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   Revolución y contrarrevolución en las universidades cubanas

En nuestro artículo anterior expusimos cómo el movimiento obrero organizado fue cediendo sus posiciones protagónicas de acción social ante el actual gobierno de Cuba desde su instauración. En el presente, hemos de comentar cómo este gobierno impuso su autoridad en las universidades.

Históricamente, el movimiento obrero organizado y las universidades asumían conscientemente su protagonismo social como un derecho inalienable. Por ejemplo, la Universidad de La Habana acogió como propio el manifiesto de la Universidad de Córdoba, Argentina, de junio de 1918, titulado Manifiesto de la Juventud Argentina de Córdoba a los hombres libres de América. Julio Antonio Mella definió en el Congreso Estudiantil de 1923 la misión de la Universidad: "Debe justificarse con hechos que la universidad es un órgano social de utilidad colectiva y no una fabrica donde vamos a buscar la riqueza privada de un titulo".

En Nuestra América, las noches del despotismo siempre se inician cercenando la autonomía del movimiento obrero organizado y de las universidades; ésta ha sido una constante en cada uno de nuestros pueblos. Cuba no ha sido la excepción. Cuando el proceso democratizador se fortalece, la autonomía se amplía, consolida y ejerce un protagonismo social. Cuando el despotismo se inicia, de inmediato se socavan las bases de la autonomía de estos órganos en la base social.

Los gobiernos autoritarios siempre han pretendido tener supeditadas las universidades a su dirección, ya que su control es base para la consolidación de su poder. En las esferas del poder del gobierno del general Fulgencio Batista estaba en consideración un proyecto de privatizar las universidades, el cual se pondría en efecto en el gobierno del Dr. Andrés Rivero Agüero, "presidente electo" en 1958, cuando se produjo el desplome de su gobierno.

En Cuba fue establecida por primera vez la autonomía universitaria, durante el gobierno revolucionario (1933-1934), presidido por el Dr. Ramón Grau San Martín, cuando fue promulgado el Decreto de Ley No. 2059 del 6 de octubre de 1933. Posteriormente, su autonomía fue consagrada mediante precepto constitucional en el Artículo 53 de la Constitución de 1940.

El gobierno que ocupó el poder al desplomarse la dictadura del general Batista el 1 de enero de 1959 ratificó la Autonomía Universitaria en la Ley Fundamental de febrero del mismo año. Pero ésta muy pronto comenzó a deteriorarse hasta su desaparición conforme se acrecentaba la presión del gobierno para imponerse en las universidades.

Con el advenimiento del nuevo gobierno, era impensable que en breves semanas se iniciaría el conflicto en la Universidad de La Habana, principalmente con el gobierno. Se daba por supuesto que nadie cuestionaba la Autonomía Universitaria lograda hacía más de treinta y cinco años, y mucho menos que lo hiciera el llamado gobierno revolucionario que surgía.

La nueva realidad creada por el asalto al poder y un gobierno militarizado que desde el primer momento se impuso en el movimiento obrero creaba una nueva situación en la vida universitaria. Para los que hasta muy recientemente fueran líderes universitarios, tenía mayor prioridad el ocupar posiciones en el gobierno y exhibir su jerarquía militar.

En marzo de 1959, el Consejo Universitario dio licencia obligatoria a los decanos universitarios, que sin procedimiento alguno ni sustentación valedera, los consideraban cómplices de la dictadura. Ya en febrero se había designado una Comisión Mixta de profesores y estudiantes para depurar profesores, estudiantes y empleados de la Universidad que dichas comisiones consideraran batistianos. Se crearon conjuntamente comisiones para hacer una reforma universitaria que ya no consideraría válida la Autonomía. En octubre, las comisiones informarían al rector Rafael Inclán que el proyecto estaba ya concluido.

El primer incidente fue con motivo de la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), vacante por la muerte de José Antonio Echeverría y la de otros compañeros dirigentes en la lucha insurreccional contra la dictadura. La competencia era entre la líder estudiantil de Filosofía y Letras, Elvira Díaz Ballina, y el nuevo capitán -anteriormente estudiante de derecho-, José Puente Blanco. Ni una ni otro cuestionaba la Autonomía Universitaria, pero esperaban su designación por el respaldo que pudieran recibir de las autoridades externas no universitarias que de un modo ostentaban el poder en las fuerzas guerrilleras-políticas que se proclamaban triunfantes contra la dictadura.

Los que habían constituido el liderazgo sobreviviente de la FEU desaparecieron de la Universidad, salvo muy pocas excepciones. Hacían gala de su fidelidad a Fidel Castro y optaban por posiciones en el nuevo gobierno. Cuando rara vez se hacían presentes en la Universidad, lucían sus uniformes y grados militares, en marcado contraste con la centenaria tradición universitaria.

