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Octubre 27, 2003 2:21 PM

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De Chyo para el Mundo

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HISTORIAS RELATOS : Arriba el Perú

Autor : WILFREDO SILVA MUDARRA (CHIMBA)

EL ARCO IRIS


Una impertinente llovizna interrumpió el soleado día, interludio de aparición de un imponente arco multicolor en el cielo, maravillosa condecoración a la naturaleza, es ¡el Arco Iris!.

Juancho - joven nativo - escondido detraz de la vetusta puerta de su choza, sopla con fuerza y desesperación una botella vacia - es el secreto que le enseñaron - para espantar al Arco Iris que ha nacido en un manantial muy cercano a su vivienda.

Sólo quienes viven en la selva, saben del poder maléfico del Arco Iris. Su aparición causa mucho temor, pues cobra vida y su presencia se ensaña más contra las mujeres; por eso, los hombres en los días que llueve con sol regresan apresurados a sus aldeas, más aún, si viven cerca a riachuelos o cochas, donde nacen estos arqueados fantasmas coloridos.

La gente selvática - dice - que las cenizas es un gran repelente del Arco Iris, puñados se tiran al viento y los efectos son inmediatos.

La experiencia que vivió Pedro Chonta fue una exepción, le sorprendió una lluvia en pleno sol cuando estaba de caceria, inmediatamente regresó rumbo a casa - su retorno fue providencial - encintro a su mujer e hijos arrojando cenizas a un Arco Iris posesionado encima de su choza...que vibraba furiosamente. sobreponiéndose al miedo descerrajó varios tiros con la escopeta que traía, éste, al tratar, de huir rozó una parte del cuerpo de Pedro, hoy recuerda este hecho mirando sus quemaduras diciendo: "Ardía más que el infierno". Según afirman los Aldeanos, "el espíritu a colores" le teme a los metales.

La viuda Clara Sherade qie lavaba ropa en una solitaria cocha, un buen día el Arco Iris nació junto a ella y la preño. Su embarazo duro un año, las comadronas que atendieron el parto juran que nació un engendro parecido a una carachama acompañado de abundante agua colorida...los lugareños murmuraban que era el mismísimo hijo de un Arco Iris.

Y no le cause sorpresa que también salen de noche ¿no cree?, pues venga a vivir a la selva.

UN MADRE CONTRA UNA FIERA


La mañana es bonita, es uno de los tantos días del verano de 1922, en que el sol madruga radiante y baña con sus rayos la apacible aldea que se sitúa en la periferie de una laguna de Huatziroki - Chanchamayo. La choza de Santiago Chichipe, todavia adormecia por el nuevo despertar bosteza una tranquila humareda que emana de un fogón.Santiago a salido a trabajar a su tabacal, hay augurios de buena cosecha.

A 80 metros de la choza se oye el bullicio de unos niños que juegan, con sus hijos Pedro(9), Juana(7), y Ezequiel(6), la alegria se confunde con el trinar de los pájaros cuyos cantos reverberan en esa espesa selva; los niños hacen compañia a su madre Teresa, quien se encuentra lavando la ropa a orillas del lago, ella tararea un chimaiche de moda.

El ambiente del jolgorio se trocó bruscamente al aparecer in otorongo que con un rugido ensordecedor se lanza salvajamente sobre Ezequiel, se oye un alarido agudo, es que la fiera arrastra el niño uncido a sus fauces por el hombro derecho, Pedro y Juana gritan histéricamente, transcurren fracciones de segundos y teresa sin ninguna otra arma que su amor de madre se enfrenta al otorongo como una verdadera fiera humana y atina a decir a Pedro que llame a si Padre. El niño tiene que recorrer por lo menos 800 metros hacia donde labora Santiago, tartamudeando logra informar a su padre del hecho. de inmediato Santiago avisa a sus vecinos más cercanos, entre ellos están Montoya, De la Cruz y Delgado que junto a otros juntan siete personas quienes portando sus fusiles se dirigen al lugar de los hechos, alli encuentran a Ezequiel con un brazo desgarrado y a Juana, llorando al lado de su hermanito, no es necesario que hablen,por que el el suelo se notan las huellas de la presa que ha arrastrado el otorongo. Son grandes manchas de sangre que la tierra a absorvido como mudo testigo de la la tragedia.

Los hombres siguen las huellas, no tienen que caminar mucho por que un árbol de óje de robustos brazos, yace oronda la fiera sanguinaria; tal es la sed de venganza de Santiago Chichipe que ordena disparar los 7 tiros simultáneamente en la cabeza del otorongo, la fiera se desploma, todavia vive, se retuerce, rasga el suelo, muerde las raíces del árbol, entonces viene el segundo estruendo de plomo y todo se vuelve quietud. Al instante despanzurran al animal para extraer parte del cuerpo de su víctima, los colmillos son testigos de la frondosa cabellera de Teresa.

El día se ensombrece, los pájaros ya no trinan, en el ambiente ronda la muerte, es algo asi como si la naturaleza supiera que ha muerto una madre, una agnegada y valerosa mujer de nuestra selva peruana que a diario sacrifican sus sublimes vidas en defensa denuestros hijos.