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Capitulo 12

* Encuentros con el Pasado

 

Kenshin Himura y Li Clow habían tenido suerte, a diferencia de muchos otros, de poder pasar aquella tormenta en un tranquilo lugar en la cima de un camino en las colinas. Un pequeño numero de viajeros como ellos habían quedado imposibilitados de seguir por los caminos durante aquella tormenta, los más sabios y prudentes se quedaron en la pequeña posada tomando té o algo que los mantuviese confortantes, los impacientes solo pasaron de largo.

Kenshin parecía distante mientras se encontraba compartiendo una botella de sake con Li Clow, había pasado mucho tiempo desde la ultima vez, y ya era costumbre el hacerlo mientras la nieve caía con aquella intensidad. Ambos sabían que no era el momento para encontrarse tan campantes, pero ante las condiciones climáticas... qué mas podrían hacer.

Clow: Tu mente esta muy lejos de aquí Himura... sucede algo?- preguntó al haber dado un sorbo al sake.

El rurouni lo miró y simplemente negó con la cabeza- No... no es nada- tomó el pequeño recipiente y se empinó de un trago lo servido. Él sabía, como muchos otros, que cuando el sake sabía muy amargo, se debía que algo interiormente de la persona se encontraba mal, lo inundaba la confusión... Miró a Clow, él seguía tomando con mucho gusto, era lógico, una persona cómo él no debía tener muchos problemas consigo mismo...

Por qué presentía que algo malo estaba ocurriendo a sus expensas... e igualmente se preguntaba el por qué es que esa sensación de culpa comenzaba a oprimir su pecho... tenía mucho tiempo en el que no sentía tan angustia... y su mente intranquila no le permitía disfrutar el sake...

Kenshin: Clow-san- lo llamó- Usted sabría... sabría si algo anda mal con los demás cierto?- preguntó de pronto.

Clow: Bueno... sabes que no soy adivino... Pero puedo estar tranquilo, confío plenamente en mis criaturas, sabes que existe un laso entre ellos conmigo, puedo saber a distancia el que están bien... Y mientras ellos lo estén, tus amigos a quienes protegen por ende, igualmente- respondió sonriendo.

Kenshin: Esta bien... Me gustaría pedirle que si pasase lo contrario, me lo dijese por favor.

Clow: Como quieras Himura.

 

La nieve había comenzado a disminuir, algunos viajeros comenzaban a prepararse para ponerse en marcha nuevamente en cuanto terminasen sus bebidas o almuerzos; otros hombres entraban, un par de ellos tomaron asiento en la mesa tras Kenshin, quienes comenzaron a hablar entre ambos. Kenshin no era de quienes gustaba el escuchar conversaciones ajenas, pero su sentido del oído era demasiado agudo para haberlo podido evitar, entre lo mas relevante que escucho fue:

- Escuche algo muy interesante en el camino- dijo un hombre mayor a uno de mediana edad- Tal parece que la policía de Kyoto ah comenzado a movilizarse, en cada acceso a la ciudad han puesto retenes fortificados.

- ¿Que cree que haya sucedido?- preguntó el joven.

- Bueno, tal parece que en un poblado cercano hubieron muchos homicidios durante la tormenta. Eran solo hombres de mala calaña... pero el numero era de cuidado, sin mencionar que también dos policías fueron asesinados. Todo indica que fue trabajo de un solo hombre.

- ¿Hubo testigos?- preguntó intrigado.

- Una pobre mujer, parece que quedo un tanto trastornada al ver lo que vio. Tubo mucha suerte de que no la matara ese tipo. Debe ser un hombre muy peligroso si la policía ah tomado esas medidas para encontrarlo; unos dicen que fue obra de un hitokiri rebelde, otros, por cuestiones de lo que dijo la mujer, de un demonio disfrazado de hombre...

- Mujeres exageradas... Dio descripción del asesino?

- Sí, se dice que es  un hombre de no muy alta estatura, cabello pelirrojo recogido por una coleta alta, y lo mas sobresaliente podría ser la cicatriz que tiene en la mejilla izquierda...

 

Kenshin se quedo helado al escuchar aquello, intuitivamente cubrió su cicatriz, la cual se encontraba cubierta por un parche por cuestiones de sus visitas a Tokio... había muchos que podían recordarlo y su cicatriz era ya una leyenda.

Clow: ¿que ocurre?- preguntó ante el semblante alarmante del rurouni quien pareció desconectarse por un segundo de este mundo, solo para volver y notar la manera preocupante en la que Clow lo miraba.

Kenshin: ... Nada- murmuró casi sin aire... Por qué estaba sintiendo miedo...- Será mejor que... nos marchemos ya Clow-san- dijo al levantarse sin esperarlo y salir del establecimiento.

El hechicero se desconcertó un poco aunque su semblante no lo pareciese. Se levantó y pago la cuenta, no sin antes haber escuchado algo de los mismos hombres:

- Oye, ese hombre que acaba de salir... creo que queda con la descripción... ¿No crees que sea...

- No, para nada, no tiene cicatriz en su mejilla.

- Bueno, su mejilla izquierda esta cubierta... Yo creo que podría ser- dijo el joven.

- Tonterías, lo ocurrido fue al otro extremo de Kyoto, y creo que ese hombre estuvo aquí durante la tormenta, antes de que nosotros llegáramos.

- Oh creo que tienes razón abuelo...

 

Kenshin esperó a que el hechicero saliera para comenzar a caminar nuevamente. Clow era capaz de darse cuenta del cambio de humor que sufrió Himura... Lo conocía bien, y ante ese semblante tan sereno y pensativo sabía que algo lo molestaba.

Clow: ¿Hay algo de lo que quieras hablar Himura?- preguntó, pero no recibió una respuesta.

Kenshin: No falta mucho para llegar cierto?- preguntó ya avanzado un poco el camino.

