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  ESPERANDO FIELMENTE EN EL SEÑOR

 

(Salmo 33:20-22)

Hoy en día estamos viviendo momentos de incertidumbre y desafíos, en un mundo que a menudo nos impulsa a buscar seguridad en lo tangible, en nuestras propias fuerzas, o en las promesas de otros, es fácil perder de vista dónde reside nuestra verdadera esperanza. Ante esa situación, nos volvemos a las Escrituras, a un pasaje que nos ofrece consuelo, dirección y una profunda verdad sobre nuestra relación con Dios. Nos centraremos en el Salmo 33, específicamente en los versículos 20 al 22:

"Nuestra alma espera en Jehová; Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegra nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, Oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti."

Estos versículos son una joya de la fe, un recordatorio de dónde debe estar puesta nuestra confianza y por qué. A través de ellos, exploraremos tres verdades fundamentales que nos guiarán en nuestra jornada de fe.

1. La Espera Fiel (v. 20a: "Nuestra alma espera en Jehová")

La palabra "espera" aquí no es una espera pasiva, inactiva, como esperar un autobús. Es una espera activa, una anticipación confiada, una paciencia que se nutre de la certeza de quién es Dios. Es una espera que involucra todo nuestro ser, nuestra "alma".

¿Qué significa esperar en Jehová? Significa reconocer que no tenemos todas las respuestas ni todo el control. Significa depositar nuestra dependencia no en nosotros mismos, ni en las circunstancias, sino en el Señor soberano.

Esperar es confiar. Es creer que Él tiene un plan, que es bueno, y que lo cumplirá a su debido tiempo y a su manera perfecta. A menudo, queremos que Dios actúe de inmediato o de la forma en que nosotros pensamos que debería hacerlo. Pero la espera nos enseña humildad y paciencia.

Esperar es un acto de fe radical. En medio de la tormenta, cuando las olas de la duda o el miedo nos golpean, esperar en el Señor es anclar nuestra alma en Él. Es recordar sus promesas, su fidelidad a través de la historia y en nuestras propias vidas.

Pensemos en los momentos en que hemos tenido que esperar: por una respuesta, por una sanidad, por una provisión. ¿Cómo nos sentimos en esos momentos? La Biblia nos anima a esperar con una esperanza activa, sabiendo que Él es digno de nuestra confianza.

2. La Fuente de Nuestra Seguridad (v. 20b y 21: "Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegra nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado.")

Este pasaje nos da las razones por las que podemos esperar con tanta seguridad: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

Nuestra ayuda: En el campo de batalla de la vida, a menudo nos encontramos heridos, agotados, sin fuerzas. Dios no es solo alguien que nos da un consejo desde lejos; Él es nuestra "ayuda" presente en la tribulación. Él interviene, nos sostiene, nos fortalece. No hay situación tan difícil que Él no pueda ayudarnos a superar.

Nuestro escudo: Un escudo protege. En un mundo lleno de ataques espirituales, emocionales, físicos, Dios se interpone entre nosotros y el mal. Él es nuestra defensa, nuestra protección inquebrantable. No somos invulnerables por nosotros mismos, pero estamos seguros bajo su cobertura.

La alegría que brota de la confianza: Cuando entendemos que Jehová es nuestra ayuda y nuestro escudo, ¿cuál es el resultado? "En él se alegra nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado." La alegría no es un sentimiento superficial; es una profunda satisfacción que surge de saber que estamos seguros en Él. Es una alegría que no depende de las circunstancias, sino de la persona de Dios. Nuestra confianza en su nombre santo –que representa todo su carácter, su poder, su bondad– es la base de nuestra alegría inquebrantable.

En un mundo que persigue la felicidad en cosas externas, el salmista nos muestra que la verdadera alegría se encuentra en una relación de confianza con Dios, quien es nuestra ayuda y nuestra protección.

Tercer asunto: La Petición de Misericordia (Versículo 22: "Sea tu misericordia, Oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti.")

Este versículo final es una oración, una petición humilde y poderosa.

"Sea tu misericordia, Oh Jehová, sobre nosotros": La misericordia de Dios es su amor compasivo, su bondad inmerecida. Reconocemos que no merecemos su favor, pero lo anhelamos y lo pedimos. Esta petición nos recuerda nuestra dependencia continua de Él. No solo necesitamos su ayuda y escudo en momentos de crisis, sino que necesitamos su misericordia cada día, para perdonar nuestros pecados, para guiarnos, para sostenernos.

"Según esperamos en ti": Hay una correlación directa entre nuestra espera y la manifestación de su misericordia. No es que nuestras obras de esperar le obliguen a ser misericordioso, sino que nuestra espera es una señal de nuestra fe. Cuando esperamos en Él, abrimos nuestros corazones para recibir lo que Él tiene para darnos. Nuestra fe, aunque imperfecta, es el canal a través del cual fluye su gracia y su compasión. Cuanto más confiamos, más experimentamos su misericordia.

Esta oración es un modelo para nosotros: una humilde dependencia de la bondad de Dios, ligada a una fe activa en Él. El Salmo 33:20-22 nos ofrece un ancla firme para el alma.

  1. Nos llama a una espera activa y confiada en Jehová. No una espera pasiva, sino una que deposita toda nuestra confianza en Él.
  2. Nos revela que Él es nuestra ayuda constante y nuestro escudo protector. Esto nos libera de la ansiedad y nos llena de seguridad.
  3. Nos invita a pedir su misericordia, sabiendo que Él es fiel a responder a aquellos que esperan en Él.

Que este pasaje nos impulse a vivir cada día con una mayor confianza en el Señor. En los momentos de alegría, alabémosle porque Él es nuestra ayuda. En los momentos de dificultad, corramos a Él porque Él es nuestro escudo. Y en todo tiempo, clamemos por su misericordia, sabiendo que Él es un Dios que nos ama y nos sostiene. Que nuestra alma, verdaderamente, espere siempre en Jehová. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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