|
El retorno de los dinosaurios: Comunismo duro en el 35 Congreso del Partido de Izquierda Sueco
La confirmación de que se trata de un comunismo "funcional", es decir, del real y represivo que conocimos en el pasado siglo, nos la da la presencia, como suplente en la directiva del partido, de Eva Björklund, líder histórica del Castrismo Sueco.
Con la elección para presidente de un comunista incurable como Lars Ohly, en el 35 Congreso del Partido de Izquierda Sueco, finalizado este domingo 22 de febrero, la organización ha dado una clara señal: han retornado al poder los dinosaurios del comunismo. No se trata de un simple juego de palabras, es decir, de la toma del control del partido por aquellos que gustan, inocentemente, de la palabra comunista en su aserción más idealista: la simple sociedad sin clases.
Como si fuera poco, la fundadora y ex presidenta de la llamada Sociedad Sueco Cubana, figura además la institución encargada de la agenda internacional del Partido de Izquierda (una organización que hasta el domingo pasado aparentaba haberse desentendido para siempre del comunismo), usando para ello, con astucia, parte de los fondos destinados por el Estado sueco para fomentar la democracia en los países del tercer mundo y de Europa Oriental. En vísperas del 35 congreso, en la página electrónica del partido, aparecía el email de Björklund como el de la persona de contacto para los interesados en participar en un seminario sobre la globalización neoliberal y la autodeterminación de los pueblos que tendría lugar el sábado 21 de febrero. Ya sabemos los que trabajamos por la democratización de Cuba que nuestros contrincantes en Suecia se sienten tan fuertes que tiran las máscaras. No importa, asumiremos el reto.
En cierto sentido, es explicable lo que ocurre dentro de esta organización, es decir, la derrota de los renovadores a quienes el partido debe su supervivencia. A la caída del comunismo soviético, habría desaparecido su cliente sueco si la organización que les representaba no hubiera caído en manos de un talento político como Gudrun Schyman (quien dejó la presidencia del partido a raíz de un escándalo relacionado con el mal pago de sus impuestos), quien aceleradamente puso distancia entre su partido y los restos del modelo comunista (al menos públicamente, condenando, por ejemplo, la violación de los derechos humanos en Cuba). Schyman acentuó, a falta de otro perfil ideológico favorable, el carácter feminista de la organización y la reedificó como una organización socialista democrática, que supo parasitar las promesas incumplidas de la socialdemócrata, a la vez que mantener una convincente imagen de compromiso con los menos afortunados en la casa del pueblo sueco, es decir, los inmigrantes. En resumen, fue ella la que convirtió lo que estaba destinado a ser un cadáver político en el tercer partido del país.
Pero catorce años de postcomunismo son suficientes para que los esqueletos, convenientemente guardados, se salgan del ropero del partido y hasta se encarnen con el poder del mismo: la cuestionable democracia Rusa, la sobrevivencia de los partidos comunistas del antiguo campo socialista (algunos, sin necesidad de transmutarse en socialdemócratas ni cambiar de nombre, como el mismo ruso), otros sin perder el poder, como el de Cuba, el de China, el de Vietnam o el de Corea del Norte. Toas éstas son señales de que la tormenta ha pasado y de que ya no hay peligros para el comunismo sueco y de que se puede volver impunemente a los dogmas del pasado.
Eso sí, ha habido una adaptación a los nuevos tiempos, la que se manifiesta en la rama juvenil del partido, paradójicamente en la crisis, presumiblemente artificial, que le han desatado, desde adentro, al líder de la Juventud de Izquierda, Alí Esbati. Se trata un chico nacido en Irán colocado en la dirección de la organización desde el congreso del 2001, en los tiempos en que el comunismo había encontrado su mejor aliado internacional en las fuerzas islámicas que combatían la racionalización occidental. Una prueba de este matrimonio la tenemos en la misma conducta del nuevo presidente, quien en octubre de 2002 hubo de ser interrogado por las autoridades a causa de los envíos hechos por éste, en el verano de ese año, de dinero al llamado "Frente Popular por la Liberación de Palestina": una organización clasificada por la Unión Europea de terrorista.
Desgraciadamente para Esbati, la guerra contra el terrorismo de origen musulmán desatada por USA, y el respaldo ganado por ese país en Europa le ha demostrado a los miembros de su partido que no conviene estar tan cerca de aquellas fuerzas medievales y perdedoras, que resultaron ser menos fuertes de los que aparentaron. Alí parece estar de sobra en la Izquierda y la manera de quitárselo de encima ha sido la de ponerle en crisis. Al pobre Esbati, de la noche a la mañana, se le ha desatado un escándalo en la organización que comanda, donde acusaciones de "acoso sexual" se mezclan con denuncias contra algunas camaradas de la directiva, cuyas vidas íntimas y relaciones parecen haber sido vigiladas y registradas desde hace tiempo, usándose para ello las clásicas técnicas de control de la vida privada que tan queridas resultan al comunismo. A las chicas se les acusa de usar el sexo como una vía para hacer carrera dentro del partido, y eso en un medio luterano-marxista-feminista es grave. Aunque el joven inmigrante persa, llegado a Suecia en 1986 y miembro de la Juventud de Izquierda desde 1992, no parece estar implicado directamente en los hechos, el arraigado prejuicio xenófobo del que no escapa la izquierda sueca -particularmente la rama feminista de orientación sexista, particularmente fuerte en ese partido- más la clara estampa de "cabeza negra"* que tiene Esbati (lo que se asocia en el subconsciente sueco con la denostada "sociedad patriarcal"), se encargaron de hacer lo necesario para que sus días al frente de la Juventud de Izquierda estuviesen contados. Así lo confirma un artículo firmado por Lena Mellin y publicado el martes 24 de febrero por el periódico Aftonbladet en su versión digital, en el que, bajo el título de "Señalado como líder de la falange tras la lucha sexual", se ofrece el nombre del dirigente Ola Nilsson como el principal implicado en el asunto de los acosos sexuales, a la vez que se informa de la renuncia de Esbati.
Mientras tanto, en lo que el partido de izquierda se convierte en una secta o en una amenaza que se fortalece con el olvido de lo que representó el modelo marxista-leninista para buena parte de Europa, no nos queda más que alertar a la sociedad y repetir lo que ya hemos dicho: que el peor peligro contra la democracia sueca (aunque no es el único) es su ignorancia sobre el comunismo.
* "Cabeza negra": término despectivo con el que se refieren los xenófobos suecos a los inmigrantes.
Réplica y comentarios al autor: estefaniaulet@hotmail.com
Para consultar otros documentos sobre el tema visite la revista Cuba Nuestra.
|