Hoy en día, vivimos en un mundo donde el éxito suele
medirse por el dinero y las posesiones. Pero la Biblia nos llama a ver las
riquezas desde la perspectiva de Dios. Estos versículos son una exhortación a
quienes tienen recursos, pero también nos enseñan a todos a valorar lo que
realmente importa: la verdadera riqueza espiritual. Analizaremos cada versículo.
I. No pongas tu esperanza en las
riquezas (v. 17)
Advertencia contra el orgullo y la confianza
en lo material:
Pablo advierte a los ricos de no ser altivos,
pues las riquezas pueden inflar nuestro ego.
Las riquezas son "inciertas" porque pueden
desaparecer en cualquier momento (Proverbios 23:5).
Nuestra esperanza debe estar en el Dios vivo:
Todo lo que poseemos proviene de Dios. Él nos da
en abundancia, no para acumular, sino para que lo disfrutemos de manera
responsable.
Ejemplo: El maná en el desierto (Éxodo 16). Dios
provee, pero no para acumular en exceso.
II. Hazte rico en buenas obras (v. 18)
Hacer el bien:
Las riquezas no son malas en sí mismas; lo
importante es cómo las usamos.
Somos administradores, llamados a bendecir a
otros con lo que Dios nos ha dado.
Ser dadivosos y generosos:
La generosidad es una expresión de gratitud y fe.
Al compartir, mostramos que confiamos más en Dios que en las riquezas.
Ejemplo: La viuda pobre (Lucas 21:1-4). Ella dio
de su necesidad, demostrando una fe genuina.
III. Atesora lo eterno, no lo temporal
(v. 19)
Un fundamento eterno:
Cuando usamos nuestras riquezas para glorificar a
Dios y ayudar a otros, estamos "atesorando en el cielo" (Mateo 6:19-21).
Nuestras acciones reflejan dónde está nuestro
corazón.
Echa mano de la vida eterna:
La verdadera riqueza es la vida eterna. Todo lo
demás es temporal.
Esto implica vivir con una perspectiva celestial,
haciendo que nuestras decisiones terrenales apunten hacia lo eterno.
Reflexiones:
Examinemos nuestro corazón: ¿Dónde
está nuestra esperanza? ¿En Dios o en nuestros bienes materiales?
Seamos buenos administradores:
Usemos nuestros recursos para bendecir a otros, especialmente a los
necesitados.
Invirtamos en lo eterno: Oremos,
ayudemos, y compartamos, sabiendo que todo lo hacemos para la gloria de
Dios.
Este pasaje bíblico de 1 Timoteo 6:17-19 nos recuerda que
las riquezas no son un fin en sí mismas, sino un medio para glorificar a Dios.
Al poner nuestra confianza en el Señor, hacer el bien y ser generosos,
acumulamos tesoros en el cielo y vivimos en plenitud aquí en la tierra.
Señor, ayúdanos a confiar en Ti y no en lo material.
Enséñanos a usar nuestras bendiciones para Tu gloria y para ayudar a otros.
Amén.