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Antecedentes históricos del sindicalismo (tercera parte)
Estos trabajos representan un intento de comprender el fenómeno social del sindicato y su evolución jurídica, que nos permita comprender el presente y su proyección futura en la perspectiva de la experiencia cubana.
El sindicato, prácticamente, ha sido un fenómeno espontáneo que ha tenido lugar en el curso de la evolución social. Pero luego ha trascendido a un grado tal que en determinadas sociedades, como en la cubana, llega a ser una necesidad fundamental en el proceso de su desarrollo y a los efectos de la institucionalización a que aspiramos. Ha de constituirse en estructura orgánica de derecho público cuando evolucione en un estado de derecho.
Es cierto que el sindicalismo, a modo general, es una reacción de los trabajadores asalariados ante el ascenso del capitalismo, el devenimiento de la revolución industrial, el nacimiento de la economía liberal -que ya ha iniciado su ocaso- y la comprensión de la población asalariada, la cual, ante la estructura social que se creaba, se encontraba en absoluta indefensión e iba a padecer como ningún otro sector los choques y conflictos cíclicos que la caracterizarían.
En Cuba, la inquietud social, motivada por las condiciones de vida de los asalariados, comenzó desde muy temprano en su existencia como pueblo, y logró alcanzar niveles muy evolucionados de institucionalización jurídica.
La huelga de los canteros
La primera acción reivindicativa de los trabajadores de la que se tiene noticias ocurrió en 1574. Fue conocida como "la huelga de los canteros" y tuvo lugar cuando éstos construían el Castillo de La Fuerza, en La Habana. Fue un movimiento de huelga en reclamo de mejoras salariales y reducción de horas de trabajo, que alcanzó la satisfacción sus demandas. Cierto es que un factor determinante para que esta acción de los canteros fuera exitosa fue el imperativo para las autoridades coloniales de la necesidad de crear un anillo de fortalezas que permitieran la defensa de La Habana ante las agresiones que sufrían de parte de los corsarios y piratas ingleses, franceses y holandeses que pugnaban con España por el dominio de América.
Es necesario comprender que, aunque hemos de considerar el antecedente de los canteros contra las detestables condiciones laborales, no lo podemos considerar como la primera acción sindical en la historia del país, ya que los promotores y organizadores del movimiento en modo alguno pretendieron constituirse en sindicato como organismo representativo de los trabajadores. Al menos, no es conocida documentación alguna que pueda fundamentar tal intención.
Crisis del sistema esclavista
Nos atrevemos a afirmar que las condiciones para vislumbrar la posible organización de los trabajadores al objeto de que se reconocieran sus derechos son posteriores a 1817. Cuando se introdujo la máquina de vapor en Cuba, se inició la crisis del sistema esclavista al modificarse el sistema de producción, muy especialmente en la industria azucarera ante la competencia creciente de Europa con su producción de azúcar de remolacha en la segunda mitad del siglo XIX. Estas circunstancias de competencia obligaron a los dueños de ingenios azucareros que estaban en condiciones para hacerlo (los otros fueron a la ruina) a proceder de inmediato a la mecanización y modernización de la industria productora de azúcar y de los medios de transporte. Para lograrlo requerían de obreros calificados y trabajadores a los que se les compraba su trabajo, no sujetos en esa relación a ninguna responsabilidad social. Así, la proporción de los esclavos en la población laboral se fue reduciendo drásticamente. En 1841 los esclavos constituían el 43.3%; en 1846 descendieron al 36.1%; en 1849 al 34%; y en 1861 al 25.5%.
En ocasiones se hace referencia a la sublevación de los trabajadores de las minas de El Cobre en la cercanía de Santiago de Cuba, el 24 de julio de 1731, como un antecedente de la acción sindical. Ello indica una confusión sobre la naturaleza y método del sindicalismo. Esta sublevación fue una respuesta de los esclavos más los negros y mulatos libertos que con las armas que pudieron lograr se fueron al monte como reacción a la abusiva conducta de los operadores de las minas, la pésima alimentación y las abusivas condiciones de trabajo. El canónigo Don Pedro Morell de Santa Cruz, con sus promesas de que las condiciones del trabajo y otros servicios mejorarían y de que no serían castigados por su conducta, logró, empleando un mínimo de fuerza, la pacificación de un conflicto que amenazaba con extenderse.
