Capitulo 14
* Melodías Bestiales (2da. Parte)
Misao Makimachi podía sentir como es que un liquido tibio comenzó a recorrer ciertas partes de su cuerpo al emanar su sangre de las ligeras heridas que Kiwa había provocado al dañar su piel con sus afilados dientes y garras. Había intentado neutralizar a la criatura con el uso de sus dardos afilados pero observó cómo es que su intento se volvió cenizas ante la incandescente llamarada que emergió de las fauces del león dorado que la había acompañado en su travesía.
La joven Oniwabanshu miraba desconcertada el cambio de la bestia, al encontrarse dispuesta a utilizar su habilidad de crear fuego para atacarla como si fuese su enemiga. Los ojos de Kerberos carecían de emoción o presencia misma, como si se tratase de un cuerpo vacío que solo actúa por instinto animal en su contra.
El escuchar el rugir de la garganta del sabueso al cual descuidadamente le había dado la espalda, logró que en verdad aceptara lo que pasaba frente a ella. El sonido de las llamas del fuego se hicieron intensas cuando Kerberos hubiese atacado, pero Misao Makimachi poseía una gran destreza por sus reflejos de guerrero ninja, por lo que rodó con eficacia sobre la nieve para esquivar el golpe directo, dejando que el fuego golpease la nieve y la derritiese. Misao extrajo nuevamente diez de los dardos que podía llevar consigo, dispuesta a defender su vida como lo haría en contra de un enemigo, pero el ver a la criatura en aquel estado y pensar en dañarlo si quiera logró que pudiese contenerse.
Misao: !!Vamos Kero reacciona!!!- pidió la ninja sin dejar su defensa ante cualquier ataque de alguna de las dos bestia- ¿Qué es lo que te estas creyendo para tratarme así?!- preguntó sin recibir ninguna clase de respuesta, solamente que el león alado hubiese comenzado a caminar sigilosamente alrededor de la jovencita que no le quitaba los ojos de encima mientras que merodeaba de aquella forma cómo cualquier león trataría a su presa, mientras que la melodía continuaba sin cesar alguno. Misao entro en razón entonces... El comportamiento de aquellas dos bestias solo era inducida por aquella canción... Toyo... aquella era su obra, pero por qué?!!
Kerberos apoyo bruscamente sus patas sobre la nieve, sirviéndole de apoyo para lanzarse sobre Misao quien rápidamente esquivo a la enorme bestia al no creer capaz de domarla.
Misao: Si tan solo pudiera detener esa melodía...- pensaba la ninja mientras que con acrobacias se desplazaba sobre la nieve para evitar que las garras del león pudiesen herirla. Sus oídos no eran capaces de ayudarle para dar con la localización en donde el 'domador' pudiese encontrarse, creía mas conveniente el concentrarse en los ataques directos que pudiese recibir. Sin duda alguna la debilidad del guardián sería lo lento que podían ser sus movimiento en comparación con las de un humano con habilidades ninja, su corpulenta forma no era el más apto para una lucha cuerpo a cuerpo y Misao se percató de ello, buscando el modo de poder aprovecharlo a su favor. La ninja había logrado mantener la distancia entre ella y el animal, pero el que fácilmente pudiese llegar a perder su atención hacia todos los demás puntos de quienes podría recibir un ataque...
Kiwa logró lanzarse sobre la espalda de Misao a quien hirió con sus garras al desgarrar sus ropas, casi logrando tumbarla al suelo, pero con un rápido movimiento en el que las dos rodaron por el suelo Misao pudo golpear a la can para que la soltase. Jamás había tenido la necesidad de golpear a ninguna clase de animal, por lo que resultaba un tanto difícil el haberlo hecho... Resintió levemente las heridas de su espalda por lo que se tomo un instante para poder apoyar sus manos contra el suelo para no caer, notando como es que varios rastros de su sangre ya habían manchado la pureza de la nieve. volvió rápidamente su mirada hacia el frente después de sentir una especie de onda caliente, la cual se desprendía de las fauces de Kerberos quien súbitamente dejo escapar una esfera de fuego incandescente sobre Misao quien a duras penas logro saltar, pero aun así recibiendo las ondas expansivas de fuego que se desprendieron en cuanto el ataque hubiese chocado sobre la nieve. Al no poder maniobrar en el aire la joven cayó violentamente después de la explosión, el golpe contra el suelo pudo haber sido más catastrófico pero la blandes de la nieve ayudo a disminuir el golpe. Aunque lo hubiese querido, Misao Makimachi no tuvo el tiempo suficiente para preocuparse por sus dolores ya que en cuanto volvió los ojos hacia la bestia notó cómo es que continuo con aquella clase de ataques, las esferas con el contacto de alguna superficie explotaban como si se tratasen de bombas, Misao apenas y lograba eludirlas pero no pudiendo salvaguardarse del fuego despedido, pero eso no la detenía de continuar moviéndose.
Nubes inestables que se formaron a partir de la evaporación de la nieve cubrieron momentáneamente a Misao, quien aprovecho ello para tratar de reponerse y encontrar algunas salidas...
La joven respiraba agitadamente por el esfuerzo realizado, jamás había estado involucrada en una situación cómo aquella y no sabía como manejarla... Si encontrase alguna forma de poder inmovilizarlos, pero eso le resultaría imposible sin lastimarlos... Una pisada logró que voltease rápidamente justo antes de que la silueta de Kiwa hubiese salido de entre la cortina espesa, Misao logró retenerla y al dejarse caer de espaldas contra la nieve y con sus piernas arrojar al sabueso lejos de ella con tiempo suficiente para retomar sus kunais afilados entre sus dedos y tomar la rápida decisión de usarlos. Dejó escapar cinco Kunais de los que contaba los cuales se enterraron con facilidad en el cuerpo del animal exitosamente en partes No vitales, sabría que sobreviviría. De ese modo debía actuar, cuando los hubiese incapacitado sería capaz de localizar al 'artista' tras aquella música...
