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La Ruta de Roma a Estambul, en bicicleta

2 -5 Agosto, 2002. Roma

He llegado a Roma el 2 de Agosto. Parece que mi bicicleta no sale por la cinta transportadora. ¿Qué es lo que ocurre aquí?, me pregunto. Todos los viajeros de mi vuelo se han ido ya, y yo sigo esperando a que aparezca la máquina.

Tras una espera más que aceptable, me dirijo a un operador, el cuál me señala una esquina del aeropuerto. Y contemplo cientos y cientos de equipajes especiales esparcido por el suelo, como si se tratara de un mercadillo, sin ningún tipo de señal. Por supuesto, mi bicicleta estaba allí.

Salgo del aeropuerto al centro de Roma, pero me dicen en el aeropuerto que no puedo ir al centro en el tren con la bici, porque no es un tren "especial" para bicis. Así que me mandan a otro tren y me hacen pagar billete por la bici. Increíble. Encima debo hacer un transbordo pero me han dicho que las bicis sí se pueden meter en el metro. Llevo a Ostience, donde me dirijo al metro para llegar a mi albergue, pero me dice el revisor que no se pueden meter bicis en el metro, que vaya al autobus que allí sí que me dejan subirlo. Empiezo a ver todo un poco surrealista, porque el metro está vacío y me parece raro que las bicis no se puedan meter en el metro pero sí en el autobús. Cojo la bici y me dirijo a la parada de autobús. Llega el autobús y no me deja meter la bicicleta, y me dice que me vaya al metro, que allí seguro que dejan. Pienso que estoy perdiendo el tiempo con estos italianos. Son las 11 de la noche, y necesito llegar a mi albergue o me veo durmiendo en la calle. Así que me acoplo las alforjas en la bici y comienzo a dar pedales por las calles de Roma.

La situación es bastante extraña, me adelantan tranvías y comienzo a ver espectaculares monumentos iluminados que sólo los había visto en las clases de Historia y Arte. La carretera me va dirigiendo al centro romano, encarrrilandome por la Vía de San Gregoria y dando de lleno con el Arco de Trajano y el Coliseo. Me quedo de piedra, como las piedras del circo.

A la mañana, tras haber dormido en el albergue, hago una revisión a la bici. La saco por las calles de Roma para ver como actúa, pero sigue teniendo los mismos achaques de Barcelona.La cadena va dando tirones. Intento forzarla para acostumbrarla al plato hasta que al final, Ooops, un eslabón se engancha en la horquilla, doblándomela por completo. Genial, la puesta a punto de la bicicleta que me hicieron en Barcelona ha sido genial. De nuevo me toca repararla.

Estoy metido en un albergue lleno de americanos. Esta gente es curiosa. Durante el día duermen y chatean, y por la noche salen de bares. A veces se les ve en el hall agarrados a una botella de vino que nunca compartirán con nadie. Me dan ganas de preguntarles si les ha gustado el Coliseo, pero creo que me dirán que qué es eso.

El 4 de agosto llevo mi bicicleta a un taller de motos , y me dice que "domenica" me lo arreglan. Ojalá sea así, porque llevo ya un día de retraso.

El comienzo del viaje, junto al Arco de Constantino, y detrás, el Coliseo

Día 1 de viaje. Roma - Alatri.

El 6 de agosto parto fin rumbo a Estambul. He salido pronto. Decido desayunar fuerte y salir desde el mismísimo Coliseo. Este será mi punto inicial. Hago la foto de rigor y me despido con un hasta luego. Durante los próximos días iré siguiendo la antigua Via Casilina, ruta romana que llegaba hasta los puertos del Sur. La salida de Roma es muy rápida. Sigo contemplando monumentos, como el acueducto.

El primer pueblo con el que entro en contacto es Labico, donde como. Tras un pinchazo solventado en media hora, sigo directo hasta Anagni. El pueblo se encuentra situado sobre un alto, y me ha costado dios y ayuda llegar. En medio de la subida he tenido una pájara importante. Anagni fue la residencia papal durante un par de siglos, y conserva un pueblo de casas historícas y un panteón cripta que se asemeja al de San Isidoro de León, con pinturas románicas de colores vivos.

Tras Anagni, fuerte bajada. A partir de aquí empiezo a notar ciertas molestias en la rodilla. He buscado un sitio para acampar en un campo de olivos, cerca de la carretera pero oculto por los matorrales. Hoy dormiré bien.

