CAPÍTULO 4: ERROR.
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Nubes oscuras de tormenta se levantaron amenazantes sobre el único puñado de
humanidad en la Tierra. Rayos y truenos, potentes destellos de terror, se
precipitaban al suelo predicando con anticipación el agravio que se daría lugar
en breve. A la vez, en la cima de una montaña alta, un domo gigante de color
blanco se mostraba majestuoso e imponente ante la tempestad, y aunque la
naturaleza hiciese acto agresivo de presencia, las personas que en sus entrañas
se resguardaban, eran ajenas al estruendo constante del exterior.
La
corporación G era la propietaria de dicho domo. Un selecto personal científico
de cuarenta individuos realizaba extraños experimentos en el interior de esa
construcción tanto como en el día como durante la noche; siempre al compás de
la supervivencia.
Y era en el
área subterránea del domo, en una habitación enorme con forma de esfera hueca
conocida como el laboratorio G1, donde el equipo informático y humano de la
corporación completa se dedicaban a concluir el más delicado de los proyectos
que nunca antes se hubiesen podido imaginar: el bautizado "Project
GOD".
Para la
realización del plan anteriormente citado, se requería de la mayor exactitud
posible en cada movimiento que se hacía; el material físico ya estaba dado: en
la parte más elevada del laboratorio, a veinte metros del suelo, se localizaban
diez salas de control maestro que circundaban la vacía zona central. Éstas eran
operadas por técnicos especializados para determinada labor, los cuales eran nombrados
por un número del "dos" al "cuarenta"; mientras más cercano
era la cifra asignada a “uno”, mayor era el rango y la importancia del
controlador humano. Para facilitar el trabajo a los operadores, se habían
puesto ventanas de cristal blindado para que ellos pudieran ver hacía abajo del
laboratorio cuanto evento se suscitara.
Al nivel del
piso se habían posicionado en red múltiples computadoras de igual manera, a lo
largo del redondeado muro de protección.
En el centro
del suelo se encontraba una plataforma circular, levantada por dos peldaños.
Era allí donde se realizaban los experimentos que requerían de la visibilidad y
atención máximas que el personal pudiera ofrecer.
Todos y cada
uno de los proyectos, por pequeños que estos fuesen, eran coordinados por un
sólo individuo. Aquel mismo que había fundado la corporación G. Aquel que
llevaba sobre su ser el peso del dígito "uno" en la numeración
jerárquica: el doctor Van Hells.
- A todo el
personal en función, favor de seguir con el monitoreo de impulsos neurológicos.
Números del trece al veinte, aguardar por instrucciones – hablaba un hombre
por medio del altavoz. Desde luego que, por la forma del laboratorio, toda
palabra pronunciada con fuerza producía un eco ensordecedor.
- ¡Número dos! - gritaba el vigoroso y
experimentado líder Van Hells desde la plataforma central -, ¡ten lista la
ejecución del programa principal! ¡Números cuatro y seis, preparen el programa
base! ¡Números tres y siete, inyecten el bioprograma de sincronización por vía
intravenosa, ahora!
- Programa
biológico serie SNO2... en curso. Programa biológico serie SNO2... inyectado.
Programa
biológico serie SNO2... aceptado. Bioprograma de sincronización neuronal...
insertado con éxito.
- Así se hace - murmura satisfecho el
líder. Para él, todo marchaba a la perfección.
Durante los pasados años, Van Hells se había esmerado para conseguir un
"conejillo de indias" para éste experimento. Lo habría de encontrar
en el sitio menos sospechado para cualquiera de sus colegas. Al tiempo de que
sonreía gustoso por sus logros, Van Hells topó su vista a una de dos cápsulas
criogénicas que tenía a sus lados derecho e izquierdo. Dichas cápsulas tenían
la forma de camas, hechas de metal, cubiertas por cúpulas de cristal
transparente a través de la cual se podía ver su interior. En la cápsula de al
izquierda, se encontraba descansando un hombre mayor de edad, calvo, barbado y
totalmente desnudo. En la otra, a la que la atención de Van Hells fue a parar,
se hallaba una pequeña niña de cabellos cortos y negros; de piel clara y
brillante. Sus frágiles párpados se abrieron con cansancio dejando ver sus
tímidos ojos azules, extrañamente oscuros. Un peculiar rubor apareció en las
mejillas de ella, contrastando con lo pálido que lucía su cara.
