EL LLAMADO DE CRISTO A SU IGLESIA: UN MENSAJE PARA HOY
(Apocalipsis 2 y 3)
El libro de Apocalipsis es una revelación de Jesucristo al apóstol Juan; es un mensaje de esperanza y exhortación a la Iglesia en tiempos difíciles. En los capítulos 2 y 3, Jesús se dirige a siete iglesias en Asia Menor con un mensaje específico para cada una. Estas cartas no solo fueron relevantes en su tiempo, sino que siguen hablando a la Iglesia de hoy.
Cristo conoce íntimamente a Su iglesia, sus fortalezas y debilidades. De ahí que cada iglesia representa diferentes desafíos, virtudes y advertencias que podemos aplicar a nuestra vida espiritual y comunitaria, hoy en día.
Hoy reflexionaremos sobre lo que Cristo nos dice a través de estos mensajes.
Cristo elogia a la iglesia de Éfeso por su arduo trabajo y su firmeza en la doctrina, pero le reprocha que ha dejado su primer amor. Hace un llamado al arrepentimiento y recordar de dónde han caído. Deben volver a las primeras obras. Muchas veces, en nuestra fidelidad doctrinal, podemos perder la pasión por Cristo y por las almas.
Es por eso que no basta con hacer lo correcto; necesitamos mantener un amor ardiente por Dios y por nuestro prójimo.
la iglesia de Esmirna es una iglesia perseguida, pero Cristo la alienta a ser fiel hasta la muerte. Él les da el consuelo en medio de la tribulación y la pobreza. Pero les advierte que habrá un sufrimiento venidero. Si resisten tendrán la corona de la vida.
En tiempos de pruebas, debemos recordar que Cristo nos dará la corona de la vida. La persecución y el sufrimiento no nos separarán de Su amor.
La iglesia de Pérgamo era fiel, pero toleraba doctrinas falsas que llevaban al pecado, tales como la doctrina de Balaam y los nicolaítas. Cristo llama al arrepentimiento. Si logran vencer se les dará el maná escondido y una piedrecita blanca con un nombre nuevo.
La Iglesia debe mantenerse firme en la verdad y no comprometerse con el mundo. No podemos mezclar la fe con prácticas contrarias a la voluntad de Dios.
Jesús elogia el amor, el servicio, la fe y paciencia, de la iglesia de Tiatira, pero reprende su tolerancia al pecado, en especial a la mujer Jezabel. Les advierte sobre el juicio venidero y les exhorta a aferrarse a lo que tienen hasta que Él venga.
El amor no significa tolerar lo que es contrario a la Palabra de Dios. Debemos ser compasivos, pero sin dejar de lado la santidad.
La iglesia de Sardis tenía fama de estar viva, pero estaba muerta espiritualmente. Jesús hace un llamado a despertar y fortalecer lo que queda. Pronto Él vendrá como ladrón y a los que vencieren serán vestidos de blanco.
Es por eso que no basta con parecer espirituales; debemos vivir en una relación auténtica con Dios. Necesitamos despertar y fortalecer lo que queda antes de que sea demasiado tarde.
Filadelfia es una iglesia que, aunque pequeña, ha guardado la palabra de Dios y ha permanecido firme. Cristo reconoce su fidelidad y perseverancia. Él les promete abrir una puerta que nadie puede cerrar y tendrán protección en la hora de la prueba. Deben aferrarse a lo que tienen.
Dios abre puertas que nadie puede cerrar. La fidelidad, aunque parezca pequeña, tiene un gran impacto en el Reino de Dios.
Laodicea es una iglesia tibia, autosuficiente y sin pasión. Cristo la llama al arrepentimiento y a comprar oro refinado, vestiduras blancas y colirio. Les exhorta a abrir la puerta para que él pueda entrar, pero les promete sentarse con Él en su trono.
De ahí que no podemos vivir una fe a medias. Jesús nos llama a ser fervientes y depender de Él en todo.
En conclusión, podemos afirmar que cada uno de estos mensajes tiene algo que decirnos hoy. ¿Cuál de estas iglesias representa nuestra condición espiritual?
Jesús nos llama a recordar nuestro primer amor, a ser fieles en la prueba, a no tolerar la falsedad, a despertarnos del letargo espiritual, a permanecer firmes y a no ser tibios. Tengamos en cuenta la frase repetida: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" como un llamado a la atención y a la obediencia.
¡Que el Espíritu Santo nos ayude a escuchar lo que Cristo dice a la Iglesia hoy! Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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