El camuflaje de Misao se desvaneció cuando hubiese sido arrastrada por la fuerte ventisca que la sacudió. Las enormes alas del León fueron capaces de crear aquellos vientos huracanados que disiparon con rapidez la bruma producida, dejando a la mira de sus ojos dorados a su presa, sonriendo torcidamente y en un repentino movimiento lanzó una vez más su ataque de fuego el cual explotó a los pies de la Oniwabanshu pero quien logró saltar alcanzando varios metros de altura gracias a la explosión, pudiendo maniobrar aquella vez para colocarse en un punto sobre Kerberos quien se cegó momentáneamente al haber caído rastros de la nieve que se levantó por la explosión de su ataque. La joven lanzó los dardos con una certera puntería, confiada en que pese al daño no tendría ninguna consecuencia futura.
La criatura observó con sorpresa aquellas cuchillas cerniéndose sobre él, pero con rapidez la bestia desplegó sus alas y al mismo tiempo una especie de escudo de fuerza lo envolvió, neutralizando por completo el avance de los kunais...
Misao: No puede ser!! Falle!!- exclamó anonadada desde el aire en donde ahora se encontraba indefensa al no poder maniobrar de ninguna forma, pero antes de que la fuerza de gravedad hiciese su trabajo, Kerberos decidió tomar la iniciativa y se elevó por los aires rumbo a Misao a toda velocidad.
Misao intuyó lo que sucedería después, con gran velocidad y fiereza Kerberos embistió a la Oniwabanshu en el aire, aturdiéndola por completo antes de poder haber guardado alguna defensa. La caída la hubiese matado a aquella altura, pero antes de que su cuerpo sintiese el dolor de sus huesos romperse sobre el suelo, el intenso dolor de sentir como dientes afilados perforaron su piel alrededor de su hombro izquierdo se hizo presente. Misao gritó de dolor cuando Kerberos la hubiese mordido para evitar que cayese de bruces al suelo después de haber recibido aquella indicación (aunque hubiesen existido formas más delicadas para hacerlo...)
El león llegó hasta el suelo nuevamente, Misao intentaba doblegar el dolor que sentía debiendo permanecer arrodillada puesto a que la bestia ni aun en el suelo la soltaba.
Misao: ... Basta... por favor ya basta!...- pidió la joven mientras la bestia probaba el sabor de la sangre humana al encontrarse impregnada en sus colmillos y por lo tanto sus encías, el olor fresco de aquella sustancia logró despertar instintos que desconocía...
En aquel momento de tal agonía Misao sintió una gran impotencia y ellas llevaron a que algunas lagrimas emergieran... E inconscientemente llamaba un nombre en el silencio de su mente en donde no podía atacar si quiera el dolor...- Aoshi- sama...-
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Los pasos firmes de Aoshi se volvieron lentos y pesados hasta el momento de detenerse por completo. Espejo, ocultando aun su verdadero rostro tras el de la difunta Tomoe Yukishiro, se volvió hacia su acompañante al notar cómo es que se había quedado atrás. Parecía buscar algo que sus ojos no podían alcanzar en ese momento, por lo tanto ella obedientemente lo esperaría para continuar.
La criatura se concentró nuevamente en aquel reloj de bolsillo que encontraron bajo la nieve en aquel altar, resultaba curioso el saber que algo tan valioso podría decidir tomar una forma que reflejase todo lo contrario. Su búsqueda había resultado fácil hasta ahora, ninguna clase de peligro, pero aun pensaba en aquel hombre que pose un cabello del mismo color de la nieve... Supo ver a través de aquel rostro ajeno, y su presencia tan enigmática aun la tenía contrariada... No debía pensar demasiado en él, lo más probable es que jamás lo vería de nuevo de cualquier forma...
Aoshi Shinomori comenzó su avance nuevamente después de aquel corto tiempo en el que sus sentidos lo alertaron de algo que no logró descifrar muy bien, pero el sentimiento que lo invadió era alarmante y no pudo evitar pensar en Misao ante ello... De una forma u otra debía continuar con lo que debía hacer y esperar a que ella estuviese bien y regresase a salvo al Aoiya.
Aoshi y Espejo decidieron no entrar a la ciudad para dirigirse al próximo punto, según los sentidos de la criatura, la presencia mas próxima igual se encontraba cerca de los limites de Kyoto, por lo cual no había motivos para deber lidiar con los oficiales que custodiaban todas las entradas posibles a la ciudad. Aoshi examinaba con atención su alrededor, y conforme avanzaba se daba cuenta que el camino comenzaba a serle familiar...
Aoshi: ¿Segura qué es lo por ahí?- preguntó seriamente.
Espejo: ... Sí, estoy completamente segura- dijo tímidamente al creer que él podía estar molesto por ello.
Aoshi: ... No creo que esto sea una coincidencia...- comentó sin dejar de mirar hacia el camino.
Espejo: ¿De qué habla?- preguntó buscando explicación de su oración.
Aoshi: ... Si seguimos por este camino dentro de algunos minutos llegaremos a la Monte Gihei, un lugar que me trae viejos recuerdos...- explicó- El lugar en donde pude encontrarme a mi mismo nuevamente gracias a Battousai y que ahora se a convertido en una tumba olvidada, jamás creía que debía regresar...
Espejo: Si es una molestia para usted, créame que con gusto yo sola podría ir- dijo de modo servicial.
Aoshi: No digas tonterías- masculló sonriente- Si cosas tan superficiales me molestaran no iría a muchos lugares...
Espejo: Imagino que en ese sitio debió suceder algo muy importante.
Aoshi: Así es, en esta era Meiji fue escenario de batallas que determinarían el destino del País- explicó con indiferencia.
Espejo: Cuéntame más- pidió la carta al creerlo un tanto interesante, después de todo sería un tema del cual podría disponer para lograr que el camino no resultase tan silencioso.
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Kerberos hizo presión sobre la ninja para que se postrara sobre el suelo, como si venerase algo o a alguien... La joven escuchó pasos ligeros que se aproximaban, así como la melodía misma... Sintió un gran alivio cuando la bestia hubiese apartado sus dientes de su cuerpo y que lo frío de la nieve hubiese dado cierto alivio al dolor. No intentó ponerse de pie, sabía que no se lo permitiría la bestia, pero se las ingenio para levantar su vista y mirar a las próximas criaturas que pudiese tener en frente, pero lo que se encontró fue al joven sacerdote que tocaba sin cesar el instrumento del cual se despedía la canción que domaba a las bestias. Su mirada se ocultaba tras la sombra que el sombrero lograba sobre su rostro, pero una enorme tranquilidad lo envolvía ante la situación, indiferente a lo que lograba al seguir tocando.