- Papi... - susurró débilmente - me siento
un poco incómoda aquí dentro, ¿sabes?
- ¡Huh! No permitas que tu desnudez te
haga sentir avergonzada. Todas las personas de éste lugar son mis amigos...
nadie te hará daño.
- ¿Qué me dices del hombre que duerme a mi
lado?
Van Hells mira de reojo al anciano dentro de la cápsula, detrás de él.
Sus pupilas despiden por si solas un desprecio aplastante.
- ¡Ah!, ¿ese? No te alarmes... es sólo
Jehová.
De imprevisto, y con paso enardecido, un hombre más aparece en el
laboratorio, luego de pasar por uno de los portones mecánicos que daban acceso
a esa área.
- ¡¡Van Hells!! - gritó con furia el
hombre, que vestía una gabardina negra -. Te he visto llegar a los extremos de
la infamia y la estupidez... ¡pero esto sin duda se lleva el premio!
- ¡David Belzencraust...!. ¡Qué agradable
sorpresa! Me da mucho gusto que hayas decidido acompañarnos en nuestra
celebración de fin de era.
- ¡No te hagas ilusiones! Sólo vine a
impedir esta locura. Pensé que habías optado por cancelar el proyecto GOD por
falta de un sujeto de pruebas. ¿Y qué he venido a ver? A un hombre demente que
ha involucrado a su propia hija en el experimento más peligroso que la
humanidad haya concebido.
- ¡Oye, oye…!. No es para tanto. Mira, en
primer lugar... la humanidad nunca ha sabido ni sabrá de nuestras operaciones.
Segundo: fue Ana misma quien aceptó colaborar en el experimento.
- ¿¡Qué dices!?
El recién llegado retira algunos mechones de su largo cabello que le
cubrían el rostro. Se acercó a la cápsula que contenía a la niña, nombrada Ana,
y le dijo con dulce tono:
- Mi niña…
- ¿Señor Belzencraust? ¡Hola!. ¡Me da
gusto volver a verle!
- Gracias. Yo... quisiera preguntarte...
¿alguien te obligó a participar en éste... proyecto?
- No. Yo quise hacerlo. Pienso aportar algo
a mis seres queridos que me han dado tanto.
- Pero... ¿acaso sabes de qué se trata el
experimento?
- ¡Aja! Yo seré la portadora de la vida.
Mi papi me lo explicó anoche.
- Y... ¿por qué quieres hacerlo realmente?
- Para ayudar a la humanidad. Ser reconocida
por todo el mundo. Para ser "alguien"... así como Ana Frank.
- ¿Tú lees Ana Frank?
- ¡Sip! Es mi libro favorito.
Belzencraust se giró hacia Van Hells. El rostro de aquel señor se tornó
enfurecido de nuevo.
- Ella... ¿lee Ana Frank?
- Así es.
- ¡Maldito idiota! ¿Tiene usted idea de
cuanto contenido triste y desalentador hay en ese libro?
- Si, lo sé. Además tengo la seguridad
plena en que... leer un tipo amargo de lectura centrada en una situación tan
adversa como la segunda guerra mundial... creará de algún modo conciencia en la
mente de Ana sobre lo que es bueno y lo que es malo.
- ¡Pero Hells! - volvió a gritar el hombre
-. ¿Qué acaso tu cerebro está tan nublado qué no ve más allá de tus narices? Lo
único que provocará esa lectura, es que la mente de Ana se corrompa. Y sabes
muy bien que un elemento debe ser puro... para así participar en el proyecto
GOD.
