CAPITULO XVI
BRILLANTE COMO UNA ESTRELLA
Distrito Nerima (Residencia Tendo).
El monstruoso Golem de Belcer agitó su enorme brazo con fuerza en el aire y un segundo después su puño se impacto en el rostro de Ryoga, lanzándolo por los aires. El cuerpo del joven Hibiki salió despedido por los aires y finalmente cayó en el estanque del patio, desapareciendo dentro de sus aguas.
Viendo lo ocurrido, Moose no se lo pensó dos veces y decidió saltar hacia arriba para atacar desde las alturas. Por unos momentos, decenas de cuchillas, dagas, shurikens y toda clase de extrañas armas golpearon el cuerpo del coloso esmeralda sin provocarle ni siquiera un rasguño. Finalmente, una ultima cadena logró pasar por un costado de la cabeza del gigante y enroscarse en la muñeca derecha de Belcer, quien se mantenía todo el tiempo atrás de su creación.
¡Ya te tengo, miserable! festejó Moose una vez que puso un pie en el suelo. Ahora ordénale a tu monstruo que se vaya o de lo contrario te arrepentirás.
El sólo escuchar aquellas amenazas le fue suficiente al Khan del Golem para soltar una sonora carcajada. Era como sí acabara de escuchar la mejor de todas las bromas.
No me hagas reír, tonto se mofó.
¿Qué es lo que dices? le inquirió Moose, enarcando una ceja. No estoy bromeando.
El Golem de energía se volvió hacia su creador y emitió un gruñido a modo de pregunta a lo que Belcer respondió alzando una mano. Parecía que el Khan entendía perfectamente el lenguaje de la criatura.
Yo me hago cargo de esta basura le tranquilizó. No necesitas molestarte, mi creación Sujetó la cadena que mantenía cautivo su brazo y tiró de ella fuertemente. ¿Y sí mejor hago esto?.
Cogiendo fuertemente de la cadena, el Khan del Golem jaló a Moose para levantarlo y hacerlo describir varios círculos en el aire. Al ver a aquel pobre infeliz indefenso y completamente a su merced, Belcer rompió en carcajadas.
¡Ja, Ja, Ja, Ja! ¡Gira, gira!.
Aquello provocó la risa y las burlas de la tropa de soldados imperiales que observaban la batalla. Finalmente, cansado con el juego, Belcer arrojó a Moose hacia el estaque donde había caído Ryoga unos instantes antes.
Espero que con eso hayas tenido, insecto declaró Belcer mientras el Golem de energía se desvanecía lentamente. Pero que ocurrencias de esos tontos el atreverse a luchar contra nosotros.
El Khan espero por unos momentos a que Ryoga, Moose o ambos salieran del estaque para rematarlos, pero los segundos transcurrieron sin que nada pasara. Seguro de que debían estar muertos o en el mejor de los casos desmayados con lo que se ahogarían en un momento. Se volvió hacia la tropa de soldados imperiales para darles instrucciones. Quizás sí hubiera observado un rato más, habría descubierto la figura de un pato y un pequeño cerdo negro que se debatían por salir a la superficie.
Planeta Noat.
Hyunkel recogió su espada del suelo y luego se acercó a Lance para ayudarlo a ponerse de pie. El Celestial, por su parte, aún mantenía la mirada fija sobre la nube de humo y polvo donde sus amigos habían desaparecido momentos antes.
Por favor ayúdalos, Hyunkel suplicó Lance mientras se sostenía de su hombro para caminar. Ve sí están vivos todavía, por favor.
El Caballero Inmortal asintió con la cabeza y luego de dejarlo en unas rocas cercanas se aproximó a la nube, que para ese momento ya empezaba a disiparse. Sin embargo no pudo caminar más de dos pasos, una elipse de energía rojiza cruzó el aire a una velocidad imperceptible para el ojo humano y lo golpeó fuertemente en el pecho, arrojándolo al suelo y despojándolo de su yelmo.
Un rictus de horror se apoderó del rostro de Lance.
Hyunkel murmuró antes de llevar su mirada hacia el sitio de donde había venido el disparo. No puede ser... .
Vaya, vaya murmuró una voz femenina tras el humo. Lentamente, la imponente figura de la Khan de Selket apareció frente a Lance. De manera que tú eres la escoria que ayudó a estos infelices a llegar a nuestro universo, ¿verdad? Entonces, ahora tú te convertirás en mi presa.
¿Quién eres tú? le preguntó Lance aterrado por su aspecto. Tu apariencia es...
Soy Lilith se presentó desplegando el aura negra. Ahora morirás en mis manos, basura.
Lance se puso de pie con bastante dificultad. Todavía se sentía débil por el golpe que el emperador José le había asestado, pero no podía darse el lujo de servirle de blanco a aquella miserable Khan.
No, no te lo permitiré... No acababa de terminar la frase cuando inesperadamente vio a José Zeiva salir del humo caminando. No, no puede ser... ¿tú también?.
El emperador de Endoria se detuvo y luego volvió el rostro hacia donde estaba Lilith. Al igual que Lance, no pudo evitar disimular su expresión de sorpresa al ver su nuevo aspecto.
Vaya, has cambiado... veo que tu apariencia es diferente.
La Khan sonrió levemente y se cruzó de brazos.
Sí, es por la técnica que estoy usando, José. Gracias a ella puedo sacar fuerzas extra del poder negativo del universo y así incrementar mis poderes.
Zeiva guardó silencio, sonrió y llevó la mirada de regreso a Lance.
