mocoso? —le inquirió burlonamente—. Bueno, que más se puede esperar de un afeminado.
Saotome lo aniquiló con la mirada y se levantó violentamente.
— ¡Cállate! —le espetó iracundo—. Aún no hemos terminado nuestro combate y... .
— Oye, Ranma ¿podrían guardar silencio? —le preguntó Nabiki a sus espaldas—. Intento descansar un poco y.. ¿Pero qué le paso al comedor?.
Sombrío llevó la mirada hacia la joven que había aparecido por detrás de Ranma.
— Vaya, pero miren que cosa más preciosa —murmuró para sí con fascinación. De pronto, el Khan desapareció del patio en un parpadeo.
— ¿A dónde se fue? —preguntó Ranma sin dirigirse a nadie en concreto—. Ese miserable... .
Un instante después, Sombrío reapareció frente a Nabiki con una enorme sonrisa. Akane, por su parte, corrió hacia la casa para socorrer a Ranma y avisarle que el imperial estaba detrás de él.
— ¡Ranma, está atrás de ti!.
Saotome se giró sobre sus talones inmediatamente.
— ¿Cómo rayos hizo eso?.
Ignorando absolutamente a su contrincante, el Khan imperial se inclinó ante Nabiki a y sujeto una de las manos de ella para besarla.
— ¿A qué horas sales por el pan? —le preguntó.
— ¿Qué cosa dices? —Nabiki lo miró con extrañeza y luego se volvió hacia hermana menor—. Akane, ¿quién es este tipo?.
Sin perder un solo instante, Ranma se abalanzó sobre Sombrío para atacarlo nuevamente. Está vez lo golpearía en la nuca con el puño.
— ¡Oye! —exclamó, levantando el brazo—. ¡Estás peleando conmigo!.
Sombrío sólo alzó un puño a un costado de su cabeza y golpeó a Sotome parándolo en seco. La figura de Ranma salió despedido hacia las alturas dando giros.
— ¡No es justo! —se le escuchó gritar antes de desaparecer en la inmensidad del cielo.
Sombrío bajó el brazo riendo maliciosamente.
— Creo que le di a una mosca...
je, je.
Sistema Estelar Noat.
José miró a Asiont fijamente y después sonrió maliciosamente. No podía creer que el joven con el que estaba peleando fuera uno de aquellos legendarios guerreros poderosos de los que solían hablar en Endoria.
— Eres solamente una molesta sabandija —le espetó con desprecio—. No entiendo como es que N´astarith le teme a unos gusanos como ustedes.
— Hablas mucho —replicó el Celestial—. Creo que eso es todo lo que puedes hacer.
José apretó los puños y desplegando su aura se lanzó directamente sobre Asiont para atacarlo. Sin embargo, aquello era precisamente lo que el joven Ben-Al esperaba. Utilizando los shurikens que sostenía en sus manos, el Celestial atacó el emperador Endoriano rápidamente. Pero antes de que las estrellas golpearan al emperador de Endoria, todas éstas estallaron en llamas a unos centímetros de su cuerpo.
— ¡Ja, Ja, Ja! —rió José suspendido en el aire—. ¿Sorprendido, no?. Hace tiempo un guerrero me enseñó a usar el poder del aura en forma de fuego. El calor que rodea mi cuerpo hace que cualquier cosa que me ataque se incendie... .
Asiont frunció el entrecejo con desesperación. Al parecer José era más fuerte de lo que había pensado originalmente. Debía actuar con cuidado o quizás terminaría muerto. Inesperadamente, el emperador de Endoria desplegó su aura y se abalanzó nuevamente contra el Celestial.
El joven Ben-Al se preparó para combatirlo cuerpo a cuerpo y adoptó una guardia. José, por su parte, alzó un brazo hacia atrás y lanzó un feroz golpe contra Asiont, pero para su sorpresa, el Celestial logró bloquearlo acertadamente. Sin embargo, el calor que rodeaba al cuerpo del soberano de Endoria quemó levemente la mano del joven Ben-Al haciéndolo retroceder dando un alarido de dolor.
