Londres, 15:33 hrs.
Samantha, londinense de nacimiento, debia admitir que
estaba desconcertada. La dirección acerca del primer hombre en su lista, el
único que vivía en Londres, era un poco extraña: 2B Cagliostro Street W.C.1. Se
preguntaba dónde diablos caía eso de Cagliostro Street. Un nombre poco común
para una calle, y además, si los expedientes que había en el disco eran
ciertos, esa callecita desconocida albergaba a uno de los hombres más
extraordinarios de Inglaterra.
Cansada de dar vueltas por Russell Square, Samantha se dirigió a una pequeña
tabaqueria y le preguntó al encargado cómo podía llegar a Cagliostro Street.
-Vaya -el viejo se frotaba la barbilla con la mano, en un gesto de franco
desconcierto-, tenia muchos años que nadie preguntaba por esa callecita. Y no
me extraña. Es una de esas calles que se esconden una detrás de otras, y cuya
entrada puede uno pasar de largo si no va atento, ya que está casi tapada por
los comercios de Lamb's Conduit Street. No hay en ella más que casas viejas y
húmedas. Siga usted caminando derecho y entre la carniceria de Rohson y la
papeleria de Skinner está la entrada.
La muchacha agradeció al viejo y salió en busca de la entrada. Efectivamente
estaba en donde la habia descrito el anciano, y nadamás entrar comprobó lo que
decía. Después de la entrada tan estrecha la calle se abria a una anchura mucho
mayor, y acababa a unos ochenta metros en un paredón de ladrillo. El aspecto en
general era de abandono y frialdad, pero había algo más, una ligera sensación
de irrealidad, algo que iba muy acorde con la misión de la chica.
La casa que tenía el número dos era tal vez la más vieja y arruinada de todas.
La mamposteria se desgajaba tan sólo con pasarle los dedos encima, los ladrillos
parecían estar hechos de migajón, y las ventanas estaban rotas o llenas de
mugre. Samantha tocó con insistencia el timbre hasta que apareció un vejete
pequeño y de manos nudosas, que tenía todo el aspecto de haber sido sacado de
un profundo sueño. Samantha se disculpó cortésmente y le dijo que buscaba al
inquilino del piso superior.
-Ah, así que busca a ese joven chiflado. Pase, y toque la puerta. Lo más seguro
es que lo encuentre ahi ahora, pues me parece que no se dedica a nada más que
estar holgazaneando ahi todas las tardes y fumar cigarrillos como una chimenea.
Samantha subió las escaleras con decisión y tocó la puerta. Se sorprendió de la
solidez de la casa por dentro, a pesar de su aparente debilidad por fuera. El
pasillo donde estaban las escaleras estaba iluminado por un tragaluz bastante
mugroso, lo cual le daba un aspecto casi medieval a esas escaleras en
penumbras.
Nadie abría. Demonios, esto es ridículo, comenzó a pensar Samantha. Iba a
regresar a Thames House y le iba a restregar el disco en la cabeza al viejo M.
Ya se daba la vuelta cuando una voz muy adormecida le dijo desde adentro
"adelante".
Samantha abrió la puerta con cuidado. El interior esta iluminado con una luz
muy tenue que se filtraba por otro tragaluz más sucio que el anterior, y por
unas velas que arrojaban una luminosidad suave y de tonos malva. Un enorme
ventanal tapado con unas gruesas cortinas apenas dejaba pasar la iluminación
mortecina del atardecer. Al principio Samantha no distinguió a nadie en el
apartamento, hasta que un adormecido "¿Quién es usted y qué desea?"
hizo que dirigiera su vista a un extremo del ventanal, donde en la penumbra
apenas se podia distinguir un sillón grande y de aspecto antiguo, y sentado en
él a un joven con gafas, cabello negro y ligeramente alborotado, que sin
embargo dejaba entrever en su frente una cicatriz en forma de rayo. Tenia un
cigarrillo en camino a la boca, y una varita de madera en la otra mano. El
joven repitió su pregunta:
-¿Quién es usted, y que desea?
-El señor Potter, supongo. Mi nombre es Samantha Behrens, diplomática al
servicio de la agencia de inteligencia británica, MI5. Y vengo a reclutarlo a
usted, señor.