Es una lástima que te hayas quedado completamente solo, insecto... alzó una mano con la palma orientada hacia el frente. Llegó tu hora... .
¡Aguarda! se escuchó gritar a una pequeña silueta que avanzaba en medio del humo. Canalla, no te perdonaré que hayas lastimado a mis amigos. No te permitiré que lo hagas.
José frunció el entrecejo con malestar y observó a Dai, escudriñándolo detenidamente con la mirada. A simple vista parecía un niño ordinario, aunque por la forma en que había desbaratado el ataque de Sepultura estaba claro que eso no era del todo cierto.
Es el mocoso de hace un momento murmuró con desprecio.
Una sonrisa iluminó el rostro de Lance.
¡Dai! exclamó de buena gana. Luego se volvió hacia Lilith y alzó las manos, adoptando una guardia. Bien, estoy completamente seguro de que entre los dos acabaremos con estos malditos infelices.
Una sonrisa se insinuó en los labios de Lilith. El hecho de que un sujeto como Lance dijera que podría derrotarla en una batalla le causaba gracia. Sí una Celestial con pleno manejo sobre el aura no podía vencerla, menos podría hacerlo un guerrero que dependía de armas convencionales para luchar. Aquella sería una batalla cuyo resultado ya estaba fijado.
No me hagas reír, insecto, tú sólo das lástima. La guerrera de Abbadón desapareció usando su velocidad. De pronto reapareció atrás de Lance, sorprendiéndolo enormemente. Cómo podrás darte cuenta, tú no eres suficiente enemigo para mí.
Lance se giró de inmediato sobre sus talones para encarar nuevamente a la Khan. Estaba asombrado. Ni siquiera la había visto pestañear. Una sensación de terror se apoderó de él. Aquella enemiga estaba muy por encima de sus capacidades como guerrero. Dai, a su vez, tampoco había sido capaz de seguir los movimientos de la guerrera de Abbadón con la mirada y eso le preocupaba; sólo podía confiar en que en algún momento Lilith bajará la guardia para atacarla.
En tanto, a unos cuantos metros de ahí, en el sitio de la explosión provocada por el ataque de Lilith, Astrea y Asiont estaban tirados en el suelo uno encima del otro totalmente inconscientes. La joven Celestial fue la primera en reaccionar; estaba herida de gravedad como consecuencia de haber recibido directamente el ataque de Lilith y por lo mismo le costaba trabajo moverse.
Lentamente, la dulce joven Endoriana abrió los ojos y se volcó de espaldas a un lado de Asiont, quedando boca arriba y con la mirada perdida. La noche ya había empezado a caer en el planeta y las primeras estrellas aparecieron en el firmamamento. A lo lejos todavía podían verse algunas explosiones en el cielo, señal de que la batalla aún no había terminado.
"No puedo darme por vencida", pensó Astrea. "Debo proteger a mis amigos a cualquier costo".
Tras un momento, Astrea volvió la mirada hacia Asiont y sonrió tristemente. Por unos instantes, recordó los muchos años en que había convivido con él sin atreverse a revelarle sus verdaderos sentimientos pese a que su corazón le dictaba lo contrario. Por esta razón sentía deseos de reír y de llorar; quizás había dejado pasar bastante tiempo y ahora, tal vez, el destino estaba a punto de cobrárselo.
No puedo permitir que nada te dañe... amor guardó silencio por un momento y le acarició la mejilla levemente. Tú me has enseñado a luchar por lo que creo, por todo lo que amo... te debo tanto y creo sí murieras no podría seguir viviendo. Descuida, yo me encargaré de que estés a salvo.
Astrea se levantó poco a poco con bastante dificultad. Todavía se sentía aturdida y algo de sangre manaba de su boca y nariz, pero aún así, pudo distinguir algunas cuantas figuras discutiendo entre sí tras el humo.
Todavía puedo sentir las auras de Lilith y la de Sepultura murmuró para sí. Sí los dos se unen para luchar es seguro que nadie logrará sobrevivir a esta batalla. Reuniendo las últimas fuerzas que le quedaban, desplegó todo el poder de su aura dispersando rápidamente el humo que todavía quedaba. No puedo dejar que todo acabe aquí... .
De pronto, la tierra comenzó a temblar levemente provocando el sobresalto de los que estaban cerca. Lilith volvió la vista instintivamente hacia el sitio donde suponía estaba Astrea y abrió enormemente los ojos. No podía verla, pero sentía su poder.
¿Qué demonios pasa? inquirió José alarmado sin dirigirse nadie en concreto. El suelo está temblando... .
¡No, eso no ! gritó la Khan de Selket. Esa canalla todavía sigue con vida... .
Una nueva ráfaga de aire sacudió violentamente la capa de José. De repente la figura de Astrea se descubrió ante ellos iluminada por una gran aura de energía rielante color fuego. El emperador de Endoria se quedó con la mirada helada sobre la joven Celestial.
¡No lastimen a mis amigos! gritó Astrea, lanzándose sobre el emperador de Endoria y derribándolo con un potente puñetazo. Luego se volvió hacia la guerrera Khan de Selket y la fulminó con la mirada. Lilith, está vez todo terminará.
La Khan alzó ambas cejas con sorpresa, pero no se dejó intimidar. A pesar de haber recibido su ataque directamente, la guerrera Celestial aún parecía estar dispuesta a continuar la batalla. Tras un momento, Lilith volvió los ojos hacia el sitio de la explosión y descubrió a Asiont todavía inconsciente.