Clow: De acuerdo a las indicaciones, no, solo es un poco más hacia allá, subiendo una ladera empinada- explicó- Y ahí estará un pequeño templo.

Si Kenshin Himura no se encontrase en medio de aquella lluvia de ideas que trastornaban su mente, se hubiese dado cuenta de que aquel camino ya lo conocía, ya había pasado por ese mismo camino en el pasado... que lo llevaba al mismo lugar...

El camino era un tanto difícil cubierto por la excesiva nieve, pero nada que ambos hombres no pudiesen manejar. El camino se volvía estrecho y un poco más empinado. Durante el camino había intentado nuevamente el hacerle confesar lo que parecía perturbarlo y molestarlo... En un ultimo intento parecía haberlo logrado, pero antes de que hubiese podido detenerse para hablar, su pie se había topado con un dispositivo que logró activar una especie de trampa, tal vez para cazar animales. En otras circunstancias hubiese podido moverse con rapidez para evitarlo pero, lo tomo tan de sorpresa, con la defensa nula, que segundos después se encontraba de cabeza dentro de una red que colgaba de la rama de un árbol.

Kenshin: @_@ oro oro oro @.@- decía aturdido por la sacudida. El hechicero solo lo miró divertido.

- Aja! lo suponía!- escucharon de una voz antes de que una persona emergió con rapidez de algunos arbustos. Se trataba de un niño, no mayor de los 10 que sujetaba una espada de madera- Sabía que regresarían a seguir causando problemas! Fuera de aquí, no importa a cuantos envíen, no llegaran al templo que protejo- dijo aquel jovencito.

Kenshin: @.@ Oro... Hmm no sé de que hablas niño, nosotros no queremos hacerte daño- dijo al haber logrado despabilarse.

- Ja, cómo esperas que crea eso de un hombre que porta una espada en la cintura- dijo aquel niño.

Kenshin: o.oX Oro... ah si... esta espada, no te preocupes, no puedo lastimar a nadie con ella, no tiene filo- explicó con paciencia.

Clow: Así es jovencito, puedes creernos, solo somos viajeros que necesitamos atender algunos asuntos con el encargado del lugar.

- No les creo! Como protector de este lugar sagrado debo proteger a la señorita Yuriko aun con mi vida.

Kenshin: Veo que eres un niño muy admirable ^.^X- añadió sonriendo- ah tan corta y con tan alto sentido del deber, de ser así, creo que también deberías ser capaz de juzgar a las personas con tan solo mirarlas a los ojos... Dime, de verdad crees que te haríamos daño?- habló aun colgado de aquella red.

Aquel jovencito de cabellos de color almendra observó con detención a ambos hombres... Ya había habido varios intentos de criaturas el llegar hasta el templo, y eso hacia que desconfiara.

Ante sus ojos violetas, con algunos tonos azules, no parecían ser personas con malas intenciones; el hombre de cabello negro ante su sonrisa parecía ser una persona muy amable y servicial, y el de cabello pelirrojo parecía un sujeto muy atolondrado... Había algo en ese ultimo sujeto que no le permitía el desconfiar ya de él después de escucharlo hablar...

- Ja, creo que tienen razón... Pero qué es lo que vienen a buscar aquí de todos modos, no hay nada de valor.

Clow: El sitio en si, No deja de ser un Templo, a cualquier creyente que necesita el acogerse en aquel lugar sagrado no debería de impedírsele la entrada.

- Ha pasado mucho tiempo desde que nadie se atreve a subir hasta esta acá, prefieren visitar otros templos más prácticos...

Kenshin: Disculpen que los moleste pero... ya me estoy mareando más de la cuenta, la sangre comienza a llegar más rápido a mi cerebro @.@ ¿podrían bajarme por favor?

Clow: Por favor pequeño, ¿puedes bajar a mi amigo? Creo que podremos hablar con más calma si él estuviera en el suelo.

Kenshin: Si por favor @.@

El niño dio un ligero suspiro, y solo tuvo que cortar una soga para que la red, con su presa, cayese pesadamente contra el suelo.

Kenshin: @.@ oro, con mas delicadeza hubiese sido excelente @.@

Clow: Has sido muy amable jovencito, cuál es tu nombre- preguntó.

- No tengo porque decírselo a extraños...

Kenshin: Vaya que es abnegado- comentó al hechicero- Cuantas veces debemos repetírtelo? no venimos a causar problemas, solo deseamos hablar con el monje que podría cuidar el templo.

- Soy yo quien protege este templo- dijo con rapidez.

Clow: Pero no eres un monje... Debe haber alguien consagrado a la religión custodiando el lugar.

- Es usted muy inteligente señor.

Kenshin: Vamos pequeño, necesitamos hablar con urgencia con el monje encargado.

- Esta bien... Yuriko-dono jamás se niega a recibir a quienes la buscan. Esta bien, confiare en ustedes... Pero ella es una chica, pero si alguno de ustedes intenta algo, yo mismo les partiré la cara- dijo con seriedad.

Kenshin: ¿Yuriko?... dijiste Yuriko?...- tartamudeo ligeramente, como si ese nombre hubiese sido un golpe en su cabeza que logró derribar una barrera que ocultaba algunas remembranzas de su pasado...

-  Así es, ella es la sacerdotisa que resguarda este templo. No hay nadie más, por eso yo la protejo y cuido de todas las maneras posibles.

Clow: Veo que le tienes gran afecto.

- Ella ah hecho muchas cosas por mi, haría todo por ella.

El rurouni miró hacia donde se encontraba el templo más arriba, una fuerte sensación se acumuló en su pecho, y despertó un deseo de llegar hasta la cima.

Clow: Puedes confiar en que no le haremos daño, solo deseamos hablar con ella. ¿podrías guiarnos?

- Esta bien... pero ya están advertidos- añadió al colocar su espada sobre sus hombros y comenzar a caminar tranquilamente por la vereda.