Potter la observó con detenimiento unos segundos. Sin pronunciar palabra, se
metió el cigarrillo entre los labios, pronunció algo en voz baja y una pequeña
flama brotó de la punta de la varita. Encendió su cigarrillo y agitando la
varita como si fuera un cerillo para apagar la flama, se volvió nuevamente a su
visitante.
-¿Y para qué desea el MI5 reclutarme? Y tome asiento en esa poltrona, que no es
educado que una mujer hable estando de pie.
-Gracias, Sr. Potter. Usted -dijo Samantha mientras se acomodaba-, joven, ha
vivido experiencias más allá de lo que la gente llamaría normales. Usted es un
mago, uno de los mejores que hay. La gente común y corriente, lo que ustedes
llaman "muggles", no sabe de su existencia. Pero nosotros si lo
sabemos, joven. Y ahora, el mundo necesita a alguien como usted.
Harry agradeció el cumplido con una ligera inclinación de cabeza, pero su
rostro dejaba traslucir que necesitaba más información. La chica le pidió un
cigarrillo y tras encenderlo y dar una bocanada, continuó hablando.
-En 1991 usted entró al Colegio Hogwarts de Magia y Hechiceria. Durante toda su
estancia en ese lugar tuvo que soportar la carga de ser el ÚNICO sobreviviente
de las matanzas perpetradas por un mago tenebroso llamado Lord Voldemort. Dicho
mago lo acosó durante toda su vida estudiantil, hasta que finalmente logró
derrotarlo en el último año. Sin embargo, en medio de la pelea...
-Mi mejor amigo murió, por una negligencia mía -Harry bajó la cabeza, su voz
sonaba extrañamente tranquila-. Y su novia, mi mejor amiga, me dejó de
considerar amigo suyo desde entonces, ya que, bueno, tiene razón al considerar
que en parte fue culpa mía la muerte de Ron. Sin embargo, no veo por qué tiene
usted que recordarme todo eso. Le pido que vaya al punto.
-Bien, señor Potter. Inglaterra, y tal vez el mundo, necesitan de sus
servicios. Necesitamos un grupo de... agentes... que cuenten con
características especiales, y usted es uno de ellos, señor. Además, creo que le
servirá para salir de este estúpido retiro autoimpuesto por algo que
evidantemente no fue su culpa. Hizo lo mejor que pudo, y no tiene por que
seguir ocultándose de esta forma.
Samantha había alzado la voz levemente. Harry levantó la mirada nuevamente.
Samantha pudo leer en sus ojos una gran tristeza, producto de una vida difícil,
sin padres, sin parientes, ahora sin amigos... estaba segura de que se iba a
negar.
-¿Para qué? -preguntó finalmente Harry.
-Me temo que esa es información confidencial -dijo Samantha intentando mantener
su voz en un tono neutral, ya que evidentemente había despertado el interés de
Harry-. Ni siquiera a mí se me ha permitido conocer exactamente eso. Sólo se me
ha encargado reunirlos.
Harry miró a Samantha a los ojos. Sus ojos de un verde brillante en la penumbra
de ese apartamento casí parecían brillar como llamas. Bajó la mirada nuevamente
y pareció estar meditando profundamente en lo que le acababan de decir. No le
tomó mucho tiempo. Levantó el rostro, su mirada despidiendo ahora una luz
incluso más intensa que antes, y una leve sonrisa habia aparecido en su cara.
Dió una chupada al cigarrillo y se levantó, extendiendo la mano hacia Samantha.
-Bueno, soy el primero en su tripulación, aunque aún estoy en ceros en cuanto a
este asunto. Sin embargo, mi instinto me dice que será emocionante. Además...
tiene mucho que no ejercito mis habilidades contra las artes oscuras.
"Bond tenía razón", pensó Samantha. "Estos sujetos viven para la
emoción".
-Bien, señor Potter...
-Harry. Llámeme Harry.
-Harry, entonces. Necesitamos ir a Escocia mañana mismo a buscar a otro
de sus futuros compañeros. Lo veré en King's Cross a las 11 de la mañana, si no
tiene inconveniente. Y se me olvidaba... por supuesto que usted no estará sin
remuneración.
-Bueno, ya decía yo que algo faltaba. Ahí estaré.
-Bien -dijo Samantha mientras se levantaba-, entonces hasta mañana, sr. Potter.
