Epilogo del libro de Bruno J. Newman, Epitafios y aforismos. 21-02-2004.
Este libro es como una de esas antiguas estelas de piedra puestas en los largos caminos de China. Algunas frases grabadas en ellas, muchas veces sabias y deslumbrantes, recordaban al viajero que es mortal pero que, mientras dure su viaje, la plenitud lo puede esperar a cada instante. Le se?alaban que al pisar ese camino de tierra recorria otros caminos espirituales al mismo tiempo. Que otros han pasado por ahi y han dejado su huella. Que podemos dejar la nuestra como una ofrenda mas que puede ser compartida.
Entre estas paginas estan las estelas que Bruno Newman ha querido compartir con nosotros al cumplir uno de los ciclos de su vida. Sesenta a?os celebrados con sesenta estelas y una coda de seis epitafios. Celebra los poderes del 6, que como el 9 se escribe con el dibujo de una espiral : un circulo que se cierra pero recomienza con mayor amplitud. Como la vida a los sesenta.
Bruno pone ante nuestros ojos sus frases, sus perlas de sabiduria. Son peque?as joyas que ha ido coleccionando a lo largo de la vida como tantas otras cosas bellas e interesantes que colecciona y que de vez en cuando nos muestra a sus amigos con un placer inmenso que el vuelve compartido.
Porque si algo hace evidente este libro tan especial es que fue deseado y planeado por un coleccionista. Es obra de un amante de lo excepcional. Su impecable gusto por las formas esta lleno de reflexion. Goza y sabe.
Y aqui lo vemos gozar de la sabiduria concentrada en algunas palabras como algo que se contempla con deleite pero que tambien se puede usar en la vida. Hace que un aforismo sea un tipo de arte aplicada. Porque pensar y repensar la vida, las circunstancias de la vida, es util y necesario pero tambien es un placer. El inmenso placer de comprender. Igualmente indispensable.
Bruno lo hace ademas con un profundo sentido del humor. Es uno de los ejes de su maravillosa coleccion de asombros. Nos deslumbra (nos empuja a abrir mas los ojos) y nos alegra (dibuja en nuestro rostro esa felicidad). Y se sabe que compartir una sonrisa es uno de los actos mas generosos y al mimo tiempo es uno de los mas agradecidos.
Que el tema de la muerte vaya y venga entre estas paginas con humor creciente es algo mas que un eco de la maravillosa costumbre mexicana de la risa y la calavera. Es, me parece, una aceptacion jubilosa de la condicion humana. Y me recuerda aquel clasico dialogo mitologico entre una bella mujer griega que se niega a ser seducida por un dios. El le ofrece que sus hijos seran inmortales y que ella misma podria llegar a serlo. Pero ella le responde con un paradojico elogio de la muerte como un don del que solo gozan quienes no sean divinos. Y le dice, con humor, que mientras no haya una lechuga inmortal ella no tiene por que serlo. Y asi se niega a renunciar a ese privilegio del descanso, de gozar lo que se tiene y se desea ahora y aqui. Celebra la alegria de ser mortal. Amar la propia condicion, con sus limites evidentes quita el velo de los ojos y desencadena sonrisas .
Asi, en esta ofrenda de sesenta y seis caras, sin quererlo Bruno se pinta de cuerpo entero con seis lineas: generoso e inteligente, gozoso y jovial, tenaz y reflexivo. Todo envuelto en este libro como un instrumento perfecto para gozar y aguzar el sentido mayor: el del asombro.
Posted by ARS
at 8:05 PM MDT
Updated: Tuesday, 25 May 2004 2:09 AM MDT
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Updated: Tuesday, 25 May 2004 2:09 AM MDT
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Cada exposicion de Glenn Jampol es una experiencia, una nueva exploracion de las formas del arte. Es un artista ludico que no cesa experimentar con lo que ve y nos propone a la vista. Desde su exposicion en Berlin, abierta festivamente el mismo dia de la caida del muro, Glenn Jampol proponia una serie de rupturas con la nocion de espacio y jugaba con la percepcion de lo que esta fuera y dentro del cuadro. Como si ?derribar los muros? fuera una meta de su arte en una asombrosa coincidencia historica.
Y el pintor las repasa como si caminara sobre ellas. Pero luego deja en su propio trazo otras orillas igualmente accidentadas pero esta vez por su pulso incierto o deliberadamente resquebrajado. Lo que significa que el cuerpo del artista realiza en estos cuadros un gesto teatral, hace un ?performance? sobre el marmol de orilla a orilla: de la orilla de su piel y su pulso a la orilla del tiempo largo que se requiere para que la naturaleza afecte una roca de marmol. El artista se rebela contra esa disparidad absurda y regresa a la plenitud del instante, que es el tiempo de sus propias grietas, de sus orillas.
