Es un proceso largo, demorado y lento, de impredecible pronóstico, si se considera la insólita mayoría de un voto que, aunque constituye mayoría legítima, puede ser desvirtuado en estrados por cualquier impropiedad.

Sin mayores elementos de juicio, lo que percibimos por las pretensiones del actual alcalde –oriundo de Boca de Pepé– y con una familia de ancestrales raíces en la región, es que la cabecera municipal debe ser trasladada a Bocas de Pepé.

Su antecesor en el cargo defiende la decisión de la Asamblea departamental que erigió a Puerto Meluk como la capital, en el acto de creación.

No vamos a cometer el despropósito de propender porque la Asamblea Departamental, a la cual entendemos se ha sometido el asunto, se pronuncie en uno u otro sentido. Lo que sí percibimos en el trasfondo de todo esto son intereses políticos de una y otra parte, para hacer prevalecer sus posiciones que no siempre se identifican con los intereses y las aspiraciones de las comunidades que integran la región.

Todo el Baudó de un tiempo a esta parte, se ha erigido como tierra de promisión, con perspectivas y proyecciones inimaginables hace algunos años. Pese a que aún no es un hecho su desembotellamiento, cada día está más cercana la coyuntura en que Puerto Meluk y Bocas de Pepé sean epicentro estratégicos del desarrollo del Choco. Por lo mismo hay que buscarle una salida racional, sin connotaciones políticas a esta divergencia.