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   Las gotas que derraman violencia

En los últimos días, hemos sido mudos testigos de un capítulo sangriento más en la existencia del sistema económico-político-social denominado capitalismo, mismo que no acaba de compaginar y menos aún, de solucionar el eterno problema de la libertad y la igualdad. La violentísima jornada en los Estados Unidos, viene en realidad a sumarse a una interminable lista de rebeliones, sublevaciones y hechos de sangre, cuyas bases son la intolerancia y los fundamentalismos, sí, pero también la miseria y la injusticia.

Ni siquiera el prefijo neo, que quiere prometer mayores y mejores resultados, -ahora que el fantasmal y supuesto enemigo socialista yace en el desván de la historia- ha endulzado o disimulado los amargos resultados de ese sistema: empobrecimiento creciente, discriminación social y racial, desequilibrio educativo y de salud, desempleo y subempleo, recurrente recesión económica, interminables y cada vez mas sofisticados abusos en contra de la persona y sus derechos, el relajamiento de las costumbres, ingobernabilidad de la ley, una vergonzosa desigualdad y violencia sin freno, entre otras.

Los lamentables acontecimientos son en última instancia, la señal de alerta para un sistema en el que el ámbito de la sociedad es solamente el de la participación individual y aislada que, dentro de las reglas del individualismo posesivo, no ha necesitado tomar en cuenta los intereses de los demás en sus decisiones. Para los neoliberales la justicia se resuelve sola; el crecimiento de la economía derramará alguna vez en el futuro beneficios que otros podrían aprovechar.

En el principio de un siglo, en pleno proceso modernizador, necesario a todas luces, es inaplazable la sustitución del modelo neoliberal que sólo ha conducido a una descomunal e irracional concentración de la riqueza, al mismo tiempo que el hambre, la insalubridad, la desocupación y la falta de bienestar en general son el pan de cada día de los grandes conglomerados urbanos y rurales en la mayor parte del planeta.

Quienes tenían en Estados Unidos de América el paradigma del «intocable, nuevo buen salvaje, consumista, hedonista y todopoderoso» seguramente tendrán que empezar a comprender a los países del Tercer Mundo a quienes muchos desprecian e ignoran.

Al igual que en otros tiempos, el empobrecimiento y la conciencia de los derechos ha provocado que la inconformidad se traduzca en descontentos que aprovechando fanatismos y fundamentalismos de nuevo cuño desencadenan muerte y destrucción.

Los teóricos del neoliberalismo nunca pensaron que sus "remedios" necesariamente tienen límites, que el proceso de alta concentración de la riqueza debe empezar cuanto antes a tomar a los hambrientos del mundo en cuenta, en serio y a profundidad, porque al grito unánime de ¡queremos comer!, las grandes potencias se resquebrajarán.

En modo alguno, nuestro país está exento de acontecimientos semejantes, el Grito de Unidad Nacional y Paz al que el Presidente Fox convocó puede ser el reconocimiento de que no podemos transitar en nuevos estadios de modernización y desarrollo si nos olvidamos de la justicia y el bienestar social. Ese Grito debe significar el compromiso explícito de que la mejor manera de que exista la unidad nacional es trabajando por el bienestar social, al mismo tiempo que se auspicia el crecimiento y la estabilidad.

Procurar que este compromiso sea cumplido y cabal nos alejará de la violencia y la desestabilidad.

Ojalá el gobierno tome conciencia de la necesidad de crecer, quizá a un ritmo moderado, pero con más equidad en el reparto de los beneficios, sobre todo invirtiendo en la planta productiva y en la creación de empleos, más que en la especulación.

Poner nuestras barbas a remojar, significa ganar la confianza dentro y fuera, pero también acabar con los gérmenes que tarde o temprano pueden hacernos caer en un proceso social y económico de patología muy difícil de curar: miseria e injusticia. Unidad Nacional y Paz son iguales a justicia social en los hechos cotidianos.

Contra viento y marea, con todos los obstáculos enfrente, con muchos sacrificios y a pesar de los poderosos vientos huracanados del conservadurismo, el inmenso esfuerzo para constituir el Partido Liberal Progresista continúa. En breve, se realizarán las asambleas estatales de Michoacán, Guerrero y Tlaxcala. Es bien sabido que los liberales tienen fe en sus ideales y esperanza en realizarlos. Que sea por el bien de México.

Réplica y comentarios al autor: senadors@hotmail.com o salvadorordaz@mexico.com




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