
DIOS CAMINA POR EL FUEGO
(Daniel 3:13-30)
En la vida cristiana, todos enfrentamos fuegos: pruebas intensas, pérdidas, enfermedades, persecuciones, conflictos y momentos de dolor que parecen insostenibles. A veces el calor de las circunstancias nos hace pensar que no vamos a resistir. Pero la Biblia nos muestra que Dios no solo nos libra del fuego, sino que camina con nosotros en medio de él. Isaías 43:2 nos dice: "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti."
En Daniel 3, tres jóvenes hebreos enfrentan la furia del rey Nabucodonosor porque se negaron a adorar una imagen. Prefirieron obedecer a Dios antes que salvar sus vidas. Fueron lanzados a un horno sobrecalentado… y allí ocurrió un milagro: no estaban solos.
La historia de Sadrac, Mesac y Abed-nego en el libro de Daniel 3, vemos que ellos fueron arrojados al horno de fuego por no postrarse ante la estatua del rey. Sin embargo, en lugar de ser quemados, la Biblia dice que el rey vio a una cuarta persona en el fuego, alguien "semejante a un hijo de los dioses." (Daniel 3:25).
Muchas veces, pensamos que, si somos buenos cristianos, no deberíamos enfrentar pruebas. La Biblia nos enseña lo contrario. La vida cristiana no es un paseo fácil. De hecho, a menudo las pruebas fortalecen nuestra fe. Pasamos por el fuego de la prueba. El fuego de las pruebas no es para destruirnos, sino para purificarnos. Así como el oro se purifica en el fuego, nuestras vidas son refinadas para que seamos más como Cristo.
En el relato vemos que el rey les da una oportunidad de retractarse. Al negarse a retractarse fueron arrojados al horno de fuego por no postrarse ante la estatua del rey. Sin embargo, en lugar de ser quemados, la Biblia dice que el rey vio a una cuarta persona en el fuego, alguien "semejante a un hijo de los dioses." (Daniel 3:25).
Hoy en día, para los cristianos, el fuego puede ser la tentación, la persecución por nuestra fe en Dios, la presión social, la pérdida de oportunidades por ser íntegros. No debemos dejar de lado que nuestra fe será probada. Jesús lo advirtió en Juan 16:33: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
El punto central de este mensaje es que no caminamos solos en nuestras pruebas. Dios no nos abandona. Él se mete en el fuego con nosotros. La cuarta figura en el horno de fuego representa la presencia de Dios. Él no apagó el fuego antes de que ellos entraran; él se unió a ellos en el medio de su prueba. Esto es un testimonio poderoso de su fidelidad.
Ellos dijeron: “Nuestro Dios puede librarnos… y nos librará… y si no, igual no serviremos a tus dioses.” Aquí vemos confianza total en Dios, sin condiciones, sin miedos. No es fe basada en “si Dios me bendice”, sino fe que permanece aun cuando la respuesta no es la que esperamos.
La fe verdadera se mantiene firme sin importar el resultado, porque confía en el carácter de Dios, no solo en sus milagros. Dios nunca nos abandona, Él es fiel a su promesa, siempre está a nuestro lado caminando, aún en medo del fuego.
Nabucodonosor se sorprende: hay un cuarto hombre en el horno. El fuego no los consume, solo quema las ataduras. Este “cuarto hombre” es una teofanía: una manifestación del Hijo de Dios, Jesucristo, antes de su encarnación.
La promesa de Dios no es que nunca pasaremos por el fuego, sino que no seremos destruidos por él. La prueba no tendrá la última palabra. El propósito del fuego no es hacernos daño, sino hacer algo nuevo en nosotros. Después del fuego, Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron sin olor a humo. No tenían ni un cabello chamuscado.
Podemos salir de nuestras pruebas, de nuestros fuegos, con una fe más fuerte, un carácter más puro y una confianza más profunda en Dios. El fuego nos revela la fidelidad de Dios de una manera que la comodidad nunca podría. Dios no siempre nos libra de entrar al horno, pero sí promete entrar con nosotros. Isaías 43:2 lo confirma: "Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
El fuego en la Escritura tiene un propósito: purifica, quema lo que nos ata. El fuego glorifica a Dios: Nabucodonosor terminó reconociendo al Dios verdadero. Pasar por el fuego nos permite dar un testimonio poderoso para otros. La prueba que hoy atravesamos puede ser la predicación más poderosa que alguien escuche.
Dios no promete ausencia de problemas, no pasar por el fuego, pero sí nos promete Su presencia. Si estamos pasando por un "fuego" ahora mismo, no perdamos la esperanza. Clamemos a Dios, busquemos su Palabra y confiemos en que él está caminando con nosotros. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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