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  NUESTRA FE QUE VENCE AL MUNDO

 

(1 Juan 5:4)

"Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe."

Este versículo es muy poderoso y lleno de esperanza. Justo cuando vivimos en un mundo lleno de desafíos: pruebas, tentaciones, injusticias, enfermedades, violencia, dudas… Pero la Palabra de Dios nos dice que hay una manera de vencer todo eso. No se trata de nuestras fuerzas, ni de nuestros méritos, ni de nuestras estrategias humanas. La victoria está en una sola cosa: nuestra fe.

Este pasaje bíblico nos enseña una gran verdad:

1. "Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo"

El apóstol Juan no dice que algunos vencen, ni que podrían vencer, sino que todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Ahora bien, es bueno hacernos dos preguntas: 1) ¿Qué significa ser nacido de Dios? Es haber experimentado el nuevo nacimiento, como Jesús le explicó a Nicodemo (Juan 3). Es pasar de muerte a vida, de las tinieblas a la luz. Es recibir una nueva identidad como hijo o hija de Dios. Es la nueva vida que recibimos a través de Jesucristo. Cuando creemos en él y lo aceptamos como nuestro Salvador, nacemos de nuevo espiritualmente. 2) ¿Qué significa "vencer al mundo"? El mundo representa todo sistema que se opone a Dios: el pecado, la carne, la incredulidad, la presión social para alejarnos del evangelio. No se trata de aislarnos del mundo, sino de no dejarnos dominar por él. Esto no significa que la vida se vuelve perfecta o que no enfrentaremos problemas. La promesa es que, a través de nuestra nueva identidad en Cristo, tenemos la capacidad de superar estas cosas.

2. “Esta es la victoria… nuestra fe”

La clave para esta victoria no es nuestra propia fuerza de voluntad, sino nuestra fe en Jesús. Es a través de la confianza en Él, en su obra en la cruz y en su poder, que podemos vivir una vida que vence al pecado y a las tentaciones.

Esta fe, no es fe en nosotros mismos, ni en nuestros recursos. Es fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Es la certeza de que Él ha vencido, y en Él, nosotros también somos más que vencedores (Romanos 8:37).

Por otro lado, la fe no es sólo para comenzar la vida cristiana, sino para perseverar cada día. Fe cuando todo va bien, y fe también en medio del dolor, la prueba o la incertidumbre. Es una fe que permanece.

3. ¿Qué implica vivir con esta fe vencedora?

1) Vivir en obediencia a la Palabra, aunque el mundo diga lo contrario. 2) Rechazar el miedo, porque sabemos en quién hemos creído. 3) Tener esperanza, aun cuando las circunstancias parezcan oscuras. 4) Amar, aunque el mundo nos odie, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.

Como conclusión, podemos afirmar que en Cristo somos vencedores. No por lo que hacemos, sino por quiénes somos en Él: nacidos de Dios. Y esta victoria no es futura: ya la tenemos por medio de la fe. Si estamos enfrentando una batalla —espiritual, emocional, familiar o de cualquier tipo — recordemos esta promesa: " Esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe."

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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