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  LA ACCIÓN INVISIBLE DE DIOS

 

(Juan 3:8)

El propósito de este sermón es ayudar a las personas a reconocer y confiar en la obra de Dios, incluso, cuando no es evidente o visible a simple vista, y a cultivar una fe que se basa en la confianza más que en la evidencia. Muchas veces creemos que Dios está ausente porque no vemos señales visibles y espectaculares de su obrar. Nos preguntamos: “¿Dónde está Dios en mi dolor, en mis oraciones, en este mundo lleno de injusticia?”

La Biblia, sin embargo, nos enseña que el Dios que adoramos es invisible en su esencia, pero poderoso en su acción. Él no siempre actúa de manera ruidosa, pero nunca deja de obrar. Aun así, muchas veces nos preguntamos: ¿Dónde está Dios? ¿Hemos sentido que Dios está en silencio? Hay momentos en la vida en los que todo parece estancado, y a pesar de nuestras oraciones y anhelos, no vemos ningún signo de su intervención. Es fácil caer en la desesperación cuando la evidencia de su poder no es tangible.

Nuestra cultura nos enseña a valorar lo que es visible, medible y tangible. Sin embargo, la fe cristiana nos llama a confiar en un Dios que a menudo opera de manera invisible. No siempre podemos ver los hilos que Él mueve, pero eso no significa que no lo esté haciendo.

I. Dios obra en lo oculto de la creación

El apóstol Pablo nos recuerda: “Las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo” (Romanos 1:20). El sol sale cada día, las estaciones cambian, la vida se renueva… todo esto es acción de Dios, aunque el mundo lo llame “naturaleza”. El viento que no vemos, pero sentimos; la semilla que germina bajo tierra sin que el agricultor entienda cómo se realiza (Marcos 4:27), son ejemplos de su obrar invisible.

II. Dios obra en lo secreto de la vida humana

Jesús enseñó: “Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Cuando oramos, muchas veces no sentimos nada extraordinario, pero el Espíritu intercede en lo profundo de nuestro ser (Romanos 8:26). La transformación espiritual es lenta y silenciosa: el corazón endurecido se ablanda, el pecador encuentra paz, el rencoroso aprende a perdonar.

Dios cambia vidas en maneras que a veces otros no notan, pero que son reales y duraderas.  El lugar donde Dios más trabaja de forma invisible es en el corazón humano. No vemos cómo el arrepentimiento germina o cómo el perdón echa raíces, pero el fruto de la transformación es evidente con el tiempo.

Dos ejemplos nos pueden ayudar a entender lo que estamos diciendo: Zaqueo (Lucas 19): Jesús fue a su casa, y en ese encuentro, algo invisible ocurrió en el corazón de Zaqueo. No hubo un trueno o una luz cegadora. Fue una acción silenciosa que lo llevó a restituir y cambiar su vida. La Parábola del Sembrador (Mateo 13): La semilla (la Palabra de Dios) cae en la tierra (el corazón). La acción de crecimiento es invisible para nosotros, pero la cosecha final lo revela todo.

III. Dios obra en la historia, aunque no lo veamos

En el libro de Ester, nunca se menciona directamente a Dios, pero su mano guía todos los acontecimientos para salvar a su pueblo. También en nuestra historia personal, hay “coincidencias” que no son casualidades, sino Dios trabajando detrás del telón. Lo invisible de Dios no significa ausencia, sino providencia.

IV. Cómo responder a la acción invisible de Dios

Es bueno tener en cuenta estos aspectos:

a) Confianza: Aunque no entendamos, sabemos que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

b) Paciencia: El tiempo de Dios no es nuestro tiempo. Como el agricultor espera la lluvia, así debemos esperar en el Señor.

c) Discernimiento: Estemos atentos a las pequeñas señales de su obrar. Lo invisible muchas veces se revela en lo cotidiano.

d) Gratitud: Aun sin ver, podemos dar gracias por la certeza de que Dios está presente.

Finalmente, la acción invisible de Dios es como el viento: no lo vemos, pero sentimos sus efectos. Así también es la obra del Espíritu en nosotros y en el mundo. No siempre comprenderemos cómo obra, pero sí podemos confiar en que Él nunca deja de actuar.

Señor, aunque no veamos, aunque no entendamos, permite que descansemos en la certeza de que Tú estás obrando ahora mismo en nuestras vidas, en nuestras familias y en la historia de la humanidad. Que tú acción invisible prepare un futuro eterno y glorioso. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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