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   Se Necesita...

Un presidente que quiera convertirse en estadista, que no busque lo suyo, que recuerde que hubo millones que confiaron en él y que sepa que muchos de ellos se sienten defraudados.

Una cadena televisora nacionalista que se atreva a preguntarle al auditorio cómo calificaría el desempeño -hasta ahora- del ciudadano presidente.

Un presidente que proponga medidas concretas para evitar que en México se distribuya la droga que ya no puede pasar a los Estados Unidos y que es el 60% de lo que se consume en aquél país; que aproveche el presupuesto asignado a promover su imagen, en la preparación de campañas intensas dirigidas a los jóvenes para prevenirlos contra este flagelo que destruye a nuestras familias.

Una cámara de senadores que ejerza plenamente su responsabilidad en las subsecuentes solicitudes del presidente para ausentarse del país, necesitamos cuantificar tanto el gasto que se ejerce en estos viajes así como el resultado de los mismos, parafraseando al poeta: que nadie disfrute de más viajes superfluos, mientras miles de mexicanos y mexicanas carecen de lo más indispensable.

Un presidente que entienda que México no es escala obligada, es destino. Hay la impresión generalizada que el ciudadano presidente realmente disfruta con el hecho de que le rindan los honores propios de un jefe de estado además de las lujosas cenas en las que puede mostrar sus relumbrantes y acharoladas botas; se entiende, nada que ver con el hecho de estar con los damnificados en Baja California Sur o con nuestros indígenas o con la gente que sufre y llora del Valle del mezquital y de muchas partes de nuestro territorio nacional.

Un gabinete presidencial que trabaje con verdadera mística de servicio y unidad, que no se descalifiquen entre sí, que demuestren que son capaces de trabajar por México y para México.

Un presidente que ponga en su trabajo como presidente, el mismo empeño y afán que puso como candidato, que retome sus promesas de campaña y que busque anhelosamente su cumplimiento en actos de gobierno.

Asesores calificados, informados, estudiosos, analistas, que sepan entre otras cosas, historia, geopolítica, literatura, especialmente sobre los países a los que el presidente desee viajar, que sepan que Checoslovaquia ya no existe, para que ya no se repitan los bochornosos casos de la gira más reciente por la República Checa, Francia, Alemania, España, Italia y China.

Un presidente que entienda -de una vez y para siempre- cuando menos durante lo que dura su gestión, que lleva sobre su pecho un símbolo que representa a toda una nación, que no es solamente él quien queda en vergüenza, -ojalá fuera así- sino que se lleva entre las botas a todos los mexicanos y las mexicanas. Eso es lo que representa su investidura, ni más ni menos.

Alguien, inteligente y sensible que le diga al ciudadano presidente que el 2 de julio ya pasó, que fue una magnífica y ejemplar jornada electoral, en la que ciertamente casi la mitad de los mexicanos lo llevó a la presidencia de la república, pero que ya pasó el tiempo del festejo y el festín, que ahora es tiempo de ponerse a trabajar de presidente, aquí, en su país que es México; además, está gastando esa fecha sobre todo porque en la mente de muchos es el recordatorio más cruel de que se equivocaron y esta percepción sin duda, también empieza a permear en el extranjero.

Un presidente que sepa que Antonio López de Santana fue un personaje simpático, dicharachero, frívolo, que tenía la facilidad de convencer y que sabía qué decir para que le creyeran, que no sabía decir no y que buscaba desesperadamente quedar bien con todos, al final se quedó sólo, con sus mentiras y con su conciencia.

Se necesita, urgentemente, que el presidente Fox, ya no deje pasar las valiosas oportunidades de permanecer callado.

La historia nos enseña que cada gobernante tiene el rarísimo privilegio de inscribir su nombre en las páginas de su tiempo y la experiencia nos enseña que sólo cuando estos tienen la visión del estadista, entonces y sólo entonces, tendrán la madurez para enfrentarse y resolver los problemas de su tiempo con sentido de responsabilidad, sensatez, reflexión y mesura.

Con todo el respeto que la investidura del Presidente Fox inspira, creo que llegó el momento de detenerse, de otear los vientos y volver el rostro hacia México y los males que lo aquejan y laceran. Aún es tiempo.

Derecho a réplica y comentarios: salvadorordaz@mexico.com y senadors@hotmail.com




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