- ¿Lo ves? ¡Exageras nuevamente! Sólo se
necesita un 85% de pureza física y psicológica para poder ser sujeto de
pruebas.
- ¿Y piensas que Ana lo tiene, verdad?
- Apostaría mi vida a ello.
- Pues si... eso harás maldito cretino.
Belzencraust se da media vuelta y se marcha por el mismo lugar en donde
entró.
- Papi... ¿por qué el "señor
Crausti" se fue tan molesto?
- Por nada mi cielo. Lo que sucede es que
tiene celos de ti. Es todo.
- ¿Celos?
- Aja. En cierta forma... no es
importante.
- Papi... tengo sueño.
- No te preocupes. Es sólo el efecto de la
inyección que acabas de recibir. Si lo deseas puedes dormirte.
- No... Yo quiero... ver que pasa...
- Como quieras... mi pequeña diosa.
Media hora después, Ana se arrepentiría de tomar esa última decisión.
- ¡Muy bien, chicos! - anunció Van Hells
-. ¡Comenzaremos con el proyecto GOD-3! Ya no podemos esperar. ¡Recuerden!,
fallar no está permitido. ¿¡Entendieron!?.
- ¡Si
señor! - asintieron sus ayudantes desde las salas de control maestro,
mediante un micrófono que venía incluido en cada habitación; más sin embargo,
hubo uno que tenía gesto de duda aparentemente imborrable.
- ¿Conexiones neurológicas?
- ¡Listas,
señor!
- ¿Sincronización con el bioprograma?
- ¡Correcta!
- ¿Impulsos eléctricos en el sujeto 2?
- ¡Normales!
- ¿Y en el sujeto 3?
- ¡También
normales, señor!
- ¿Informe general del sujeto de pruebas
2?
- ¡Estable!
Sus signos vitales son correctos. Su sincronización es del 80%. Su ritmo
cardiaco es normal. La interconexión neurológica con el sujeto 3 es compatible.
- ¿Y del sujeto 3?
- ¡Aceptable!
Sus signos vitales están agitados levemente pero se mantienen estables. Su
sincronización es del 89%. Su ritmo cardiaco es normal. La interconexión
neurológica con el sujeto 3, como dije antes, es compatible.
- Bien - suspiró aliviado Van Hells -.
¡Prosigamos con el...!.
- ¡¡Alto!!
- habló de repente aquel hombre con el número "dos" asignado.
- ¿Qué sucede?
- Señor...
tengo una duda.
- ¡Explíquese!
- Pues
verá... he monitoreado la señal del impulso neuronal adjunto IF en el sujeto de
pruebas 3. Su porcentaje es negativo en un 70%.
Van Hells guarda silencio, con muy mal humor, ante tal descubrimiento.
- Te felicito número dos... me has hecho
dudar. ¿Qué propones?
- La
instalación en el sujeto 3 del subprograma de exploración "Ari" por
medio de impulsos eléctricos alternos, previo a la del programa principal. De
esa manera nos cercioraremos que el sujeto de pruebas 3 no corra ningún
peligro, de que esté lo suficientemente puro... sin contar a parte la seguridad
del proyecto.
- Muy bien. ¡Hazlo de inmediato!
- ¡Gracias
por tomar mi opinión en cuenta, señor!
- Dime, ¿qué no eres tú mi hombre de
confianza... el segundo al mando? Recordemos que la humanidad está en juego. Y
además...
- Fallar
no está permitido... ¿no es cierto?
- ¡Exacto!
Ahora, la prioridad del conjunto G, era la seguridad plena de que el
experimento prosperaría. Todo movimiento estaba calculado hasta por
millonésimas de segundo. La secuencia de órdenes digitales y en general el
desarrollo del proyecto hubiera salido bien librada... de no ser por un
minúsculo pero vital detalle. Número dos sería el primero en notarlo en el
monitor de su computadora en la red:
- Algo no está correcto. Las ondas
neurológicas IF en el sujeto 2 se han vuelto inestables, ¿por qué?