-Hasta luego, y... hmmm... no se preocupe del tamaño del compartimiento. Yo
viajo ligero.
Samantha miró pensativamente a Harry. Sonrió levemente y salió, contenta por
haber encontrado y reclutado al primero de los extraordinarios.
***
Al día siguiente, estación
King's Cross, 10:50 de la mañana...
Samantha esperaba en el andén. El habitual frio invernal londinense casi
desaparecía dentro de la estación, entre el vapor de las máquinas y la cantidad
de gente que habitualmente se encontraba ahí. Envuelta en su abrigo negro,
Samantha tenia una ligera inquietud. Por lo que sabía de los magos, éstos
solían ser a veces descuidados en sus apariciones en el mundo no mágico. A
veces se aparecían volando en escobas o carros, y solían llevar capas y
sombreros extraños. O aparecían de la nada. pero afortunadamente Harry no era
así. Samantha lo vió aparecer por el extremo del andén con un viejo maletín que
llevaba su nombre a un lado en letras doradas. También su vestimenta era
bastante normal. Tal vez sólo ese abrigo amplio que llevaba y que parecía más
una capa o túnica era lo más llamativo de su vestimenta.Unos pantalones negros,
zapatos bastante gastados y una bufanda negra extremadamente larga completaban
su vestimenta. Harry sonrió amistosamente.
-Buenos dias, Samantha.
-Buenos dias, Harry. Es bueno ver que no te apareciste o hiciste algo extraño
como acostumbran los magos.
-Vivir entre muggles tiene sus ventajas, Samantha. Me parece que hay un poco de
tiempo para un cigarrillo antes de subirse al tren, ¿No crees?
Samantha entornó ligeramente los ojos cuando vió, antes de que pudiera hacer
nada, que el mago prendía su cigarrillo con la varita. Sin embargo, toda la
gente que estaba alrededor estaba tan ocupada de sus propios asuntos que su
preocupación estaba plenamente injustificada. Harry la miró soñadoramente a
través del humo.
-¿Y a quién vamos a buscar, si es que se puede saber?
-A un tipo llamado Duncan Mcleod, el cual se supone que es...
-Inmortal. Yo también he hecho mi tarea, Samantha.
-¿Cómo lo sabes?
-Bien, en el colegio al parecer les gusta saber acerca de todo lo que esté
fuera de lo normal, tanga que ver con la magia o no. Y los inmortales ocupan
una buena porción de los archivos del colegio, y este tipo McLeod al parecer es
bastante destacado entre ellos. De cualquier forma, no son ellos los únicos
inmortales. Hay de otros tipos, pero ellos al parecer son una especie de raza o
algo así.
Samantha enarcó las cejas, evidentemente impresionada. ¿Cuánto más sabría este
muchacho acerca de los Inmortales? ¿Sabría de la existencia de los
extraordinarios? ¿Tenía en realidad alguna idea acerca de lo que se estaba
metiendo? Sin embargo, un pitido del tren la sacó de sus cavilaciones.
-¡Pasajeros a Glasgow, aborden! ¡El tren esta a punto de salir!
Harry tiró su cigarrillo a la vía y subió detrás de Samantha. El MI5 les había
resevado un compartimiento, y se sentaron. Harry se acomodó, sacó del maletín
un periódico y prendió otro cigarrillo. Samantha lo contemplaba aburridamente,
y casi inmediatammente la invadió un sopor. Sin embargo, sólo dormitaba, ya que
Harry a ratos le hacía un comentario sobre algún artículo y además el humo de
su cigarrillo le impedía dormirse. El tiempo pareció volar hasta que finalmente
a eso de las 11 de la noche el tren llego a Glasgow. Como era demasiado tarde,
decidieron hospedarse en un hotel y salir a la mañana siguiente a buscar a
McLeod. Sin embargo, a las doce y media y completamente sin sueño, y pensando
en qué extraño era todo ese asunto, Harry decidió bajar al bar a tomar algo.
