La libertad de expresión
de Fujimori

De los años 1990 al 2000 se habla de un régimen autoritario donde los dueños de los medios de comunicación se sometieron al gobierno de Alberto Fujimori.

Una de las razones de sometimiento fue ideológica, pues los dueños de los medios simpatizaban con el modelo liberal que Fujimori implementó. Otra razón fue la política antisubversiva que aplicó el expresidente Fujimori, al ser eficaz atrajo la simpatía de los dueños de los medios.

Además muchos de los dueños de los medios como empresarios les interesaban estar bien con el gobierno de turno, de esta manera vieron la manera de obtener algún favor; estos fueron los más fáciles de manipular.

En este lapso el gobierno anterior buscó un control más rígido pero con apariencias de democracia. Por ello se cuidaron que los medios de comunicación controlados lleguen a las grandes masas (sector D y E que son los menos instruidos) y dejó a los medios de oposición que llegaran a los sectores medios tal fue el caso de La República, Caretas y el programa de Hildebrant. Cuando vió que Hildebrant era considerado ya un líder de la oposición lo sacó del aire.

El gobierno de Fujimori para continuar con sus propósitos, compró, chantajeó a los dueños de los medios de comunicación así como a periodistas. Él decidía de cuando en cuando a qué canal o conductor le concedía la bendición de una entrevista. De esta manera mantuvo parametrado a los medios de tal manera que muchos de ellos realizaban campañas a favor del gobierno.

Fujimori y Montesinos a través de Laura Bozzo convirtió el “talk show”, en un instrumento político, un operativo sicosocial, un espacio populista que buscó una clientela entusiasmada por la posibilidad de resolver sus necesidades, ilusionada con la idea de que allí tenían a una abanderada de sus derechos. Los talk shows sólo mostraron lo peor de nuestra sociedad, gente de mal vivir, pervertidos sexuales, travestis que aparecían en las pantallas contando sus desgracias.

También se utilizó la presión económica a través de la Sunat, como le ocurrió a la Clínica que atendió a Leonor la Rosa, no faltó la detención o persecución de periodistas, bajo diferentes pretextos como Gorriti (ahora en Panamá), Hildebrant (que tuvo que dejar el canal 13), Ricardo Palma de Radio Miraflores y la desaparición de Jaime Ayala, entre otros.

Fujimori se empeñó en imponer la represión y cambiar el estado de ánimo de la gente, para ello compró y utilizó los diarios chichas (El mañanero, el tío, la chuchi, referéndum, la yuca, el men, etc.) para manipular este país con fines políticos y atacar a la oposición y a todo aquel que calificaba como enemigo. La atmósfera de escándalos sexuales, de nalgas y ombligos, se convirtió en un ambiente perfecto para el ataque artero.

Los programa dominicales (canal 4 y 5), transmitían sólo temas sociales o entrevistas complacientes a Fujimori. El Canal 2, bajo la dirección de los hermanos Winter, se limitó a defender el gobierno pues sabían que si Fujimori caía entonces ellos perderían el canal. El gobierno de Fujimori tuvo de esta manera en sus manos a la mayoría de los medios de comunicación que salvaguardaban sus intereses. Las manipulaciones e intrigas se utilizó para mantener sumisos a los medios.

La obscenidad y la ignorancia que campearon en las pantallas de los canales locales fue el resultado de una época en que el poder era así. El poder político prescindió de moral y de cultura. El poder económico percibió a esa política como inevitable, necesaria, eficiente e incluso confiable.

gabeti

ir arriba