Vaya, Astrea, aún puedo sentir débilmente el aura de tu amigo Llevó la mirada hacia su adversaria de nuevo y le sonrió levemente. Lograste salvarlo de mi ataque, pero dudo que puedas ganarme y, aún sí pudieras hacerlo, Sepultura no tardará mucho en venir. No creo que puedas luchar con dos Khans al mismo tiempo en esas condiciones tan deplorables.
Lance apretó los puños desesperadamente y bajó la mirada. Sí Sepultura se unía a Lilith significaría el fin para todos. Dai, por su parte, se giró hacia José Zeiva y luego miró a la Khan nuevamente. No estaba dispuesto a entregar su vida tan fácilmente.
Astrea aparentó no escuchar nada, sonrió maliciosamente e hizo un gesto con la mano indicándole a la Khan que se acercara.
Inténtalo, bruja.
Lilith apretó los puños fuertemente y la miró con los ojos inyectado de odio.
¿Cómo me llamaste, maldita?.
¿No me escuchaste bien? le preguntó la Celestial sonriendo. No permitiré que ustedes se
El aura de la Khan se elevó violentamente, eran más insultos de los que estaba dispuesta a soportar. Sus ojos destellaron de rabia.
¡Te mataré! exclamó furiosa. ¡Maldita!.
Lance enarcó una ceja. ¿Qué era lo que Astrea pretendía lograr provocándola?.
¡Basta, Astrea! ¡No la provoques!.
La Celestial le dedicó una mirada de dulzura.
Vamos, Lance... esa Lilith es una torpe, ¿qué podría hacerme?.
Consumida totalmente por la rabia, la Khan de Selket se lanzó directamente sobre su enemiga dispuesta a matarla. Esa era la reacción que Astrea estaba esperando.
A escasos centímetros de que la guerrera imperial la alcanzara, la Celestial cruzó sus brazos por delante del rostro y emitió un fuerte resplandor para cegarla por un instante, instante que aprovechó para desaparecer usando su velocidad.
La Khan detuvo su acometida y se llevó ambas manos a los ojos mientras se quejaba de ser tan estúpida. sin embargo demasiado tarde se dio cuenta que había caído en una trampa. Antes de que pudiera anticiparlo, menos evitarlo, Lilith recibió una fuerte patada en el rostro que la lanzó por los suelos mientras Lance hacía un ademán con el puño en señal de apoyo a su amiga.
Pero Lilith aún estaba lejos de ser derrotada. Llena de rabia, la guerrera de Abbadón se levantó del suelo rápidamente y arremetió contra su rival con una lluvia de mortales ráfagas de energía. No obstante, Astrea consiguió detener la mayoría de los disparos directos moviendo sus manos y piernas a una velocidad impensable, otros simplemente los esquivó haciéndose a un lado. Al ver lo sucedido, Lilith suspendió el ataque mientras la desesperación se apoderaba de ella.
— Esto no puedo creerlo —masculló la imperial con indignación—. Se supone que el poder del Aureus que hay dentro de mi cuerpo aumenta la fuerza de mi aura a un nivel que nadie podría alcanzar por sí solo. ¿Cómo es que puedes igualar mi poder entonces?.
— Es bastante obvio, Lilith —dijo Astrea sin bajar la guardia—. A pesar de que tienes la energía del Aureus en tu persona, aún no has aprendido a controlarlo completamente. Por esta razón tu aura no aumenta mucho su poder, sino que permanece en un nivel que cualquier guerrero que sepa como controlar el aura puede alcanzar. Así que a pesar de que tengas el poder del Aureus no existe demasiada diferencia entre nuestros poderes.
Lilith apretó los dientes y los puños con rabia. Ella se consideraba a sí misma una guerrera bastante poderosa y ahora, tristemente, se daba cuenta de que en realidad no era tan fuerte como originalmente creía. Sí no podía dominar completamente el poder del Aureus, entonces la fuerza de su aura no se incrementaría como ocurría en Tiamat o Sepultura.
— Entiendo —dijo la Khan luego de unos segundos—. De manera que poseemos el mismo poder, ¿eh?. Por lo mismo debo absorber más energía negativa del medio ambiente para así aumentar mis poderes y hacerte mil pedazos.
Astrea, sorprendida, abrió los ojos enormemente y negó con la cabeza. Sí Lilith absorbía más energía negativa del medio ambiente se volvería más poderosa efectivamente, pero también acortaría su vida en unos cuantos segundos; en pocas palabras, tal acción equivaldría a un suicidio.
— ¡¿Acaso estás loca?! —exclamó la Celestial— . Sí haces eso morirás irremediablemente.
— ¿Acaso crees que te voy a creer es mentira, estúpida? —Lilith sonrió como desquiciada—. Yo puedo controlar la energía negativa y ahora voy a demostrártelo.
De repente, la guerrera imperial de Selket extendió sus manos al cielo y alzó la cabeza hacia atrás mientras gritaba con todas sus fuerzas. En cuestión de segundos, un conjunto de nubes negras comenzaron a cubrir los cielos provocando que todos los que se encontraban peleando interrumpieran sus combates.
— El cielo está cambiando de color —murmuró Leona en voz baja.
— ¿Qué es lo que está sucediendo? — preguntó José Zeiva, alzando la mirada al cielo.
Dai, a su vez, decidió aprovechar el descuido del malvado emperador de Endoria para atacarlo. Extendiendo sus manos abiertas al frente, el pequeño guerrero liberó una intensa ráfaga de aire huracanado que cubrió a Zeiva por completo, impidiéndole actuar libremente y entorpeciendo todos sus movimientos.
— ¡¡Mocoso de porquería!! —rugió José Zeiva con fuerza—. ¡¡Me las pagarás!!