Se pretendió cubrir de cierta manera este vacío de liderazgo por el comandante del Directorio Revolucionario, Rolando Cubela. Éste se retiró de su cargo de Vice-Ministro de Gobernación (luego Ministro del Interior a cargo de la Seguridad del Estado) para aspirar a la presidencia de la FEU, con Pedro Luis Boitel enarbolando la bandera del Movimiento 26 de Julio. El primero, poco después, fue a prisión por largos años; el segundo murió en la cárcel.

Ocurrió un fatal vacío histórico de individualidades, pensamiento y acción en el liderazgo universitario, por ausencia voluntaria u obligada de los que deberían responder a la tradición de siglos. En este vacío emergió un nuevo activismo ajeno a la historia de la dirigencia estudiantil: la Agrupación Católica Universitaria (ACU), organización de elite. Contrastó esto con la Juventud Estudiantil Católica, menos dogmática, e independiente de tutoría, conformada por estudiantes no motivados o desorientados por la fe fidelista.

Entre algunos pocos dirigentes se destacaban la inquietud y condena por la injerencia externa en la elección de la dirigencia universitaria que se empezaba a perfilar. Aparentemente, se disputaba la dirigencia de la FEU entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio. Pero no se planteaba abiertamente el tema de la Autonomía Universitaria que se suponía incuestionable.

Sorprendentemente, la ACU asumió activa militancia en apoyo de la candidatura de Cubela, aprobada por Fidel Castro. En la Juventud Estudiantil Católica, sin embargo, apoyaban más a Boitel. El resto de los estudiantes se proyectó conforme a sus relaciones personales, simpatías por uno u otro candidato, o por el Directorio o el Movimiento 26 de Julio.

En un mitin en la Plaza Cadenas a favor de la candidatura de Boitel, programado para la semana anterior a las elecciones, llegó a manos de los estudiantes el periódico Revolución de esa mañana. El órgano periodístico oficioso del gobierno presentaba prominentemente en primera plana una declaración de Pedro Luis Boitel después de reunirse con Fidel Castro. En ella declaraba Boitel que la Revolución estaba por encima de la Autonomía Universitaria. Esto estremeció en unos casos, en otros indignó. Pero muchos estaban de acuerdo o fueron indiferentes.

Rápidamente, Boitel renunció a su candidatura. Fidel lo había convencido que la "división" en la Universidad era una excusa para el incremento de la contrarrevolución. Las elecciones fueron el 19 de octubre de 1959. Rolando Cubela ganó las elecciones y Boitel lo felicitó. Boitel, a pesar de su retirada, ganó en cinco escuelas contra ocho de Cubela.

El periódico Revolución había publicado el 17 de octubre la declaración de Fidel Castro en su condición de Primer Ministro: "Sólo un criterio absolutamente reaccionario puede considerar que el pueblo y el gobierno que lo representa dignamente pueden ser ajenos a la Universidad o la Universidad ajena al gobierno y al pueblo..." "Algunos líderes confundidos esgrimieron la cuestión de la Autonomía Universitaria como si fuera posible en medio de este proceso revolucionario separar los conceptos de Universidad, gobierno y pueblo".

El 26 de octubre se constituyó la brigada José Antonio Echeverría, rápidamente denominada "milicias universitarias". Su vida fue breve. No ofrecían confianza para la estructura de poder que se conformaba y fueron disueltas, no obstante su fuerte participación contra los alzados en la Sierra del Escambray y en ocasión del desembarco en Playa Girón.

Paradójicamente, el primer grupo universitario en recibir acusaciones, golpes y la expulsión de sus miembros fue el compuesto por miembros de la Agrupación Estudiantil Universitaria. No sucedió esto en la Universidad, sin embargo, y mucho menos en protesta por las violaciones a la Autonomía Universitaria. Sucedió en el Parque Central donde realizaron una protesta pública por la visita a Cuba del dirigente soviético Anastas Mikoyán.

Muy pronto ya se había aplastado la influencia social y política de la Universidad en la vida de la nación. El 4 de abril de 1962, la Federación Estudiantil Universitaria por ley se convertiría en una institución supervisada y dirigida por la Unión de Juventudes Comunistas (UJC) de la Universidad.

El 1 de julio de 1960 se retiró la FEU del Consejo Universitario. Se extinguió el Consejo Universitario y se creó el Consejo Superior de Universidades. El 15 de julio de 1960 se produjo un golpe de estado en la Universidad por un grupo minoritario de estudiantes y profesores. Destituyeron al Consejo Universitario y crearon la Junta Superior de Gobierno, violando los estatutos. El Consejo de Ministros, mediante la Ley No. 916 del 31 de diciembre de 1960, convalidó el golpe y anuló la Autonomía Universitaria, subordinando la Universidad al Consejo Universitario y al Consejo al Ministerio de Educación.