El bar del hotel tenia un ambiente acogedor, y Harry saboreó la cerveza en la
barra, pensando en el pasado, como era su costumbre cuando estaba solo y tenía
tiempo para pensar. Bueno, al parecer ya estaba de nueva cuenta metido en una
aventura más. Ya lo extrañaba. Desde aquel día en que finalmente derrotó a Lord
Voldemort, prácticamente no había hecho nada. La muerte de Ron era un peso
demasiado grande para él, tanto, que había incluso rechazado el trabajo de
Auror para el ministerio y un puesto en Hogwarts como profesor de Defensa
contra las Artes Oscuras. Por un tiempo, una depresión terrible se apoderó de
él. Cómo había logrado sobrevivir esos cinco años era algo que no comprendía.
La cabeza le comenzó a doler. Decidió terminar su cerveza y subir a su
habitación. Si no hubiera estado tan absorto en sus pensamientos, habría notado
que dos figuras vestidas con gabardinas negras lo observaban desde la calle.
***
-Ésta debe ser la casa.
-¿Estás segura, Samantha? A mi me parece que esto está en desuso desde hace
algún tiempo...
-¿Debo recordarte cómo parece estar tu departamento?
-Buenooooo... ¿qué te parece si mejor entramos? Alohomora.
La cerradura se abrió en cuanto Harry pronunció esas palabras y apuntó con la
varita. Entraron sin hacer ruido, Harry con la varita alzada y samantha detrás
de él, los ojos atentos a cualquier peligro. Subieron unas escaleras, y
entraron en la primera puerta.
A Harry le pareció haber entrado en algo muy parecido a un Dojo de artes
marciales, sólo que un poco viejo. Los amplios ventanales estaban cegados en
ciertos puntos con pintura, y la duela estaba en algunos lugares bastante
maltratada. Un costal de boxeo colgaba por allí, y había algunos cuadros con
letras orientales en las paredes. Sin embargo, lo más sorprendente era una
especie de altar que tenia un gran número de espadas: espadas medievales,
katanas japonesas, enormes espadas escocesas, hermosas espadas toledanas, dagas
indonesas, espadas chinas con borlas brillantes, florines de esgrima, sables
ingleses... el inmortal que vivía ahí sin duda debía ser bastante fuerte, ya
que sin duda la gran mayoría de esas espadas pertenecían a sus enemigos caídos.
-Este tipo sin duda alguna debe ser muy bueno con la espada. No puedo creer que
tenga todas estas -murmuró Harry embelesado, contemplando algunas de las
hermosas piezas que ahí había.
-Si, y no me gusta que las toquen.
Samantha y Harry voltearon inmediatamente. Frente a ellos estaba un hombre alto
y moreno, que vestía una chamarra negra y cuyos ojos oscuros tenían una mirada
altamente penetrante. Además, tenía una Katana en la mano, aparentemente listo
para lanzarse contra ellos y rebanarlos en pedazos.
-Duncan McLeod, supongo... mi nombre es Samantha Behrens, agente al servicio
del MI5, y este muchacho es Harry Potter, y su profesión no le interesa por
este momento. Estamos reuniendo a un grupo de agentes con características...
especiales, y usted es uno de los elegidos, señor.
-¿Características especiales? ¿Qué tengo yo de especial?
-No intente engañarnos, Sr. McLeod. Usted es un inmortal, uno de los más
famosos entre ellos. Y uno de los últimos que quedan, además.
-¿Cómo saben todo eso? ¿Acaso son guardianes?
-Nosotros no somos guardianes ni nada... pero tenemos nuestras propias fuentes.
Sr. McLeod, su país, y tal vez el mundo, lo necesita. Usted no puede negarse a
ayudarnos.
McLeod los miró fijamente por unos momentos. Súbitamente, atacó con su espada.
Sin embargo, antes de que le cortara la cabeza a Samantha, una sola palabra le
llegó a los oídos.
-¡Scutum!
Duncan se sorprendió al sentir cómo su espada chocaba con una barrera
invisible. Y lo más dorprendente de todo era que aquel muchacho desconocido
sólo había levantado su mano, en la cual sostenía lo que parecía ser... una
varita mágica. Duncan retrocedió un paso, adoptando su guardia y nuevamente encaró
a los intrusos.
-No sé cómo hiciste eso, chico, pero no lo volverás a hacer.
-¡No! Escuche, nosotros no venimos a pelear con usted. Lo que ella ha dicho es
verdad. La agencia de inteligencia británica nos está juntando para hacer
frente a una amenaza desconocida. ¡Usted debe de escucharnos!