Un temblor empezó a sacudir la tierra, lo cual provocó que los pájaros y animales que aún permanecían cerca de ahí comenzaran a huir despavoridos en todas direcciones. Lance, en tanto, no entendía claramente qué era lo que estaba pasando; angustiado, decidió encender el radar de poder de su armadura de batalla y cuando vio la cantidad que registraba el cuerpo de Lilith no pudo evitar sentir pánico.
Astrea retrocedió un paso sin saber cómo reaccionar. Sí la guerrera imperial continuaba absorbiendo poder se haría más fuerte, aunque claro también podía ocurrir todo lo contrario y Lilith se debilitara de tal manera que quizás no hubiera necesidad de pelear. Finalmente, luego de algunos segundos de angustia, Lilith dejó de absorber energía.
La Khan de Selket volvió a fijar su mirada en Astrea y soltó una carcajada. Su voz sonaba diferente.
— Esta vez sí terminaré contigo, Astrea y más tarde me ocuparé de ese insoportable chiquillo llamado Dai.
— De acuerdo, Lilith —asintió Astrea, colocándose en guardia—. Sólo una quedará en pie.
Tras elevar sus auras, ambas rivales se lanzaron una contra la otra. Por unos instantes, las dos jóvenes intercambiaron golpes y contragolpes a un velocidad inaudita hasta que, finalmente, se separaron y quedaron frente a frente dejando un vasto espacio entre ellas. Lance se quedó paralizado sin saber qué hacer en ese momento.
— No puedo entenderlo —renegó Lilith—. Se supone que tengo más poder que ella y... .
— Estás equivocada, Lilith —le interrumpió la Endoriana—. A pesar de que absorbiste mucha energía negativa, no pudiste incrementar tus poderes ya que has debilitado tu cuerpo. Al absorber demasiada energía negativa lo único que conseguiste fue debilitar tu cuerpo y tu espíritu. Tu técnica funcionó como una espada de doble filo en tu contra.
La Khan apretó los dientes con ira. A pesar de que su adversaria tenía razón en lo que decía ella se empeñaba en negarlo por lo que empezó a recordar parte de su pasado. Tras ser reclutada por N´astarith para convertirse en una guerrera de Abbadón, éste le había advertido cientos de veces que sí antes no aprendía a controlar su propia energía, entonces no llegaría a ser una buena guerrera. Ahora comprobaba la veracidad de las palabras de su emperador.
— Es como lo imagine —la voz de Astrea la hizo reaccionar—. No puedes controlar correctamente la energía negativa que absorbes en tu cuerpo por lo que únicamente asimilas sus efectos nocivos, pero no su poder destructivo.
— ¡¡Cállate, maldita!! —rugió Lilith ferozmente—. ¡¡Estás equivocada!!.
Antes de que Astrea pudiera decir algo más, Lilith se arrojó sobre ella cegada por el inmenso odio que sentía. La Celestial, en tanto, juntó ambas manos y las levantó lentamente por encima de su cabeza mientras, una luz comenzó a brillar intensamente entre sus palmas unidas. Mientras la Khan continuaba acercándose, Astrea bajó sus brazos violentamente y una poderosa esfera de luz salió de su manos en contra de Lilith.
— ¡¡Súper-Nova!!
La Khan de Selket abrió los ojos desmesuradamente, pero era demasiado tarde para eludir el ataque de Astrea. El Súper-Nova la embistió de frente, reduciendo su armadura del averno a cientos de pequeños fragmentos que se esparcieron por el aire mientras gritaba de dolor y era lanzada por los aires hacia atrás. Finalmente, el cuerpo de la Khan de Selket cayó a unos pasos de donde se encontraba Lance y quedó inmóvil.
— ¡¡Bien hecho!! —gritó Lance a todo pulmón.
Astrea sólo sonrió levemente con alivio mientras Lance seguía cantando victoria. Ahora sólo era cuestión de ocuparse de Sepultura y de José Zeiva. De repente la guerrera Celestial cayó de rodillas al suelo y la mirada se le nubló levemente; había utilizado gran parte de su poder con el último ataque y se sentía sumamente débil.
Al ver a su amiga lastimada, Lance decidió ir hasta donde estaba ella para darle un poco del medicamento que guardaba en su armadura de batalla. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Lilith se levantó del suelo rápidamente y, tras sacar una daga, lo sujetó del cuello. Fue entonces cuando Lance sintió que todo había terminado para él.
El rostro de Astrea se cubrió de desesperación; estando Lance en peligro y ella tan débil no había mucho que se pudiera hacer. Por el momento, la Khan, aunque estuviera más lastimada, tenía el completo dominio de la situación.
— ¡Déjalo ir, Lilith!
— Miserable, Astrea —murmuró Lilith mientras la sangre salía por su boca —, a pesar de que había podido derrotar a algunos Caballeros Celestiales en el pasado, no pude vencerte a ti, pero por fortuna aún no está escrita la última palabra... —Extendió una mano para apuntarle y disparó varias veces —. ¡¡Muere!!.
Los ataques de energía hicieron blanco en el cuerpo de la chica uno tras otro, desgarrando su piel e hiriéndola gravemente mientras Lance gritaba con todas sus fuerzas. Al final, Astrea cayó de rodillas al suelo aparentemente derrotada. Totalmente segura de su victoria, Lilith arrojó a Lance a un lado y echó andar hacia delante para darle el tiro final a su odiada rival.
— ¿Qué te parece esto, amiga? —dijo mientras concentraba sus fuerzas para un último disparo—. Luego de matarte iré por tu novio y lo haré trizas también. Ahora piérdete en el infierno con tus queridos padres.
