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Nacimiento del sindicalismo y sus primeras proyecciones
En los artículos anteriores de esta serie hemos expuesto la existencia de los movimientos sociales que han configurado la memoria histórica de nuestro pueblo. Estos movimientos comenzaron a sustentar las premisas fundamentales de lo que después sería el pensamiento del movimiento obrero cubano.
En el primer trabajo expusimos los motivos y razones del pensamiento de los sindicalistas social-revolucionarios y su proyecto. En el segundo, expresamos los antecedentes jurídicos sobre los que se sustenta la afirmación de que el derecho laboral es un nuevo derecho o una especialidad del derecho público y cómo, consecuente con esto, resulta evidente que el sindicato es un órgano de derecho público. En el tercero de la serie nos referimos a los movimientos sociales que precedieron al sindicato y las primeras orientaciones que establecieron pautas para su acción social. En el presente comentaremos el momento histórico de su nacimiento y sus primeras proyecciones.
La prédica socialista en Cuba
La prédica socialista en Cuba nos llegó de modo clandestino en los primeros años de la segunda mitad del siglo XIX. El régimen colonial español las calificaba como subversivas y anticristianas, sin considerar que ya para esa fecha el sacerdote jesuita conocido como el padre Vigo identificaba los valores del cristianismo con los del socialismo. Se afirmaba que los primeros textos socialistas que se introdujeron en el país vinieron en barcos negreros, que así se conocían a los que se dedicaban al tráfico de esclavos. Para hacer más hiriente el sarcasmo, uno de los barcos, el más identificado, se llamaba "Voltaire".
Los lectores que mostraban interés por estos libros y ejercían la prédica socialista eran inmigrantes que habían escapado de los conflictos europeos y comenzaban su integración a la clase de los trabajadores asalariados: una minoría en la estructura social cubana, sin conciencia de clase. Los autores que para esa fecha se lograba leer y comentar eran Henri de Saint Simon, François Babeuf, Carlos Fourier y Robert Owen. Es importante conocer -para comprender la proyección del movimiento sindical en las próximas décadas- que el pensamiento de la filosofía alemana representada por Marx y Engels no fue conocido, ni siquiera por estos grupos exiguamente minoritarios, hasta bien entrado el siglo XX.
Al desaparecer la sociedad esclavista porque ya resultaba demasiado costosa e inestable, emerge la sociedad capitalista, y se produce una elemental revolución industrial en las industrias azucarera y tabacalera. En los ingenios azucareros las características fueron: (a) industrias instaladas en áreas agrícolas generalmente aisladas, en los llamados bateyes, alejados de los grandes centros urbanos; (b) el periodo de producción -zafra- era de tres o cuatro meses al año; y (c) los instrumentos represivos de que disponían los empresarios o sus representantes demoraron la capacidad de organización sindical de los trabajadores. Para los del sector tabacalero y para los tipógrafos existían condiciones menos severas. En consecuencia, los primeros sindicatos organizados aparecieron en la industria del tabaco y entre los tipógrafos.
Pero los trabajadores en general, en su condición de marginados e indefensos, comprendieron prontamente la necesidad de organizarse. Esa comprensión fue estimulada por los mejor formados, que tenían conocimiento de las obras de algunos de los autores mencionados y de las acciones sociales anteriores, y estaban influidos por el pensamiento progresista conocido entonces como "la Ilustración" o "el Iluminismo". Éste, en su momento, tuvo su centro de expresión en la Sociedad Económica de Amigos del País. Fue allí que surgió un inmigrante asturiano llamado Saturnino Martínez.