Duncan los miró por unos instantes. Parecía estarlos midiendo, tratando de
encontrar una falla. Finalmente, sin bajar la espada, preguntó:
-¿Qué garantía tengo de que no tratan de engañarme?
Harry volteó a ver a Samantha. Ciertamente él no le había preguntado eso a la
agente, pero la sinceridad que pudo leer en sus ojos y en sus palabras lo
habían convencido. Sin embargo, el hombre que tenian frente a ellos parecia
necesitar pruebas más sustanciales.
-Ésta es mi identificación -dijo Samantha sacando de entre sus ropas su carné
del MI5.
Duncan bajó la espada sin dejar de mirar a Samantha y Harry. Leyó brevemente
los datos, y levantó la vista nuevamente.
-¿Y qué hay del chico?
-Yo soy uno de los reclutados. Mi nombre ya te lo dijeron y soy... un mago.
-¿Un mago? ¿Y qué haces? ¿Atacas a la gente con conejos o algo así?
Harry enrojeció levemente, pero apuntó su varita al costal de boxeo y gritó ¡Everte
Statum!
El costal salió despedido dando vueltas, y cayó pesadamente en el suelo. Harry
se volteó con una sonrisa pequeña y pícara hacia Duncan.
-ASÍ es como atacamos los magos.
Duncan miraba desconcertado a Harry, luego el costal, y luego a Harry
nuevamente. Finalmente enfundó su espada y miró a Samantha.
-Bien, tenemos que hablar entonces. ¿Gustan un té?
***
Durante las dos horas
siguientes, Duncan conversó con Samantha y Harry acerca de el equipo. Ambos se
enteraron de varias cosas, especialmente la historia de la liga y Samantha puso
al tanto a Duncan que el objetivo todavía era confidencial, hasta tener a todos
los miembros juntos. El mago y el inmortal estaban sorprendidos de los
conocimientos que tenía el MI5 acerca de sus respectivos mundos, que tan lejos
estaban de la vida de los seres comunes y corrientes en el planeta.
-¿Y cómo es que logran ustedes enterarse de todo eso? -preguntó Duncan
intrigado.
-Eso, sr. McLeod, es completamente asunto del MI5. Ahora, caballeros, si les
parece podemos platicar acerca de nuestro siguiente movimiento.
"El siguiente sujeto que debemos reclutar está en Francia. Mañana mismo
debemos regresar a Londres, y el MI5 nos proporcionará transporte. Debemos
estar en Paris el jueves por la mañana, comer, y buscar a este sujeto por la
noche."
-Y, ¿cuáles son las habilidades de este sujeto? -Duncan se mostraba cada vez
más interesado.
-Bien, según mis archivos, su nombre es Lestat de Lioncourt, y es un vampiro
con más...
-¿Vampiro? ¿Vamos a hacer equipo con un vampiro?
-Así es, Mr. McLeod. Y ustedes dos serán os encargados de vigilarlo.
Harry y Duncan se voltearon a ver, ambos con expresión de "Bueno,
diablos". Duncan suspiró y se volvió nuevamente hacia Samantha.
-Entonces, ¿Mañana a Londres y de ahí hacía París?
-Exacto. Suficiente charla, caballeros, preparemos nuestras cosas y vámonos a
la cama.
**
Detroit, 22:53 hrs. -¿Éste es el lugar, Fox? -Preguntó una
joven de cabellos castaños y hermosos ojos azules.
-Si, esoty seguro que aqui es. Y te agradezco que hayas aceptado unirte a esto,
Jill, pensé que quizás estuvieras muy ocupada con todo ese asunto de Umbre...
-Nah, no te fijes en eso, Fox. Después de todo, la promesa de mejor equipo y
una cura definitiva para los virus que causaron todo aquel alboroto son
suficientes para asegurar mi lugar en el equipo, por no hablar de la
remuneración económica.
Jill sonrió levemente. Vestía Jeans, botas café oscuro, una camisa blanca con
cuello de tortuga y un abrigo azul oscuro. Fox la miró pensativamente antes de
contestarle.
-Parece que todas aquellas aventuras te han endurecido, ¿no es así?
-Bueno, "Spooky", yo diría exactamente lo mismo de ti.
-Ésa es la razón por la que estamos aquí, Jill. Y creo que aquí llega otra de
nuestros futuros compañeros.