Tras escuchar aquellas palabras, un destello de determinación brilló en los ojos de Astrea.
— ¡¡Es tu fin, Astrea!!
Reuniendo sus últimas fuerzas, Astrea juntó sus manos y de un solo movimiento golpeó a Lilith en el rostro con la fuerza suficiente para mandarla a volar por los aires. Una vez hecho esto, la Celestial se desplomó en el suelo ya totalmente sin fuerzas.
La visión de Sepultura se aclaró poco a poco, pero aún antes de que ésta se restableciera por completo pudo sentir como el poder de Astrea desaparecía lentamente. Cuando el Khan de la Muerte pudo ver nuevamente, éste se dirigió hacia el sitio donde percibía la presencia de Lilith. Al llegar, Sepultura observó como su compañera caída la extendía la mano y le suplicaba que la ayudara.
— Sepultura... ayúdame...
El guerrero imperial frunció el entrecejo levemente y sonrió.
— ¿Por qué debería hacerlo? La verdad es que siempre me has desagradado bastante.
— No puedes... dejarme... morir.
— Claro que puedo dejarte morir, presumida de porquería. La verdad es que ni siquiera me interesa absorber tu asquerosa y podrida alma —hizo una pausa y llevó su mirada hacia Lance y Astrea —. Esa joven también está a punto de morir y el otro es tan débil que no vale la pena rematarlo. Lo mejor que puedo hacer es ir hacia donde se encuentran las otras alimañas para exterminarlas.
Cuando Sepultura volvió a dirigir la mirada hacia Lilith descubrió que ésta finalmente había muerto, así que decidió ir hacia donde se encontraban Eclipse, Hyunkel y los otros; después de todo Lance estaba tan débil que si nadie lo ayudaba sería presa fácil
Mientras que el Khan de la Muerte se retiraba, Lance corrió hacia donde estaba su amiga y se colocó en cuclillas para tomarla entre sus brazos y levantarle la cabeza.
— Astrea, por favor, resiste, linda, por favor.
Astrea lo miró vagamente mientras unas cuantas lágrimas escurrieron por sus mejillas.
— Lance... dile a Asiont que siempre lo he amado... .
— Se lo dirás tu personalmente, preciosa.
— Adiós, Asiont —murmuró Astrea con debilidad—. Iré al cielo donde mis padres y amigos me están esperando... me convertiré en un ángel y te cuidaré por siempre... —Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro—. Adiós, Cadmio.
— No hables de esa manera, por favor, la ayuda viene en camino
Fueron las últimas palabras que escuchó.
Tras cerrar los ojos vio un agujero luminoso y cálido. Se dejó ir, sintiendo un último estremecimiento seguida por una sensación de paz.
En el espacio, la batalla iba de mal en peor para las naves aliadas. Superadas en número y armamento difícilmente podía coordinar una buena defensa en contra de los destructores imperiales. La mayor parte de los cazas aliados habían sido derribados y sólo unos cuantos escuadrones continuaban combatiendo en sectores aislados.
Desde el puente de mando de la nave líder imperial, el cruel almirante Jasanth estableció un lazo de comunicación con el comandante del Destructor Endoriano Juris-Hiro, el capitán Arenth Jan-Den.
Capitán dijo Jasanth en cuanto la imagen de Arenth cobró vida en el monitor principal. Quiero que lleve su nave al cuadrante seis y ataque por el flanco derecho del enemigo.
Arenth alzó una ceja, un tanto extrañado con aquella orden.
Señor, la astronave que se encuentra en esas coordenadas es un transporte de civiles. No puedo dispararles ya que sería un asesinato a sangre fría. Existen tratados interestelares que prohíben esa clase de acciones en una guerra.
Son traidores le refutó Jasanth. ¡Haga lo que le ordeno, capitán!.
Con el debido respeto, señor, pero no fui entrenado para matar inocentes.
Pero se le entrenó para obedecer ordenes, capitán sentenció el almirante a punto de perder la poca paciencia que aún le quedaba. ¡¡Haga lo que le digo, Arenth!!.
El capitán Arenth hizo una rápida inspiración en el aire y luego bajó la cabeza mientras reflexionaba. Cuando se había enlistado en el ejército lo había hecho para defender a su pueblo, no para disparar contra mujeres y niños a sangre fría. ¿Cuál era el crimen por el que esa gente merecía morir? ¿acaso era por estar en el lugar equivocado? ¿por escoger otro estilo de vida?. No, todo eso estaba mal sin importar como lo justificarán. Al cabo de un momento, levantó la mirada y dijo:
Negativo, no obedeceré ese tipo de ordenes ilegales.
Jasanth lo aniquiló con la mirada.
¿No lo harás?... repitió lentamente. ¡Eres un traidor!. Llevó la mirada dentro del monitor hasta la primera oficial del Juris-Hiro, la mayor Sania Cel-Ur. Oficial, como almirante supremo de todas las fuerzas imperiales de Endoria por este medio la promuevo a comandante y le ordenó que deponga al capitán Arenth.
Sania bajó la mirada y se mordió el labio inferior; durante mucho tiempo ella había estado esperando ese ascenso, pero no quería ganarlo de aquella forma. Todos los tripulantes en el puente del Juris-Hiro se miraron entre sí con expectación en medio de murmullos. Arenth, por su lado, miró a su primer oficial fijamente en espera de su reacción. Finalmente, Sania levantó el rostro y respondió tajantemente:
Lo lamento, almirante, pero el capitán Arenth tiene razón.
