
DIOS NOS LLAMA EN MEDIO DEL TEMOR
(Jueces 6:11-27)
El libro de los Jueces nos presenta un tiempo oscuro en la historia de Israel. El pueblo de Dios vive en un ciclo repetitivo: pecado, opresión, clamor y liberación. En Jueces capítulo 6, Israel está oprimido por los madianitas, un enemigo cruel que empobrecía al pueblo, robaba sus cosechas y lo hacía vivir escondido, con miedo.
En ese contexto aparece Gedeón, no como un héroe seguro de sí mismo, sino como un hombre temeroso, escondido, confundido y lleno de preguntas. Y precisamente ahí —en medio del miedo y la debilidad— Dios decide intervenir y llamarlo para una misión.
Este pasaje nos enseña cómo Dios llama, forma y envía a sus siervos, aun cuando ellos no se sienten capaces. reflexionaremos este pasaje de la siguiente manera:
“Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina… y Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.”
Gedeón no estaba en un campo abierto, ni celebrando una victoria. Estaba escondido, trillando trigo en un lagar —un lugar impropio— por miedo a los enemigos. Aquí podemos tomar nota de lo siguiente: Dios no espera que estemos en nuestra mejor versión para llamarnos. Dios se acerca a nosotros tal como estamos.
De pronto el ángel le dice algo sorprendente: “Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.”
En realidad, Gedeón no parecía ni esforzado ni valiente. Pero Dios ve no solo lo que somos, sino lo que podemos llegar a ser cuando Él está con nosotros.
Cuántos creyentes hoy se sienten pequeños, invisibles, sin fuerzas. Pero el mensaje sigue siendo el mismo: “Jehová está contigo”. Nuestra identidad no la define el miedo, sino la presencia de Dios.
Gedeón responde con honestidad: “Ah, Señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?”
Aquí vemos a un hombre de fe… pero una fe herida. Gedeón conoce las historias del pasado, pero no ve a Dios actuando en el presente.
Dios no lo reprende por preguntar. En lugar de eso, le dice: "Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel… ¿no te envío yo?”
La “fuerza” de Gedeón no era su valentía, sino la comisión divina. Y cuando Gedeón se excusa diciendo que es el más pequeño de su familia, Dios responde con una promesa central: “Ciertamente yo estaré contigo.”
Aquí está el corazón del llamado, el discipulado cristiano: No es quién soy yo, sino quién va conmigo.
Gedeón pide una señal. Trae una ofrenda, y el ángel la consume con fuego. Luego Gedeón se llena de temor, pero Dios le dice: ""Paz a ti; no tengas temor, no morirás.”
Hora bien, Dios antes de enviar a Gedeón a pelear contra Madian, Él pelea primero la batalla dentro de su corazón: el miedo, la inseguridad, la culpa. A partir de eso, Gedeón edifica un altar y lo llama “Jehová-shalom” —El Señor es paz.
Dios antes de usarnos para traer liberación a otros, Él quiere traer paz a nuestro interior.
Esa misma noche, Dios le da a Gedeón su primera misión: “Derriba el altar de Baal que tu padre tiene… y edifica altar a Jehová.”
Antes de enfrentar a Madián, Gedeón debía enfrentar la idolatría en su propio hogar. Esto no fue fácil. El texto dice que lo hizo de noche, por miedo. Y aun así, Dios acepta su obediencia.
Aquí encontramos una enseñanza clave: Dios no demanda perfección, sino obediencia real, aunque sea temblorosa. Muchas veces queremos grandes victorias externas, pero Dios comienza por derribar los altares equivocados en nuestra vida: hábitos, dependencias, falsas seguridades.
Este pasaje nos deja varias verdades para la iglesia de hoy:
Dios nos llama aun cuando tenemos miedo.
Nuestra debilidad no cancela el propósito de Dios.
La presencia de Dios es nuestra verdadera fuerza.
La obediencia comienza en lo cotidiano y cercano.
Gedeón no pasó de temeroso a héroe de un día para otro. Fue un proceso. Y así también obra Dios con nosotros.
Que hoy podamos escuchar la voz del Señor diciéndonos: “Jehová está contigo… yo estaré contigo.” Y que, como Gedeón, aprendamos a obedecer, confiar y caminar paso a paso en la misión que Dios nos encomienda. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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