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VIVIENDO A LA MANERA DE CRISTO

 (Filipenses 2: 1-11)

 

Como cristianos metodistas estamos llamados a tener el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, ya que hemos sido regenerados por su gracia y para ser sus discípulos, aquí en la tierra. Ahora bien, debemos tener claro, que hemos sido regenerados sólo por la misericordia de Dios y no por sabiduría o doctrina humana. El Espíritu Santo, ha venido obrando desde hace mucho tiempo atrás para que se haga realidad nuestra salvación. En este proceso, podemos decir, que es la experiencia personal de nuestra salvación la que puede dar testimonio de ello. Ahora bien, la experiencia de la fe no es estática, sino dinámica, por lo que nos mueve a una constante renovación de nuestra vida personal, y por consiguiente a una renovación social, que hace distintivo el espíritu renovador o revolucionario del cristiano metodista. Es un constante ¡No al conformismo!

 

Este hecho salvífico de Dios, nos lleva a amarle y serle fiel de por vida, lo que implica, vivir una vida en santidad. Esta vida en santidad conlleva a practicar el verdadero amor de Dios, el cual no queda en nosotros mismos, sino que este amor es compartido con aquellos que no lo conocen o lo necesitan; es decir, llamados a consagrar nuestras vidas a favor de nuestros prójimos, dar lugar a la santidad social. El amor a nuestro prójimo es un asunto de poner en práctica la fe, y ésta se da de muchas maneras: el servicio social, el respeto a la persona humana, la libertad de pensamiento y a las ideas. Juan Wesley decía: “Los metodistas son los únicos que no insisten en que sustentéis esta o aquella opinión, sino que piensan y dejan pensar” (Wesley en 1788, Glasgow, Inglaterra).

Por otro lado, el amor de Dios nos une y nos llama a trabajar unidos, juntos con otros, por la redención del mundo, que viene a ser nada menos, nuestro espíritu ecuménico en la aldea global. Justamente, ahora más que nunca, que los grupos sociales y religiosos tienden a dividirse, a separarse, a aislarse para no contaminarse de otras ideas o ideologías. El mundo, que es nuestra aldea global, necesita estar más unido y luchar juntos por el establecimiento de la justicia social en los pueblos y porque la palabra de Dios sea la norma que rija la vida de todos los seres humanos.

Finalmente, un cristiano metodista, debe tener el mismo sentir que hubo en Cristo y su meta debe ser llegar a la estatura de la plenitud de él. Que el mundo sepa que somos cristianos y que estamos listos para anunciar las Buenas Nuevas del Señor, para hacer real el evangelio en la vida de cada persona. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

      


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