Primeras pedaladas, vista sobre el Lazio

Día 2. Alatri - Véroli

Equipo todo el material en las alforjas y comienzo a rodar bien temprano. Durante los primeros kilómetros ya empiezo a notar el dolor en la rodilla y comienzo a tener malas sensaciones. El siguiente pueblo es Alatri, encaramado en otro alto. En la parte inferior del pueblo compro algo de comida y fruta y me subo hacia la Acrópolis a recuperarme durante 2 ó 3 horas. Desde el alto contemplo todo el Lazio. Descanso bastante y parto tras una siesta. Fuerte bajada y camino. Me encuentro con un hombre con el que tengo una conversación psicodélica sobre el sueldo que se gana en Europa. Como veo que la conversación degenera bastante, sigo mi trayecto, aunque a duras penas, porque mi rodilla no me deja apenas dar pedales.

Y así, llego hasta Véroli. Es temprano, pero aquí me quedo porque no puedo continuar. Estos pueblos son muy bonitos, pero requieren de un gran esfuerzo físico para llegar a ellos, ya que están todos en alto. Esta noche dormiré en un hotel e intentaré comer bien para recuperarme en la medida de lo posible.

Durante el día me paso caminando por las calles de piedra de este pueblo encaramado en un alto. Por la noche, en la plaza del pueblo, escucho un concierto de música medieval del Piamonte. Genial.

Alatri, ciudad romana con influencia griega

Día 3. Véroli - Sinuessa

Hoy ha sido una gran etapa en todos los sentidos. Salí de Véroli, tras pasar por la farmacia para comprarme una rodillera y evitar los pinchazos que siento en la rodilla. El tiempo era amenazador aunque no llovía. La bajada desde lo alto de Véroli me pone en contacto con la carretera con fuerzas renovadas. La bajada a 50 por hora, con vistas del Lazio.

He pasado por la abadía de Casamari, he visto el claustro y me doy cuenta que hay columnas por todos los sitios. En aquél mismo lugar existía un templo romano y me doy cuenta que todos estos sitios han sido siempre sagrados.

De Casamari he seguido hasta Isola de Liri, practicamente un paseo. Este pueblo no tiene nada especial, salvo una cascada natural en pleno centro, lo que le da un toque exótico. Me llama la atención lo viejo que está todo. Desde Isola, he cogido la carretera directa hasta Cassino, muy llana y sin problemas. De camino me he encontrado con un pueblo, Aquino, que es donde nació Santo Tomás. El pueblo en general no es gran cosa pero tiene un castillo curioso y una iglesia románica hecha con retazos de monumentos romanos, y es que allí se encuentra el que se considera el arco romano más antiguo de los conocidos.

Cuando llego a Cassino....noooo! Efectivamente, no he visto lo único que se tenía que haber visto, o sea, el monasterio de MonteCassino. Pero teniendo en cuenta que está en una subida de 9 kms, que puedo ver desde el pueblo encaramado en un alto y que se me antoja psicologicamente imposible de alcanzar, me conformo simplemente con sentarme en una terraza y observar desde abajo el perfil del monasterio allá arriba. Ya tendré tiempo cuando venga dentro de 30 años en un viaje organizado.

Desde Cassino hasta la costa ha sido un viaje muy tranquilo y rural. No he pasado por pueblos, aunque he parado en una antiguas termas romanas, las de Suio, aunque ahora poco queda de ellas. Allí había un grupo de personas y les pregunté por las ruinas, pensando que habría, ya que el mapa me lo indicaba. Les pregunté de mil maneras diferentes pero no entendían. Como no me entendían uno me preguntó; ¿Pero Ud. que quiere, comer o dormir? O sea, que me han visto con cara de hambre y sueño, y es que empieza a ser ya tarde y tengo que buscar cobijo. Sigo mi camino y llego por fin a la costa pero es todo horrible, casas por todas partes, coches que inundan la carretera, atasco.... está oscureciendo e intento buscar un camping. Finalmente, con noche cerrada y luz de interminencia puesta detrás de la bici, llego a un camping clandestino a la orilla de la playa que apenas me da tiempo a disfrutar porque hay que descansar, aunque tampoco me hubiera podido ir muy lejos, porque no es muy fiable el camping que digamos.

