Mi abuela decía que quien no camina por la finca, nunca la conocerá -en Cuba llamaban fincas a lo que en México llaman ranchos y en otras de nuestras tierras, haciendas-. Empleando esta máxima de mi abuela, he caminado, quizás por el tedioso camino de conocer la historia, para descifrar el angustioso presente e inquietante futuro que pone en peligro todo proyecto de comunidad en los pueblos de Nuestra América.

Comprendo que puede pensarse en un chauvinismo pernicioso al referirnos a la Revolución Cubana, haciendo énfasis en expresiones históricas de hace más de cuatro siglos: "Cuba es la llave del golfo y el antemural de las Indias." Lamentablemente, es una realidad política que hemos tenido que sufrir.

No es una frase de la geopolítica de pasados siglos, sino que es una responsabilidad presente que no podemos afrontar sin la solidaridad de todos los pueblos. La integración del pueblo-continente que es Nuestra América es algo urgente. Es un factor imprescindible para el logro del equilibrio necesario, que permita en la Tierra crear una civilización sustentada en la normativización del derecho y en la concientización de los valores de la libertad, colaboración y solidaridad. Es la única alternativa al mundo de barbarie que hacia sus formas más crueles y cada vez más cínicas nos hemos precipitado, renunciando a los valores éticos y jurídicos que había creado la civilización.

Quizás pueda parecer que este comentario no tenga relación con la serie de artículos que hemos venido publicando sobre el proceso político, del cual el actual gobierno de Cuba ha sido su consecuencia. Para comprender a nuestro pueblo, es necesario conocer su formación hace algo más de cuatro siglos -encuentro, mestización cultural y racial de ibéricos, indios y negros-. Fuimos y somos el centro de conflicto de los grandes intereses imperialistas. El breve dominio inglés creó un sector social proclive a vincular costumbres, valores e intereses a los de la potencia ocupante y a su heredera, lo que ha persistido en todo el quehacer nacional hasta nuestros días.

Recordando el dicho de mi abuela, reiniciamos el camino para conocer el proceso. En el artículo anterior nos referimos a la orden que dio Fidel Castro al Che Guevara para que asumiera la dirección de los grupos guerrilleros, subordinándolos al Movimiento 26 de Julio en Las Villas a su llegada en septiembre de 1958. Surgieron dificultades de inmediato para su cumplimiento. Primero, sus diferencias con la dirección civil del Movimiento 26 de Julio, cuyo coordinador provincial, Enrique Oltuski, no acataba la dirección militar sobre la civil, y además tenía profundas diferencias en el programa político que el Che pretendía implantar en las zonas dominadas por las guerrillas. En segundo lugar, en la provincia habían columnas guerrilleras estructuradas con una dirección firmemente establecida, y no estaban dispuestas a subordinarse a Fidel Castro.

Ante esta realidad, el Che Guevara comprendió que tenía que pactar, y se produjo el Pacto de Pedrero en la provincia de Las Villas entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario. Fue firmado por Ernesto "che" Guevara, comandante en jefe de la región de Las Villas por parte del Movimiento 26 de Julio, y por Rolando Cubela, comandante en jefe de la región de Las Villas por parte del Directorio Revolucionario.

Esto ocurría en los días finales del mes de octubre o primeros del mes de noviembre de 1958, dos meses antes del colapso del gobierno del Gral. Fulgencio Batista. Ya se habían iniciado las conversaciones de Fidel Castro con los emisarios del Gral. Eulogio Cantillo al objeto del golpe militar que derrocara la dictadura.

En razón a esta serie de artículos, he de transcribir los párrafos de interés político del Pacto de Pedrero:

"Haciendo patente la plena identificación que existe en la lucha contra la tiranía entre el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario, ambas organizaciones se dirigen al pueblo de las Villas, desde la Sierra del Escambray, donde sus fuerzas combaten por la libertad de Cuba."

"Es propósito del Movimiento 26 de Julio y del Directorio Revolucionario mantener una perfecta coordinación de sus acciones militares, llegando a combinar operaciones, donde sus fuerzas participen al mismo tiempo, así como de utilizar conjuntamente, para beneficio de la Revolución, las vías de comunicación y abastecimiento que estén bajo el control de una u otra organización."

"En la política administrativa, el territorio libre ha sido dividido en zonas que están bajo la jurisdicción del Directorio Revolucionario y del 26 de Julio, donde cada organización recaude sus tributos de guerra. En cuanto a la política agraria y la administración de justicia, el Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario están acoplando sus planes de Reforma Agraria y Código Penal."

"Estamos conscientes de nuestro deber con la Patria y en nombre de los postulados revolucionarios de Frank País y José Antonio Echevarria, llamamos a la unión de todos los factores revolucionarios e invitamos a las organizaciones que poseen fuerzas insurreccionales en el territorio para que se adhieran públicamente a este llamamiento, coordinando su acción en beneficio de la nación cubana. UNIR ES LA PALABRA DE ORDEN."

