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ADVERTENCIA CONTRA LAS APARIENCIAS EXTERNAS

 

(Lucas 21:5-19)

 

El pasaje bíblico en esta oportunidad nos presenta el panorama de una situación caótica con relación al presente y el futuro, de los que han de realizar la Misión. En esa condición, algunos se detienen a admirar la belleza externa del templo y su majestuosidad, no se preocupan por lo que pasa en el interior del mismo. La apariencia externa cautiva a la gente y distrae la atención de lo que ocurre en su interior. En el interior del templo suceden muchas cosas terribles e injustas. Nadie quiere aceptar esta realidad.

 

Sin embargo, Jesús contrasta este asombro con una sentencia: ese templo tan hermoso y admirado por todos, será destruido. ¡Ni una sola pared del templo quedará en pie!  Ante esa advertencia de Jesús, sus discípulos le preguntan sorprendidos: ¿cuándo será destruido y cuál será la señal? Lo que expresan los discípulos no se sabe a ciencia cierta, si es curiosidad o preocupación por lo que va suceder. Este asunto es punto de partida para lanzar otra advertencia a sus discípulos: ¡Tengan cuidado! Así como la belleza externa del templo es engañosa, así también, la realidad externa es también engañosa. Esta una respuesta-mensaje.

 

Ahora bien, lo que Jesús quiere advertir a sus discípulos y a nosotros hoy, es que hay que cuidarse de las apariencias externas de las personas y de la realidad social, ya que, éstas se expresan de muchas maneras. La gente no es sincera, es hipócrita. La paz que reina en la sociedad no es verdadera, es una falsa paz. Hasta la naturaleza puede engañarnos. De ahí que, Jesús advierte a sus discípulos que nadie les engañe. Por ejemplo:

 

·  Vendrán muchos en el nombre de Él: “Yo soy el Cristo” y de esa manera, engañarán a muchos. Pero no deben hacerles caso.

·  Habrán guerras y revoluciones por doquier. No tengan miedo, aún no es el fin. Son señales anticipadas, como dolores de parto.

·  Se darán luchas entre naciones, reinos contra reinos. Es señal de la corrupción y la ambición de los políticos y soberanos de turno.

·  La tierra gime como dolor de parto, habrán terremotos, pero aún no es el fin.

·  No habrá comida suficiente para la gente, vendrán plagas y enfermedades terribles. No tengan miedo ante esas cosas.

·  Por último, hasta en el cielo ocurrirán cosas muy raras. Paciencia, aún no es el fin.

 

Antes que eso suceda, habrá muchas persecuciones por causa del Evangelio, de esas cosas terribles habrá que cuidarse, ya que la gente se sacará la máscara y arremeterá contra los justos. Cosas como éstas acontecerán:

 

·  Serán perseguidos y serán tomados presos.

·  Los entregarán ante los concilios.

·  Serán llevados ante gobernadores y reyes para ser azotados.

 

Todo esto ha de suceder como anticipo del fin de las cosas en medio del caos en que vive actualmente el mundo. Pero, a pesar de ello, será una gran oportunidad para dar testimonio y hablar de Jesucristo, el Hijo de Dios. El Evangelio ha de ser predicado antes a todas las  naciones. Más aún, cuando estén en dichas circunstancias adversas, no se preocupen por lo que han de decir para la defensa, el Espíritu Santo hablará en su momento.

 

Otra advertencia que Jesús hace a sus discípulos, y también a nosotros sus discípulos y discípulas, es sobre la violencia familiar que se ha de sufrir por causa de Él. Si esto sucede en el seno de la familia, cuánto más sucederá en la sociedad. El odio será generalizado, no habrá compasión, el martirio será una forma de morir por Cristo. Sin embargo, no se debe tener temor, si se persevera hasta el fin, la salvación será una realidad. En medio de la persecución está la confianza en el Señor Jesucristo. ¡Esa es la promesa del Señor! Jesús es el mismo ayer, ahora y siempre (Hebreos 13:8).

 

La enseñanza de toda esta reflexión es que el discipulado cristiano no es fácil, tiene un precio muy alto. Nunca lo fue, no lo es y ni lo será. Jesús pagó un precio por nuestra salvación, nosotros y nosotras no estamos exentos de ese precio. Por otro lado, nos pone en alerta de lo engañoso que es la apariencia de la gente, que finge amarnos, y dado el momento, nos traicionan o matan. Jesús nos advierte de aquellos líderes que se visten de pastores, cuando en el fondo son lobos dispuestos a saquear el rebaño del Señor. La maldad y el odio contra los justos del Señor no afloran de un momento a otro, es una actitud permanente, soterrada, de aquellos que muestran una falsa apariencia de ser seguidores y seguidoras de Cristo Jesús.

 

Nuestro Señor Jesucristo espera que nosotros y nosotras, sus discípulos y discípulas, nos mantengamos alertas y perseveremos hasta el fin, para que cuando Él venga nos encuentre aprobados y aprobadas. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

     


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