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   Globalización
por Noé Paz Cruz
Economista

Indudablemente, al hablar de crecimiento económico, el papel de las exportaciones y el empleo existente en nuestro país, tenemos forzosamente que hablar del proceso globalizador en el que nos encontramos inmersos hoy en día. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) define a la globalización como un proceso por el cual los mercados económicos, las tecnologías y los sistemas de comunicación gradualmente adquieren más características globales en detrimento de las nacionales o locales.

Algunos indicadores significativos de este proceso son: el rápido crecimiento del intercambio comercial mundial (a un ritmo mayor que el de la producción); la creciente movilidad internacional del capital; la velocidad de la difusión internacional de la tecnología; la intensificación de la competencia generalizada entre las corporaciones transnacionales; y la desaparición paulatina de barreras institucionales al flujo internacional de bienes y capital. Así, en los últimos años se ha producido un movimiento hacia una economía mundial cada vez más globalizada; el comercio de bienes e instrumentos financieros está cada vez más integrado.

Actualmente, la mayor parte de las economías buscan consolidar o iniciar su participación dentro del proceso de globalización e integración económica de los mercados, lo cual les permitirá asegurar el no quedar excluidas de los bloques comerciales ya formados o en proceso de constitución, pero de los cuales saben, pueden obtener las ventajas inherentes a este proceso.

México, como muchas de las economías en vías de desarrollo, ha tenido que diversificar la estructura de sus exportaciones para poder participar dentro del proceso actual de integración y globalización, bajo el cual se encuentra inmersa actualmente la economía mundial. De ser un país preponderantemente exportador de materias primas, se ha buscado desarrollar otras industrias, las cuales permitan competir con las mejores ventajas competitivas posibles con el resto de las economías mundiales.

Hace poco más de un decenio, México emprendió de manera sistemática un amplio proceso de transformación económica orientado hacia la competitividad, la asignación eficiente de los recursos y la modernización del Estado. Ya desde fines de los setenta, los profundos cambios en los mercados, propiciados por la dinámica de las telecomunicaciones y las tecnologías de la información anunciaban un proceso de globalización que hoy vivimos intensamente.

Como parte del reordenamiento económico que se da en México a partir de 1982, resultado de la apertura económica y comercial, del programa de desmantelamiento de las estructuras e instituciones proteccionistas que previamente habían salvaguardado al sistema económico nacional de la competencia extranjera, de la desreglamentación económica para la exportación y de la confianza de los sectores productivos, se inicia la negociación de un Tratado de Libre Comercio México-EU-Canadá.

En el caso de México este proceso comenzó con la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, el acuerdo comercial con los países del Cono Sur de América (Mercosur), las relaciones concretadas con la Cuenca del Pacífico y, recientemente, el Acuerdo de Libre Comercio firmado con la Unión Europea.

La reforma estructural de la economía mexicana ha conjugado la liberalización comercial, el establecimiento de normas más flexibles para alentar la inversión y la desregularización económica. Sabemos que tales reformas se han venido manifestando de manera paulatina, muchas de ellas no siempre resultan ser benéficas al país dentro del proceso globalizador que impera en el mundo entero. Por ejemplo, recientemente los Estados Unidos promulgaron una ley agrícola que aumenta en casi 80 por ciento las ayudas directas a la agricultura, con un paquete de más de 180 mil millones de dólares a ejercerse en 10 años. Con tal medida es de esperar que exista una considerable disminución en los precios agrícolas, con lo que se estaría afectando a los demás países productores, ya que éstos estarían en desventaja para poder competir en precios y en calidad. Por tal motivo, la globalización, al igual que arroja beneficios, también presenta desventajas, las cuales se manifiestan en mayor o menor intensidad dependiendo del país de que se trate.

Réplica y comentarios al autor: noepaz_cruz@hotmail.com y npaz@finanzas.df.gob.mx




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