Un destello de ira ardió en los ojos de Jasanth. Para un verdadero amante de la disciplina militar como era él la insubordinación era el peor de todos los insultos. Las deserciones en el ejército imperial se estaban volviendo algo normal por lo que José siempre procuraba colocar en puestos claves a sus oficiales de mayor confianza, aunque no todo resultaba como estaba planeado.
Jasanth se volvió furioso hacia su primer oficial, a quien le ordenó cortar toda comunicación el Juris-Hiro, luego se comunicó con el resto de los destructores imperiales para informarles que la nave del capitán Arenth se había vuelto era enemiga y debía ser destruida cuanto antes.
En el Artemisa, la reina del planeta Lerasi recibió un comunicado del propio capitán Arenth donde éste le informaba que ahora estaba de su lado. Aquella noticia fue recibida con gritos de júbilo por todos los tripulantes de las naves aliadas. Ahora la situación estaba más equilibrada, pero eso no era todo... .
Majestad, estoy detectando varios puntos de salto dimensionales informó River con importancia. Son siete aproximadamente.
Andrea se recargó en su puesto y no supo que decir. Sí se trataban de refuerzos enemigos entonces la batalla estaba completamente perdida.
Varios orificios de luz aparecieron por encima de la flota de naves aliadas. De aquellas pequeñas puertas dimensionales emergieron unas extrañas naves alargadas de color plateado que Andrea nunca había visto, también ocho destructores aliados y un enjambre de cazas estelares de diferentes mundos.
Jasanth se quedó prácticamente boquiabierto con ese suceso. Una llamada del centro de comunicaciones le avisó que el líder de aquella fuerza de ataque quería hablarle.
Una transmisión de la nave líder, señor.
La pantalla visora cobró vida en un instante, y el rostro de un joven maduro de veintitantos años apareció en ella. Llevaba los cabellos largos y bien recortados. Con una mirada penetrante, aquel joven escudriñó al almirante Jasanth de arriba abajo detenidamente.
El príncipe Saulo en persona susurró uno de los oficiales imperiales del puente.
El almirante se acercó un poco a la pantalla para devolverle la mirada al joven. Envuelto en ropajes blancos, Saulo permanecía en su puesto mirando fijamente a Jasanth. A un costado del príncipe de Endoria estaba Cadmio, que sin lugar a dudas había tenido éxito en contactar al comando aliado.
Las naves sobre el planeta Noat están bajo mi protección declaró Saulo desde una de las naves plateadas de forma alargada. Váyanse o los destruiremos.
Negativo, príncipe replicó Jasanth.
Incapaz de contenerse un segundo más, Cadmio irrumpió en la conversación.
Oye, estúpido infeliz, Saulo es el verdadero soberano de Endoria y no ese terrestre usurpador a quien sirves como perrito faldero, obedece lo que se te dice.
El almirante imperial miró a Cadmio, mostrándose completamente impasible.
Yo sirvo a quien ocupa el trono imperial apoyado por los barones del senado. José Zeiva se sienta en él hizo una pausa y continuó, lo lamento, pero debe entregarse príncipe.
Sí usted desea que se derrame más sangre entonces dispare, almirante dijo Saulo en voz baja. Nosotros no nos rendiremos.
Jasanth se volvió hacia el centro de comunicaciones.
Termina la transmisión ordenó furioso. Ya veremos sí no acceden por la mala.
En la nave de Saulo, el Águila Real 1, la principal pantalla visora se oscureció. El príncipe respiró hondo y chasqueó la boca mientras meneaba la cabeza en sentido negativo. Por alguna extraña razón le pareció que sus intentos por llegar a un acuerdo con las fuerzas imperiales habían fracasado rotundamente y la situación desembocaría en una inevitable confrontación.
Maldición, almirante murmuró en voz baja, no me obligue a... .
Van a atacarnos anunció Cadmio. Ese Jasanth es un estúpido.
Saulo lo volteó a ver con aburrimiento.
Gracias, amigo, la próxima vez que quiera deprimirme no olvidaré llamarte.
El almirante Jasanth pidió un informe de las naves plateadas de la Alianza. Medían aproximadamente setenta y siete metros de longitud y llevaban dos enormes alas levantadas en cada extremo. Nunca las había visto en acción y sólo había una forma de saber su verdadero potencial en combate.
Dispárenles a esos infelices ordenó. Veamos el poder de sus armas.
Las baterías de rayos de fotón apuntaron contra las naves aliadas recién llegadas y comenzaron a abrir fuego. Las naves plateadas reaccionaron esquivando los disparos con una maniobrabilidad increíble. Ni uno sólo de los haces llegó a tocarlas.
Saulo maldijo su suerte y se volvió hacia el centro de comunicaciones.
Gran Creador, tú sabes que yo no quería eso cerró los ojos un momento. Los abrió y dijo: Todas las naves, ataquen cualquier blanco hostil, repito, ataquen.
Las naves plateadas conocidas como Águilas Reales se dirigieron como flechas hacia los destructores imperiales en medio de una lluvia de disparos láser, seguidas de cerca por decenas de cazas estelares.
Lance dio unos cuantos pasos y cayó al suelo mientras algunas lágrimas escurrían por su rostro. Sentía que aquello no era justo, que no tenía por que haber sucedido. Apretó los puños con fuerza y comenzó a golpear el suelo en repetidas ocasiones mientras maldecía a los Khans.