Clow: ... En otra época, seguramente hubiese sido un digno aspirante a Samurai ¿no lo crees Himura?

Pero el rurouni pareció no escucharlo, ya que con rapidez siguió aquel pequeño, mientras que Clow comenzaba a preocuparse más de lo que debía...

 

Era un gran templo aquel al que finalmente llegaron. Solo por su difícil acceso era por lo que no era muy visitado, pero su arquitectura se encontraba impecable y artística. Kenshin recordaba aquel sitio muy bien, conforme sus ojos se desplazaban por el sitio sus recuerdos fluían ante sus ojos con rapidez.

El niño los detuvo antes de que pudiesen entrar a uno de los edificios.

- Enseguida regreso, no se muevan de aquí- sentenció cuando se hubiese perdido entre los muros.

Clow: Himura... Sabes que no me gusta el presionar a las personas pero... Tal vez podrías hablarme de algunas cosas que podrían estar perturbándote- dijo con tranquilidad.

Kenshin: ... Clow-san... Aunque no me lo crea... Este lugar... en este templo ya había estado antes, solo que... lo olvide...

Clow: Lo olvidaste?

Kenshin: Suena estúpido cierto?... pero... así es... A finales de la era Tokugawa, al postularse la Meiji, cuando yo había dejado de ser un hitokiri de los realistas y que mi puesto hubiese sido tomado por Makoto Shishio, me vi perseguido aun... Antes de que pudiese iniciar mi travesía como rurouni que duro alrededor de 10 años... yo llegue hasta aquí, a este templo, en donde encontré refugio... y así es como conocí al monje que lo custodiaba en aquel entonces y... a su hija, Yuriko...

El sonido de algo cayendo y que derramase su contenido al suelo interrumpió al rurouni, atrayendo igualmente su mirada, junto con la de Clow.

Ambos hombres tuvieron frente a si, a una mujer, que vestía un traje de sacerdotisa, sus cabello largos de colores almendra se  movieron con turbulencia al mismo compás que aquella ventisca golpe al grupo. A sus pies había una cubeta, la cual debió haber soltado al solo ver ahí, a las puertas de su templo a aquel hombre nuevamente.

Kenshin: .. Yuriko..- murmuró su nombre al intentar avanzar.

Yuriko: ... ¿Cómo te atreves?!!!- exclamó la mujer con cierta rabia- ¿Con qué descaro has vuelto a este sitio, Battousai?!

El rurouni se detuvo al escuchar aquella forma de su hablar, en la que transmitió mucho rencor y hasta odio, al igual que en el fondo de sus ojos cristalinos del mismo color que el de sus cabellos.

Yuriko: Sabes perfectamente que aquí no eres bienvenido!

Kenshin: Yuriko... escúchame...

Yuriko: No te atrevas a hablarme!- lo interrumpió- Tienes muchas agallas de volver aquí después de tanto tiempo en el que huiste como el cobarde mentiroso que eres!

Clow: Por favor, deténganse!- habló al haber decidido intervenir- Señorita... Himura... por favor... Desconozco los motivos por los cuales usted señorita pueda guardar tanto rencor hacia mi amigo... Pero créame que no hemos venido a revivir rencores del pasado... Hay una situación sería que debemos tratar con usted.

Yuriko: No pienso tener nuevamente nada que me involucre con este hombre! ¿Y quien es usted?

Clow: Mi nombre señorita es Li Clow, y es un honor el ser amigo de un hombre como Kenshin Himura.

Yuriko: Li Clow?... cómo puede ser que un miembro de tan distinguida dinastía pueda tener amistad cómo un hombre como ese hitokiri- comentó.

Clow: Tal vez usted no lo conozca del mismo modo en el que yo tengo el privilegio de hacerlo... No me gusta hacer uso de mi apellido para conseguir algo, pero tal parece que esta vez puede ser de ayuda, si eso logre que confíe en mí y me permita hablar... No sobre las diferencias que pudieron ocurrir en el pasado entre ambos, sino en la situación que se vive en el presente.

Yuriko: ¿A qué es lo que se refiere?

Clow: Sobre 'Los shintais'.... Los mismos que están siendo perseguidos por una mente ambiciosa... del mismo hombre que seguramente ah enviado criaturas para hostigarlos y apoderarse de lo que quiere...- explicó.

Yuriko: ... Así que también lo sabe... ¿Y qué tiene que ver él en todo esto?- refiriéndose a Kenshin quien habían decidido guardar silencio.

Clow: Él es un aliado, así como espero que tú, al igual que los otros quienes custodian los shintais, lo sean...

La sacerdotisa contempló el semblante del hechicero, se percató de su sinceridad y su nobleza con rapidez... Su presencia era tan poderosa, pero solo irradiaba bondad y nobleza...

- Yuriko-dono!- le habló el niño cuando la hubiese encontrado después de buscar por todo el templo, irónico que lo hiciese del mismo lugar que partió.

Yuriko: Iori ¿dónde te habías metido? Creí haberte dicho que no abandonases el templo, que era muy peligroso por las criaturas que aparecen de pronto- habló la mujer al niño.

Iori: Lo siento mucho Yuriko-dono... Pero solo salí a poner mas trampas y vigilar el camino.... Sé que me lo prohibió, pero como el hombre de este templo, debo cuidarla a usted- habló con determinación- Pero fue cuando me encontré con estos dos hombres que venían hacia acá... querían hablar con usted.

Yuriko: Muy bien Iori... Pero la próxima vez, obedece mis ordenes ¿esta bien?- preguntó al niño con calma. No deseaba que aquel pequeño se percatase de su ira ante la presencia de aquel hombre.