Mientras, en la plataforma central…
-
Van Hells... ¿me oyes…?... Van Hells...
- ¿Quién me...?. ¡Oh, eres tú!
El gran líder "uno" giró la cabeza para encontrarse con la
cápsula criogénica izquierda; justamente donde se hallaba reposando el anciano
llamado Jehová.
- ¿Qué es lo que sucede contigo sujeto 2?
- le preguntó Van Hells, fingiendo compasión -. Tú deberías estar dormido... si
no, el experimento no puede llevarse a cabo.
- ¡Mal... dito Hells! ¿Piensas
sustituirme, después de lo que he logrado con el mundo y los seres humanos?
- ¡Con qué ya estás enterado de la
situación! Mira Jeho, la verdad... ya eres demasiado viejo como para controlar
el programa GOD que se te había implantado. Lo que haremos será extraer toda la
información que hay en tu mente para mudarla a su nuevo recinto... mi hija.
- ¡No seas ingenuo! Esa mocosa nunca
tendría la suficiente fuerza mental que se requiere. Lo único que te queda...
es mantener el orden de las cosas... mi posición en la cima de la escala
evolutiva no debe ser ni será discutida. Porque yo soy el todopoderoso de esta
Tierra.
- ¡Eres un imbécil!, eso es lo que eres.
Una miserable porción del todo, que puede ser desechada, y aunque ese es tu
empobrecido destino, no lo quieres aceptar. ¡Bueno!, no es mi problema. Dentro
de poco morirás.
Número dos seguía con el monitoreo de la actividad neuronal del sujeto
2. Éste, por su parte, había dado un golpe certero a la cúpula de contención de
su cápsula, intentando romperla.
- ¡Ja! No te molestes con esos esfuerzos
inútiles. Ese cristal está blindado.
- No me provoques Van Hells... si yo he de
morir... te llevaré conmigo.
- ¿Qué?
- ¡Oh, no es posible! - "dos" se
mostraba sorprendido y alterado desde el interior de su sala de control.
Velozmente dirigió su voz por el micrófono de la cabina, para advertir -. ¡Señor Van Hells, huya! ¡El IF de Jeho es de
200%!
- ¿¡No puede...!?.
Sin esperar reacción alguna de Van Hells, el sujeto 2 destruye con
facilidad la cúpula transparente que le mantenía preso, y toma de la muñeca
izquierda a su verdugo.
- ¡Van Hells... te tengo! - reía el
anciano.
- ¡No!... ¡¡suéltame!!
Número dos vio la prensa a la que su jefe era sometido, y con la ayuda
del micrófono llamó a todos los militares de seguridad en el domo. En cuestión
de segundos, el laboratorio fue repleto por hombres fuertemente armados. La
plataforma de pruebas estaba rodeada.
- ¡Vaya! ¡Qué excelentes colegas y amigos
tienes Van Hells! ¿Por qué no les saludas con la mano para que vean tu gratitud
al venir tan puntuales?
- ¡No pensarás...!.
Con toda su energía, el sujeto dos arranca literalmente la mano
izquierda de Van Hells. La fluida sangre del hombre emanaba de su brazo roto.
Jeho sólo ríe con aún más euforia. Van Hells pega gritos de profundo dolor al
aire, al ver como su mano inerte cae al piso.
Mientras, muy cerca de ahí, en la cápsula derecha, Ana se ha quedado
petrificada al observar el sufrimiento de su padre, quien se desploma junto a
su protegido lecho metálico.
- Es nuestra oportunidad - murmura el
oficial Nielsen, líder de la brigada -. ¡Disparen!.
