La primera reflexión es sobre Eclesiastés 2:4-11, cuyo autor es Salomón, quien comparte su experiencia personal. Como rey, tuvo acceso a riquezas, poder, placer y sabiduría como pocos otros en la historia. En este pasaje, se describe las obras que realizó: construyó casas, plantó viñas, creó jardines, acumuló riquezas y disfrutó de todos los placeres posibles. Sin embargo, su conclusión es contundente: "Todo era vanidad y aflicción de espíritu" (v. 11). ¿Qué podemos aprender nosotros hoy? Primero, que toda esa riqueza produjo un vacío material, donde nada de lo que adquirió pudo darle una satisfacción duradera. Esto nos muestra que los logros materiales no pueden saciar el anhelo eterno que Dios ha puesto en el corazón humano (Eclesiastés 3:11). Lo segundo, propició una búsqueda equivocada, donde muchas veces, como Salomón, tratamos de llenar el vacío con lo temporal, pero terminamos enfrentando la misma frustración.
La segunda reflexión, es sobre Mateo 16:26, donde Jesús pregunta: "¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" Aquí Jesús nos recuerda el valor del alma. El alma humana tiene un valor incomparable. Todo el oro, las riquezas y los placeres del mundo no pueden igualar el precio de una sola alma. Hay un peligro de la ganancia cuando no tiene un propósito eterno: Podemos tener éxito a los ojos del mundo, pero si descuidamos nuestra relación con Dios, lo hemos perdido todo.
Vale la pena, hacer un alto y preguntarnos: ¿En qué estamos invirtiendo nuestra vida? ¿Nuestro tiempo, esfuerzo y recursos están enfocados en cosas eternas o pasajeras? No es malo tener metas materiales, pero deben estar subordinadas al propósito eterno que Dios tiene para nosotros. Esta situación implica buscar el propósito en Cristo. Solo Jesús puede llenar el vacío de nuestro corazón. Él nos ofrece vida abundante (Juan 10:10) y un propósito eterno que trasciende los logros terrenales. Entonces, si reconocemos que el alma humana tiene un valor incalculable, debemos compartir el mensaje de salvación con los demás, para que también encuentren la verdadera vida en Cristo.
Finalmente, Salomón concluyó que todo bajo el sol es vanidad sin Dios. Por otro lado, Jesús nos llama a reflexionar sobre la eternidad y a reconocer que nada en este mundo puede compararse con la salvación de nuestra alma. Hoy es el día para decidir vivir con propósito, buscando primero el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:33). ¿Estamos buscando llenar nuestra vida con cosas temporales? Jesús nos invita a entregar nuestra vida a Él y encontrar el verdadero significado en su presencia. ¡No dejemos pasar esta oportunidad! Amén.


