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   Milenio más abierto
Una "región abierta" sería aquella en donde cohabitan algunas diferentes etnias, razas, religiones, costumbres e historias, en donde reflexionan y discuten sobre sus tradiciones porque se sienten responsables de sus vidas y por lo tanto existe un ambiente de aprender de todas partes.

Vamos a describir una "región cerrada" como aquella en donde sus habitantes se sienten pertenecer, más o menos unidos, con similares costumbres y tradiciones, con temor a las ideas extrañas y sin ganas de aprender. Una "región abierta" sería aquella en donde cohabitan algunas diferentes etnias, razas, religiones, costumbres e historias, en donde reflexionan y discuten sobre sus tradiciones porque se sienten responsables de sus vidas y por lo tanto existe un ambiente de aprender de todas partes.

Antes, en los cinco continentes, solamente había regiones cerradas. Para los que sabemos medir el tiempo y no lo contamos, el siglo empieza en el año cero. Bien, el último milenio antes del año cero, también estuvo cerrado, salvo que a la mitad del milenio se abrió un poquito con Sócrates, Platón y Aristóteles, para volver a cerrarse. Cuando nació Jesús, todo estaba cerrado; con la paz romana, con la muralla china, por los mares inhóspitos o por que a hierro mataban. Sin embargo, la navegación por el Mediterráneo, promovió que muchos de sus puertos estuvieran relativamente abiertos.

El primer milenio empezó con ese cristianismo que parecía liberador, pero era cerrado y después acomodado dentro del imperio romano siguió cerrado. Mahoma, Atila, la Iglesia Católica tanto la de Constantinopla como la de Roma, los mayas y demás reinos de América, Asia o Africa, exigieron a sus súbditos a declararse "fieles" o morían por traición y herejía. La pertenencia y la obediencia ciega eran virtudes muy premiadas. Ese primer milenio acabó muy cerrado.

El segundo milenio para variar empezó cerrado, las cruzadas no abrieron nada, los templarios eran celadores. Marco Polo en 1295 también encerrado en Génova escribió las memorias de sus viajes a China. El descubrimiento de América fue un encuentro de mundos cerrados y siguieron cerrados. Luego poco a poco a partir del último tercio del milenio, allá por el 1650, comenzó a abrirse el mundo a punta de razón. Los jesuitas intentaron cerrar al mundo católico y casi lo logran.

El último 10 por ciento del milenio, lo vivimos en su mayor parte todavía encerrados. La Primera Guerra Mundial se desató por mantener las fuertes alianzas de nacionalismos y colonialismos encerrados. El turco, el ruso, el imperio austro-húngaro, el inglés, el francés, el americano del norte, el japonés, todos procuraban encerrar bajo sus dominios a los demás. Perdónenme pero salvo la revolución maderista y carrancista, los demás, zapatistas, villistas, cristeros y cardenistas, buscaron un nacionalismo encerrado que todavía algunos perredistas añoran.

A partir de 1946-48, el mundo caviló mucho sobre las razones de fondo que propiciaron las matanzas de la Segunda Guerra Mundial. Se empezó a ver que las banderas de conquista y expansión, el colonialismo, el nacionalismo, la conversión para salvar herejes y la búsqueda de la primacía racial causaban ferocidades. Pronto se independizaron 100 países, se fortaleció la ONU y dos hegemonías se enfrentaron. Su misma rivalidad convirtió al capitalismo en más imperialista y el comunismo purgó y creó su Gulag. Ambos cerraron al mundo. El tercer mundo por populista se engañó y agoniza encerrado. La modernidad tecnológica logró que la gente votara con los pies, de los países más cerrados huyeron a los más abiertos. Ojo, la gente no huye de las regiones abiertas hacia las regiones cerradas. Nuestro nacionalismo populista fue explotado por el PRI, nos encerramos por 70 años, hasta que el propio jugo del incesto populista olió a tepache. En este fin de milenio, el país se está abriendo más rápido que sus propias instituciones. Nadie se mete al PRI, al PAN o al PRD o a la UNAM para liberarse, pues se requiere estar dispuesto a dejar de ser persona abierta para convertirse en miembro obediente y fiel.

En el último uno por ciento del milenio, es decir de 1990 para acá, para mí, se ha acelerado la definición de regiones e ideologías abiertas y cerradas. Cuba se ve más claramente cerrada, Corea del Norte no se diga, Venezuela comienza a cerrarse de nuevo con un incesto populista. Irán, Irak, Paquistán y tantos más viven todavía muy encerrados. ¿Y México? Más abierto que antes, pero todavía con líderes pretendiendo encerrarnos otra vez más, como Marcos Guillén, Samuel Ruiz, los líderes del Barzón, líderes sindicales del PRI, líderes de la Iglesia Católica fanática, líderes de gremios amenazados con la apertura comercial, en fin, la discusión apenas comienza.

La apertura de una región tiene mucho que ver con el sentido de tu valor personal. Si no piensas que vales necesitas que tu mismo grupo te haga valer. Si piensas que vales, entonces te quieres usar a tu manera, impidiendo que otros te usen y te abusen. La apertura está ligada a la subsidiaridad, es decir, con preferir que las cosas las decidan, primero las personas, luego la familia, luego el municipio, luego el Estado. Entre más cerca a tí, la decisión es mejor. Espero que los Estados nacionales se preocupen más por la calidad de la cancha, menos por la calidad de nuestro juego vital.

Para mí, este lento avance para abrir todas las regiones tiene mucho que ver con las diferentes puertas y ventanas de la apertura. En otras palabras, la libertad se despliega a través de las antiguas puertas muy discutidas y algunas aprobadas ya, como la libertad de leer, de votar, de expresión, de asociarnos, pero también a través de nuevas puertas para lograr estas libertades. Por ejemplo, igualdad de la mujer, o en Europa si un extranjero de un país paga impuesto predial, puede ser elegido como alcalde. Ahora los mexicanos podemos tener dos nacionalidades. Los que sufren de una incapacidad reclaman utilizar todas las demás capacidades, en fin, el espacio social, se abre, se expande, se discute. Se acierta y se erra, se avanza y se retrocede pero lo importante es aprender.

Hace poco, Salman Rushdie escribió el 20 de diciembre pasado, que deberíamos tener la libertad de criticar e inclusive en forma irreverente a todas las religiones, pues respetar callados las costumbres o los dogmas implicaba cierta complicidad de nuestra parte, además, a las religiones también les convenía aprender. Decía Rushdie que el respeto se lo merecen las personas no sus ideas. Bueno ahorita respeto a Salman, pero no su idea de apertura y al hacer esto, me estoy abriendo.

La apertura da miedo, la cerrazón también; esta lucha nos va a llevar otros siglos más. Bueno, salud y discusión. Nos veremos pronto en el cielo, porque los que estamos vivos nos vamos a morir casi todos en el ya inminente siglo 21. Suerte al despedir este encerrado milenio.

Enrique Canales




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