Misao: ... Toyo...- lo llamó con cierta debilidad- ... Por qué estas haciendo esto?... Dímelo!!- exigió aun en su poca ventajosa situación. Creía poseer un buen instinto para catalogar a las personas, aquel joven monje jamás creyó que pudiese ser una mala persona como para mostrar un rostro cálido y amigable para después mostrar una naturaleza despiadada... Pero no lo aceptaba, necesitaba escuchar una razón, solo una justificable para poder utilizar el único dardo que podía tomar con discreción... Hanya siempre le aconsejo que jamás debía quedar desarmada en situaciones en las que su vida pendiese de un hilo, y teniéndolo siempre presente la Oniwabashu siempre solía guardar un par de kunais atadas a sus muñecas las cuales sus ropajes escondían perfectamente...- Respóndeme ¿quieres?!- insistió con impaciencia al no obtener respuesta alguna, ni siquiera una mirada... En ese momento Misao notó como es que un hilo de sangre recorrió lentamente a través del cuello de Toyo, emanando posiblemente de la parte trasera de su cuello, pero le era imposible ver lo que pudiese causar que su sangre corriese de esa forma. Intentó hacerlo, pero su atención fue atraída nuevamente por nuevas pisadas que resonaban aun en la nieve. Misao se volvió rápidamente y pudo distinguir una nueva silueta de un joven quien vestía abrigadoramente ropas marrones para contrarrestar los efectos de las bajas temperaturas en aquel sitio, sus gruesas botas hubiesen sido de aplastar fácilmente el brazo de Misao pero se detuvo cerca de ella, acuclillándose frente a la joven y sonriendo levemente.
Misao se perdió momentáneamente en los ojos verdes de aquel joven cuyo áspero rostro poseía una ligera barba de colores cafés al igual que su cabello semi largo que tocaba levemente sus hombros y recaían en su rostro. La Oniwabanshu se sintió intimidada ante aquel hombre, como sus ojos claros pudiesen ver más allá de ella misma... Fue una sensación terrible la que la sacudió en ese momento y aquel hombre noto su temor y solo sonrió con cinismo antes de ponerse de pie.
- Je... Sin duda alguna uno nunca sabe lo que se encontrara al venir a lugares tan inhóspitos como este- murmuró el joven al haber peinado sus cabellos con su mano- Pero siempre es algo grato el toparse con estas sorpresas...- caminó hacia el sacerdote y colocó su mano sobre el hombro del muchacho- Quién pensaría que un simple mocoso pudiese poseer tal poder en sus inexpertas manos, pero su lejanía con el mundo real le priva de buenas bases para poder darle un mejor uso a este pequeño artefacto...- agregó sarcástico el hombre.
Misao: ... ¿Quién eres tú?...- preguntó con cierta incredulidad al saber qué debía prestar mucha más atención a ese sujeto.
- Nadie importante mi bella Misao- dijo el joven- Solo un hombre que busca causas nuevas por las cuales vivir... Y el señor Gao me ah dado una más...- murmuró cínicamente.
Misao: Gao?!- exclamó sobresaltada al reconocer el nombre- Eres tú uno de los secuaces de ese tal Gao ¿cierto?
- Oh, eres un tanto despistada- dijo al darse un ligero golpe sobre su cabeza- Pero más vale tarde que nunca... Precisamente soy uno de los nuevos aliados del señor Gao, mi nombre es Hiro Geujikyos y creo que sabes por lo que estoy aquí, debieron haberte alertado.
Misao: ... Vienes por el shintai... Pero déjame decirte que no esta aquí!
Hiro: Jajaja cada día me sorprende más lo incrédulos que son los humanos comunes- rió ante la extrañeza de la joven.
Misao: ¿Quieres decir que Toyo me mintió?- preguntó buscando una respuesta en el sacerdote, pero este continuaba en aquel mismo estado.
Hiro: No lo creo- añadió con despecho- Literalmente mintió... pero a la vez no... cómo mentir si ni siquiera él mismo sabía la verdad que siempre tuvo entre sus manos- dijo sarcástico al retomar compostura.
Misao: ... Entonces debes ser tú el que esta de tras de su comportamiento... cierto?
Hiro: Tardaste mucho en averiguarlo...- murmuró- No fue ningún reto el haber estado atento cuando tú y este animal llegaron a este territorio, supuse rápidamente que venían a lo mismo que yo... No decidí adelantarme, primero deseaba saber qué clase de problemas pudiese tener en mis manos... Y temo que no corrí con buena suerte, solo dos mocosos y un león sobrealimentado...
Misao: ¿Qué le has hecho a Toyo?!
Hiro: Solo abrirle los ojos...- murmuró al haber descubierto uno de sus brazos desnudos debajo de el abrigo y mostrando algo que causo a la joven mucha repugnancia- Con una de estas amiguitas fui capaz de que me contase todo como si fuese un pequeño loro...- dijo al momento en que despegó un cuerpo extraño de su brazo lo cual sujetó entre sus dedos. Una especie de insecto, algo que simulaba ser una sanguijuela que se retorcía entre los dedos de Hiro que se encontraba manchada de sangre; el brazo del joven se encontraba invadido de esos animalejos que se alimentaban de la sangre que transportaba sus venas constantemente.
Misao: Que... repugnante..- fue lo único que pudo decir la oniwabanshu al ver tal espectáculo.
Hiro: Adoro cuando ponen esa cara de espanto... Pero no deberías, esto es algo natural- murmuró.
Misao: Eres un demente!
Hiro: Es parte de la naturaleza... El ayudar a preservar las vidas de nuestros hermanos sin importar a qué especie pudiesen pertenecer... es así el ciclo natural de la vida, podemos ayudarnos mutuamente a sobrevivir y a muchas otras cosas...- murmuró un tanto perturbado al ver con cierto cariño a la sanguijuela que llevaba en sus dedos.
Misao: ... Qué son esas cosas....- preguntó con cierto temor.