— ¡Este será tu fin! —sentenció Zeiva, alzando el brazo para descargar un segundo golpe—. ¡Muere!.
En el último instante, Asiont saltó hacia arriba eludiendo el golpe mortal.
José alzó la vista y sonrió malévolamente.
Desde las alturas, Asiont estiró su mano sana para formar una esfera de energía. Sin embargo, antes de que pudiera lanzarla, Sepultura apareció por encima de él para y le propinó un potente golpe con ambas manos.
El cuerpo del Celestial se desplomó pesadamente hacia abajo sin control, sin embargo, a unos metros de estrellarse con el suelo, Sigma apareció a su lado y con una fuerte patada lo lanzó hacia una enorme roca donde desapareció bajó los escombros.
— Bien hecho —los felicitó José aplaudiendo a modo de broma—. Eso sí que fue un verdadero trabajo en equipo.
Sepultura y Sigma descendieron frente el emperador de Endoria y sonrieron malévolamente con complicidad.
— Eso no es nada, José —afirmó Sigma mientras alzaba su mano abierta en dirección a Asiont—. Le daré el golpe de gracia... .
Pero antes de que terminara la frase, un violento estallido arrojó los escombros que cubrían a Asiont en diferentes direcciones. José, Sepultura y Sigma miraron impasibles la escena. Asiont emergió de entre los escombros con sus ropas rasgadas. Se le veía cansado, pero no vencido.
— No es tan débil como pensaba —reconoció Sepultura—. Aunque su nivel de ataque disminuyó bastante.
El joven Celestial jadeó agotadamente. Estaba en el límite de sus fuerzas, pero todavía no había perdido aquel brillo de determinación en sus ojos.
— Cobardes, tres contra uno no es justo.
Sepultura sonrió con descaro.
— No me digas, gusano —alzó su mano mostrando la palma abierta—. ¡Muere!.
Una ráfaga de luz se abalanzó sobre Asiont, pero éste consiguió desaparecer a tiempo para esquivarla. El Khan de la Muerte sonrió maliciosamente. Sin la necesidad de ver, éste sabía exactamente donde estaba su enemigo. Se giró hacia un extremo y disparó otro rayo. Simultáneamente a esa maniobra, Sigma y José alzaron sus brazos al mismo tiempo y lanzaron dos haces más.
Justo en el momento en que el joven Celestial reaparecía nuevamente en las alturas, los tres ataques lo golpearon al unísono produciendo una violenta explosión. Totalmente sin sentido, Asiont cayó fulminado, pero antes de que alcanzara el suelo, José Zeiva apareció a unos metros por encima de él y extendiendo sus manos le disparó una nueva descarga acelerando su caída.
Asiont se estrelló con fuerza levantando una nube de polvo y escombros. Un enorme cráter se había formado alrededor de él. Sus enemigos levitaron unos cuantos metros y descendieron en torno a él.
— Creo que ahora sí fue todo para él —murmuró Sigma con desdén—. ¿No lo creen?.
Sepultura asintió y levantó una mano para apuntar al cuerpo del Celestial caído.
— Es hora de terminar el trabajo, je, je, je.
Asiont estaba completamente inconsciente. Había dado todo lo que tenía y no había sido suficiente, sólo le quedaba esperar a que los imperiales terminaran con su vida.
A algunos kilómetros de ahí, Lilith y Astrea volaban por los aires intercambiando ráfagas de energía aurica a gran velocidad. Para sorpresa de la Khan de Selket, la Celestial del Ave Fénix había resultado una oponente con un nivel de ataque muy similar al suyo.