 

Yuriko: Esta bien Clow-sama, tal parece que yo tengo preguntas y tal vez usted tenga las respuestas de ellas... Aceptare hablar con usted... Pero.. el señor Himura deberá esperar aquí. Iori, acompaña a este señor unos minutos ¿de acuerdo?

Iori: Entendido.

Yuriko: Clow-sama, por aquí por favor- dijo con cierta amabilidad y respeto al mostrarle el camino hacia un lugar en el cual podrían hablar tranquilamente, no sin antes brindarle una ultima mirada fría al rurouni que resentía aquella negatividad hacia él.

 

 

Kenshin: Así que, tu nombre es Iori- dijo para comenzar una charla con aquel jovencito que mantenía una silenciosa guardia- Mi nombre es Kenshin Himura, es un placer.

Iori: Igualmente señor Himura.

Kenshin: Y dime Iori, ¿vives aquí? ¿dónde están tus padres?

Iori: Vivo aquí desde que tengo memoria. Mis padres me abandonaron cuando era apenas un recién nacido a las puertas de este templo, Yuriko-dono me acogió en este Templo y me crió como si fuese mi madre, y yo la veo como tal, le debo mucho.

Kenshin: Ya veo- dijo sonriente al saber que el corazón de la sacerdotisa se mantenía intacto para con los demás- Practicas Kendo?- preguntó por la espada de madera.

Iori: Así es. Deseo convertirme en un gran espadachín para proteger a Yuriko-dono, aun a costa de mi vida- decía mientras realizaba algunos movimientos con su indefensa espada.

Kenshin: Eso esta muy bien... No hay nada más noble que el de seguir el camino de la espada para proteger a las personas- agregó- Pero, ya muchos han luchado en el pasado para que nadie deba volver a preocuparse por la seguridad de los demás.

Iori: Me disculpara Señor Himura, pero... nunca hay que confiarse, la paz jamás es duradera.

Kenshin: Eres muy pequeño para hablar de esa forma...

Iori: Leo mucho señor Himura...- sentenció- Usted carga una espada japonesa, pese a que están prohibidas y ya no son necesarias en esta 'época de paz'... Si es tan creyente en sus convicciones, por qué aun la lleva consigo?- preguntó.

Kenshin: Hay muchas razones por lo que lo hago... pero esta espada no lastimaría a nadie- agregó al tomarla de su cintura y desenvainarla un poco, para que el niño notase que un lado no poseía ningún filo- Solo la uso para el mismo fin que tu buscas el iniciarte en el kendo, el proteger a quienes son importantes para mí.

Iori: No tiene cara de espadachín o.ó- dictaminó.

Kenshin: Hehehe bueno... tal vez por eso paso desapercibido para los demás- dijo al rascarse la mejilla con nerviosismo- Las apariencias pueden ser engañosas Iori, esa es una regla que deberás aprender con el tiempo- añadió sonriendo.

 

En el interior del templo.

Yuriko: Así que, todos estos ataques constantes a los diferentes templos son proezas de un hechicero de nombre Gao...- resumió después de haber escuchado una explicación por parte del hechicero- Ahora todo tiene sentido. Eh estado en contacto con los demás sacerdotes y sacerdotisas que resguardan alguno de los cuatro shintais que están bajo nuestra protección en cada punto cardinal... Ellos también han tenido problemas con la aparición de seres, criaturas que se han internado en los territorios del templo... Pero tal parece que tres de nosotros hemos sido capaces de enfrentarlos... solo hay uno de  nosotros que parece... no haberlo logrado- murmuró con cierta solemnidad.

Clow: Es probable entonces que Gaho tenga en su poder uno de ellos... Yuriko-dono, deseo tanto como ustedes el de impedir que ese hombre lleve a cabo su ambición. Con tal poder, quien sabe lo que podría hacer... Gaho no es alguien confiable o de los que se caractericen por usar sus poderes para el bien común... El shintai... usted lo tiene?

Yuriko: Así es... esta aquí conmigo- dijo al postrar su mano sobre su pecho al palpar algun amuleto que pudiese ocultar bajo sus ropas- A salvo, ese es el deber que me heredo mi padre al morir...

Clow: Queremos ayudarles...

Yuriko: No pienso aceptar su ayuda...- murmuró.

Clow: Es por él ¿cierto?...- preguntó refiriéndose a Kenshin, pero no recibió una respuesta- Escucha, desconozco las razones que puede haber entre ambos para que le guarde tanto rencor... Yo conozco a Himura, y él a aceptado ayudarme cuando muchos se han negado, es un guerrero confiable, y confiare en él hasta el final de esta travesía... Tal vez, crean que esto es algo que no debería importarnos a personas ajenas al problema, que solo los protectores de los shintais deben estar involucrados... pero temo que sus esfuerzos individuales no serán suficientes...

Yuriko: ... ¿Qué es lo que propone entonces?...

Clow: deberá confiar en mí... Muchos amigos han ido en busca de los demás, para evitar que caigan en manos de Gao, cuando obtengamos los siete... será posible el destruirlos...

La sacerdotisa observó al hechicero por algunos momentos en silencio, para después solo reír levemente ante la propuesta.

Clow: ¿acaso dije algo gracioso?

Yuriko: ... Tal vez... Por el simple hecho que podría ser imposible el destruirlos a todos... Usted cree que todos los shintais que buscan pueden ser objetos inanimados... Pero temo, que algunos que son seres vivientes... como usted o yo...

 

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Kenshin comenzaba a resentir el frío en su cuerpo conforme el día comenzaba a terminar y la temperatura conforme el sol descendía comenzaba a hacer lo mismo... Iori ya había sido atento al invitarlo a entrar, pero no quería causarle un disgusto a Yuriko por su atrevimiento... Él sabía bien las razones por las cuales ella actuaba de esa manera con él... No la culpaba...