Se completó la anulación de la Autonomía con la Reforma Universitaria del actual gobierno del 11 de enero de 1962. Mediante la misma, se impuso la calificación política para formar parte del cuerpo universitario. Profesores y estudiantes estaban obligados a proclamar su lealtad al nuevo gobernante. Al objeto de que no hubiera duda, el 12 de enero, Juan Marinello, rector designado por el nuevo gobernante dijo: "Sólo habrá menester el estudiante vocación, capacidad y lealtad".

El 3 de febrero, Raúl Castro, Ministro de la Fuerzas Armadas, declaró en El Mundo de La Habana: "Nuestro estudiantado -que siempre debe pensarse en lo que le cuesta al pueblo- debe ser fiel a su patria socialista, debe ser fiel a su revolución marxista leninista".

Estudiantes y profesores fueron acosados por las turbas universitarias, marginados unos y despojados de sus cátedras otros, sin responder a procedimientos legales establecidos. Unos fueron tolerados y otros lo eran si se subordinaban al gobierno actuante a un grado sin precedente bajo las dictaduras que había sufrido el país con anterioridad.

Ya después del discurso de Fidel Castro del 1 de mayo de 1961, celebrando la victoria de Girón, había resultado evidente la imposición del régimen totalitario con la llamada reforma de la enseñanza superior socialista. Ésta creaba el Consejo Superior de Universidades, organismo presidido y bajo el rectorado del Ministro de Educación, primero, y posteriormente bajo el nuevo Ministerio de Educación Superior. Se retrocedió en cuanto al desarrollo social, político y cultural en Cuba más de medio siglo.

Este retroceso de la sociedad cubana nos hace a los social-revolucionarios cubanos recordar las bases conceptuales que dieron vida al movimiento universitario cubano y sus implicaciones con el quehacer social, y nos hace reflexionar sobre el presente y proyectarnos en el futuro.

El Manifiesto de la Universidad de Córdoba de junio de 1918, expresaba: "Se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar a todos los hombres libres del continente", exigiendo la necesidad de una "autonomía política, doctrinal, docente y administrativa de la Universidad". Y se enfatizaba: "Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consecuencia infecunda; relación intima entre la Universidad y los problemas nacionales".

El Mensaje de Córdoba estremeció a Nuestra América. El Congreso de Estudiantes de 1923 en La Habana recibió el mensaje y lo adoptó como propio. Julio Antonio Mella fue su destacado abanderado. Víctor Raúl Haya de la Torre, a nombre de la juventud peruana que acogió el Mensaje de Córdoba, expuso: "Concebimos los ideales americanos, como el sentido propio que los pueblos nacientes en esta parte del mundo podrán imprimir a los ideales de la humanidad". Posteriormente, agregó: "Hacer del profesional un factor revolucionario y no un instrumento de la reacción, un servidor consciente y resuelto de la mayoría de la sociedad".

Más tarde, el distinguido escritor colombiano Germán Arciniegas, complementando el pensamiento, agregó: "El mejoramiento de los sistemas sociales, a base de transformaciones económicas, políticas y pedagógicas, sólo puede lograrse mediante un robustecimiento, una exaltación atrevida del sentido crítico".

Los social-revolucionarios cubanos, superado el actual gobierno, inspirados en el Manifiesto de Córdoba y en nuestra tradición universitaria, estudiamos e invitamos a estudiar formulaciones que garanticen la Autonomía Universitaria y su participación protagónica en la dirección de la nación, junto con el movimiento obrero organizado, incluyendo la participación de todas las bases sociales representativas de la sociedad cubana.

La Universidad ha de ser centro de enseñanza superior, de desarrollo cultural, investigación científica, soporte de todo esfuerzo artístico e intelectual. Y deber ser también un órgano social dinámico y creador de la utilidad colectiva. Representando así a la comunidad social, integrada por profesores, graduados, estudiantes y empleados no sólo al efecto de su administración, sino de su participación en la dirección del proceso evolutivo de la sociedad.

Cada universidad ha de gozar de plena autonomía y, en ejercicio de esa autonomía, realizará las funciones académicas, culturales, sociales y políticas que a ella corresponden a nivel local. En representación de esa autonomía, se constituirá el Consejo Nacional de Universidades, para que éste realice las funciones de carácter nacional que a las universidades competen, y establezca los requerimientos académicos mínimos en cada especialidad para alumnos y profesores. Asimismo, se proyectará a nivel latinoamericano al objeto de lograr la coordinación de los planes de estudios, proyectos culturales e investigaciones necesarias para lograr un rápido desarrollo cultural y tecnológico de nuestros pueblos con la coordinación e interacción a ese efecto.

Conforme a la tradición universitaria, representada históricamente por Julio Antonio Mella y José Antonio Echeverría, es necesario dialogar y proyectar métodos, así como crear condiciones que nos permitan a la mayor brevedad posible restaurar, remodelar y proyectar a la Universidad para que pueda participar plenamente en crear una sociedad acorde con los fundamentos de la Revolución cubana.

Réplica y comentarios al autor: r.simeon@psrdc.org




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