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América Latina, los gobiernos y las masas: ¿el nuevo sujeto revolucionario?
Primera parte: Venezuela
"El pueblo hace la historia en determinadas condiciones y momentos históricos, su actividad no sólo depende de la energía de sus acciones, sino de que las condiciones para que se produzcan sean favorables en ese momento y se conquiste la victoria." Así citaban Marx y Engels en "La sagrada familia", pues sólo la clase verdaderamente revolucionaria es capaz de distinguir cuando ocupa su papel esencial en la lucha por sus intereses y por preservar las conquistas alcanzadas hasta ese momento.
En los momentos actuales del capitalismo, la fuerza de un nuevo sujeto revolucionario ha incitado a que emerja con mayor fuerza la lucha por lograr desplazar las burocracias instauradas en los países capitalistas, sobre todo en aquellos países del cono sur donde las democracias instauradas distan mucho de aquello que llamaron los romanos "poder del pueblo"; para ejemplo de ello tenemos a Venezuela, país eminentemente capitalista, considerado uno de los más ricos del continente en recursos naturales, pero que presenta un nivel de pobreza y problemas sociales que alcanzan la mayoría de su población.
El triunfo de Chávez a finales del mes de diciembre de 1999 provocó un punto de inflexión en el proceso de transformación de la sociedad venezolana que estimuló a que los sectores más reaccionarios de la oligarquía capitalista se alarmaran e impusieran frenos a la nueva presidencia de Venezuela. La estrategia empleada por los sectores más reaccionarios de Venezuela no fue la de aceptar los métodos ortodoxos y progresistas, sino la de oponerse al poder estatal. Un gobierno democráticamente constituido por la aprobación de la mayoría del pueblo no puede ser derrocado.
La redacción de una nueva Constitución que llevo al traste con las anteriores, produjo un cambio en la sociedad venezolana, pues invocó por primera vez los verdaderos derechos ciudadanos establecidos y que en la practica se harían realidad. La veracidad de sus poderes invocados y legalmente constituidos por la aprobación de la mayoría absoluta patentizó por vez primera el carácter legal y constitucional del gobierno venezolano que desde diciembre de 1999 comenzaba a dar sus primeros pasos hacia la cimentación de una sociedad distinta a la que entonces se había conocido.
Las masas populares apoyaron las nuevas reformas del gobierno de Chávez desde la aprobación de la Constitución hasta las nuevas leyes que propiciaban una mayor confianza de los sectores más humildes de la nación venezolana. La fuerza de las masas trabajadoras y su influencia en la lucha por la construcción de la nueva sociedad son indispensables para que el nuevo gobierno irrumpa con fuerza para propinar un golpe a los sectores reaccionarios de la sociedad venezolana.
Las nuevas medidas de las cuales intentó valerse el gobierno de forma honesta consistían en ir acabando con las desigualdades sociales que atentaban con los más sagrados intereses de la burguesía, que no eran los objetivos por los cuales el presidente defendería el sistema creado por los burgueses, por lo que desde un primer momento y con los procesos revolucionarios en países de tan alta trascendencia como Brasil y Argentina, el poder podía irse de sus manos y ser desplazados poco a poco por una nueva clase, que por muy humilde que fuera, tendría tal conciencia de lucha para transformar todo lo que debía ser cambiado de raíz.
La burguesía, por su historia, no puede permitir que se le desplace del poder político que por años ostenta. Debido a las nuevas reformas en el sector económico y las futuras medidas de planificación de la economía, provocó el intento de golpe de estado a la revolución bolivariana hacia el 11 abril del 2002, actos que comenzaron desde finales de diciembre del 2001, con una campaña mediática a través de los medios de comunicación, que les sirvió a la camarilla de golpistas de un eficaz cómplice, acusando al gobierno bolivariano de ser violador de los derechos humanos; pero sólo 72 horas bastaron para que los sectores de izquierda unificaran a la clase obrera y se incorporaran a la acción, y se patentizara que en las tradicionales calles venezolanas existía una brutal represión al pueblo. Apoyaban a su presidente, confinado en un sitio aún sin paradero para la opinión publica y tergiversado por los sectores de la prensa a disposición de aquellos golpistas que se llenaban la boca de proclamar 'democracia" y "justicia" por el mundo. Estos falseaban la verdad para tratar de garantizar una vez más sus intereses y desorientar al pueblo, que en rechazo al golpe asumieron por primera vez en la historia de Venezuela el apoyo a un gobierno constitucionalmente instituido y a su presidente. No bastaron los muertos y la represión en las calles en cada departamento venezolano para pacificar la movilización de la población que estaba opuesta al supuesto golpe de derecho por una 'justicia social", como se proclamaba por los medios de comunicación de derecha. Estos habían sido puestos a disposición de los intereses del "nuevo gobierno", evidentemente gracias a los recursos financieros con que cuentan.