Hacía ellos iba caminando otra chica, aparentemente un poco más joven que Jill,
de estatura mediana y cabellos café oscuro. Iba envuelta en una larga gabardina
negra, lentes oscuros redondos, y, alrededor de un cuello que parecía cincelado
por la mano de un hábil artista, una gargantilla con una cruz plateada.
Caminaba con gran seguridad y cuando llegó frente a Jill y Fox se quitó los
lentes lentamente y unos ojos profundos los miraron inquisitivamente.
-Supongo que ustedes son el agente Fox Mulder y la teniente Jill Valentine.
-Correcto. Y tú debes ser Mathilda, ¿no es así?
-Si. Ahora, vamos a los negocios. He llegado hasta este lugar con muchos
problemas, así que espero una buena explicación y principalmente una buena...
compensación.
-Bien, entonces desde el principio. Tú eres la mejor asesina del mundo.
Quedaste huérfana y sin hermanos a la edad de doce años, cuando fueron
asesinados tus padres por órdenes de un jefe policial corrupto. Te recogió
entonces un asesino llamado Léon, uno de los mejores en el negocio. El te
entrenó durante un tiempo, y a pesar de que cuando murió tu entraste a la
escuela, tu ya tenías dentro la semilla para convertirte en asesina. Dejaste la
escuela, entrenaste duro, y con el tiempo te convertiste ni más ni menos en la
mejor.
"Sin embargo, te quedaste con un muy particular código de honor. Sólo
asesinas jefes de la mafia, asesinos, criminales en general. JAMÁS mujeres o
niños. Bien, esa es la razón por la que estás aquí. Si aceptas unirte a la Liga
de Caballeros Extraordinarios, podrás erradicar mucha basura con piernas, claro
que no se te dejará sin paga..."
-Un momento, amigo. ¿Cómo es que saben todo eso? Yo soy muy cuidadosa con mi...
profesión.
-Tenemos nuestros medios, Mathilda. Entonces, ¿Estás dentro o fuera?
-¿Sólo nos dedicaremos a eliminar escoria entonces?
-Sólo eso, prometido.
-Bien, tomando en cuenta la paga, la naturaleza del trabajo y las cosas extra,
digamos, el hecho de que nos vamos a enfrentar a cosas que según ustedes nunca
he visto... cuéntenme dentro.
Fox sonrió y estrechó la mano de Mathilda. Realmente no había sido tan difícil
convencerla. La paga, y el hecho de vivir aventuras fuera de lo común sin duda
habían sido un gancho excelente.
-Siendo así, bienvenida a la Liga de Caballeros Extraordinarios. Si, el nombre
suena raro, pero así se ha llamado el equipo desde el siglo XIX, y no podemos
hacer nada por cambiarlo. Ahora, vamos a buscar a nuestro ultimo miembro. Te
cité aquí porque ésta es su área de operaciones y afortunadamente está cerca,
así que vámonos. Por cierto, es de esperarse que tengamos algunos... problemas,
así que preparen sus armas.
Mientras caminaban, al igual que Harry y McCleod hicieron con Samantha,
Mathilda interrogó a Mulder, queriendo saber un poco más acerca de la
naturaleza de las misiones del equipo. Mulder simplemente le contestó que, como
el nombre del equipo indicaba, todo lo que se relacionaba con ellos era
extraordinario y fuera de lo común. Mathilda ya no preguntó más y en pocos
minutos llegaron a un edificio de aspoecto viejo y casi abandonado, de no ser
por un pequeño punto de luz que se escapa por un ventanuco que estaba casi al nivel
de la calle. Mulder se acercó sigilosamente a dicho ventanuco, miró el
interior, volvió a sonreír y le hizo señas a sus compañeras para que se
acercaran.
-Sí, éste es el luger señoritas. Ésos idiotas que ven allá adentro son algunos
jefes criminales que escogieron este lugar para reunirse porque piensan que
nuestro hombre no los va a encontrar aqui. Creo que se equivocan seriamente.
-Entonces, ¿estamos buscando a una especie de vigilante?
-Así es. Y creo, que ya ha de estar por aquí.
Mulder estaba mirando un cuervo, el cual graznó sonoramente y se posó sobre un
contenedor de basura. Un cuervo grande y de un negro brillante, con ojos
brillantes como linternas.