Hiro: Je, Clow no es el único que puede experimentar el poder dar vida a criaturas ajenas a la naturaleza... Estos pequeños retoños son parte de mi cosecha mágica, alimentadas por mi sangre... Extensiones mías que pueden lograr maravillas en los humanos u otros seres vivos, llegar a dominar las mentes débiles con facilidad... Puedes comprobar el efecto acertado tu misma al ver a tu amigo aquí presente... No creí que el dominar la mente del guardián que a tenido a su cuidado el valioso Shintai Sagrado puede ser un juego de niños... Pero olvido que en esta ocasión estoy jugando con ellos, con niños...
Misao: ... El shintai... entonces Toyo todo el tiempo ah...
Hiro: Precisamente... pero él no lo sabía, el antiguo guardián debió considerar mejor él no decírselo para no tentarlo demasiado...
Misao: Pero Kero jamás detecto nada extraordinario en él...
Hiro: Es porque solo es una bestia de segunda..- murmuró sarcástico al haberse aproximado al animal a quien logro acariciar como si se tratase de un manso gatito- Pero no es su culpa... No es su culpa el que sea creación de un mago de tan poca categoría... Además, que el viejo sacerdote impregno esa flauta con alguna clase de hechizo, para ocultar su verdadera esencia, así lograría despistar a cualquiera que desease buscarlo por esa clase de métodos... Pero no contaba en que expertos como yo pudiésemos sentir interés de la leyenda que envuelven a estos artefactos tan valiosos... Y este en especial, es de los pocos que poseen una clase de poder como este, el de domar a cualquier bestia sobrenatural...
Misao: Has obligado a Toyo a hacer todo esto entonces... Eres un maldito... Tus actos sucios los escondes tras la inocencia de los demás! Cobarde!!
Hiro: Eres muy osada para hablarme así estando en la posición en la que te encuentras... Pero eso me agrada...- dijo al acercársele nuevamente- Pude matarte desde el inicio Misao- murmuró al sujetar con rudeza la barbilla de la joven, de tal modo que la obligo a ponerse de pie aun con su herida- Pude matarte con la ayuda de mi amigo aquí presente - refiriéndose a Toyo- Con tan solo ordenárselo pudo destruirte sin compasión... Pero llamaste mi atención, lo suficiente para creerte digna de merecer convertirte, al igual que tu amigo y muchos otros, en extensiones de mis ojos, de mi lengua...- la habló muy de cerca.
Misao: Eso jamás!- dijo al intentar defenderse con algun movimiento de kempo, pero su movimiento fue fácilmente neutralizado por Hiro quien la tomó del brazo y logró dominarla al colocarla de espaldas frente a él- No te atrevas a tocarme de esa forma!- decía furiosa al no poder liberarse.
Hiro: Tal vez no te has dado cuenta, pero no estas en posición para ponerte exigente... Ahora no te muevas y dolerá menos...- dijo el hombre al tenerla completamente dominada, logrando que agachase la cabeza y su nuca se encontrase completamente desprotegida. Aun así Misao intentó oponerse a como le era posible, ninguno de sus intentos tenia efecto puesto a que aquel individuo poseía una gran fuerza física. Hiro acercó lentamente aquella sanguijuela al cuello de Misao y con ello crecería un estado mental en el cual vería a Hiro como su amo, a la vez en la que se convertiría en una extensión de sus sentidos cuando necesitase estar en dos o mas lugares a la vez al mismo tiempo, resultaba algo ventajoso el poseer su propia red de espionaje... En ese instante, en el que Misao dejó escapar un grito de impotencia, un resplandor atrajo oportunamente la vista y atención de Hiro, el cual fue capaz de distinguir una luz de colores azules que se aproximaba a él con rapidez, como si se tratase de algun bala... Hiro empujó a Misao para poder hacerle frente a aquello que lo estaba atacando, de entre las largas mangas de sus ropas logró extraer un largo látigo hecho de una estructura membranosa de colores grises. Realizó un movimiento con su látigo que extendería un hechizo de inmovilización, pero aquélla esfera de color azul tenía una mejor velocidad por lo que antes de que el hechizo hubiese hecho algun efecto logró golpear de lleno el rostro del hombre. Aquella esfera se elevó en el aire como si el primer impacto le hubiese servido parar tomar una mayor velocidad. Hiro se sintió humillado ante aquella mala jugada, cuando hubiese detectado la posición de aquella esfera esta ya lo había vuelto a golpe con violencia en la quijada, con gran magnitud como para lograr tirarlo al suelo.
- Corre ahora Misao, corre!- escuchó Misao Makimachi quien permaneció sobre la nieve observando la escena. Logró sobreponerse e intuitivamente hacer caso de las palabras que resonaron en su cabeza.
Intuitivamente Kerberos, al ver a su presa tratar de huir después de haber lastimado a su 'amo', fue tras ella como un fiero animal. Misao volvía su mirada hacia atrás y pudo ver al león cernirse sobre ella, un zarpazo certero sería capaz de terminar con ella, pero en el momento en que Kerberos hubiese saltado, súbitamente aquella esfera luminosa lo golpeo con la misma intensidad que a Hiro en el vientre, frenándolo por completo y que regresase al suelo aturdido, con igual fiereza la esfera volvió a golpearlo en el lomo y con una rápida maniobra, y con la velocidad suficiente, fue capaz de herir ambas alas del guardián, perforando sus finas plumas como si estuviesen hechas de la tela mas fina de todas... El león rugió de dolor, siendo los sonidos de sus fiera garganta lo que hizo que la esfera luminosa fuese y le diese alcance a Misao al anticiparse a su llegada hacia algun punto. Misao observó aquel fenómeno frente a ella pero no tuvo miedo, cómo podría si aquello la había salvado... Mientras más cerca se encontrase de aquel resplandeciente punto, este comenzaba a perder su brillo, siendo capaz la ninja de darle una forma amigable a aquello que estaba saltando más adelante...
Misao: ... Yuka!!!- la llamó al haber logrado sujetarla entre sus manos, a aquella bola de pelos que no solo era ya su amiga más fiel sino su salvadora.
Hiro levantó su rostro de la nieve enfurecido y observó el intento de la ninja- No permitas que se escape! Mátala!!- bramó al levantarse, dando aquella orden al guardián quien había logrado reponerse de su dolor.
El hombre no logró dominar su furia, por lo que esperar a que la bestia hiciese el trabajo era demasiado para él, por lo que con gran fiereza ondeo el látigo en su mano y con un ultimo movimiento logró que mágicamente el material del látigo diese la impresión de estar electrificado y que tuviese la capacidad de alargarse tanto a cómo el portador desease...