Saturnino Martínez
Apenas adolescente, llegó a Cuba Saturnino Martínez, donde trabajó en toda clase de oficios. En breve logró convertirse en torcedor de tabaco, puesto altamente reconocido en la sociedad cubana de la época. No mucho tiempo después fue nombrado bibliotecario de la respetable Sociedad Económica de Amigos del País. No obstante su labor como tabaquero y bibliotecario, logró dedicar tiempo a la lectura de cuanto libro lo motivara que llegara a la biblioteca y a relacionarse con figuras importantes en el mundo intelectual. Algunos eran un poco extravagantes, apasionados seguidores del igualitarismo de Babeuf. Otros resultaron personalidades verdaderamente destacadas del pensamiento progresista, como Nicolás Azcárate, figura públicamente muy apreciada y miembro prominente de la Sociedad Económica. La conducta e ilustración de Saturnino Martínez llamó la atención de los tabaqueros, quienes sentían la necesidad de organizarse para lograr mejores condiciones de trabajo en los talleres insalubres donde percibían salarios de hambre, así como para superar su nivel cultural. Ellos vieron en la persona de Martínez a alguien que podía responsabilizarse con la organización que ellos necesitaban.
En octubre de 1865 comenzó a editarse La Aurora, el primer periódico obrero de Cuba, del cual Saturnino Martínez era el director. El objetivo proclamado desde el periódico era laborar "por el adelanto de las ciencias y de la literatura y por la difusión de las luces entre las masas de la sociedad". Estos principios generales se concretaban de inmediato en su creciente campaña por la creación de bibliotecas y escuelas para los trabajadores. Motivado por el ejemplo, el movimiento obrero naciente creó la primera escuela nocturna para adultos, y a fines del mismo año se instauró la profesión de "lector de tabaquería", mediante la cual se pretendía elevar el nivel cultural en general de los trabajadores, y muy especialmente su capacidad de comprensión del fenómeno social.
Por una parte, la publicación sistemática de La Aurora hizo crecer considerablemente el prestigio del líder sindical, y por otra, la miseria producida por los salarios abusivos y las pésimas condiciones de trabajo en las fábricas movieron a los trabajadores a numerosas huelgas y otras manifestaciones de protesta como las ocurridas en ocasión de una rebaja de salarios. He podido identificar entre las más importantes las llevadas a cabo en las fábricas de tabaco "El Fígaro" e "Hijas de Cabañas y Carvajal". Estas huelgas, en las que participaron la mayoría de los trabajadores del sector -aproximadamente 500 trabajadores-, se caracterizaron por la solidaridad y disciplina que mostraron los huelguistas. Como resultado, la huelga fue ganada: a los obreros se les restituyeron sus salarios y les mejoraron las condiciones del trabajo.
El primer sindicato
A mediados de 1866 se fundó el primer sindicato obrero propiamente dicho: la Asociación de Tabaqueros de La Habana, la que desde su nacimiento estuvo comprometida con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y elevar el nivel cultural de los trabajadores, así como de mantener la unidad y la organización social. Además del interés organizativo y la capacitación social de los trabajadores, se iniciaba una tendencia en la educación y una motivación cooperativista. En ella se destacó un ingeniero mecánico graduado en los Estados Unidos, llamado José de Jesús Márquez, que había regresado a Cuba después de terminados sus estudios.
Sin embargo, Saturnino Martínez y sus seguidores más cercanos en modo alguno estaban comprometidos con el ya creciente movimiento independentista. Consideraban a Cuba parte de España, si bien creían que el país debía tener fueros especiales. Pero para motivar la represión de la oligarquía dominante era suficiente que se pidiera al gobierno español conceder reformas e insistir en que las demandas en La Aurora y el sindicato fueran atendidas. Así, toda la capacidad de represión del gobierno colonial se lanzó sobre el movimiento laboral. Las autoridades consideraban que tanto el oficio del lector de tabaquería como las escuelas nocturnas y las bibliotecas eran parte de un plan subversivo, peligroso para el orden público.
La represión del gobierno colonial durante la larga Guerra de Independencia -de 1868 a 1878- aplastó el movimiento obrero, y al final fueron desconocidos todos los logros laborales anteriores. No obstante la no participación del movimiento obrero, liderado por Saturnino Martínez en la corriente independentista, el gobierno y los sectores más retrógrados de la sociedad emprendieron una intensa represión y acabaron suprimiendo las conquistas ya obtenidas por la clase trabajadora durante algo más de una década.
Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org
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