-Vaya, llegó temprano -dijo Mulder alegremente-. Vamos a la puerta principal, y
en cuanto oigan disparos y gritos, nosotros también entraremos.
Mientras ellos se movian a la entrada del cuarto, en el interior los jefes de
cuatro grupos criminales deliberaban acerca del pequeño problema que tenían con
un vigilante misterioso.
-Señor Franchetti, nosotros francamente no creemos que...
-Señor Okada, esto es un problema muy serio. Nosotros representamos los cuatro
grupos más importantes de esta ciudad, y ahora nuestros territorios se han
reducido bastante debido al idiota ese llamado "El Cuervo". Esto, caballeros,
no puede seguir así. No podemos matarnos los unos a los otros en estos
momentos, debemos unirnos y acabar con esa amenaza.
Okada, García y Rushkov miraron a Franchetti. Desde hacía casi una década, un
hombre misterioso conocido sólo como "El Cuervo" había aterrorizado a
toda clase de criminales en Detroit. Él no sólo se dedicaba a exterminarlos,
sino que además lo hacía con tal lujo de violencia, y hacía gala de una fuerza
y habilidad tan sorprendentes, que muchos pensaban que no se enfrentaban a un
hombre, sino a una especie de demonio. Algunos pensaban que era un loco, otros
que era un grupo criminal con extraños ritos. Y otros, los menos, tenían una
leyenda entre ellos. Una leyenda acerca de un guerrero que había regresado de
la muerte, para vengar a su amor perdido por culpa de la mafia. Sea lo que sea,
el crimen no estaba ya dispuesto a tolerar más interrupciones en sus
operaciones. Los cuatro jefes habían decidido llegar a una especie de tregua, y
eliminar a la molesta amenaza de una vez por todas.
-Entonces, ¿está decidido, camaradas?
-Yo apoyo a Franchetti y a Rushkov, Okada. ¿Estás dentro o fuera?
-No hay más remedio. Estoy con ustedes.
En lo que Okada decía eso, una pluma negra revoloteó sobre los presentes y cayó
justo en medio de la mesa en que deliberaban. Todos palidecieron al instante.
Inmediatamente, todos sacaron sus armas.
-¿Así que han acordado juntarse para matarme? Bien, me han ahorrado la molestia
de buscarlos cada uno por su lado...
-¡Basta! ¡Disparen al techo, debe estar entre las vigas!
Los mafiosos abrieron fuego al mismo tiempo, destrozando el techo con sus
disparos. Sin embargo, antes de que reaccionaran, dos d ellos fueron atacados
por la espalda con cuchillos y eliminados. El misterioso atacante pasó a la
acción en silencio, corriendo como una sombra entre los mafiosos y
arrancándoles la vida fácilmente, deslizando el cuchillo entre sus cuerpos.
-¡Entremos!- Gritó Mulder.
Tan pronto entraron, Jill apuntó su Uzi a un grupo de mafiosos apiñados en una
esquina, Mulder se parapetó detrás de una mesa volcada y Mathilda, haciendo
gala de una sangre fría impresionante, simplemente caminaba entre la lluvia de
balas, sin quitarse sus lentes, apuntando su pistola en un movimiento rápido y
matando a un maleante con un solo disparo. Caminaba con todo propósito hacia el
solitario sujeto de la gabardina que peleaba como un demonio enfurecido. Los
disparos poco a poco iban cesando, la sangre formaba charcos en el piso. El
hombre de la gabaridina siente que alguien se acerca atrás de él. Mathilda, por
su parte, levanta la pistola al sentir la amenaza inminente en ese hombre. pero
antes de que pudiera decir algo, el hombregolpea su mano y la pistola cae. La
mejor asesina del mundo no se deja intimidar por eso y con la velocidad del
rayo saca de entre su gabardina un cuchillo, el arma más silenciosa que puede
usar el asesino. El Cuervo se sorprende de la rapidez de la muchacha e intenta
golpearla, pero ella bloquea el ataque y contraataca con una concentración
increíble, carente de la furia del hombre con el rostro pintado de blanco.
Ambos responden a sus golpes y patadas, realmente la balanza no se inclina
hacia ningún lado.
-Vaya, no sabía que ella fuera tan rápida -le dijo Mulder a Jill mientras
corrían hacia ellos.