Tal parecía que Li Clow había tenido mucho que hablar con la sacerdotisa. La conocía bien.... bueno, sería mejor decir que, llegó a conocerla muy bien en aquel entonces... Cuando su huida de Kyoto, por algunos perseguidores lo llevaron a deber ocultarse en aquellas colinas, encontrando refugio en este mismo templo que en aquel entonces era custodiado por un monje el cual tenía como hija a Yuriko Mitsuki, y juntos vivían en el lugar. De acuerdo a sus convicciones, ambos habían sido muy atentos y no le negaron la ayuda a un necesitado... un necesitado que ocultó sus verdaderas razones para llegar ahí... Ocultando también el pasado del que se ocultaba y por el cual era perseguido...

Habían sido gloriosos días en los que Battousai el destajador encontró cierta paz en su atormentada alma en aquel lugar santo. Comenzó a volver su carácter más accesible, le resultó imposible el mantener su carácter serio y frío ante personas tan nobles como Yuriko y su padre. Una amistad floreció con rapidez, él no recordaba haber pasado momentos tan especiales en toda su vida hasta entonces como los que vivió en compañía de ellos dos... Pero el pasado es algo que sino se arregla a su debido tiempo, siempre lograra alcanzarte e impedir un verdadero avance hacia el futuro que se busca...

Antes de que la guerra terminara, sus perseguidores hallaron su ubicación... El padre de Yuriko había jurado por su vida y honor que ningún hitokiri se encontraba albergado en su templo... y no mentía... cómo hubiese podido si no siquiera él lo sabía...

Sus recuerdos se detuvieron cuando la presencia de la sacerdotisa apareció ante ellos.

Yuriko: Battousai... Sígueme, Clow necesita verte- dijo con seriedad al hacer un ademán para que la siguiese. Esto tomó por sorpresa al rurouni, quien no pudo evitar pensar que algo malo hubiese ocurrido.

 

Cuando el rurouni hubiese llegado hasta donde él se encontraba, lo encontró en un estado en el que su palidez era capaz de decirle muchas cosas.

Kenshin: Clow-san ¿qué es lo que le ocurre?- preguntó con cierta alarma.

Clow: ... Himura... yo... siento cómo es que...- murmuró al estar envuelto con una capa de sensaciones de alerta, confusión y agobio... Parecía estar a punto de  desmayarse.

Yuriko: Lo mejor será que lo coloquemos en un futon... en esos estados es peligroso para él mismo el no reposar. Battousai, ayuda a encaminarlo a mi habitación, de prisa- ordenó hubiendo adelantándose al lugar.

 

Kenshin: ¿Qué es lo que le sucede?- preguntó a la mujer quien le privaba de sus anteojos a Clow por el momento.

Yuriko: Es... es algo así como encontrarse en una especie de trance... un trance con el que es capaz de darse cuenta de las cosas que suceden en otros puntos mientras su cuerpo esta aquí y su conciencia viaja para ver desarrollarse esos sucesos...- explicó- Es natural para un hechicero que tiene un laso con criaturas mágicas, extensiones de su poder, el que ocurra con frecuencia... es una manera de saber lo que les sucede e incluso el ayudarlas de alguna forma para que sobrepasen los problemas que pueden sufrir... seguramente sus creaciones han tenido algunos contratiempos... pero estará bien una vez que él crea que su conciencia pueda regresar a su cuerpo... no te preocupes- habló.

Kenshin: ... Espero que todos mis amigos estén bien...- dijo de una forma inconsciente.

En ese momento, en que se dieron cuenta que se encontraban solos nuevamente... Los recuerdos que compartían de un pasado parecían que la mirada de la sacerdotisa perdiese fuerza y hostilidad ante la mirada del rurouni...

 

*** Flashback *****

Hace aproximadamente 10 años...

Durante el poco tiempo de que había dejado de ser battousai el destajador en medio de la clandestinidad, Kenshin Himura había vivido pacíficamente en aquel templo shintoista... su alma parecía haber encontrado cierto alivio y sus trastornos emocionales comenzaban a desaparecer... No había mejor medicina para el alma que un poco de felicidad... Una felicidad y paz que logró encontrar en aquellas solitarias colinas a las que la guerra no solía llegar... Habían pasado algunos meses viviendo y compartiendo la mesa de aquellas dos personas que lo acogieron sin hacer preguntas... Él jamás quiso hablar de su anterior oficio y participación en la guerra que se vivía y estaba por terminar, ni mucho menos que era buscado por algunos Realistas que sus acciones de retiro lo convirtieron ante ellos en un traidor...

Había sido feliz en ese poco tiempo... Pero esa felicidad temprana no podría durar por siempre... antes aun tenía muchas cosas que hacer para poder encontrar la verdadera felicidad... Una felicidad que no pudo ser al lado de Tomoe Yukishiro... ni que mucho menos iba a ser posible en aquel sitio.

En el ultimo día de su paz, él junto con Yuriko regresaban de una caminata de unas colinas altas, de donde recogieron algunas hierbas para medicinas, Kenshin detuvo el paso repentinamente, el templo estaba al otro lado de una barrera de gruesos arbustos. Escuchó voces... muchas voces hostiles, de un modo intuitivo sujetó a Yuriko y le cubrió la boca para que no emitiese ningún sonido, ella, junto con Kenshin solo pudieron escuchar lo que sucedía.

 

- Según informes de nuestros espías, este templo ah sido deshonrado debido a que sus guardianes han alojado a un traidor!- habló un hombre de la armada.

- Mi estimado señor, temo que ah habido una ligera equivocación...- habló un hombre que no superaba los cincuenta años de edad y que vestía ropas de sacerdote.

- ¿Nos esta llamando mentirosos?- dijo con despecho el comandante.

- Solo me atrevo a decir... que este templo esta abierto para todo aquel que necesite un refugio, o necesite de buscar paz en su espíritu- habló el sacerdote.