Las protestas de los vegueros cubanos contra la política monopolística del tabaco de la corona española que estancó la producción tabacalera cubana durante aproximadamente un siglo son calificadas en ocasiones por los comentaristas como un antecedente de las luchas sindicalistas de nuestro pueblo. Pero eso también es un error. Los vegueros eran patrones, no trabajadores de la industria. Sus acciones fueron realmente positivas para el desarrollo económico del país, y heroicas, pero hemos de reconocerlas como acciones sociales trascendentes, aunque no de carácter sindicalista.
Nace el movimiento de los trabajadores organizados
Sin embargo, puede decirse que el movimiento de los trabajadores nace con la publicación del semanario proletario La Aurora, bajo la dirección de Saturnino Martínez. Este movimiento tomó expresión orgánica con la fundación del sindicato de los tabaqueros en 1866. El periódico y el sindicato realizaron una intensa campaña contra el analfabetismo, entonces muy generalizado entre los obreros. Crearon la primera escuela nocturna para adultos en el país, y en la fábrica de tabacos El Fígaro establecieron la función del "lector de tabaquería", función que rápidamente se extendió a todo el sector.
El periódico, el sindicato, la escuela y la función de lector de tabaquería indicaron, en cierta forma, una orientación siempre presente del movimiento sindical cubano.
Con la abolición en 1817 del monopolista estanco del tabaco, la abolición de los impuestos y contribuciones sobre la fabricación y venta de tabaco y cigarro, y la mecanización de la industria azucarera, se produjo la revolución industrial en Cuba, originándose profundas transformaciones sociales. A modo de referencia podemos ofrecer algunas cifras que sustentan esta afirmación. En el año 1827 los ingenios movidos por máquinas de vapor constituían el 2.5% de la industria azucarera. En 1861 llegaron a constituir el 70.7%. Esta transformación de las industrias azucarera y tabacalera fue complementada con la introducción del ferrocarril. La revolución industrial que se produce en modo alguno mejora las condiciones laborales y otros beneficios sociales. Al contrario, empeora los salarios y las condiciones de vida, y se recrudecen los abusos a la clase trabajadora.
La revolución industrial inicia un proceso de transformación de la sociedad cubana que continuaría por varias décadas. Ya comenzaba a disminuir el trabajo esclavo, no porque se iniciara un proceso de reconocimiento de los derechos humanos, sino porque se incrementaba el temor de la abolición de la esclavitud y de las crecientes obligaciones de ofrecerles techo y atención médica. Consideraron que el trabajo era una mercancía, resultando más barato comprar el trabajo de negros y mulatos emancipados, de emigrantes pobres que nos llegaban de Europa, y de importar trabajadores contratados o "colonos" como también se les denominaba, entre ellos yucatecos -en gran número-, de Islas Canarias y Galicia en España y los culíes chinos.
La fuga de esclavos era frecuente, y no poco habitual la de los colonos y aprendices dispuestos a defender su libertad con el arma que disponían o que ellos mismos fabricaban. En los chinos era alarmante el porcentaje de suicidios utilizando la horca o los pozos.
La jornada de trabajo en el período en que fenecía la esclavitud y se acrecentaba la mano de obra asalariada era de 12 horas diarias y seis días a la semana. Frecuentemente había que trabajar algunas horas los domingos. El salario de los trabajadores en su mayor parte no era mayor de 30 pesos; los especializados en su inmensa mayoría ganaban menos de 120 pesos; unos pocos lograban 150 pesos mensuales o más. Las necesidades indispensables se podían cubrir con 100 pesos para una familia de cuatro personas. En ese proceso, jornaleros, esclavos y contratados no podían dormir bajo el mismo techo ni compartir horas de descanso.
Las mayores víctimas de esta situación eran los aprendices, especialmente en las tabaquerías. Podían ser azotados, metidos en el cepo y sometidos a otros castigos brutales por sus patrones a los cuales se les llamaba maestros.
El Real Decreto de 1834 y su reglamentación por el Gobierno Superior Civil de la isla en noviembre de 1849 establecían que:
"El aprendiz debe obedecer a su maestro y respetarlo como a su segundo padre. Debe también obedecer a los oficiales que trabajan en el mismo taller, bien si éstos los mandasen lo que no deben ejecutar o cosa excesiva, darán parte al maestro antes de verificarlo."
"El aprendiz no podía separarse del maestro ni recibir remuneración alguna aunque sus trabajos tuvieran la misma calidad que los hechos por un oficial."
En resumen, los aprendices se convertían en simple sirvientes sin paga. Esto hizo escándalo público cuando en la noche del 7 de enero de 1881, al producirse un incendio en la fabrica de tabaco La Excepción de La Habana, perecieron dos niños carbonizados en los cepos donde se hallaban castigados.
Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org
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