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  CUANDO NUESTROS ENEMIGOS SE AUTODESTRUYEN POR EL PODER DE DIOS

(2 Crónicas 20:14-30)

El presente pasaje bíblico es un pasaje poderoso que nos enseña sobre la fe, la adoración y la victoria de Dios en medio de la crisis. Esta porción de la Escritura relata la historia del rey Josafat y el pueblo de Judá enfrentando una amenaza inminente, y cómo Dios intervino de una manera milagrosa.

Hoy, vivimos en tiempos donde los desafíos pueden parecer gigantescos: problemas familiares, enfermedades, enemigos, conflictos sociales. ¿Qué hacemos cuando el enemigo es más fuerte que nosotros? El rey Josafat y Judá enfrentaban una situación así: una gran multitud venía contra ellos. Pero este pasaje nos revela una respuesta celestial. Dios hizo que el enemigo se autodestruyera. Así será con nuestros enemigos que se autodestruirán con el poder de Dios.

Recordemos brevemente el contexto. Josafat, un rey piadoso que buscaba agradar a Dios, se encuentra de repente con la noticia de que un vasto ejército, compuesto por moabitas, amonitas y algunos meunitas, vienen contra Judá. La amenaza era abrumadora, la superioridad numérica del enemigo era aplastante. ¿Qué hizo Josafat ante esta situación desesperada? Él no confió en su propia fuerza ni en la de su ejército. Lo primero que hizo fue buscar a Jehová y proclamar ayuno en todo Judá. (2 Crónicas 20:3). Esta es una lección fundamental para nosotros: ante la adversidad, nuestra primera respuesta debe ser volvernos a Dios.

Reflexionaremos este pasaje bíblico de la siguiente manera:

1. El Espíritu de Dios trae dirección (vv. 14–17)

“No temáis ni os amedrentéis... porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” (v.15)

En el momento de humilde dependencia, el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, un levita, en medio de la congregación, con un mensaje claro y poderoso: "No es vuestra la guerra, sino de Dios" Les pidió que no tuvieran miedo, que simplemente se presentaran y observaran cómo Dios pelearía por ellos. Esta es la esencia de nuestra fe: reconocer que nuestras batallas, cuando las ponemos en las manos de Dios, se convierten en Suyas.

En momentos de crisis, necesitamos oír la voz de Dios, no las voces del miedo. La promesa es esta: ¡no estamos solos! Hoy, también el Espíritu Santo quiere hablar a nuestra vida, darnos dirección, darnos paz.

2. La fe se expresa con obediencia y adoración (vv. 18–21)

Josafat se inclinó rostro en tierra… y los levitas alababan a Jehová con gran voz.

La respuesta de Josafat y del pueblo fue inmediata y ejemplar. Se inclinaron rostro a tierra, y adoraron a Jehová. Los levitas y los coatitas se levantaron para alabar a Jehová Dios de Israel con fuerte y alta voz. (versículos 18-19).

Antes de ver la victoria, el pueblo adoró. No esperaron el milagro para alabar, alabaron mientras esperaban. Al día siguiente, temprano en la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Pero lo que hicieron a continuación es algo que nos desafía profundamente.

Josafat les dijo: "Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados." (versículo 20). Y luego, Josafat, consultando con el pueblo, designó a cantores que alabasen a Jehová al frente del ejército, con vestiduras santas, mientras salían y decían: "Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre." (versículo 21).

¡Imaginemos esa escena! Un ejército se dirige a la batalla, no con armas listas para el combate, sino con cantores al frente, elevando sus voces en alabanza a Dios. Esto no era una estrategia militar convencional; era un acto de fe radical. Estaban declarando su confianza en Dios antes de ver la victoria. De ahí que, cuando obedecemos a Dios y lo adoramos en medio de la incertidumbre, demostramos fe genuina.

3. Dios pelea por su pueblo (vv. 22–25)

“Cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los enemigos emboscadas…”

Dios no solo los protegió, sino que Él mismo puso emboscadas entre los ejércitos enemigos, causando que se atacaran y se destruyeran mutuamente. Judá no tuvo que levantar una espada. Simplemente llegaron al campo de batalla y encontraron a sus enemigos muertos. La victoria fue completa, y el botín que recogieron fue tan abundante que les tomó tres días recolectarlo.

Es por eso, que cuando confiamos y adoramos a nuestro Dios en medio del conflicto, Él obra de formas inesperadas, milagrosas.

4. La victoria trae paz y testimonio (vv. 26–30)

“Y el reino de Josafat tuvo paz, porque Dios les dio paz por todas partes.” (v.30)

Después de la victoria, el pueblo se reunió en el Valle de Beraca, que significa "Valle de Bendición", para alabar y bendecir a Jehová. Luego, regresaron a Jerusalén con alegría, "porque Jehová los había regocijado sobre sus enemigos". (versículo 27).

El resultado final fue la paz y el temor de Dios sobre todos los reinos vecinos:

"Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquellas tierras, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio reposo por todas partes."

La demostración del poder de Dios no solo trajo liberación a Judá, sino que también estableció la autoridad de Dios en la región y trajo paz duradera.

Nuestras pruebas de hoy, pueden ser el testimonio de mañana, de la fidelidad de Dios.

A manera de reflexión:

Esta historia no es solo un relato antiguo; es una verdad viva para cada uno de nosotros hoy en día.

  1. Ante la adversidad, busquemos primero a Dios. Cuando las dificultades nos abrumen, nuestra primera reacción no debe ser el pánico o la autosuficiencia, sino la oración y la búsqueda de la dirección de Dios. Como Josafat, humillemos nuestros corazones ante Él.

  2. La batalla no es nuestra, sino del Señor. ¡Qué alivio! No tenemos que cargar el peso de nuestras luchas solos. Cuando entregamos nuestras preocupaciones, nuestros miedos y nuestras batallas a Dios, Él las toma como Suyas. Esto no significa inactividad, sino confiar en que Él obrará de maneras que nosotros no podemos.

  3. La alabanza es un arma poderosa. Josafat envió cantores al frente del ejército. ¡Qué contrariedad para la lógica humana! Pero la alabanza es una declaración de fe. Es reconocer la grandeza de Dios antes de ver la respuesta. Cuando alabamos en medio de la dificultad, estamos activando el poder de Dios en nuestras vidas. La alabanza no es solo una respuesta a la bendición, sino una puerta a la bendición.

  4. Dios pelea por los que confían en Él. La victoria de Judá no fue por su fuerza militar, sino por la intervención sobrenatural de Dios. De la misma manera, Dios puede obrar milagros en nuestras vidas cuando ponemos nuestra confianza en Él. Él puede resolver problemas que parecen imposibles, abrir puertas donde no hay camino, y traer paz en medio de la tormenta.

  5. La obediencia a la Palabra de Dios trae prosperidad y paz. Josafat y el pueblo obedecieron la palabra de Jahaziel. Su fe en Dios y en sus profetas llevó a una prosperidad no solo material (el botín), sino también espiritual (paz y temor de Dios en la región).

Hermanos, ¿cuáles son las "multitudes" que se levantan contra nosotros hoy? ¿Son problemas financieros, enfermedades, conflictos familiares, dudas, enemigos, o quizás un desánimo profundo? Recordemos la promesa de Dios: "No temáis ni os amedrentéis... porque no es vuestra la guerra, sino de Dios."

Humillémonos, busquemos su rostro, y sobre todo, levantemos voces de alabanza y adoración, confiando en que Él, el Dios Todopoderoso, peleará nuestras batallas. La victoria ya está asegurada en Cristo Jesús. Que el Señor nos bendiga abundantemente. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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