- Un refugio ¿eh?, incluso para un hombre tan impío como el mismo Battousai el destajador? ese demonio sediento de sangre? Si usted y este templo permite el alojamiento y apoyo a esa clase de gentuza entonces también deben ser catalogados una amenaza para la nueva era!- dictaminó al hacer una seña y todos los soldados hubiesen levantado sus fusiles- Será mejor que confiese y tal vez se tenga piedad de usted... ¿Dónde esta Battousai?

 

Ambos jóvenes que se ocultaban, se congelaron ante lo que estaba por suceder. Yuriko parecía retorcerse en los brazos del samurai para liberarse e ir en ayuda de su padre, pero solo pudo ser una observadora más... Kenshin pensó en salir, entregarse a cambio de aquel buen hombre... Pero entre lo que lo pensó.... ya iba a ser demasiado tarde...

 

- Juro por el nombre de mi familia, y de mi mismo honor que en este sitio no se encuentra nadie con la descripción que da señor... Solo hay dos jóvenes aparte de mi que son nobles de espíritu y de corazón...- habló el sacerdote- No albergaría a nadie bajo este techo si supiese que sus manos se encontrasen cubiertas de sangre de inocentes...

- ... Tal vez debería escuchar una descripción mas detallada... - dijo con malicia- Battousai el destajador, es un hombre, un hitokiri que ah destazado a cientos de hombres... Cabellera pelirroja y posee una cicatriz en la mejilla izquierda en forma de cruz...

El sacerdote pareció sorprenderse... en su semblante la ingenuidad y la desilusión fue lo ultimo que iluminaron sus ojos...

- Tal parece que su nombre y honor no valen nada...- murmuró antes de que con un movimiento ligero de su mano hubiese dado la señal para disparar.

El estruendo de los fusiles al disparar resonaron en todas direcciones como si los mismos cañones de algun barco hubiesen sido disparados... Las lagrimas de la joven fueron automáticas ante el sonido del plomo incrustarse en las entrañas de algun cuerpo que cayo sin vida instantes después.

- Registren el lugar! A cualquier cosa que se mueva, disparen!!- ordenó el comandante a la tropa que se desplazó con rapidez por el templo.

 

Kenshin se las ingenio para movilizarse con astucia para alejarse lo mas que pudiese de aquel sitio, llevando a Yuriko consigo quien era un mar de lagrimas, pero que aun no se resistía a ser llevada...

Cuando se hubiese alejado lo suficiente decidió parar en una zona que los ocultaría muy bien. Los sollozos de Yuriko eran el único sonido que sus oídos ponían atención... Una gran culpabilidad nubló por completo cualquier clase de esperanza que tenía de poder dejar su pasado atrás...

Su mirada sedienta de venganza era capaz de visualizar incluso a aquella distancia a todos los hombres que lo perseguían... Dándole la espalda a la joven sacerdotisa, quien había comenzado a reaccionar... a qué todo tomara sentido para ella... Y una gran furia comenzó a inundar su corazón que logró que destruyese cualquier otro sentimiento que no fuese el del odio y rencor hacia el espadachín...

Kenshin Himura se volvió solo para lograr retener los brazos de Yuriko quien intentaba golpearlo para desquitar todo su dolor, comenzando a culparlo.

Yuriko: Maldito! Maldito!- repitió constantemente logrando que sus puños golpeasen el pecho del samurai quien al poco tiempo se lo permitió libremente- Cómo pudiste!.... cómo pudiste mentirme de esa forma!!... cómo fuiste capaz de traicionar de esa manera nuestra confianza!!...- exclamaba ciertamente desconsolada al sentirse traicionada... dolida y desilusionada mientras que la fuerza de sus golpes comenzaba a ser nula, hasta que solo rodearon la espalda del hitokiri quien la estrechó en sus brazos tratando de buscar consuelo, aferrarse a algo que solo había sido una mentira- Confié en ti!... Confiamos en ti!... y ocultaste una verdad que le costo la vida a mi padre!!... cómo pudiste?- decía desconsolada llorando sobre el pecho del samurai quien no podía apartar su mirada de asesino aun incluso ante aquel abrazo compartido.

Ellos lo habían ayudado, acogido y compartido su casa y alimentos con él... él quien juró ser solo un viajero cansado de la guerra y que necesitaba refugio en aquellos tiempos de violencia... Apenas era un joven... su mirada atolondrada no logró que su verdadera naturaleza fuese fácil de descubrir... Ella había confiado en sus palabras, y fue paciente para no exigirle nunca un recuento de su pasado... quién era, de dónde provenía... Esperaba que él mismo pudiese confiárselo algun día, que no hubiese secretos entre ambos... Kenshin también lo esperaba... esperaba el poder contárselo todo cuando la guerra terminase... Pero el pasado se presentó a echarlo todo a perder... Espero demasiado de su buena suerte... Alguien como él, jamás debía aferrarse a la idea de un futuro al lado de nadie más... ni a la completa felicidad... Ya que ambas cosas eran inalcanzables para un hitokiri con aquellos pecados sobre sus hombros... Ahora lo comprendía... Y en ese momento se prometió que jamás se permitiría a si mismo el volver a retener esa clase de esperanza...

Estrechó una ultima vez a la joven, para después despegarse de ella y darle la espalda. Yuriko tampoco era capaz de cambiar su mirada fría y rencorosa ante la presencia de aquel hitokiri... Era tanta su rabia... cómo pudo mentirle... cómo pudo permitir que llegara todo tan lejos y no decir nada...

Kenshin: ... Vengare a tu padre...- murmuró con cierta crueldad al desenvainar su espada de un solo filo y descubrir el filo cortante- Un ultimo trabajo... que haré como Battousai el destajador...- finalizó fríamente para ser guiados por sus instintos a una ultima lluvia de sangre la cual el provocaría...