Misao no vio venir aquello, y Yuka ya no era capaz de ayudarla, pero la Oniwabanshu prefirió proteger a su pequeña amiga recibiendo el golpe certero del látigo que la sacudió completamente, el impacto de aquella arma sobre su espalda la empujó varios metros hacia adelante, rodando bruscamente sobre una superficie nueva y un tanto resbalosa.
Misao permaneció tendida en el suelo por algunos segundos, demasiado aturdida como para siquiera levantar su rostro, pero Yuka intento reanimarla de la única forma en la que le era posible, saltando levemente sobre sus cabellos como siempre solía hacer cuando ella dormía más de la cuenta durante las mañanas. Misao reaccionó lentamente, apenas y sentía su cuerpo después de los ataques constantes recibidos, jamás había recibido tanto daño en su corta vida... ¿Era esto a lo que Aoshi siempre intento alejarla?... Al dolor de un verdadero combate?... ¿Era aquel dolor que se experimentaba en la batalla lo que él siempre quiso evitarle?... Misao Makimachi siempre deseo estar tiempo completo al lado de Aoshi Shinomori aunque él siempre de pequeña se negaba rotundamente y por ello mismo la había abandonado en Kyoto... Era ahora en el que veía su sangre manchar aquel suelo de zafiro en el que descubría la única intención que Aoshi tuvo para separarse de ella años atrás....
El que su mejilla se encontrase entumecida por el intenso frío en el cual se postraba fue lo que hizo que la chica levantase su rostro con lentitud, pudiendo ser así la única forma en la que fuese capaz de ver su nueva situación...
La nieve había sido capaz de esconder un lago que durante la primavera poseía profundas aguas claras, mientras que en el invierno se veía cubierto por una capa delgada de hielo que se escondía tras un manta de nieve... era allí mismo en donde Misao se encontraba ahora, en medio de aquella delgada pared de hielo que cubría las heladas aguas. La Oniwabanshu se dio cuenta que en el hielo comenzaron a dibujarse algunas rayas, fisuras. Se movió ligeramente para intentar levantarse pero mientras más movimientos realizaba, sin importar lo más minúsculo que pudiese ser, en el hielo se trazaban aquellas fisuras. Misao se sintió aterrada en ese momento, un movimiento más en falso y el hielo se haría pedazos y ella caería a aquellas profundas aguas bajo cero... El constante saltar de Yuka sobre su cabeza la alertó que aquel no era el único peligro inminente... La joven pudo divisar a Kerberos a las orillas de aquel congelado lago, quien concentraba su fuego en sus fauces. Misao se encontró entre la espada y la pared en aquel momento... Y perdió toda fortaleza que pudiese haber guardado en su debilitado cuerpo... Creía saber cuál sería el desenlace de su historia... Lo único de lo que se arrepentía era el de jamás haber podido decirle a su querido Aoshi cuanto lo amaba y cuanto deseaba siempre estar a su lado, no importando jamás en la situación por la que pasasen...
Kerberos estaba dispuesto a fulminar cualquier rastro de aquella humana, pero antes de que su ataque pudiese ser liberado de sus fauces, estas se consumieron ante su sorpresa, en cuanto una imagen que solo él pudo ver frente a sus ojos se interpuso y en ese mismo instante sintió una fuerza externa que cubrió todo su cuerpo e inmovilizó sus extremidades así como todo intento de movimiento.
Hiro se percató de ello y aunque le hubiese ordenado a través de Toyo el que finalizara su mandato, le era imposible a la bestia el moverse pese a que esos fueran los deseos de quien lo controlaba, pero un amo sabio como el que poseía Kerberos siempre suele pensar en todas las posibilidades que pueden ocurrir en sus criaturas...
- ... Todo estará bien Misao...- escuchó una voz serena y gentil aun entre su respiración entrecortada- ... Debes liberar a ambos y te garantizo que todo saldrá bien... confía en mí...- la joven tragó saliva, aquella voz le devolvió la confianza y de alguna forma extraña le dio la idea de cómo realizar perfectamente su petición, y aunque el llevarlo a cabo arriesgaría su vida creía firmemente en la promesa de esa voz, sabiendo exactamente de quien se trataba.
Con rápidos movimientos Misao logró levantarse del hielo el cual se quebró a sus pies instantáneamente, pero fue menos el instante que le tomó el haber extraído los dos dardos, uno en cada mano, y con un certero calculo las arrojó.
Hiro observó que ambos dardos venían en su dirección, nada que no pudiese resolver. Con mucha certeza sabía que solo debía preocuparse por uno, su mano logró atrapar uno de los kunais que iba directo a su frente, dejando pasar el kunai que calculó no le haría ningún daño, ni siquiera se acercaba... Lo que Hiro no se imaginaba es que aquel kunai no lo tenía cómo blanco a él, pero de ello se dio cuenta demasiado tarde.
El dardo afilado se desplazó acercándose con rapidez a Toyo (quien no se había movido de ninguna forma de su lugar), uno pensaría que estaba destinado matarlo después de todo solo así sería capaz de que aquella música dejase de manipular a Kerberos; pero tal y como escuchó, debía salvar a ambos, por lo que con la mejor puntería que Misao Makimachi podía tener, logró acertar justo en la sanguijuela que se adhería a su nuca. El Kunai atrapó al insecto y por la velocidad resulto letal para la criatura así como ser capaz de separarla del cuerpo del huésped de quien se alimentaba y controlaba.
Una separación tan brusca como aquello puede causar un trastorno momentáneo en una persona, incluso volverlo loco, pero el joven sacerdote logró mantenerse de pie pero no continuo soplando sobre el instrumento de viento verse en su mirada su consternación ante lo que sucedía... le tomaría unos momentos el reaccionar...
