Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

   

   

  EL SEÑOR CURA NUESTRAS HERIDAS

(Salmo 147:3)

El salmista nos dice: "Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas." Hoy más que nunca, todos en la vida llevamos heridas, ya sean físicas, emocionales o espirituales. A veces, son el resultado de nuestras propias decisiones, y otras veces, son causadas por circunstancias fuera de nuestro control. Pero, la buena noticia que nos da el salmista, es que Dios es nuestro sanador. No solo cuida nuestro cuerpo, sino también nuestro corazón y nuestra alma.

En esta oportunidad quiero compartir una experiencia que tuve el sábado 08 de marzo del presente año en el colegio María Alvarado. Resulta que me encontré con una profesora no muy creyente, que hace 25 años le detectaron un cáncer en las mamas y el doctor le dijo que ya no se podía hacer nada, ya había metástasis generalizada. Yo era el capellán del colegio, ella vino llorando para que pidiera a Dios que la sane, tenía una hijita. Oramos en la capilla, durante varios meses, hasta que fue a su control médico, y el médico le dijo que el tumor había desaparecido. ¡Se había sanado por la gracia de Dios!. Al verla sana, feliz y contenta, ella se me acercó y me dijo que por las oraciones que había tenido por su salud, ahora estaba sana completamente. Hoy es una creyente en el Señor. ¡Qué alegría y gozo volver a ver a una persona desahuciada y ahora sana, feliz y creyente en Dios!.

Una vez más se hace evidente que para Dios no hay nada imposible (Génesis 18:14a; Lucas 1:37).

Veamos la reflexión de este texto bíblico de la siguiente manera:

I. Dios Ve Nuestras Heridas

Antes de que podamos recibir sanidad, debemos reconocer que estamos heridos. Muchas veces tratamos de ocultar nuestro dolor, incluso delante de Dios. Pero Él nos conoce profundamente y ve lo que llevamos por dentro. Nada hay oculto para Dios.

Ejemplo bíblico: La mujer con flujo de sangre (Marcos 5:25-34)

Esta mujer llevaba doce años sufriendo una enfermedad muy severa y gastó todo lo que tenía en médicos sin encontrar solución. Pero, cuando vio a Jesús y tocó su manto con fe, fue sanada al instante. Esto hecho nos enseña que Dios no solo ve nuestro sufrimiento, sino que también está listo para sanarnos cuando nos acercamos a Él con fe.

II. Dios Sana el Corazón Quebrantado

Muchas heridas no son visibles, pero duelen profundamente:

Ante esta situación, no debemos olvidar que Jesús vino a sanar esas heridas. En Lucas 4:18, Él dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí... Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón." Si le entregamos nuestro dolor, Él traerá restauración. Esta es una gran verdad.

Ejemplo bíblico: Pedro después de negar a Jesús (Lucas 22:61-62)

Pedro falló gravemente cuando negó a su Maestro, pero Jesús no lo rechazó. Después de su resurrección, Jesús lo restauró (Juan 21:15-17), mostrándonos que el amor de Dios es más grande que nuestros errores.

III. Dios Nos Usa Para Sanar a Otros

Dios no solo nos sana, sino que también nos llama a ser instrumentos de sanidad para otros. Cuando experimentamos Su restauración, podemos ayudar a otros a encontrar esperanza en Él. De alguna manera nos convertimos en sus manos extendidas hacia nuestro prójimo.

Ejemplo bíblico: El Buen Samaritano (Lucas 10:30-37)

Este hombre no ignoró la necesidad de su prójimo. Del mismo modo, cuando vemos a alguien herido, Dios nos llama a extenderle Su amor y compasión.

Para concluir, podemos afirmar que Dios es el sanador de nuestras heridas. Nos invita a confiar en Él, a dejar que sane nuestro corazón y a ser canales de Su amor para otros. Si hoy llevamos una carga o una herida, acerquémonos a Jesús. Él está listo para restaurarnos.

¿Tenemos heridas que necesitamos entregar a Dios? Oremos juntos y pidámosle Su sanidad. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


Copyright © 2025 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. Todos los derechos reservados.