 

El atardecer se encontraba ya en su ultima fase de aquel día. El sonido de la tierra siendo removida constantemente era el único sonido sobrio del atardecer en aquellas colinas que habían sido cubierta por la sangre de otros hombre, derramada por la mano de uno... un hombre que esperó demasiado de su futuro aun sabiendo que la vida aun tenía cuentas pendientes para él después de haber matado a tantos...

Kenshin Himura... más bien... es decir, Battousai el destajador se encontraba enterrando, junto con los cadáveres de aquellos hombres, todas las remembranzas que pudo haber guardado en su memoria de aquel pequeño lapso de felicidad en su vida... Al envainar nuevamente su arma y que esta probase el sabor de la sangre, logró que su alma volviese al desconsuelo de sus acciones... El trastorno mismo golpeo fuertemente de nuevo las emociones de aquel destajador...

Cuando había aceptado aquella espada sin filo... se prometió que nunca volver a matar... Solo bastó con enfurecerse de nuevo para que rompiese su promesa... Se sentía furioso con la vida, con el pasado y con su presente... jamás podrá dejar de ser lo que él ya es... un destajador...

Un peculiar sonido logró llamar su atención, pero no se alarmó, ya que frente a él, a una adecuada distancia entre ambos, pudo observar a Yuriko Mitsuki, quien lo apuntaba fríamente con la punta de una flecha que sería disparada por su arco.

El samurai conservaba su rostro de asesino... Mientras que la joven sacerdotisa lo miraba seriamente y ya de sus ojos no brotaba ninguna lagrima, solo una sensación de furia que lograría herir a cualquiera...

Yuriko: Al fin... me dejas ver tu verdadero rostro...- murmuró sujetando su arma firmemente- Un rostro que debiste mostrarme hace tiempo Kenshin... no, mejor diré, Battousai... Debiste haberme permitido ver quien realmente eras antes de permitirme traicionar mis creencias e incluso pensar en dejar mi vida como sacerdotisa...- habló con resentimiento, siendo escuchada atentamente por el hitokiri cuyo rostro se encontraba chispeado con la sangre de otros, así como sus ropas- El nombre de mi padre, el de mi familia... el de este templo ah sido deshonrado por tu causa... por tus mentiras... Fuiste tan astuto fingiendo ser lo que no eras solo para tus propósitos... Mi padre siempre fue un buen hombre que daría su ayuda a cualquiera que él creyese necesitar, y tu te aprovechaste de eso... Murió creyendo que estaba protegiendo a un hombre bueno como él.... pero en vez de eso fue deshonrado al haber muerto por proteger a un asesino!!

Kenshin: ... Yuriko...- intentó hablar.

Yuriko: No te atrevas a decir mi nombre, Battousai!!- lo interrumpió con fiereza- Ya has causado mucho daño... Había escuchado hablar del famoso Battousai el destajador... jamás hubiese creído que fueses tu... un chico que parecía tan dulce y amable... Pero escondiste tu verdadero rostro y naturaleza tras esa mascara... Podría matarte aquí mismo. Sabes muy bien que no debes tentar tu suerte, conoces mi puntería y sabes que puedo darte en el entrecejo si me lo propongo- habló con determinación- De verdad podría matare... pero mi padre no crió a una persona como de tu calaña.... La sangre no puede ser limpiada con más sangre... Me has quitado mucho ya Battousai... al protegerte, al creerte... al amarte, me has hecho mucho daño... nunca te lo perdonare...

El samurai la escuchó silenciosamente aun sujetando una pala entre sus manos. Ante el desconcierto de la sacerdotisa, este se había golpeado el estomago violentamente con la misma pala, hasta un punto en el que cayó de rodillas para poder sobreponerse al dolor. Solo necesito unos instantes para que el samurai lograse reponerse lo suficiente como para ponerse de pie, y nuevamente poder dar la cara a la mujer, cuyo semblante pareció tratar de ablandarse al poder ver el rostro nuevamente del Kenshin Himura que alguna vez, meses atrás había llegado a este templo... Del mismo con quien compartía muchas memorias... Sus lagrimas nuevamente parecieron salir a recorrer sus mejillas, pero resistió el no mostrarle ningún rastro de debilidad en aquellos momentos.

Kenshin: ... sé...- habló suavemente- sé que decir algo tan burdo como 'lo siento', jamás compensaría el  mal que eh causado aquí...- dijo con el mentón hacía el suelo- Pero en verdad... Lo siento... lo lamento tanto... El llegar aquí, jamás fue con intenciones de utilizarlos para ningún propósito... pero admito que aproveche su exceso de bondad para ocultar lo que ya no deseaba ser...  El que ustedes me aceptaran por cómo el hombre que deseo ser, fue un gran alivio para mi, me hizo muy feliz... Pero, en mi habita el alma también de un destajador... y tal parece que jamás será posible el que los dos lleguen a ser individuos diferentes e individuales... a dónde vaya Kenshin Himura, a quien conociste, siempre ira Battousai el destajador...- habló con solemnidad- No tengo excusa por haber ocultado algo tan importante que le costo la vida a tu padre... Pero sentí miedo... miedo de un rechazo como el que me muestras ahora... No te culpo, tal vez si yo hubiese confesado quién realmente fui en el pasado, tu y yo...

Yuriko: ... Eso jamás lo sabremos ¿verdad?...- dijo ocultando muy bien sus impulsos de correr hasta él y decirle que lo perdonaba, que no le importaba quien fuese si en algun lugar de su corazón seguía el Kenshin Himura que conoció.

Kenshin: No espero que algun día me perdones... Solo espero que algun día seas capaz de comprender mi situación... Te permitiría lanzar esa flecha, si eso te hace sentir mejor...- añadió al cerrar sus ojos al entregar su vida a la sacerdotisa.