Simultáneamente al envío del Che y Camilo a Las Villas, Fidel encomendó a Pepito Argibay a crear el Frente Occidental en Pinar del Río, provincia en que las guerrillas eran poco numerosas, mal armadas y actuaban en un área geográfica que no ofrecía condiciones para este tipo de operaciones. La represión a la población en Pinar del Río era aterradora. En un solo día en el cuartel de San Cristóbal, segunda ciudad en importancia de la provincia, asesinaron a 23 personas y después esparcieron los cadáveres mutilados en toda el área. José Argibay llegaba a la provincia con las mismas ordenes de imponer la jefatura del 26 de Julio. No pudo cumplirlas, debido a las condiciones precarias de los combatientes, y los mismos grupos del 26 no aceptaron la imposición. Ante esas condiciones, Fidel Castro envió al comandante Derminio Escalona, natural de Pinar del Río, con cuatro miembros de su tropa (con ganada fama de sanguinarios). Él sometió a su mando a los diferentes grupos guerrilleros en los días finales del mes de septiembre de 1958, incumpliendo los acuerdos de Caracas y los fundamentos del Pacto de Pedrero.

En La Habana, los delegados de Fidel Castro, uno tras otro, fracasaron en su intento de subordinar al movimiento insurreccional a su dirección militar. Hasta "Acción y Sabotaje", brazo armado del Movimiento en las grandes ciudades, cuestionaba las ordenes que venían de la Sierra.

Mientras esto sucedía, Fidel Castro avanzaba en su entendimiento con el Gral. Eulogio Cantillo, el cual se consumó cuando este último voló en helicóptero militar a la Sierra Maestra para su encuentro personal. El proyecto de Eulogio Cantillo consistía en la destitución o renuncia de Fulgencio Batista y sus más allegados colaboradores, libertad de los presos políticos, reincorporar a las fuerzas armadas a los militares presos que se encontraban en el Presidio Nacional y restaurar la Constitución de 1940.

Renace el plattismo

Empresarios, banqueros y políticos electoralistas -con algunas excepciones-, corrían de sus oficinas a las de la embajada y de la embajada a sus oficinas, pretendiendo lograr la mediación del gobierno de EEUU que les permitiera disfrutar el poder. Fidel lograba dar una imagen moderada a políticos y empresarios, muy especialmente a la embajada norteamericana y al ejército; al mismo tiempo, comienza a prevenir a los grupos armados de las ciudades, afirmando que se tenía información confidencial de que se gestaba un golpe militar, el cual había que impedirlo a toda costa, porque por esa vía los viejos políticos corruptos asumirían el poder.

Por supuesto, los firmantes del Pacto de Caracas, el propio Movimiento 26 de Julio y las otras organizaciones o grupos insurrecciónales, eran ajenos a este doble juego de Fidel Castro, que él calificaba entre sus íntimos como de "brillante estrategia y táctica política".

Plattistas se llama en Cuba a los que rememorando la humillante enmienda Platt, consideran que los Estados Unidos tienen derecho de injerencia en la política del Estado cubano. El renacimiento del plattismo en los grupos económicos determinantes en el país, como los mercaderes, empresarios, banqueros y, por supuesto, los intereses vinculados a la industria azucarera, llegó a proponer en la embajada unas elecciones supervisadas por la ONU, y que EE.UU adoptara las medidas económicas y militares que permitieran el desplazamiento de Batista, manteniendo la estructura de poder que sostenía a la dictadura.

Hay dos libros que exponen muchas de las gestiones de estos sectores sociales en calidad de testigos presenciales: "Daga en el corazón" de Mario Lazo, quien perteneció al gobierno en la dictadura, y "Cuarto piso" de Earl T. Smith, en aquella fecha embajador de EEUU en Cuba.

Se acercaba el colapso del régimen de Batista. El Gral. Tabernilla, jefe del ejército, buscaba una fórmula aceptable para el embajador americano. Por otra parte, el coronel Rosell, jefe del cuerpo de ingenieros, trataba de coordinar un consenso de oficiales respetables. El Gral. Eulogio Cantillo trataba de incorporar a militares en activo, concertando opiniones acordes con lo conversado con Fidel Castro, entre ellas la reincorporación de los militares presos a las fuerzas armadas, muy especialmente al coronel Barquín, quien fuera segundo jefe de la Junta Interamericana de Defensa en Washington.

No eran éstas las únicas gestiones. Aunque aún no tengo los datos históricos necesarios, puedo afirmar que en los altos niveles civiles del régimen, se estaba conspirando para desplazar a Batista, mientras que él, divorciado de la realidad, se ocupaba de saraos y "negocios lucrativos", siempre ilícitos o sustentados en el abuso del poder.

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