En tanto, Dai continuaba manteniendo a raya a Zeiva con sus fuertes vientos. El emperador de Endoria había estado aguardando, soportando lo más que podía mientras reunía algo de fuerza. Poco le importaba lo sucedido con Lilith, lo único que contaba para él, era que una de los Celestiales estaba muerta y que ahora tenía una excelente oportunidad para acabar con Lance, Asiont y especialmente aquel chiquillo molesto.
Maldito masculló Dai, incrementando el poder de su Bajima. Van a pagar por lo que le hicieron a ella... .
¿Crees que ya me derrotaste? le inquirió maliciosamente todavía hincado en el suelo. Ahora me las pagarás, molesto insecto haciendo uso de su velocidad, Zeiva desapareció de la vista de Dai.
El pequeño Caballero del Dragón bajó las manos para detener su ataque y volvió la mirada hacia todos lados en busca de su enemigo. Finalmente escuchó la voz del emperador detrás de él.
Aquí estoy le dijo exhibiendo ambas palmas abiertas. ¡Muere con mis llamas!.
Lejos de amedrentarse o hacerse a un lado, Dai miró la llamarada acercarse con absoluta indiferencia. Sólo alzó una de sus manos y bloqueó el ataque sin mayor problema.
José se esforzó en disimular una expresión de sorpresa.
Vaya, no eres tan débil después de todo se mofó.
Dai lo miró impasiblemente sin decir nada, un deseo de justicia ardía en sus ojos. De pronto, el símbolo del Dragón apareció brillando en su frente y enseguida una poderosa aura rielante lo cubrió de pies a cabeza alzando sus cabellos hacia arriba mientras él daba un fuerte grito liberando todo su poder.
El emperador de Endoria no podía entender que sucedía, en sólo unos instantes el chico había incrementado sus poderes de golpe.
No, no puede ser... murmuró algo temeroso. Tu poder, tu poder se está incrementando.... .
En ese momento, Lance olvidó su pena y giró el rostro hacia Dai. Tampoco él podía creer que tuviera semejante poder. Por unos instantes la vieja leyenda de Dilmun cruzó por su mente. ¿Acaso Dai era uno de los muchos héroes que lucharían para salvar al universo?. Le costaba trabajo creer que aquella leyenda fuera realidad.
José no se dejo amedrentar, apretó los puños y desplegó todo el poder de su aura, no estaba dispuesto a que un simple niño lo derrotara.
¡Insecto! le espetó mientras sacaba su espada. ¡Voy a derrotarte!.
Dai no respondió nada, pero su mirada hablaba por sí sola. Se llevó la mano a al mango de su arma y se dispuso a usar el Aban Slash una vez más.
Cudad de Tokio (Residencia Tendo).
Sombrío abandonó la casa de los Tendo llevándose a Akane y a Nabiki en cada brazo. Por lo regular, el Khan del Lobo siempre solía raptar a cuantas mujeres le gustaban en los lugares en donde atacaba, pero aquella era la primera vez que se llevaba a dos tan jóvenes.
Yo ya estoy satisfecho anunció apenas lo vio Belcer. Mira que preciosidades tengo en mis manos.
El Khan del Golem se cruzó de brazos.
Sí, ya me di cuenta que no puedes olvidarte de tus manías por un momento.
El Khan del Lobo frunció el entrecejo molesto, iba a responderle cuando la aparición de Sarah lo forzó a esperar.
¡Ya tengo la gema estelar! anunció con un grito exhibiendo la gema en una mano. Miren, es tal y como nos lo dijo el emperador, la piedra tiene una inscripción.
Belcer asintió con la cabeza.
Bien, ¿en donde estaba? inquirió con algo de curiosidad. ¿Acaso la tenían en una bóveda?.
No lo creerán, pero estaba en el cuarto de un anciano loco que le da por coleccionar ropa interior.
Ropa interior... repitió Sombrío en tono pensativo. Y un imbécil que se convierte en chica... ¿a donde va a llegar el mundo?.
Belcer y Sarah lo miraron con desprecio, realmente Sombrío no era el más indicado para hablar de esa clase de temas. De pronto Happosai apareció en el patio.
Oigan ¿a dónde creen que se llevan a mi preciosa Akane? les preguntó con insolencia. ¿Y qué fue lo que le hicieron a Ranma y a todos los demás?. Ah, ya veo, de manera que ustedes son unos sucios ladrones.
Los guerreros Khans se miraron entre sí y, al cabo de un instante, sonrieron maliciosamente con complicidad.
Mira, Sarah dijo Belcer en medio de risas. Ahí está ese viejo mañoso del que nos hablaste.
Sombrío, por su parte, miró a al viejo Happosai con absoluto desdén. Estaba seguro de que alguien como aquel anciano de tamaño minúsculo no podría impedir que se salieran con la suya, tan solo necesitaba de una amenaza para hacer que saliera corriendo como un perro.
Piérdete, enano estúpido, ahora todas ellas son mías... .
Pero Happosai estaba lejos de huir como Sombrío suponía. Lleno de furia, el anciano se colocó en guardia y rápidamente extrajo una pequeña bomba de fabricación casera de entre sus ropas. Su mirada cambió para hacerse hostil.
No voy a dejar que se lleven a Akane, granujas. Más les vale que la dejen tranquila o sí no dispónganse a sufrir todo el poder de mi Happo-Dai-Karin. No digan que no se los advertí.
Lárgate de aquí sí no quieres morir, inútil vociferó Belcer a punto de perder la paciencia. Maldito enano piojoso.
