Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

 

DE LA CURIOSIDAD A LA RESTAURACIÓN

 

(Lucas 19:1-10)

 

El relato que en esta oportunidad nos toca reflexionar, nos presenta a Jesús entrando a Jericó, la ciudad más antigua del mundo y muy importante en ese momento. En esa ciudad vivía un hombre judío muy rico y que era jefe de los cobradores de impuestos, este personaje se llamaba Zaqueo, que en realidad es una abreviatura de Zacarías. Él no era bien considerado en la ciudad por los habitantes, debido a sus continuos abusos en la cobranza de los impuestos para el Imperio Romano. En realidad Zaqueo era un hombre abusivo y sin misericordia.

 

En esa condición, de pronto Zaqueo tiene curiosidad de conocer a Jesús, ese varón que dice ser el Hijo de Dios, que salva y perdona pecados. Es tal su curiosidad, que decide ir a verlo y conocerlo personalmente. Ha sentido en el interior de su ser esa necesidad espiritual y ha sido movido, por el Espíritu Santo, a tener ese encuentro personal con Jesús. Es la Gracia anticipante de Dios. Dios tiene un plan redentor para él. Sin embargo, nuestro personaje se encuentra con dos grandes dificultades que no le permiten cumplir con su deseo: su estatura pequeña y la gran multitud que rodea a Jesús. Aparentemente no es posible superar el problema. El asunto se complica aún más, ya que al no ser bien considerado por la mayoría de la gente, no le darán un lugar. Ante esa situación complicada, Zaqueo no es conformista ni derrotista. Su necesidad espiritual y su deseo de conocer a Jesús, le permiten buscar una solución inmediata. Es tan grande su necesidad que encuentra una salida: subirse a un árbol de higos para que desde esa posición pueda ver a ese gran varón de Galilea y apreciarlo aunque sea desde lejos. ¡Hasta ahí no más piensa llegar!. Él no se imagina lo que Dios tiene preparado para su vida. Su curiosidad y su necesidad pronto tendrán su recompensa.

 

Jesús al pasar entre la multitud se da cuenta que hay un hombre trepado en el árbol, con sus problemas, sus angustias, sus errores y sus pecados, pero también, su deseo de ser feliz. A él dirige su atención y le hace una invitación personal: “Quiero entrar a tu vida”, “Quiero entrar a tu casa” ¡Es el Hijo de Dios quien me invita! Pensó Zaqueo. Es la Gracia convincente de Dios. Sin pensarlo dos veces dejó la actitud contemplativa y decidió recibirlo en su vida, en su casa. Lo recibió en su corazón. Es la Gracia justificante de Dios. No le importó las habladurías del pueblo y de las autoridades. Su curiosidad y necesidad espiritual habían sido satisfechas.

 

La historia no termina ahí, ahora viene la evidencia del real cambio experimentado en su vida. Ahora empieza el camino que ha de recorrer para lograr la perfección, la restauración, la santidad, la vida plena. Es decir, es la acción de la Gracia santificadora de Dios. Zaqueo toma la decisión de restaurar a aquellos que ha agraviado. El hecho de recibir al Señor Jesús en su vida lo ha movido a misericordia. Ahora dará la mitad de sus bienes a los pobres y devolverá cuatro veces lo robado. ¡Evidencias reales de su conversión! Su conversión no es algo emocional o pasajera, sino una transformación total. Un cambio integral, que involucra lo espiritual y el entorno social.

 

Jesús, al ver esta sinceridad de Zaqueo le confirma que es salvo plenamente, y no sólo él, sino toda su familia también. ¡Para eso vino al mundo, a buscar y salvar lo que se había perdido! Esta historia nos enseña que Jesús siempre está atento a nuestras necesidades y dispuesto a entrar a nuestras vidas, es cuestión de tener la voluntad de hacerlo ingresar. No importa nuestra condición humana, social, cultural o política, Él está ahí, recorriendo lugares en busca de personas que se han perdido en el mundo y se han alejado de Dios. Él quiere rescatarnos, liberarnos, salvarnos de la esclavitud del pecado, para que vivamos una vida en plenitud y de alegría. Aceptarle en nuestro corazón implica también dar buen testimonio de su amor, a otros que aún no le conocen.

 

El Señor está merodeando cerca de ti, no dejes pasar esta gran oportunidad y déjalo entrar a tu vida, ahora, y verás que sus promesas son ciertas. Te lo digo yo que soy testigo de su amor, de su misericordia y de su pronto auxilio en las diversas tribulaciones y dificultades que me ha tocado vivir. ¡Soy obra de su gracia!. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

     


Copyright © 2000-2010 Rev. Lic. Jorge Bravo-Caballero. All rights reserved. Todos los derechos reservados.