
La Grandeza de Dios y Nuestra Alabanza
(Salmo 145:1-5)
El Salmo 145 es una hermosa expresión de alabanza a Dios, escrita por el rey David. Es un salmo acróstico, en el que cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo, lo que demuestra su estructura cuidadosa y su propósito de enseñanza.
En los primeros cinco versículos, encontramos una invitación a exaltar la grandeza de Dios, a bendecir Su nombre cada día y a meditar en Sus maravillas. Veremos cada una de ellas:
"Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre."
David reconoce a Dios no solo como su Dios, sino también como su Rey. Esta es una declaración de sumisión y confianza en el gobierno divino.
La alabanza es un acto continuo: David dice que bendecirá a Dios "cada día". No solo en los tiempos buenos, sino también en los tiempos difíciles. La alabanza a Dios no debe ser un acto ocasional, sino una actitud continua en nuestras vidas.
La eternidad de la alabanza: Cada día nos ofrece nuevas razones para reconocer la bondad y la fidelidad de Dios. La adoración a Dios no termina en esta vida, sino que continúa para siempre. Nuestra alabanza en la tierra es solo una preparación para la adoración eterna en el cielo.
"Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable."
Dios es grande, y ninguna mente humana puede comprender completamente Su grandeza.
Su grandeza es digna de suprema alabanza: La grandeza de Dios supera nuestra comprensión. Sus caminos y pensamientos son más altos que los nuestros. No podemos limitar nuestra adoración a palabras rutinarias o mecánicas; debe ser con todo nuestro corazón.
Su grandeza es inescrutable: Hay cosas de Dios que nunca entenderemos completamente, pero podemos confiar en Su sabiduría y amor. Reconocer la inmensidad de Dios nos lleva a una profunda humildad y adoración.
"Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré."
La fe no es algo que se mantiene en silencio; debe ser transmitida de una generación a otra.
El testimonio de las generaciones: La fidelidad de Dios en el pasado debe ser proclamada a las nuevas generaciones. Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos acerca de Dios. Es nuestra responsabilidad compartir las maravillas de Dios con aquellos que nos rodean, especialmente con las generaciones futuras. De ahí que, al contar las obras de Dios, estamos construyendo un legado de fe y esperanza.
Meditación en Sus obras: No solo hablamos de Sus maravillas, sino que también debemos reflexionar en ellas, dejando que fortalezcan nuestra fe.
Este salmo nos llama a vivir una vida de alabanza constante, reconociendo la grandeza de Dios y proclamando Sus obras a las futuras generaciones.
Para nuestra reflexión:
¿Estamos alabando a Dios cada día, sin importar las circunstancias?
¿Reconocemos la grandeza de Dios, aun cuando no la comprendemos completamente?
¿Estamos transmitiendo nuestra fe a las generaciones que vienen detrás de nosotros?
Que el Señor nos ayude a ser adoradores fieles y a proclamar Su grandeza siempre. ¡Amén!
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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