En ese momento, Happosai sacó un cerillo y se dispuso a encender su pequeña bomba con la que pensaba atacar a los guerreros imperiales. Como no tenía la menor idea de las habilidades de aquellos extraños forasteros, decidió a usar su ataque más poderoso como primer movimiento. Sin embargo, antes de que pudiera ejecutar la maniobra, Sarah caminó unos pasos y se detuvo frente a él.
Espera un segundo, viejito dijo con voz melosa mientras se llevaba una mano a la espalda para extraer un pequeño escudo dorado. Mira, este es el escudo dorado del Basilisco. Quizás no lo sepas, pero el Basilisco es un ser nacido de la sangre de medusa. Su visión puede convertir en piedra a todos los seres vivos y su aliento pudre la vegetación creando el desierto.
El viejo Happosai examinó el escudo dorado que Sarah le mostraba. Tenía la forma de un triángulo invertido y brillaba intensamente como el mismo sol. En el centro llevaba pintado la figura de un ser semejante a un reptil, era un Basilisco. Lentamente, el reptil del escudo comenzó a abrir los párpados mostrando unos extraños ojos rojos que brillaban intensamente.
Míralo, míralo bien, anciano le dijo Sarah malévolamente. Es muy bello, ¿no?.
El anciano observó la extraña figura y de pronto se dio cuenta que no podía dejar de mirarla. Una sensación placentera comenzó a invadirlo, se sentía joven, como sí le hubieran quitado cientos de años de encima. Por nada del mundo hubiera aceptado que alguien lo distrajera de mirar el escudo.
Desde el suelo, Soun levantó el rostro y vio como su maestro permanecía inmóvil frente al trío de extraños guerreros.
¡Maestro, tenga cuidado! trató de advertirle. Esos sujetos son muy poderosos.
Happosai ni siquiera lo volteó a ver.
Soun frunció el entrecejo, extrañado. Algo raro sucedía. De pronto se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Ahí, frente a sus ojos, el maestro Happosai empezó a convertirse en piedra lentamente. Primero la cabeza y luego su cuerpo.
¡Maestro! gritó inútilmente, tratando de llamarlo. ¡Tenga cuidado!.
Pero fue demasiado tarde, los ojos en el escudo del Basilisco se cerraron y Happosai había quedado convertido en una pequeña estatua de roca sólida.
Mírenlo se burló Sarah. Se quedó sonriendo.
Belcer suspiró con evidente fastidio.
Ya tenemos la gema estelar, me parece que ya es hora de marcharnos.
Los soldados imperiales empezaron a elevarse uno tras otro. Algunos murmuraban lo inútil que había sido su participación en aquella misión mientras que otros comentaban la manera en que el viejo Happosai se había convertido en piedra.
Cuando los tres Khans estaban a punto de elevarse, un grito de Ranma los detuvo.
¡Aguarden un momento!.
Sombrío se volvió y sonrió al contemplar nuevamente la figura del joven Saotome. Al parecer todavía no se daba por vencido. O era muy valiente o no sabía lo que hacía.
Vaya, vaya murmuró mientras cerraba los ojos y bajaba la cabeza. No esperaba que te aún quedaran ganas de pelear, afeminado. Es algo que llama bastante la atención.
Ranma apretó los puños con fuerza y avanzó un paso inmediatamente.
¡Miserable! ¡No te llevarás a Akane!.
¿Te refieres a mis nuevas esposas? alzó el rostro con los ojos abiertos. Lo siento, chico, pero ellas son ahora mías. Les vendrá bien conocer a un verdadero hombre.
¡Akane es mi prometida! gritó furioso. ¡No voy a dejar que te la lleves!.
Sarah y Belcer se miraron entre sí.
Sí que está enamorado de ella observó la Khan del Basilisco.
Los soldados se acercaron levitando a Ranma, pero Sombrío los detuvo.
No, dejen que se acerque, quiero ver que puede hacer.
Saotome lo fulminó con la mirada. No sólo lo había humillado bastante sino que ahora osaba robarse a su preciada Akane, su sangre hirvió. Alzó los brazos y se lanzó sobre el Khan del Lobo para atacarlo con todas sus fuerzas.
No perdería, no podía hacerlo.
Sombrío sonrió maliciosamente y espero para ver que hacía el chico.
Poseído por una furia incontrolable, Ranma atacó a lo tonto. A pesar de que sabía de lo que Sombrío era capaz de hacerle, no planeó ninguna estrategia, únicamente arremetió contra él intentando golpear su rostro.
El Khan dio un ágil salto el aire esquivando el puñetazo de Ranma. Antes de que Saotome se diera cuenta de lo ocurrido, Sombrío contraatacó con una patada que le dio de lleno en la cara y lo arrojó de espaldas hacia el estanque del patio.
Cuando Saotome emergió de las aguas, su cuerpo se había transformado nuevamente y los Khans ya estaban suspendidos en el aire, listos para irse.
¡Akane! gritó desesperado. ¡Akane!.
Un diminuto cerdo negro se colocó de un salto en su cabeza y empezó a brincar repetidas veces mientras gruñía como insultando a los guerreros imperiales.
¡Quítate, Ryoga! exclamó Ranma a la vez que le daba un manotazo al cerdito negro. ¡No me molestes!.
No te apures, chico la voz de Sombrío llamó su atención. Ella estará bien. Se convertirá en una de mis esposas, ja, ja desplegó su aura y se lanzó por los cielos tomando altura rápidamente.
¡Akane! volvió a gritar Ranma mientras aquellos malditos continuaban alejándose hasta finalmente perderse en los cielos. Cerró los puños y comenzó a golpear el suelo dando rienda suelta a su frustración. Lo había perdido todo, su honor como guerrero y el único amor de su vida.