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   Migrantes

Como cada año, cientos de miles y quizá millones de mexicanos residentes en Estados Unidos vuelven a su país, con objeto de pasar las fiestas decembrinas en compañía de quienes los esperan en suelo materno. Vuelven después de haber dejado honradamente parte de su vida en el norte y esperando compartir con sus familias el producto de su esfuerzo. Esperando también que su patria corresponda en algo a la sangre, el sudor y las lágrimas que dejaron en el camino de ida.

Cuando Vicente Fox asumió la Presidencia de la República, fijó tres grandes prioridades para su Gobierno respecto a ellos: suscribir un acuerdo migratorio con los Estados Unidos, lograr el voto de los inmigrantes en las elecciones mexicanas y mejorar sustancialmente la valoración y el trato que reciben en México. Como todos sabemos, los dos primeros objetivos son difíciles de lograr en el corto plazo, no sólo por las dificultades intrínsecas de cada tema, sino fundamentalmente porque no son materia exclusiva del Gobierno. En cambio, el tercer tema, el de mejorar la valoración y el trato, sí es competencia específica de él.

Como hace dos, seis o más años, hoy volvemos a conocer los muchos abusos de que son objeto nuestros hermanos en el suelo que los vio nacer; burocratismo, extrema lentitud en los trámites de internación, hostigamiento de los cuerpos policíacos, demanda de gratificaciones ilegales, asaltos.

Pareciera que en estos dos años el Gobierno del cambio no representó ningún avance para los "mojados" mexicanos. Por ello, es fundado preguntarse: ¿Cómo espera el Gobierno mexicano lograr sus demás objetivos si no ha hecho nada concreto para avanzar en lo que sí le corresponde?

Para el Partido Liberal Mexicano un Gobierno que no cuida la tercera fuente de divisas de su país es, según cualquier valoración, un mal Gobierno. Pero un Gobierno que no se preocupa, siquiera durante tres semanas, por atender las principales necesidades de una fracción de la población que expulsó, resulta al final de toda cuenta un peor Gobierno.

Al respecto, es muy fácil hablar de transparencia y calidad en la administración como lo ha venido haciendo la administración foxista desde su inicio; lo difícil es demostrarlo con hechos. Por ejemplo, ¿dónde están los índices que nos permitan comprobar que hoy existe menos corrupción en el trato con los migrantes, menor el tiempo de espera, mayor la seguridad? Si después de dos años de gobierno no contamos siquiera con una propuesta de esos índices, es claro que vamos por un mal camino.

Pero la responsabilidad no es exclusiva del Gobierno federal; como sociedad tampoco hemos hecho un enérgico llamado para cambiar el estado de cosas.

Los migrantes que hoy se encuentran entre nosotros no requieren discursos sensibleros, requieren acciones activas, un compromiso claro, castigos efectivos a quienes los maltraten, un discurso político que realmente los incluya. Sólo en la medida que lo logremos, podremos decir con justicia dentro de un año que, efectivamente, esa será una época de amor y reconciliación.

Derecho a réplica y observaciones: salvadorodaz@partidoliberalmx.org




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