Misao solo pudo ver cómo es que su kunai había hecho su parte del plan antes de que su cuerpo cayese sin remedio alguno dentro del estanque congelado. El sonido del splash sobre las aguas resonaron en los oídos de la bestia que al recobrar la conciencia aquel estruendo fue lo que sus oídos pudieron captar. Se encontraba desconcertado y adolorido. Se volvió nerviosamente al sentir que algo no estaba bien y más al tener aun el sabor de la sangre en el pelaje que rodeaba su hocico... En ese momento solo pudo pensar en Misao, en lo qué le habría ocurrido... La buscó desesperadamente (pudiéndose mover ya) pero solo distinguió a un hombre extraño en la zona, y al mismo jovencito que había conocido anteriormente, quien cayó de rodillas contra el suelo teniendo el instrumento entre sus manos... El ver aquella flauta y el rostro de aquel muchacho le hizo saber lo qué paso... Volvió su mirada hacia el frente y observó el agujero que se encontraba en la pared de hielo y a Yuka saltando alarmantemente sobre el hielo, queriendo atraer su atención y que se percatase de lo que sucedía... La mente del guardián se despejó en ese instante y todo se armó para darle el significado correcto. Con rapidez Kerberos se desplazó sobre el hielo, no pudiendo volar por sus alas lastimadas, sin dudarlo ni un instante su cuadrúpeda silueta se sumergió en aquellas aguas congeladas en busca de la humana a quien debía proteger.
Hiro: Kuso*- maldijo entre dientes al ver como el león se perdió entre el hielo. Creía que había malgastado bastante su tiempo en aquel lugar, por lo que ahora haría lo que desde el principio debió hacer: tomar el shintai y largarse...
Se encaminó hacia el monje que aun permanecía en una especie de shock. Hiro se agachó para tomar el instrumento, pero no contaba con que pondría resistencia, el monje no dejó que la tomase, aunque Toyo no comprendiese bien lo sucedido, la presencia de aquel hombre hablaba por si sola y el no permitirle tomar el shintai fue su prioridad en cuanto logró levantarse aun con ojos asustadizos y confundidos.
Hiro: Mira chico te quitaras muchos problemas si me entregas eso por las buenas- agregó el hombre al extender su brazo hacia él- Entrégamelo si sabes lo que mejor te conviene para salvar el cuello...- amenazó.
El que contemplase el rostro del sujeto logró que Toyo recordase su primer enfrentamiento con él el cual debían retomar ahora. Sus ataques eran lo ultimo que su mente conciente logró captar por lo tanto en ese momento intuitivamente había retomado un actitud por defenderse al haber logrado extraer algunos pergaminos de entre sus ropas- ... No sé lo que me habrás hecho maldito... ni mucho menos lo que me obligaste a hacer... Pero retomó mi antigua posición, no te entregare esto jamás...- repuso el joven.
Hiro: Je, sabes que tu magia es inútil contra mí- dijo al sujetar su látigo con seguridad y hasta vanidad- Pero a los niños siempre se le deben repetir las cosas para que les quede claro!- exclamó como si su voz hubiese definido la intensidad del movimiento del látigo. Ante esto el joven sacerdote tomó el pergamino adecuado y al colocarlo entre él y el arma esta solo alcanzo a golpear un muro invisible que logró protegerlo- No te escondas mocoso tras una pecera, trata de enfrentar el dolor que trae la vida!- el látigo logró neutralizar el campo que protegía el muchacho logrando golpearlo en la mejilla causando un gran herida que parecía hubiese sido hecha por una navaja angosta. Su sangre corrió por su rostro con abundancia pero logrando sobreponerse al dolor el joven monje lanzó cuatro de aquellos pergaminos que se desplazaron en el aire como si fuesen dardos, teniendo el mismo efecto si hubiesen alcanzado a Hiro quien los esquivó oportunamente- Los trucos baratos de un monje no sirven contra mí- aclaró con sarcasmo.
Toyo: ¿De verdad eso crees?- preguntó despreocupadamente al esbozar una ligera sonrisa. Hiro lo notó y se volvió con rapidez, no se había percatado que los cuatro pergaminos se hubiesen colocado a su alrededor, y cuando sus ojos se hubiesen postrado sobre uno de ellos alrededor de estos corrió una energía que formo un aro angosto alrededor de Hiro quien aunque hubiese intentado salir de aquella energía el aro repentinamente hubiese reducido su circunferencia con rapidez para aprisionar al sujeto, como si se tratase de una cuerda de energía que inmovilizaba sus brazos. Aquel lazo se adhirió fuertemente alrededor de él, dejando escapar descargas de energía por todo el cuerpo de quien aprisionaban. Hiro gritó de dolor ante aquella treta, jamás se lo hubiese esperado, su excesiva confianza lo llevaron a caer en las artimañas de un muchacho... que humillación.
El monje observaba como es que aquel hombre se retorcía entre la energía que atacaba su cuerpo, comenzando a provocarle algunas heridas superficiales en el cuerpo y el aro mismo parecía querer asfixiarlo. Si se hubiese tratado de otra persona lo hubiese dejado morir en aquella agonía, pero el tratarse de un monje y uno tan joven, aquel no sería su caso. Cuando Toyo creyó que no podría causar más daño disipó el aro que aprisionaba al pobre hombre, quién cayo pesadamente sobre la nieve pero aun conciente mientras que de su cuerpo despedían algunos rastros de humo.
Toyo: No me gustaría siendo tan joven llevar en mi conciencia el peso de una vida humana, sin importar lo sucia que el alma de este pudiese ser...- dijo con despechó- Te permitiré que te vayas...
Hiro logró levantarse toscamente del suelo al encontrarse malherido, pero sonriendo cuando hubiese retomado la compostura- ... Olvido que todo mago... siempre posee más ases bajo su manga de los que parece tener... Me confié y acepto esta pequeña derrota por ahora...- murmuró con desafió- ningún mocoso ah hecho lo que tu... la próxima vez no será tan fácil. Sí, nos veremos de nuevo mientras poseas eso... - refiriéndose al shintai- Deberías tomar este tiempo que viene para recapacitar y poner en orden... tus convicciones... Te aseguro que lo que más te convendría, lo que a todos como tu les convendría sería el de estar del lado de Señor Gao... no en su contra...- finalizó al haber logrado una rápida retirada por entre los campos de la nieve.
Toyo escuchó los constantes y alarmados llamado del guardián de ojos dorados, volviéndose con rapidez hacia donde provenía su voz, observando como este se encontraba a orillas del estanque congelado luciendo completamente empapado y temblando de frío con una Misao inconsciente e igualmente mostrando su estancia en el agua helada.
