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 EDITORIAL

Con vecinos así...

Las asechanzas contra el Chocó y sus desprevenidas gentes no tiene fin. Su privilegiada situación geográfica –que no es compatible con su pobreza y marginamiento ancestral– no ha sido óbice para que el ánimo expansionista de sus vecinos territoriales lo hagan víctima de despojos sistemáticos y de desconocimiento de sus potencialidades, cada vez que surge para sus ambiciosas clases dirigentes la urgencia de nuevas posesiones o de acrecer privilegios con desmedro a perpetuidad de lo que corresponde por lógica a nuestro departamento y a los intereses nacionales.

Está latente la oposición del Valle del Cauca al proyecto de construcción del Puerto de Tribugá, que consideran que pese a ser alternativo y complementario del de Buenaventura en su concepción, terminaría con el decurso de los años por restarle importancia a su homólogo en el Pacífico, por la bondad de sus condiciones naturales, interconexión con el eje cafetero por la vía al mar, bajos costos de mantenimiento por sus aguas profundas y atracciones turísticas sin paralelo de toda índole.

¿Cómo olvidar la pérfida y feroz embestida que, so pretexto de obtener mejoramiento del puerto de Buenaventura y obras nuevas complementarias necesarias para el desarrollo del comercio exterior, –que los chocoanos compartimos para bien del país– la poderosa y mezquina representación del Valle del Cauca haya emplazado sus baterías en el propósito de abortar la construcción del puerto de Tribugá, con argumentos fuera del contexto y contraevidencias geográficas y económicas?

¿Cómo olvidar que nuestros otros prevalentes vecinos de Antioquia, bajo el gobierno de un hijo de ese departamento –Ospina Pérez– anexó la margen izquierda del río Atrato a su departamento de origen y le procuró a Antioquia el puerto de Turbo, para procurarle una salida al mar a los suyos con la división del Urabá, que desde la expedición de las cédulas reales era territorio del Chocó?

La indefensión del Chocó es patética en todos estos episodios, y lo será aún más frente al litigio de Bajirá. Todo está dado para que el zarpazo territorial se lleve a cabo, arrebatando y cercenando una integridad étnica ajena a unos vecinos que solo persiguen obtener posicionamientos estratégicos en su afán expansionista.

Basta mirar en apoyo de esta predicción, el itinerario de este proceso de iniquidad lo que se ha cumplido hasta hoy.

La influyente bancada antioqueña obtuvo del instituto Agustín Codazzi concepto favorable a sus pretensiones de despojo.

El problema de límites, como está previsto, pasa a una subcomisión de límites designada por un presidente del senado antioqueño, donde el único chocoano es Francisco Rojas Birry. Luis Guillermo Vélez y Manuel Ramiro Velásquez son políticos antioqueños que –obviamente– se deben a sus electores en la región. Pertenecen a la bancada uribista, cuyo jefe es el presidente Uribe Vélez.

Ni siquiera Piedad Córdoba, nacida en Medellín pero con nexos políticos y consanguíneos con el Chocó y de reconocida defensa de las negritudes, fue tenida en cuenta.

El informe que rinda esa comisión, pese a la fundamentación que en la audiencia expongan el gobernador del Chocó y sus asesores, será favorable al desmembramiento del departamento, no hay que dudarlo.

Lo que sigue –a nuestro juicio– es que mediante un referendo local la comunidad de Belén de Bajirá exprese en urnas su sentido de pertenencia ante el país. Y si ello no basta, la resistencia civil.

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