En un momento determinado, Lilith voló cerca del suelo esquivando dos disparos de Astrea. Se detuvo y junto sus manos para atacar con un poderoso rayo de energía. La Celestial se situó frente a ella e imitó la maniobra. Las ráfagas chocaron entre sí produciendo una intensa explosión que arrojó algunos rayos de luz similares a chispas en distintas direcciones. Por unos instantes, los disparos se mantuvieron en perfecto equilibrio hasta que finalmente el de Lilith comenzó a avanzar rápidamente.
Viendo lo que se le venía encima, Astrea desplegó totalmente el poder de su aura y dando un grito le imprimió mayor potencia a su ataque. Ahora la balanza se inclinaba contra la Khan.
— ¡¿Qué?! —exclamó Lilith anonada—. ¡No puede ser!.
El rayo de Astrea rechazó el ataque de la guerrera imperial llegando hasta sus propias manos e iluminándole el rostro antes de golpearla. La figura de la Khan de Selket desapareció en una poderosa y atronadora explosión que levantó una enorme cortina de humo.
Cuando el humo se hubo disipado, Lilith emergió lentamente sin su capa negra y con parte de la armadura destruida. El Escáner visual había desaparecido y tenía algunos rasguños en el rostro.
— Maldita Astrea —jadeó en voz baja—. No esperaba que pudiera rechazar mis ataques de esa manera. Pero no entiendo, ella no posee el poder del Aureus... ¿cómo es que puede igualar mis poderes?.
La Celestial descendió al suelo.
— Date por vencida, Lilith —dijo levantando una mano con la palma orientada hacia delante—. Esta batalla es innecesaria. Debes darte cuenta que a pesar de tu poder, no podrás derrotarme.
La Khan hizo una rápida inspiración en el aire.
— No me queda más remedio que arriesgarme —murmuró para sí—. Escucha, Astrea: todavía no me ganas —hizo una pausa y comenzó a concentrar su energía—. Mira esto, ahora te arrepentirás de haber rechazado las enseñanzas de Azarus... .
La Celestial enarcó una ceja, intrigada con lo que su enemiga había dicho..
"¿Qué es lo que está haciendo?", pensó. "Está aumentando su aura de una manera extraña".
Dando un fuerte grito, la Khan comenzó a sufrir una extraña transformación. Sus cabellos rubios se tornaron en negros y su piel blanca se volvió grisácea. Su armadura roja con anaranjado se oscureció por completo y al final sus ojos se volvieron tan rojos como la misma sangre mientras que una llameante aura negra la rodeaba de pies a cabeza.
— ¿Qué estás haciendo? —le inquirió Astrea, que jamás había visto algo similar. El poder que ahora percibía en la guerrera imperial era mucho más intenso.
Lilith no respondió nada, sólo se limitó a mirarla fijamente. Una sonrisa malévola se asomó por sus labios. Sin previo aviso se arrojó sobre la Celestial y le descargó un potente puñetazo que la lanzó de espalda por los aires. Haciendo un esfuerzo, Astrea consiguió detenerse, pero para ese momento su enemiga ya había desaparecido. De pronto alguien la golpeó por atrás lanzándola hacia abajo. Era Lilith.
La Celestial no podía creerlo, su enemiga había incrementado sus poderes en unos segundos y ahora difícilmente podía seguir sus movimientos. A escasos metros de estrellarse en el lago cercano, Astrea logró recuperarse y se elevó con el poder de su aura. Inesperadamente se detuvo en el aire, cerró los ojos y esperó pacientemente a que su adversaria hiciera el próximo movimiento. Estaba arriesgándose mucho, pero sentía que era necesario.
De pronto la Khan reapareció nuevamente por atrás de ella y alzó el brazo hacia atrás. Lilith se dispuso a golpearla en la nuca, pero antes de que pudiera hacerlo, la Celestial consiguió reaccionar a tiempo y atrapó su brazo ladeando la cabeza levemente. Antes de que la imperial pudiera impedirlo, Astrea la lanzó hacia delante violentamente. Haciendo gala de sus habilidades, la Khan de Selket hizo varias piruetas y logró detenerse en el aire, sin embargo cuando ésta se volvió para contraatacar, la joven Celestial ya había desaparecido.