- ¡Aguarden, no lo hagan! - suplicó Van
Hells, sabiendo que la transferencia de datos de Jeho a Ana no se había
efectuado todavía. Pese a su petición, las decenas de militares descargaron sus
rifles en contra del sujeto 2, quien lucía de pie sobre la cama en la que había
estado reposando.
Toda oposición era inservible. Jeho detenía en el aire, a sólo milímetros
de sí, cualquier bala que se le disparaba. Finalmente, sería su turno de
atacar: formó en la punta de su dedo índice un resplandor purpúreo el cual
lanzó en forma de rayos, dirigidos con violencia al pecho de cada oficial
armado, matándolos.
- ¡No creas que me vencerás tan
fácilmente! Esas niñerías que usan de defensa no servirán en mí. ¡Tan pronto
como acabe con todos los malditos desgraciados en éste domo, me dedicaré a
destruirle cada uno de sus insignificantes miembros a la estúpida perra del sujeto
3! Aquel idiota que deseé mi puesto, deberá hacerlo, ¡sobre mi cadáver
maloliente!
Jeho estaba fuera de control. Ya tenía a la mayor parte del ejército de
seguridad a su merced. Pero en el momento preciso en que acabaría con Nielsen,
quien apenas había recargado su escopeta, el mismo Van Hells intervino con una
tacleada a las piernas de Jeho, sacándole de balance y mandándolo al suelo
contra la base de la cápsula de Ana.
Jeho vio con odio a su atacante; intentó reincorporarse para darle el
golpe de gracia, más un tiro inesperado le mandó al suelo nuevamente, evitando
su venganza. Nielsen le había disparado con su escopeta, atravesándole el pecho
limpiamente. La sangre coagulada del anciano mojó la cúpula protectora de Ana.
Nielsen se acerca paso a paso hasta tener el cuerpo moribundo de Jeho
debajo de sus pies.
- ¡Tú... mataste a mi familia! Durante
años me enseñaron a creer en ti y a venerarte. Todo era mentira. No eres bondad
pura... ¡sino maldad!
- Bueno chico... ¡cof!... perdóname por
desilusionarte.
- ¡Desdichado! - Nielsen se tornaba
abatido. De pronto, con sublime resignación, volteó a mirar a la pálida y
estática Ana... el sujeto 3... La personita que lloraba por inercia, dentro de
su cápsula de cristal -. Mi niña... mi nueva diosa... si resultas igual o peor
que éste bastardo... yo te juro... ¡que quedarás como él!
Uno, dos, tres disparos; la pena de Nielsen había sido consumada al
eliminar a Jeho.
Cuatro, cinco, seis disparos; Ana resentía cada golpe. En ese momento,
no era el anciano quien recibía los impactos, sino ella. Y es que, las gráficas
y los movimientos en la computadora de número "dos" no fallan.
- ¡Señor,
los registros muestran un incremento de impulsos IF en el sujeto 3! ¡Superan el
400%! >>
"Ahora todo es calma. Abro los ojos, pero el lugar donde me
encuentro no me es familiar. Siento calor; un cuerpo me está brindando su
calor. Por dentro estoy tranquila, pero a la vez tengo ansiedad; un terrible
sueño me ha estremecido. Cierro los ojos, me convenzo de que nada ha sido real;
ni la muerte, ni la tristeza, ni la venganza... ni los gritos, ni los disparos.
Pero si es así, ¿por qué aún me tiemblan las manos?, ¿por qué insisto en tener
miedo? Porque quiera o no, estoy hecha para sufrir. Mi vida está programada
para sufrir. Yo soy el sufrimiento de todos... y el mío.
Mi nombre es Joana... y está es mi vida... la vida que he creado para
mí. Y pase lo que pase, sin importar lo traumática que pueda resultar ni que
tan ruda pueda parecer; a pesar de todo lo que he visto, vivido y lo que tengo
por vivir, aún pienso que la gente es buena en su interior."