-Debemos detenerlos antes de que perdamos a un miembro del equipo sin haber
empezado siquiera la misión.
Mathila había intentado barrer a el Cuervo con una patada por abajo, pero el la
había evitado dando una vuelta de carro sin manos. Al caer nuevamente encaró a
Mathilda, pero no la atacó. Se quedó callado por un instante, observándola.
-¿Quién eres? Tu no eres uno de estos delincuentes, además peleas muy bien.
-Me atacaste sin darme oportunidad de hablar... sólo me defendí. Y creo que
esos dos sujetos te pueden explicar mejor que es lo que estamos haciendo aquí.
-El Cuervo... al fin nos conocemos -dijo Mulder con una sonria amistosa-. Desde
que era miembro de los Expedientes X tu eras una de las incógnitas de nuestra
división... un hombre que regresó de la muerte.
Mathilda volteó a ver a Jill con cara de duda, Jill sólo le hizo una seña
indicándole que tuviera paciencia.
-¿Quiénes son ustedes?
-Mi nombre es Fox Mulder, ex-agente del FBI y ahora al servicio del MI5 como
agente especial. Ella es la teniente Jill Valentine, del grupo especial
S.T.A.R.S. y la chica con la que andabas peleando es Mathilda, la mejor asesina
que hay. Y estamos aqui para hacerle una oferta.
-¿Oferta?
-Así es. El MI5 está reclutando a algunos agentes especiales, para formar un
equipo de élite que se encargue de detener algunas amenazas de índole... poco
común. Y pensamos que usted reúne las características necesarias para
pertenecer al equipo. Por supuesto, esto no será gratis, sabremos remunerar
perfectamente sus servicios.
-No creo que puedan darme lo que realmente quiero.
-Tal vez no, pero hay otra clase de recompensas... podemos decirle incluso
donde encontrar a la ultima rama del grupo de Top Dollar...
La mirada del Cuervo cambió por completo. Miró a Mulder con unos ojos casi
furiosos y expectantes, como si no creyera eso.
-¿De verdad me dirán eso? No me engañe. ¿Es verdad?
-Si pudimos localizarlo, creo que no lo engañamos al decirle que podemos
encontrar a los sujetos que quedan vivos para que pueda terminar su venganza.
El Cuervo bajó la vista unos momentos. Parecía pensar seriamente en la
propuesta de esos misteriosos sujetos.
-¿Tendré que ausentarme de Detroit?
-Desafortunadamente asi tiene que ser... pero no será para siempre. Además,
tendrá oportunidad de terminar con mucha basura criminal, lo cual, creo, es una
de las razones por las que regresó de la muerte.
-Bien... pueden contarme dentro... a mi y a mí mascota.
El cuervo estaba posado sobre la mesa, mirándolos casi como si fuera un ser
humano.
Fox volvió a sonreír, mirando a sus tres compañeros, satisfecho de haber
completado la misión encomendada.
-Entonces, damas y caballero, prepárense, tenemos un largo viaje, para
reunirnos con el resto de la Liga de Caballeros Extraordinarios.
-¿Siguiente parada, "Spooky"?
-La ciudad luz, París. A visitar a un viejo enigma en los archivos X.
-¿Un viejo enigma?
-Así es. Lestat de Lioncourt.
FIN DEL CAPÍTULO 1.
Notas: ¡Uffffffffffffff! Qué trabajo me costó ponerle fin a este primer
capítulo. Como ven, la Liga se empieza a juntar, y ya están juntos casi todos
sus miembros. Así que si no han adivinado, aquí está como van:
1.The Agent: Fox Mulder.
2.The Wizard: Harry Potter.
3.The Gungirl: Jill Valentine.
4.The Immortal: Duncan McLeod.
5.The Avenger: El Cuervo.
6.The Assassin: Mathilda.
7.The Vampire: Lestat.
8.The Outsider: ¿?
Como ven, sólo les falta un miembro, y es una sorpresa porque originalmente no
pensaban incluirlo en el grupo. Igualmente, tal vez algunos de los miembros se
les hagan desconocidos (Mathilda principalmente), pero pronto haré una página
con los perfiles de cada uno y la razón para incluirlos en esta Liga.
Así que los veo en el siguiente capítulo, donde ahora si va a haber acción, y
se irán revelando aspectos de los villanos.