El joven rápidamente se aproximó y examino a la joven ante los ojos impotentes de Kerberos al no poder hacer nada, y de igualmente la impaciencia de Yuka al no poder ayudar igualmente.
Toyo: No esta respirando...- murmuró al haberlo comprobado. En esa situación la hipotermia era de igual gravedad, pero el que no respirara lo era mucho más, debía despejar los pulmones en ese momento o no lo lograría. Misao debería perdonarlo en un futuro ya que serían sus labios los que serían los primeros en haber logrado unirse con los suyos y no su adorado Aoshi...
El monje al aplicar respiración de boca a boca tratando de reanimarla comenzó a perder las esperanzas puesto a que no parecía tener ninguna clase de reacción en ella, lo pálido de su piel y sus labios ya casi azules por el frío no le daban muchas probabilidades, pero la esperanza debía ser lo ultimo que muriera y para suerte de todos no murió después de Misao ya que esta comenzó a respirar de nuevo al haber expulsado el agua en sus pulmones.
Kerberos: Gracias al cielo- murmuró sin aliento al ver que respiraba. Toyo sabía perfectamente que si no conseguían que despertara moriría de la hipotermia, debían reanimarla con rapidez y el tiempo era valioso.
Toyo: Aun no esta fuera de peligro- dijo al haberse privado de su saco para cubrir a la joven a quien cargó- Necesitamos que su cuerpo recupere su temperatura normal cuanto antes sino morirá!- dijo con dificultad pues el viento comenzaba a soplar con violencia- El tiempo corre en nuestra contra, debemos darnos prisa!
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Aoshi fue el primero en entrar en aquella destruida fortaleza. La recordaba bien, así como sus pasadizos. Los olores que atiborraban el lugar eran viejos y pútridos por la explosión ocurrida hace meses y que fue la causa que gran parte del lugar se derrumbase, para su suerte aun había túneles por los cuales el paso era posible aunque difícil. Ninguna persona se había atrevido a visitar aquella 'tumba' en meses pasado, ni siquiera los saqueadores creían encontrar algo de valor entre aquellas ruinas; por qué arriesgarse a que la montaña cayese sobre ellos solo para encontrar rocas y desperdicios?....
Espejo disfrutaba de aquellas atenciones recibidas por parte de Shinomori quien se preocupaba por su bienestar, se sentía alegre por haber sido un hombre cómo él ser su primer contacto con un humano diferente a la compañía de su amo, y egoístamente deseaba que aquella travesía que compartía con él no terminara pronto...
Ella ahora sabía lo que aquel lugar realmente representaba para él y todos los que estuvieron involucrados. Se preguntaba cómo es que algun shintai de los que buscaban podría encontrarse en un lugar como aquel, el cual para los sentidos de un guerrero como Aoshi, conservaba un olor a muerte...
Siguiendo las indicaciones de Espejo, Aoshi logró guiar a la criatura hasta dónde requería, muchas veces debiendo tener que usar la fuerza para apartar algunos escombros.
Pronto lograron divisar una luz mas brillante que indicaba una salida hacia el exterior, el Oniwabanshu se detuvo cuando hubiese llegado al final del túnel, Espejo observó detrás de él el lugar al que había arribado y del cual ella lograba sentir con más intensidad la presencia del shintai. Su perspectiva como criatura sobrenatural le permito el ver lo que ojos humanos no lo hubiesen logrado: dentro de aquella enorme fosa de escombros sin techo, podía divisar como es que en un punto determinado emergía una clase de aura de colores rojizos, sin duda alguna delatando la posición exacta de lo que buscaban.
Espejo: Esta ahí- dijo al apuntar hacia la fosa- Debajo de los escombros, deberemos bajar- anunció la criatura al verificar la gran altura que los separaba del punto en donde se encontraba hasta donde la superficie más próxima se encontraba.
Antes de que hubiese propuesto alguna forma de bajar Aoshi la había tomado entre sus brazo para disponerse a descender, aquel repentino acercamiento provocó que el rostro de la carta presentase un color rojizo en sus mejillas.
Aoshi: Sujétate bien- murmuró al pararse al limite del túnel. Espejo le tomó la palabra con rapidez y se abrazó al hombre. Aoshi aprovechó a que las paredes que rodeaban aquel sitio se encontraban levemente inclinadas para poder bajar deslizándose, gracias a su agilidad resultó sumamente fácil el llegar sin ningún problema o alguna situación que pudiese poner en peligro a alguno de los dos.
El caminar dentro de aquella fosa tampoco sería fácil para la criatura, poseyendo aquella delicada apariencia Aoshi era lo suficientemente caballeroso para evitarle pasar problemas, por lo que aun después de haber llegado continuo cargándola, Espejo solo podía señalar hacia dónde debían dirigirse. Entre saltos y pasos ambos llegaron hasta el punto en donde la criatura le pidió que se detuviese al sentir una clase de dolor que se incrementaba al acercarse más. Aoshi se detuvo en cuanto se lo pidió, observando cómo es que Espejo trataba de aliviar el dolor que se concentraba en su pecho.
Espejo: ... Me duele... La presencia es tan... tan fuerte que... logra lastimarme- murmuró con cierta dificultad. Fuese cual fuese la clase de energía que ella lograba captar como para que le causase alguna clase de daño.
Aoshi se concentró tratando de ver lo que espejo era capaz... Pero solo atino a alejarla lo suficiente para que se recuperase.
Aoshi: ¿Estas bien?- se mostró preocupado.
Espejo: ... Perdóname- murmuró con pena.
Aoshi: No tienes porque disculparte, esta bien... Pero me preocupa el que te sintiese de esa forma, podrías explicarme lo que sucede?- preguntó.
Espejo: ... No lo sé bien... Pero el solo estar tan cerca de esa presencia... es como si ella misma quisiese evitar que me acercara, como si creyese que soy alguna amenaza para ella...- explicó.
Aoshi: No veo nada excepcional en este sitio... Pero es algo que solo tu puedes ver.
Espejo: El shintai debe encontrarse debajo de esos escombros, pero el aura que debe emanar de este es tan fuerte que puedo verlo filtrarse por entre los escombros... Trata de verlo, mencionaste que alguna vez fuiste educado para esto... No es un conocimiento que se olvide con facilidad- le pidió- Yo te ayudare, de no ser así tu no podría llegar hasta él y yo no puedo acercarme- dijo al haber tomado su mano.