Hoy ha sido una gran etapa, 110 kms y velocidad alta. Además, comparado con ayer, me he encontrado muy bien. A ver como me levanto mañana porque esto cambia de un día para otro.

Las primeras subidas serias de mi viaje

Despertar en un día de típico por las tierras itálicas

Aprovechando la escala tranquilidad de la carretera en mi camino a Nápoles

Día 4. Sinuessa - Nápoles

Vaya timo de camping. Me querían cobrar 15€ por una noche, en un camping donde no tenían nada, y que encima tenías que comprar fichas para ducharte. Menuda mafia. Al final me he plantado y no les quería pagar lo que me pedían. Me dicen que era el único camping donde me hubieran acogido porque era muy tarde cuando llegué y era el precio que tenía que pagar. Al final me lo han dejado en 10€, y es que aquí en Italia me timan que da gusto. Sobre todo en las tiendas noto unos redondeos que no me lo puedo creer.

Después de haber estado en el peor camping de los muchos que he visto (incluyendo zonas de acampada que no tienen ningún tipo de servicio), me pongo dirección a Napoli.

Comienzo yendo por la nacional, pero me doy cuenta que es aburridísimo y me meto a las primeras de cambio por el interior. Y es que el tráfico es muy fluido. De hecho hay escasamente 1 metro de separación entre un coche y otro. Además, los pueblos costeros son terribles.

Dada la monumental circulación sigo por el interior dirección Mondragone, donde compro fruta y embutido, y sigo dirección Cancello-Arnone y Villa Laterno. Sin historia. Walkman y adelante. A partir de Villa Laterno se empieza a vislumbrar claramente como se encuentra la situación del sur de Italia. Cientos de puestos por las carreteras con frutas y hortalizas, prostitutas con su silla campera y sombrilla al lado de la carretera, y gente pululando, sin hacer realmente nada, sencillamente estar.

Desde lo alto de la carretera se llega a Napoli, en una bajada radical de adoquines que me destroza el trasero. Voy dando tumbos y castigando la bici. Me desespero un poco por la forma de conducir los italianos. En los cruces no te ceden el paso y te cortan el camino, luego te adelantan y frenan en seco, una moto vespa con una familia entera va zigzageando hasta rozarte al adelantar... esto es demasiado para mí.

Me voy al albergue juvenil. Está en la zona Mergellina, justo al otro lado de la ciudad, pero así me da tiempo a cruzar la ciudad en bici y verla a grandes rasgos. De camino me topo con la galería Umberto I, un gran pasaje.

Llego al albergue más bien pronto, sobre las 2, y tras una ducha, salgo a descubrir Napoli. Es una ciudad que me ha sorprendido. Está en un golfo, cerrado por Sorrento, y al fondo, la "isola" de Capri. También se divise a la izquierda el Vesubio, y más allá, detrás, Pompeya y Hercolano. He pasado por la Piazza Plebiscito, con su iglesia estilo Panteón de Agripa, dedicada a San Francisco de Paula, y es que aquí la influencia Española es tremenda, ya que fui del reino de Aragón. Tras esto, un tío me quiere vender una cámara digital robada, y la verdad es que la tenía que haber aceptado para tener imágenes rodadas del viaje.

Las callejuelas son auténticas, en especial la vía Palonetto Santa Lucia. Callejuelas donde toda la gente está fuera, charlando, observando...las puertas están abiertas, y se ve toda la casa, y llama la atención que dentro de sus casas todo está en una misma habitación, la cocina con la cama por ejemplo. Luego hay imágenes de la Virgen por todas partes, con altares de materiales inverosímiles. Hay unos hechos de maneras, pero el siguiente es de PVC, y el siguiente está hecho con las paredes de plástico del cuarto de baño, y el elemento principal es sin ningún lugar a dudas, el neón, violeta hortera.

Tambien las ofrendas son importantes por aquí. En la iglesia del Gesu Nuovo, uno se encuentra ofrendas de plata en la pared, con formas de las partes del cuerpo a las que se le encomienda al santo. La sanación viene garantizada por un tal Moscati, un santo de por allí, y es precisamente en esta iglesia donde conservan todos sus muebles, y utensilios, desde su brocha de afeitar hasta ampollas de cristal. Por tener tienen su propia habitación al completo.

Y me doy cuenta de lo tradicional y religioso que es este pueblo. Curioso, ambos polos en una misma ciudad.

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