Yuriko pareció tentada a dejar escapar aquella flecha en la que todo su dolor y disgustos irían... Sus ojos se encontraban llenos de confusión, tantas eran sus emociones que no le permitían pensar claramente... Sus dedos parecían desistir para dejar escapar aquella flecha... Y aunque ya en su corazón hubiese destruido cualquier laso de unión emocional con él... aun existía algo en su inconciencia que no se lo permitieron...

El sonido de una flecha al ser disparada fue captado por el samurai quien como había prometido no se movería... Pero pasaron los segundos y no sintió ningún clase de impacto. Abrió sus ojos levemente, solo para encontrar la flecha clavada a uno o dos centímetros de sus pies en el suelo...

Yuriko: ... Solo quiero que te largues de este lugar... y jamás vuelvas aquí...- murmuró fríamente- Porque la próxima vez... juro que no fallare... Vete Battousai, sigue el camino que debiste seguir antes de haber querido poseer una vida normal que aun no mereces...

 

****** Fin del Flash Back******

 

Había sido difícil el haber mentido sobre lo ocurrido aquel día... Los cuerpos de aquellos hombres fueron enterrados por el mismo Battousai para que jamás fuesen encontrados. Ella debió hacer lo mismo con el cuerpo de su padre, y después de ello intento reanimarse y poner sus esfuerzos por regresar a la vida aquel templo, y ella misma...

Ahora entendía el porque había olvidado ese lugar... tal vez, su determinación mental fue tanta aquella vez al encontrarse enterrando aquellos cuerpos, que fue capaz de enterrar los recuerdos vividos ahí igualmente... Y solo hasta llegar a aquel sitio y hundirse en los ojos de aquella mujer, fue capaz de recobrarlos...

Kenshin: ... Gracias por ser tan atenta con mi amigo- dijo.

Yuriko: Hay buenas razones para hacerlo... Y que te haya dejado pasar aquí no significa nada...

Kenshin: Ya han pasado diez años Yuriko...

Yuriko: ¿Esperabas llegar hasta aquí y que te recibiera con los brazos abiertos acaso?- recriminó.

Kenshin: jamás fue mi intención aparecer aquí y recordar tan amargos momentos... No existen las coincidencias, solo lo inevitable, Tal vez el destino es quien intercedió para que ocurriese...

Yuriko: No metas al destino en esto... Aunque hayan pasado 10, y pasaran otros 20 no cambiarían nunca lo que me hiciste...

Kenshin: Diez años pueden cambiar a las personas... Si yo eh podido cambiar, tu también... No espero a que me hayas perdonado... Simplemente que lo hubieses comprendido...

Yuriko: ... Battousai...

Kenshin: No me llames así... por favor- pidió- Yo ya no soy Battousai el destajador... Han sucedido tantas cosas que me han permitido lograr ser solo yo... el mismo a quien conociste hace diez años... solo yo, Kenshin...

La sacerdotisa estudio sus palabras y la manera en cómo las trasmitía... Su mirada era la del mismo Kenshin Himura... aunque la idea de que en cualquier momento pudiesen cambiar por la de Battousai no le permitía caer tan fácil en confianza...

Diez años podrían enterrar el pasado, ablandar el corazón y llegar hasta la comprensión... pero era un tanto orgullosa... Y el recuerdo de su padre siendo asesinado por los casquillos no se lo permitía tampoco.

Yuriko estuvo a punto de decir algo cuando...

Iori: Yuriko-dono!!!- exclamó al haber entrado a la habitación como si hubiese sido empujado por una fuerza externa.

Kenshin sujetó al niño que contaba con algunas heridas en su espalda, cuando su vista divisó algo sumamente increíble... Un esqueleto andante!

 

Como si un hombre hubiese sido privado de su piel, músculos y cualquier tejido que rodease el hueso, era lo que tenían frente a sus ojos. Vestía ropas hecha jirones y algunos accesorios oxidados y enmohecidos, así como algunas espadas...

Yuriko: Un espíritu maligno!- exclamó al sentir aquellas fuerzas negativas provenientes de aquella criatura.

Kenshin con rapidez desenvaino su espada y con ella se defendió de aquel esqueleto que fue sobre él. Con gran agilidad logró hacer retroceder al esqueleto, fuera de la habitación.

Kenshin: Yuriko! no vayas a salir de aquí! Protege a los demás!- dijo antes de que el mismo cerrarse la puerta y la atrancara con lo que pudo, así nadie podría entrar... o salir.

 

Fue evidente que ese esqueleto viviente estaba tras él, rápidamente decidió mejor salir del templo para evitar cualquier daño posible, y para alejar el peligro lo más que se pudiese de esa criatura...

Pero cual fue su sorpresa que al salir, lo estaban esperando más de ellos... alrededor de siete, más el que lo seguía en el interior de la casa sumaban ocho. De un modo hasta organizado aquellos esqueletos ambulantes se abalanzaron sobre él, portando sables oxidados.

Aunque solo fuesen huesos, aquellos seres ejercían buenos movimientos de esgrima así como tener una fuerza como la de cualquier buen espadachín.

Su espada sin filo lograba eludir las demacradas espadas, cada vez que tenía una oportunidad golpeaba con ella duramente los huesos en el punto exacto para que se cayeran en pedazos al desarmarse. No eran nada para el portador del estilo Hiten Mitsurugi.

 

Dentro de aquella misma zona, pero en un punto en el cual los ojos de Himura Kenshin no podrían llegar, una delgada silueta se encontraba sentada en la comodidad de las ramas de un árbol, siendo espectadora de lo que ocurría.

- Oh vaya... tal parece que el gran Kenshin Himura ah caído en mi telaraña...- murmuró al estar moviendo sus dedos en los cuales algunos gruesos hilos se encontraban cubriéndolos- Bienvenido a la escena uno de mi obra de marionetas... unas marionetas que se mueren porque los acompañes al hoyo en el que los dejaste...

- Fin de Capitulo 12-

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