Pero es imposible derrotar a un pueblo cuando su móvil fundamental es instaurar aquel gobierno que por decisión unánime se encuentra en el poder. La unidad es la única invencible para lograr los objetivos de una verdadera revolución. Los trabajadores y pobres encontraron en Chávez la esperanza perdida por decenios de elecciones infructuosas, y concurrieron al Palacio de Miraflores por una página más de lucha. La burguesía pensaba que el pueblo no iba a reaccionar ante el golpe y la desaparición de su presidente, que el apoyo seria total ante el nuevo gobierno instituido, pero resultó todo lo contrario. La clase obrera vivió momentos de presión, que con su actuar y fortaleza contra el golpe, logró dividir aún más a la reacción, dentro del mismo capitalismo que por años se describía inmortal ante los cambios de raíz, ante la correlación de fuerzas favorables a la clase obrera y en apoyo al aparato del Estado dirigido por el presidente Chávez.
El problema fundamental del sujeto revolucionario en Venezuela es, a nuestro entender, el logro de la unidad bajo una organización pura. Al capitalismo, con los cambios que se pretenden concebir dentro del propio sistema, y por su propia naturaleza, no le está permitido aceptar las transformaciones sociales y económicas que, por parte del gobierno revolucionario, se pretenden realizar para la clase obrera, los campesinos y los pobres de Venezuela, quienes van en contraposición a los intereses de la burguesía.
La revolución bolivariana inició un proceso de politización y de organización de las masas trabajadores capaz de emplear sus fuerzas en la construcción y transformación de la sociedad. Por primera vez se demostró la participación de las masas trabajadoras y de los pobres en la vida política del país. Han surgido organizaciones de barrio y departamentos para alinear el trabajo encaminado a defender y profundizar la Revolución. Pero lejos de asumir formas de organización para cada barrio en unión con sus intereses de clase explotada, aún falta una estructura que posibilite generalizar la lucha a todos los niveles, coordinar las tareas que le permitan al pueblo una mayor estructura de organización en su trabajo continuo, así como el fortalecimiento del trabajo coordinado que garantice en sí misma la dirección única de la Revolución en el que esté representado el pueblo y sus intereses, que por años fueros evadidos.
Por años en que ha sido oprimida, la clase obrera es la más consciente y constituye el sujeto revolucionario que emerge de la opresión a que ha estado sujeta por décadas. Pero cuando esa clase irrumpe y comprende su papel no existe forma de detenerla, hasta tanto no alcance sus objetivos. Pero el único modo de defender las conquistas y de organizar un "capitalismo humanista", como lo llamara Chávez para Venezuela (quizás una alternativa que resulte, entre tantas surgidas y ya fracasadas en el seno del sistema), es destruir toda la maquinaria del Estado que pone limites a la posibilidad del desarrollo en beneficio de las mayorías, expropiando a las minorías que las controlan y corrompen, constituyendo un proceso que por primera vez le ha aportado a las masas trabajadoras y sojuzgadas venezolanas la posibilidad de mejorar las condiciones de vida y de participar en el movimiento revolucionario encabezado por Chávez.
El apoyo a su gobierno ha sido tal que en noviembre del 2003, a propuesta de los grupos de resistencia, se llevó a cabo el referéndum revocatorio en que el apoyo del pueblo se patentizó cuando la mayoría plasmó su firma en respaldo a su presidente y a los cambios sociales en Venezuela, no obstante el actual orden de cosas que ha hecho trascender este proceso más allá de lo vaticinado por opositores y partidarios de V República.
El proyecto Barrio Adentro comenzó con un censo poblacional en el que el protagonista principal era la juventud cuajada de energía. Posteriormente siguió la llegada a los lugares más difíciles de atención médica y los servicios humanitarios gratuitos proclamados por el presidente. Se han dado nuevas reformas en la venta de los medios más importantes de alimentación para quienes no puedan pagarlos, así como las nuevas reformas en el sector de los impuestos. Hay una campaña de alfabetización, a través de la cual, por primera vez, miles de personas sin acceso a estos servicios vitales de tipo cultural y educativo, lo han tenido. Ellos son los que indudablemente han nutrido el bloque de los que apoyan al Presidente Chávez, valiente caudillo que se niega a la injerencia yanqui en América Latina.
No será el camino recorrido por los revolucionarios en Venezuela juzgado por los propios hombres que lo conforman, ni siquiera por sus adversarios. Dejémosle a la historia esa atribución natural y asumamos por fin la idea de que en este mundo de todos, o nos escuchamos todos, o habrá Revolución.
Adelante América Latina.
Réplica y comentarios a la autora: llody@fd.uo.edu.cu
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