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   Suecia: Euro o aislamiento
por Carlos M. Estefanía
Jefe de redacción de la revista "Cuba Nuestra"
Estocolmo

El debate sueco sobre la Unión Económica y Monetaria (UEM)

Dentro de un mes, exactamente el 14 de septiembre del 2003, se decide el destino de Suecia. El pueblo del país nórdico acudirá a ese democrático recurso que es el referéndum para decidir si sustituye su moneda, la corona, por el euro, o no.

Si los suecos votan por el euro, enajenarán su actual derecho a diseñar políticas monetarias y financieras internas, que resuelvan sus crisis (a veces en detrimento de otros países). En cambio, ganarán el derecho a participar, en igualdad de condiciones, con países tan poderosos como Francia y Alemania en reuniones de la Unión Europea donde se toman acuerdos de suma importancia económica para la región.

Un sí al euro significa un paso hacia el fortalecimiento de Europa; sería una apuesta por la universalización de Suecia. Un no acentuará la particularidad del país nórdico y significará una victoria tanto de sus nacionalistas, como para quienes se oponen a la globalización de la economía.

Entre los partidos parlamentarios decididamente favorables al euro se encuentran: Folkpartiet (orientado al liberalismo social), Moderado (liberal conservadores) y Democristianos. Enemigos acérrimos del euro son el Partido del Centro (representante de los productores agrarios), el Partido de Izquierda (neocomunista) y el Partido Verde (ecologista).

Como Suecia no es un país totalitario (aunque algunos autores afirmen lo contrario), la disidencia es permitida dentro de los mismos partidos. De tal modo, existen en cada uno de estos dos bloques, voces discrepantes que se organizan y hacen campañas públicas en contra de las posiciones de sus propias organizaciones políticas.

El caso más notable de fractura política lo encontramos en el gobierno socialdemócrata. De un lado tenemos a Göran Persson, el Primer Ministro, haciendo campaña a favor del euro, con el respaldo militante de su Ministra de Exteriores, Anna Lindh, y por el otro al Ministro de Industria y Comercio, Leif Pagrotsky, la Ministra de Cultura Marita Ulvskogs y la Vice Primer Ministra Margareta Wimber, defendiendo públicamente la no sustitución de la corona. Todo un récord para el Guinness en el tema de la discrepancia en un gobierno sobre un tema vital para el país.

El debate ha sido más que álgido, usándose en él desde los argumentos más convincentes a los recursos retóricos menos esperados: lo mismo una comparación con la Alemania de Hitler que alusiones a la Cuba de Castro.

Por ejemplo: el Partido del Centro organizó el miércoles 9 de julio un seminario sobre la UEM en Visby. Allí fue invitada la polemista inglesa Janet Bush (curiosamente apellidada igual que el presidente norteamericano), quien en su campaña contra la introducción del euro en Gran Bretaña, ha comparado el proyecto de la Unión Económica y Monetaria con el terror nazi y con los sueños que tuvo Hitler de dominar a Europa. Maud Olofsson, presidenta del Partido Agrario, comentó las palabras de su invitada, diciendo que Hitler hizo "cosas locas", que es de lo que habla la Bush cuando se refiere a la idea de construir un estado único con una sola moneda. El dictador alemán fracasó en esto y "no sería nada afortunado un proyecto que ha fallado antes".

Que en Inglaterra se utilice a Hitler para descaracterizar al adversario tiene mucho peso, pero no tanto como en el continente. Recuérdese que Gran Bretaña salió airosa de la Segunda Guerra Mundial, con la aureola de nunca haber sido ocupada por los nazis. Otra situación es la de los países del continente, implicados en alguna medida con el colaboracionismo con Hitler. El tabú de la broma con el nazismo ya se había puesto sobre el tapete pocos días antes de la declaración de Olofsson; fue con el revuelo mediático armado después que Silvio Berlusconi, recién estrenado como presidente de la Unión Europea, igualara sarcásticamente a un parlamentario alemán con el "capo" de un campo de concentración. Como Berlusconi, Maud Olodsson debió retirar la comparación entre la UEM y la Alemania de Hitler.

Dos caminos se debaten en esta nórdica parte de la vieja Europa: el que conduce a la unión y el que lleva al aislamiento. Según los resultados de una encuesta realizada por Galupp, presentados por la televisión sueca, sólo un 33 por ciento de los ciudadanos encuestados creía que Suecia debe introducir el euro; un 46% todavía se pronuncia en contra, mientras que un 21% se sentía inseguro sobre qué respuesta dar. Con tales perspectivas, cabe preguntarle a Suecia qué futuro quiere para sí. ¿Uno similar a la realidad de la que hoy gozan Canadá y Norteamérica, o la crisis e inestabilidad que todavía sufren los estados sudamericanos? ¿A dónde les podría conducir la unión o el aislamiento?

El nuevo grito debe ser: ¡Euro o aislamiento!

Réplica y comentarios al autor: estefaniaulet@hotmail.com

Para consultar otros documentos sobre el tema visite la revista Cuba Nuestra.




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