Aoshi: Puedo intentarlo... Esta bien...
- Temo que no habrá necesidad... Haré el trabajo por ustedes- escucharon de pronto ambos.
Aoshi rápidamente se puso alerta ante aquella voz tan de ultratumba que se dejo escuchar, pero el eco que las paredes producían no le permitían localizar al individuo.
Espejo igualmente lo intento, pero a diferencia del Oniwabanshu ella logro sentir una presencia que podría imitar en parte la misma consistencia que la del shintai, pero aquella le resulto aterrorizante y violenta, provocándole cierto pánico el solo sentirla tan cerca... jamás había sentido nada parecido.
Aoshi: Muéstrate! Seas quien seas!- pidió el hombre al sentirse nervioso, después de todo se encontraba en una zona en donde podría ser blanco fácil para cualquier ataque.
- Impaciente...- escuchó nuevamente, pero aquella vez para Aoshi le resultaba aquella voz un tanto familiar- Aoshi Shinomori, jamás creí que serías tú con quien el amo me permitiría jugar primero... Me complace puesto a que es la primera vez que podré presentarme como debidamente debe ser, en ocasiones pasadas hemos estado tan cerca pero jamás pude decirte 'Hola'- habló sarcásticamente entre el eco de las murallas.
Shinomori entonces logro percatarse de un sonido entre los escombros al momento en que algunas minúsculas rocas resbalaran por una de las murallas, cuando el hombre dirigió su vista hacia aquel sitio sus ojos solo pudieron captar como es que una especie de sombra se movilizaba por las paredes buscando un descenso rápido hasta el mismo nivel del suelo que él. No era capaz de darle forma a aquella figura que se desplazaba con aquella velocidad entre las rocas y escombros, solo cuando aquello logró detenerse pudo distinguir a alguien que se presentó a cinco metros de su posición, alguien quien le dirigió una mirada fría como el hielo y carente de emoción.
Aoshi Shinomori y la Carta del Espejo no pudieron ocultar su asombro cuando se dieron cuenta de la apariencia que poseía aquel individuo. El recién llegado pudo percatarse de lo mismo al leerlo en sus miradas confundidas, algo que le complació esbozando una tétrica sonrisa.
Aoshi: ... ¿Qué clase de broma es esta?...- masculló al no creer lo que tenia frente a él- ...Cómo puedes estar aquí... !¿Battousai?!
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No podría haber duda sobre que por el cuerpo de Toyo circulaba sangre de una familia dedicada a la medicina. Al ser un monje en regiones tan lejanas de la capital mas cercana, la escasez de doctores requería que él pudiese tener el conocimiento para manejar ciertas situaciones de las personas que venían a buscar su ayuda, por lo que la inexperiencia es algo que no poseía en aquella rama. Supo exactamente como actuar. Al carecer de alguna clase de ayudante, Kerberos se convirtió en uno, tras haber traído a Misao al templo él utilizó su fuego para encender fuego en la chimenea y en algunos calentadores que tuvo que mover hacia la habitación, debiendo también en ir en busca y ayuda de Kiwa quien al estar herida no podía caminar para regresar.
Toyo había aprovechado aquella ausencia de la bestia para deber privar a la ninja de sus ropas mojadas y cambiarlas por unas tibias y secas para atender sus heridas sangrantes. En otras circunstancias hubiese pedido que alguna otra mujer lo hubiese hecho, pero estaba él solo... Sintió ligera pena pero termino haciéndolo con la mayor seriedad y disciplina que un hombre pudiese tener.
La levantó llamándola constantemente, tratando de que ingiriera algunos brebajes tibios para ayudar a su cuerpo a estabilizar su temperatura. No podía permitir que alguien con hipotermia durmiese tanto, debía recuperarse primero y después dejarla dormir. Toyo había logrado que abriese los ojos pero parecía demasiado ausente aun.
El tiempo pasaba con lentitud aquella noche, Toyo mantuvo a Misao lo mas coherente que pudo hacerlo, sosteniéndola entre sus brazos y al mismo tiempo darle de su calor, como si se tratase de una niña pequeña que necesitase de todas su atenciones.
Pasó toda la noche en vela a su lado, al igual que las bestias. Antes del alba la situación de la oniwabanshu logró estabilizarse, pudiendo Toyo permitirle dormir y ver cómo avanzaría la evolución de su condición. Ese tiempo de paz los aprovechó para atender a las bestias.
Toyo atendía a su preciosa Kiwa de las heridas que los kunai lograron en ella. debió haber extraído cada uno de ellos y ello traía consigo mucho dolor en el animal... Misao aun no había sido capaz de explicar lo que había sucedido... pero por lo que veía, ella debió haber enfrentado a Kiwa para verse obligada a hacerle esto, así que como a la bestia dorada... Sabía que Kiwa jamás atacaría a otros ser humano como Misao, ni que Kerberos pudiese ser capaz de lastimar a la chica... El único modo sería el que él los hubiese obligado, al haber utilizando la flauta que resultó ser un shintai...
Kerberos reposaba en el pesillo, fuera de la habitación en donde Misao descansaba; sus heridas no eran de cuidado, solo debía ocultar sus alas por algunas horas para que se regeneraran... pero el sabor de boca que tenía, ni masticando nieve logró quitársela... Aun sentía la sangre de Misao endulzando sus encías... Tenía el terrible presentimiento de lo que había hecho, jamás había lastimado a ningún humano, de ninguna forma... jamás se había obligado a seguir lo que sus instintos de bestia le pedían, y en aquel momento fue el matar, herir a su presa la cual desafortunadamente había sido Misao... Al lado de Clow jamás había pasado por esto, pero ahora estaba tan lejos y resentía aquella lejanía... Era la primera vez en que Kerberos pudiese sentirse tan solo y desamparado, lo que daría por escuchar su voz brindándole apoyo y comprensión... Solo esperaba que cuando despertase la joven pudiese ser comprensión lo que vería en su mirada y no alguna clase de rencor...
- Fin del Capitulo 14-
Kuso*: Mierda.
Ulti_SG: Me disculpo por el error cometido en capítulos anteriores sobre el apellido correcto de Enishi y Tome, el cual es YUKISHIRO y no como Tsukishiro.