El apóstol Juan, en esta sección de su carta, nos presenta
un mensaje de esperanza y victoria centrado en Jesucristo. Este pasaje nos
invita a reflexionar sobre la fe como la clave para vivir una vida en
obediencia, amor y victoria espiritual. Reflexionaremos en tres momentos este
pasaje bíblico:
I. La fe como evidencia de nuestra relación con
Dios (versículos 1-3)
Creer en Jesús como el Cristo (v. 1):
Juan declara que todo aquel que cree que Jesús es
el Cristo es nacido de Dios. La fe en Jesús no es solo un asentimiento
intelectual, sino una transformación espiritual que nos hace hijos de
Dios. Es una experiencia vivencial única en la vida de cada persona.
Preguntémonos: ¿Es Jesús el centro de nuestra
vida?
Amor por Dios y por los demás (v. 2-3):
El amor a Dios se manifiesta en la obediencia a
sus mandamientos, que no son gravosos. Sería bueno tener en cuenta las
palabras de Jesús, al respecto (Mateo 22:34-40).
Amar a nuestros hermanos es una señal de que
realmente hemos nacido de Dios.
Para reflexión: ¿Cómo estamos mostrando el amor
de Dios a quienes nos rodean?
II. La victoria sobre el mundo (versículos 4-5)
La fe que vence al mundo (v. 4):
Hoy en día, el mundo representa el sistema
contrario a Dios: pecado, egoísmo, maldad, violencia y tentaciones. Sin
embargo, Juan asegura que nuestra fe es la victoria que vence al mundo.
Para recordar: Frente a las luchas y desafíos,
recordemos que nuestra fe en Cristo nos da la fuerza para vencer. (Cf.
Filipenses 4:13).
Jesús como el Hijo de Dios (v. 5):
Creer que Jesús es el Hijo de Dios nos capacita
para vivir en victoria.
Esto nos llama a confiar completamente en su
poder y obra redentora. Jesús venció a Satanás en la cruz.
III. El testimonio de Dios sobre su Hijo
(versículos 6-12)
El testimonio del agua, la sangre y el
Espíritu (v. 6-8):
El agua representa el bautismo de Jesús, la
sangre su sacrificio en la cruz, y el Espíritu da testimonio de la
verdad.
Estos tres elementos confirman quién es Jesús y
su obra de salvación.
El testimonio de Dios es mayor (v. 9):
Si aceptamos el testimonio humano, ¡cuánto más
debemos aceptar el testimonio de Dios, que es perfecto y verdadero!
Este testimonio es que Dios nos ha dado vida
eterna en su Hijo.
Vida eterna en Jesús (v. 10-12):
Quien tiene al Hijo tiene la vida; quien no tiene
al Hijo de Dios no tiene la vida.
Esta es una invitación a examinar nuestra
relación con Jesús.
Pregunta: ¿Hemos aceptado a Jesús como nuestro
Señor y Salvador?
Ahora bien, este pasaje bíblico nos recuerda que la fe en
Jesucristo nos conecta con Dios, nos capacita para amar, y nos da victoria sobre
el mundo. Además, nos asegura la vida eterna. Si aún no hemos dado este paso de
fe, hoy es el día para aceptar a Jesús en nuestro corazón. Y si ya creemos en
Él, vivamos cada día con la certeza de que tenemos la victoria en Cristo.
Si necesitamos fortalecer nuestra fe o reconciliarnos con
Dios, acerquémonos a Él en oración.
Que el Señor nos permita vivir en obediencia y en amor,
recordando que sus mandamientos no son una carga, sino una bendición. Amén.