— ¿A donde rayos se fue? —gritó furiosa mientras miraba en todas las direcciones posibles—. ¡Maldita miserable!.
— ¡Aquí estoy! —dijo Astrea en voz alta a sus espaldas.
Extrañada, Lilith se volvió hacia atrás sólo para encontrarse con el puño de la Celestial. El cuerpo de la guerrera imperial atravesó los cielos y se estrelló en el lago con un tremendo estrépito.
— No entiendo lo que sucede —masculló Astrea para sí—. La cantidad de energía negativa en el cuerpo de Lilith aumentó de manera abrumadora. Es como sí hubiera absorbido la energía negativa del... .
Abajo, una explosión amortiguada fue seguida por una terrible erupción en la superficie del lago. Las ondas expansivas levantaron una columna de agua de más de trescientos metros en el aire. Finalmente, Lilith emergió de las profundidades más furiosa que nunca. Se detuvo frente a Astrea, quien todavía no acaba de entender la manera en que la Khan había incrementado sus poderes.
— ¡Eres una miserable, maldita! —le espetó como poseída por una furia incontrolable—. ¡Voy a despedazarte!.
Sin dar tiempo para nada, Lilith se abalanzó sobre su enemiga y rápidamente ambas comenzaron a intercambiar golpes y contragolpes a una asombrosa velocidad. La que cometiera el más mínimo error perdería en una batalla como esa.
A cierta distancia del lugar de la batalla, José se extendió una mano con la palma orientada hacia delante. Frente a él, Asiont estaba mortalmente herido y únicamente hacía falta darle el tiro de gracia para concluir el trabajo.
— Este insecto no sale vivo de está —sentenció malévolamente. Una esfera de luz se formó en su mano—. Es hora de terminar con él de una vez por todas.
Pero antes de que pudiera disparar, un ruido atronador llamó su atención en los cielos. Sepultura, por su parte, enarcó una ceja con incertidumbre.
— ¿Qué demonios es eso? —preguntó Sigma alzando el brazo para señalar un punto en las nubes—. Parece una nave de la Alianza... .
Totalmente sin control, el pequeño platillo de Eclipse atravesó la atmósfera de Noat en unos cuantos segundos. José frunció el entrecejo y rápidamente levantó el brazo para disparar una poderosa llamarada.
— Yo me encargo de esa basura —declaró confiadamente—. Mis llamas la destruirán.
El rayo de fuego envolvió completamente al pequeño platillo, pero para sorpresa de los imperiales el fuego no le hizo ni un solo rasguño. En el interior de la cabina, Eclipse sonrió y festejó la resistencia de su nave.
— ¿Qué te parece? —preguntó dirigiéndose a Lance—. Pintura patentada con resistencia al fuego, lluvia y corrosión hasta por cinco años. Satisfacción garantizada.
En la parte posterior de la nave, unos controles estallaron en llamas sorpresivamente provocándole otro infarto imaginario a Poppu. Marina, por su parte, se aferró a su asiento mientras que Leona parecía disfrutar de todo aquel funesto espectáculo.
— Yo no estaría tan seguro —masculló Lance desde su asiento—. ¿Eh? ¿qué veo? Ese es José Zeiva. Lleva la nave hacia allá.
— Ya le dije que esto está fuera de control —replicó Eclipse—. Vamos a tener que saltar y no llevó paracaídas.
Luego de comprobar con la mirada que aquella pequeña nave continuaba su camino apesar del fuego, Sepultura giró la cabeza hacia José para echarle en cara su fracaso.
— Eres un inútil —volvió
la mirada hacia la nave, levantó una mano con la palma orientada
hacia delante y se preparó para lanzar una nueva ráfaga—.
Yo acabaré con ellos de un solo tiro.